26 de desembre 2013

GRACIAS MADIBA

Quizá tengan razón aquellos que opinen que este artículo llega tarde. Lo siento y si conviene, pediré disculpas por ello. No obstante, no he querido evitar la tentación de rendir mi modesto homenaje al que fuera icono y referente vital para gran parte de la humanidad, Nelson Mandela. El personaje bien que se lo merece.


Madiba (el abuelo), así lo conocían en su entorno, fue el símbolo de la capacidad de los pueblos para superar su pasado. Mandela estuvo 27 años encarcelado en el penal de la isla de Robben por un régimen racista. Fue el primer presidente negro de Sudáfrica, elegido democráticamente. Emancipó a su país casi sin violencia del Gobierno de la minoría blanca y se convirtió en su símbolo internacional de dignidad y tolerancia.

En 1993 recibió el Nobel de la Paz. Se retiró de la política tras un único mandato de cinco años, con un gran reconocimiento mundial.

Una de sus mayores virtudes fue la coherencia que siempre mantuvo entre lo que predicaba y lo que practicaba. Para Desmmond Tutu (arzobispo y Premio Nobel de la Paz 1984) la magnanimidad fue otra de sus grandes virtudes. A lo largo de toda su vida tuvo como prioridad fomentar la democracia en su país, superando, de esa forma, movimientos que apostaban por la violencia.

Mandela fue el líder que reconcilió un país que durante siglos, primero con el colonialismo y luego con el apartheid, discriminó a los no blancos. Precisamente aquel que fue condenado a cadena perpetua y que pasó entre rejas casi un tercio de su vida por luchar por la igualdad, pidió a su gente que fuera generosa con los que les discriminaban. Se ha ido el “padre de la nación”, dijo el Presidente Zuma al comunicar la noticia al pueblo. Se nos fue un profeta en su tierra y un santo laico del siglo XX.

Resulta imposible esbozar, en esta columna, aunque sea de forma somera, la figura de tan magnánimo personaje, pero con humildad, respeto y admiración quiero dar las gracias a Madiba por haber existido.

Tiempo tendremos para escribir y debatir sobre preguntas sin respuesta, naciones sin Estado, pensiones, tarifas eléctricas y otras bagatelas. Pero hoy es Navidad, y quiero aprovechar la ocasión que me brinda esta magnífica ventana que es ABC, para desearles, amables lectores, Felices Fiestas.

Que Madiba descanse en paz y ustedes sean razonablemente felices.



Bernardo Fernández

Publicado en ABC 25/12/13

POR UNA IZQUIERDA CAPAZ

Tengo la sensación de que ese virus soberanista que estamos padeciendo en Cataluña empieza a tener fecha de caducidad (léase de frustración y desencanto ciudadano). Los hechos son tozudos y por más que intenten deslumbrarnos o amedrentarnos con una pregunta, inclusiva o no, y una fecha, la realidad y la cordura acabarán imponiéndose. Más pronto que tarde las aguas han de volver, si no a su cauce, si a un discurrir más lógico y razonable conforme a las inquietudes, sueños y anhelos de la inmensa mayoría de la sociedad.


Ciertamente, toda esa erupción nacionalista ha cogido a la izquierda con el paso cambiado, por eso, sería muy conveniente que cuando eso suceda, las fuerzas progresistas vuelvan a estar preparadas para dar respuesta a las demandas sociales. Será necesario, aunque no suficiente, que el camino hacia una reforma federal de la Constitución esté desbrozado y expedito de malas hierbas. Nuestro sistema político necesita cambios para hacer frente a la crisis que está padeciendo la democracia representativa. Por ello, debemos abordar una reforma constitucional que aborde la crisis territorial que estamos viviendo. En las actuales circunstancias, mientras unos abogan por volver al pasado recuperando las estructuras centralistas, otros, apuestan por todo lo contrario: independizarse de España porque consideran que sus aspiraciones nacionales solo se pueden encauzar desde un Estado propio. Eso es lo que sucede en Cataluña, en estos momentos y muy pronto se extenderá a otros lugares (Euskadi, por ejemplo) si no se logra una solución razonable y aceptada por todos los litigantes.

Por otra parte, aunque a día de hoy ni el Gobierno de España ni el Gobierno de Cataluña administran de forma adecuada los recursos de que disponen, debemos admitir como hipótesis de trabajo que la derecha puede gestionar tan bien como la izquierda. Y es precisamente en este contexto donde la división entre derecha e izquierda sigue teniendo el máximo sentido. La gente de izquierdas cree en el progresismo –podemos influir en la historia para mejorarla-, la solidaridad –una sociedad en la que nadie quede fuera-, la igualdad –reducir las desigualdades es positivo para la sociedad-, la necesidad de proteger a los más vulnerables, -y para eso es necesario el Estado-. No obstante, deberemos convenir que en un mundo cambiante como el que nos ha tocado vivir, si no sabemos encarrilar la globalización y conducir la modernidad conforme a nuestros objetivos estamos literalmente muertos.

Todo esto viene a colación porque además de solventar los problemas internos de la aldea, que no son pocos ni menores, como gente de izquierda y, en consecuencia, internacionalistas, hemos de ser capaces de sintonizar con otras fuerzas afines a nivel europeo e incluso planetario y modernizar, tanto como sea necesario, las instituciones que ostentan la representación de las fuerzas progresistas a nivel global.

Si tomamos como referencia la Internacional Socialista (IS), es cierto que es un reflejo de la evolución de la izquierda democrática. Fue fundada a principios del siglo XX. Se disolvió durante la I Guerra Mundial, luego volvió a organizarse para escindirse en diversos fragmentos y recomponerse en 1951 para llegar hasta nuestros días.

Sobre el papel, es una institución con una gran actividad interna. Cuenta con diversos grupos de trabajo y acostumbra a estar presente en diversos lugares del mundo con delegaciones que estudian sobre el terreno problemas concretos.

Sin embargo, es muy probable que un alto número de ciudadanos nunca hayan oído hablar de la IS y, con seguridad, desconocerán mayoritariamente cual es su cometido. La IS tuvo su momento dorado cuando el socialismo democrático se hizo mayoritario en los países occidentales. Hoy las cosas han cambiado y la Internacional Socialista tiene una influencia muy limitada. Es necesaria una reforma y una modernización. Como sostiene Anthony Giddens, no tiene ningún sentido poner límites estrictos entre unos partidos progresistas que incluyen en su nombre “socialista” o “socialdemócrata” y otros que no. Flexibilizar las estructuras y una entrada de aire fresco, puede servir, en estos momentos de zozobra ideológica, máxime cuando la derecha ha perdido la vergüenza y se ha descarado, para que la IS empiece a tener más influencia en el mundo.

El socialismo democrático no puede perder la gran oportunidad de convertirse, también, en el defensor de la seguridad de las clases medias y populares. Seguridad ante la delincuencia, el terrorismo, el infortunio, la enfermedad, la vejez, los desmanes de los más poderosos o los posibles desaguisados de alguna administración. De hecho, hay indicios racionales para pensar que la sociedad demanda, cada vez más, más Estado, pero eso sí, un Estado eficaz combativo y lo menos burocrático posible.

Para llevar a cabo un proyecto de semejante envergadura se necesita una izquierda con muchas potencialidades, pero, además, que esté bien articulada, moderna y, sobre todo, eficaz. Porque eso si, o lo hacemos a nivel global o, sencillamente, no se hará.



Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 15/12/13

09 de desembre 2013

MOMENTO ÚNICO

Aquellos que se dedican a informar de la situación política en Cataluña, están de suerte, ya que cada día tienen material de sobras para escoger. El desbarajuste existente en las instituciones que gobierna CiU (que son prácticamente todas) es tal que podemos decir que la situación política catalana es de “toma pan y moja”. En buena medida, esta situación viene dada por la incapacidad manifiesta de nuestros gobernantes para llegar a acuerdos y pactos con los agentes sociales y las fuerzas políticas de la oposición. Algo importante siempre, pero imprescindible cuando no se tiene mayoría absoluta.


Así por ejemplo, por segundo año consecutivo, Xavier Trías ha visto rechazados sus presupuestos en el último pleno municipal. Eso ha hecho que por primera vez, en 32 años de ayuntamientos democráticos, el Alcalde de Barcelona deba someterse a una cuestión de confianza y tenga que sacar, de manera tan poca vistosa, sus cuentas adelante. Algo inédito por estos pagos hasta la fecha. Por otra parte, resulta que el President nos ha salido viajero, y está yendo por el mundo cantando y contando las excelencias de nuestro país para captar inversión y genera negocio. Eso está bien. Pero como el hombre no da puntada sin hilo, no deja escapar la oportunidad para explicar, a quien le quiera escuchar, las ventajas que generaría urbi et orbe una Cataluña independiente. El problema es que los interlocutores internacionales no están por la labor. Quizás por eso y dado que Artur Mas no consiguió ni una triste fotografía dándole un apretón de manos a Benjamín Netanyahu, en la Universidad de Tel Aviv el President invocó el “momento único” que vive Cataluña.

Desconocemos si con esa expresión hacia referencia a la falta de fineza de su gabinete al no hacer al más mínimo gesto hacia a la comunidad árabe, pese a estar en el Jerusalén Este o a la torpeza por no buscar un encuentro con la Autoridad Nacional Palestina. En la India la cosa no ha ido mejor, por si fuera poco, Mas ha tenido que salir a templar gaitas y calmar los ánimos de los secesionistas que no se ponen de acuerdo con la pregunta.

Ya verán ustedes como con la consulta y otras mandangas nos van a dar las Fiestas. Y, la verdad, por mucho “momento único” que estemos viviendo, los ciudadanos queremos comer los turrones tranquilos. Nos lo hemos ganado.



Bernardo Fernández

Publicado en ABC 04/12/13

LA ENÉSIMA CRISIS DEL PSC

Muy lejos quedan aquellos días de vino y rosas en los que el PSC estaba presente, y decidía, de un modo u otro en, prácticamente, todas las instituciones. Eso sucedió a principios de este siglo XXI y, en aquel entonces, el PSC tenía ministros en el Gobierno central, un número indeterminado de miembros en el sottogoverno, gobernaba en la Generalitat, presidía tres de las cuatro Diputaciones catalanas y en los principales pueblos y ciudades de Cataluña el alcalde tenía el carnet de socialista. Entonces era, con toda probabilidad, uno de los partidos con más peso político de toda Europa.


Como dice un viejo amigo, cuando llegas a una cumbre solo tienes dos opciones. Una, quedarte, Y dos, empezar a descender. Y eso es lo que ha hecho el PSC, descender, y a juzgar por como están las cosas, parece que ese descenso no tiene fin. Los errores cometidos, que no fueron ni pocos ni menores, unidos a la triple crisis, financiera, política y social han hecho que en menos de una década el partido de los socialistas de Cataluña haya perdido más de la mitad de su electorado.

El PSC fue durante más de 30 años el partido político que vertebró y dio cohesión a la sociedad catalana, una sociedad mestiza, diversa y plural. En ese contexto, los socialistas catalanes fueron capaces de integrar en un solo proyecto dos sensibilidades diferentes. Por un lado, la de aquellos que entendían Cataluña como una nación y, por tanto, una comunidad con personalidad histórica i cultura diferenciada, con la voluntad de proyectarse hacia el futuro a partir del autogobierno. Y por otro, la de los llegados de otros puntos de España que entendiendo y respetando los ejes básicos de los objetivos catalanistas añadían al imaginario colectivo la necesidad de elaborar un proyecto en el que la argamasa fuese la consecución de la libertades y todo lo que desde ahí se deriva.

Esa simbiosis hizo posible que el PSC ocupara la centralidad política, abandonando planteamientos radicales y optara por una propuesta de desarrollo del Estado autonómico que desembocase en un Estado federal. La centralidad, y el talante transversal de sus planteamientos, dio como resultado que durante mucho tiempo se viera a los socialistas catalanes como el dique de contención de las aspiraciones soberanistas de CiU y ERC y, también, en última instancia, el banderín de enganche con el resto de España.

Pero en esta vida todo tiene un principio y un fin y el PSC, sin saberlo, empezó a entonar el canto del cisne el día que decidió redactar un nuevo Estatuto. Después, con la sentencia de julio de 2010 del Tribunal Constitucional sobre ese Estatuto llegó el primer aviso serio de la ciudadanía y en las elecciones autonómicas de noviembre 2010 el primer gran varapalo. Pero las cosas aún irían a peor. En las elecciones municipales de mayo de 2011 se corroboraron los peores augurios, se perdieron plazas como Reus, Girona o la joya de la corona, Barcelona. Luego, en las elecciones generales, del mismo año, se obtuvieron los resultados más nefastos que jamás se habían logrado en unas elecciones de ese tipo, siendo superados por CiU. Por si todo esto no hubiera sido bastante, en las elecciones al Parlamento catalán del año 2012 se cosecharon, de nuevo, los resultados más desastrosos en unos comicios autonómicos, tan solo veinte diputados.

Ciertamente, el PSC está viviendo sus días más aciagos desde que se fundara allá en 1978. A la crisis general que sufre la socialdemocracia, en Cataluña, hay que añadir las cuestiones identitarias. El debate político se ha dejado de articular en el eje social y económico, para plantearse en el escenario del soberanismo, y ahí los socialistas siempre tendrán las de perder, pues es obvio que el cuerpo electoral prefiere el original a la copia.

A principios de año una votación en el Parlamento de Cataluña, sobre el derecho a decidir rompió la unidad del grupo parlamentario, la participación o no en la cadena del 11-S volvió a evidenciar el cisma que sufren los socialistas. Además, en todo este tiempo, han menudeado las declaraciones en los medios y los artículos en prensa acusando a la dirección, de forma más o menos velada, de intransigente, de inmovilista, de hacer seguidismo del PSOE y de otras lindezas por el estilo. Y ahora, cuando está prevista una nueva votación, el próximo 4 de diciembre, en el Parque de la Ciutadela para pedir al Gobierno central que ceda las competencias para celebrar un referéndum, se ve venir otra tormenta partidaria de consecuencias nada halagüeñas.

Quizás a la actual dirección le haya faltado fineza política, a lo mejor por falta de experiencia, pero no hay que olvidar que el último Congreso lo ganó Pere Navarro por más del 75% de los votos. Con esos resultados, lo razonable hubiera sido conceder un cierto período de gracia para dar tiempo a que el nuevo equipo se asentase. Lamentablemente, eso no ha sido así y al sector llamado catalanista y a algunos antiguos próceres les ha faltado el tiempo para lanzarse a mata y degüella, sin dar un momento de respiro ni respetar las más elementales normas de democracia interna, y es que ya se sabe, al perro flaco todo le son pulgas.

En el último Consejo Nacional, convocado deprisa y corriendo para el pasado 17 de noviembre, se aprobó, por una mayoría del 87% no dar soporte a i CiU, ERC, ICV y la CUP que pretenden ir al Congreso de los Diputados a solicitar la cesión de competencias para convocar un referéndum por el artículo 150. 2, de la Constitución. Los críticos, pese a obtener un pírrico 13%, se resistieron a dar su brazo a torcer y no está claro lo que van hacer cunado llegue la hora de votar en la cámara catalana. De hecho, tanto da. Dentro de la organización no son pocos los dirigentes y cuadros que auguran más pronto que tarde una ruptura. Otra cosa es lo que se dice a los medios y de cara a la galería. Da la sensación que se está en uno de los últimos capítulos de una historia que llevara por título: Crónica de una ruptura anunciada, parafraseando el título de la famosa novela de García Márquez.

En estos momentos el PSC está viviendo su enésima crisis y muchos pronostican que los socialistas catalanes van camino de convertirse en fuerza testimonial. Quizás. Ahora bien, no hay que olvidar que la socialdemocracia tiene un largo recorrido en las sociedades actuales y la catalana no es una excepción. Y, a día de hoy, en Cataluña, esa opción o la encarna el PSC o no la encarna nadie.



Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 26/11/13

17 de novembre 2013

JUEGO DE ESPEJOS

Existe una técnica, denominada en el argot de la narrativa, juego de espejos, que consiste en hacer que realidad y percepción no coincidan, logrando así el divorcio entre ambas. Algunos narradores, utilizando esta técnica y otras similares, son auténticos especialistas en hacer creíbles las peripecias más inverosímiles. Que procedimientos de ese tipo se utilicen en el mundo de la ficción está plenamente justificado. Pero que esos métodos se reproduzcan de forma casi mimética en el ámbito de la política y la comunicación es, cuando menos, cuestionable.


Determinados políticos, supuestos intelectuales y opinadores, reconvertidos en líderes de opinión, pretenden inculcarnos lo que para ellos es verdad y es importante, sin reparar en si, de verdad, lo que ellos sostienen desde sus pulpitos privilegiados –generalmente en medios de comunicación públicos y afines-, es, ciertamente, aquello que ocupa y preocupa a la ciudadanía. Aunque no lo parezca, en Cataluña, hay vida política y social más allá de la vía soberanista y de la ya manida consulta sobre el derecho a decidir. Me atrevo a afirmar que no es eso lo que desvela a los ciudadanos de a pie. Da la sensación que para los voceros oficiales no hay más tema que el “tema”.

Días atrás el Govern presentó en el Parlament los presupuesto para 2014 en los que se prevé recortar un montante de 2.500 millones de euros, lo que equivale a seguir desballestando lo poco que queda del Estado del bienestar. Unos presupuestos donde el gasto en políticas sociales es idéntico al de 2004. Unos presupuestos en los que se quieren ingresar más de 2.000 millones de euros mediante la venta de patrimonio, pero no se explica que se va a vender.

Pues bien, esto de los presupuestos parece peccata minuta y está pasando prácticamente inadvertido en los medios públicos. Sin embargo, accediendo a ellos uno queda informado hasta la saciedad de cuando piensa la vicepresidenta del Gobierno que se podrá hacer la consulta. Del rechazo que se produce en ERC. De como sale después el portavoz del Gobierno a templar gaitas, etcétera.

Todo esto genera enormes divergencias entre lo que opinan las supuestas clases dirigentes y la sociedad que deberían representar. Es decir, el juego de espejos trasladado a la política y a la comunicación. O como decía un viejo líder político: “no es lo mismo la opinión publica que la publicada”.



Bernardo Fernández

Publicado en ABC 13/11/13

DE MOISÉS A PÉREZ RUBALCABA

Cuenta La Biblia que Moisés condujo a su pueblo para hacer la travesía que les iba a llevar a la Tierra Prometida. Tuvieron que salvar un sinfín de parajes inhóspitos y Moisés tuvo que realizar innumerables milagros para aplacar la dureza de la travesía y esquivar infinidad de inconvenientes, incluidas las iras y desasosiegos de sus seguidores, hasta llegar al pueblo de Israel que Yahveh les había asignado. Cuando los hebreos llegaron a las puertas de la Tierra Prometida, Moisés sabía que no estaba lejos la hora de su muerte y le pasó el mando a Josué. Josué cruzó el río Jordán dejando atrás casi 40 años de permanencia en el desierto y los hebreos guiados por Josué entraron en la Tierra Prometida.


En su larga carrera política, Alfredo Pérez Rubalcaba ha ocupado infinidad de cargos. Así por ejemplo, fue ministro de Educación y Ciencia, ministro de la Presidencia. Y ha sido diputado por Toledo , Madrid, Cantabria y Cádiz . En abril de 2006 fue nombrado ministro del Interior. En 2010 tomó posesión como vicepresidente primero y portavoz del Gobierno, conservando además sus responsabilidades en el Ministerio del Interior.

El 27 de mayo de 2011 fue propuesto por el Comité Federal del PSOE como candidato a la presidencia del gobierno a las elecciones generales. Tras dimitir de todos sus cargos para preparar su candidatura encabezó las listas socialistas de los comicios de 2011. El partido socialista perdió frente al Partido Popular liderado por Mariano Rajoy. Obtuvo 7 millones de votos, lo que se tradujo en 110 asientos en el Congreso de los Diputados. Pero fue el peor resultado electoral a nivel nacional para el PSOE desde la restauración de la democracia

Pérez Rubalcaba es, sin dudad alguna, un camaleón político, superviviente de mil batallas. Pese a la derrota en las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011, presentó su candidatura a la secretaría general del Partido Socialista Obrero Español. Convirtiéndose de ese modo en el nuevo secretario general socialista tras vencer por 22 votos a la candidatura liderada por Carme Chacón.

Su hoja de servicios a la política española en general, y al socialismo en particular, es brillante. En esta última época, le ha tocado llevar a cabo la ingrata y difícil tarea de liderar su partido en la travesía del desierto que significa estar en la oposición. Eso le ha supuesto tener que lidiar con un Gobierno respaldado por una cómoda mayoría parlamentaria que, de una forma u otra, ha intentado cargar todos los desastres a beneficio de inventario del Gobierno anterior. A la vez que debía afrontar la insumisión, en unas ocasiones, y la arrogancia en otras, de sus propios compañeros.

Con este paisaje de fondo, el PSOE ha realizado su Conferencia Política en la que se ha querido definir su proyecto “para la próxima década”. Con la participación de 750 miembros del partido y 250 representantes de colectivos sociales, todos con voz y voto. Se ha lanzado la idea que esta era la puesta de largo de “una izquierda con vocación de mayoría”, como decía días atrás Ramón Jauregui en un artículo publicado en El País (5/11/13).

Todo indica que en esas jornadas se ha hecho un buen trabajo, si bien es verdad que el tema territorial se ha ventilado con unas pocas docenas de líneas en un documento de más de 400 páginas. Volver a los orígenes, contacto con la calle y unidad de partido son las tres ideas fuerza que se han marcado en la mencionada conferencia para superar la credibilidad y salir del pozo electoral en que está sumido el partido.

No obstante, se echa en falta una política económica alternativa a la austeridad a ultranza que estamos viviendo. Asimismo, está por ver si hay voluntad firme de recuperar la identidad socialdemócrata, perdida en la última etapa de la época Zapatero.

Ciertamente, entre la hagiografía de Moisés y la biografía política de Pérez Rubalcaba hay grandes diferencias. Sin embargo, se observa un cierto paralelismo. Por otra parte, como dice Felipe González, Rubalcaba es una de las cabezas mejor amuebladas de la política actual, pero es evidente que hay una clara crisis de liderazgo en la izquierda y de manera más acusada entre los socialistas, que encuesta tras encuesta se pone de manifiesto que no levantan cabeza. En situaciones como esa, lo más inteligente es echarse a un lado y que otro sin plomo en las alas y con el carisma suficiente, pueda liderar un proyecto que de confianza y genere ilusión a esos millones de ciudadanos que no se resignan.

Y para elegir a ese o a esa líder que como Josué cruce el río Jordán de la política española y deje atrás el desierto que significa estar en la oposición, nada mejor que unas elecciones primarias abiertas a la ciudadanía donde escoger a la persona que nos lleve a la Tierra Prometida de la igualdad, la justicia social, y la solidaridad..



Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 13/11/13

SALIR DEL AGUJERO

Según el banco de España, hemos dejado la recesión atrás. Una recesión que han experimentado, en mayor o menor medida, todos los países occidentales al rebufo de las hipotecas subprime. Ahora, un avance pírrico de un 0,1% del PIB en el tercer trimestre en comparación con el segundo, significa, al menos para los técnicos, ver la luz al final del túnel.


Eso si, el paisaje después de la batalla es desolador. Tras más de cinco años de depresión se han perdido 3,7 millones de puestos de trabajo y la actividad económica ha caído un 7,5%. La desigualdad entre las diversas clases sociales se ha agudizado de forma exponencial, más del 25% de la población vive en riesgo de exclusión y el Estado del bienestar está hecho jirones.

Con todo, el ministro de Economía, Luís de Guindos, ha querido ver el vaso medio lleno y cuando habla de la situación se refiere a algo más que a un “dato puntual”, si bien aportilla que “queda mucha crisis por delante, pero este es el primer paso, aunque pequeño, tímido y limitado”.

Coincide está visión moderadamente optimista con la de los mercados e inversores financieros que en los últimos tiempos están apostando por una recuperación sin vuelta atrás. En estos momentos, para muchos inversores, resulta atractivo invertir en España. Y lo es porque un buen número de empresas españolas en la época de bonanza consiguieron un alto grado de penetración en los mercados internacionales, pero ahora están fuertemente endeudadas. Como dice el estadístico del Estado Juan Ignacio Crespo “hemos entrado en un circuito virtuoso de confianza, pero no hay certeza de que vaya a durar”. Por nuestro propio bien, esperemos que sí.

En cualquier caso, aquellos versos de Espronceda según los cuales “nada es verdad ni mentira/, todo es según le color del cristal/ con que se mira”, adquieren hoy plena vigencia. Alfredo Pérez Rubalcaba dice que “no se puede hablar de recuperación de la economía española mientras no se pueda hablar de recuperación de la economía de los españoles”. Para Gaspar Llamazares, diputado de IU, “hablar de crecimiento roza el sarcasmo, los ciudadanos viven una situación de paro masivo y depresión económica”. Abundando en estas argumentaciones debemos recordar que, en lo que llevamos de legislatura, se han destruido un millón de empleos y la deuda ha aumentado en 250.000 millones de euros. Por si esto fuera poco, recordemos que tras la crisis de los noventa se tardaron más de 13 años para que la economía española llegase a tasas de desempleo similares a las europeas.

El 26% de paro, la gran cantidad de deuda acumulada (próxima al 100% del PIB) y la escasez del consumo interno lastrarán lo indecible la salida del agujero. Para los analistas del Instituto Flores de Lemus “resulta razonable esperar el nivel de empleo anterior a la crisis entrono al 2026”, ahí es nada.

Con todos estos datos sobre la mesa, hay que ser prudente y moderadamente optimista. La ocupación, en su conjunto, ha seguido cayendo en agricultura, industria y construcción. Tan solo los servicios impulsados por el turismo han dado datos esperanzadores, pero sabida es la estacionalidad del sector. En consecuencia, resulta muy arriesgado pronosticar que estamos ante el inicio de una reactivación sostenible del empleo. Además, no hemos de perder de vista que la población activa sigue cayendo, y eso indica el desánimo existente en la búsqueda de trabajo.

Ciertamente, nuestro mercado laboral ha encadenado dos trimestres de creación de empleo y descenso del paro. Entre julio y septiembre se han creado 39.500 empleos, el desempleo ha bajado en más de 72.000 personas y eso significa que el paro ha bajado en tres décimas y esa es una buena noticia. No obstante, acabado el verano, la tímida recuperación económica no impedirá que se vuelva a destruir empleo.

La mejora ha sido anémica y lo es más si tenemos en cuenta que la práctica totalidad del empleo creado en el último trimestre fue temporal, 169.500 contratos de trabajo con fecha de caducidad, frente 146.500 fijos destruidos. Por otra parte, a este galimatías de cifras debemos añadir que casi la mitad de la caída del desempleo obedece al desánimo laboral, a al vez que el descenso de la población activa tiene que ver con la marcha de una parte de la población extranjera.

Sería deseable que estos pretendidos brotes verdes llegaran a la economía real, que las empresas tuvieran financiación y que se generara una auténtica política industrial. El empleo aumenta cuando aumenta el consumo y la inversión no especulativa. Por tanto, el Gobierno haría bien en reforzar esas facetas. Eso haría que las empresas aplicasen inversiones para satisfacer la demanda y no buscasen tan solo la especulación como ha sucedido en los últimos tiempos con demasiada frecuencia.

A partir de ahora, cabe esperar que estos dos ámbitos (consumo e inversión) mejoren, pero lo harán lentamente y todavía en tasas negativas. Según los expertos no habrá creación neta de empleo en términos interanuales hasta el tercer trimestre de 2014.

De todos modos, deberemos estar muy atentos al pacto de gran coalición que se está gestando en Alemania entre cristianodemócratas y socialdemócrata (CDU-CSU/SPD). Será muy importante que se incorpore el mayor número posible de los 10 mandamientos propuestos por los socialdemócratas.

Como mínimo, se debería aumentar del gasto en infraestructuras, la implantación de un salario mínimo de 8,5 euros hora que corrija al menos en parte la devaluación salarial de la Agenda 2010 y una nueva agenda para el crecimiento europeo: todo ello generaría más consumo. Al fin y a al cabo se trata de engrasar la máquina de la economía, incluida la de los países socios exportadores.

No es cuestión de hacer propuestas revolucionarias: no procede. Ahora bien, hay margen para llevar a cabo una política económica que marque un claro cambio de tendencia y arrinconar, de forma definitiva, la obsesión por la austeridad. De ese modo, aunque sea lentamente, podremos salir del agujero.



Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 30/10/13

28 d’octubre 2013

ABRIR EN FESTIVO

Los capitostes del comercio y el Ayuntamiento de Barcelona han ido mareando la perdiz, de abrir o no las tiendas los festivos, hasta que el tema ha madurado lo suficiente para ponerlo sobre la mesa. El detonante ha sido un estudio de la Universidad de Barcelona, según el cual abriendo los festivos  de julio y agosto, en determinadas zonas de la ciudad, se potenciarían  las compras turísticas, sin modificar los hábitos de los compradores locales.  
El mencionado informe sugiere que incluso se podrían generar puestos de trabajo. Pero pasa por alto que lo que hacen las empresas, en estos casos,  es cambiar el día de fiesta de los empleados (el festivo por cualquier otro día de la semana y así ni siquiera se da la opción a cobrar el día trabajado). 
Sería bueno que alguien explicara con qué legalidad moral se permitirá abrir en Paseo de Gracia y no en Vía Julia. O bien, ¿quien va a garantizar que en aras de la libre competencia pasado mañana  no se permitirá abrir 365 días al año y 24 horas al día?
De abrirse así la veda, es posible que lo que para empezar se plantea en zonas delimitadas, días determinados y horarios acotados, en breve se convierta en una guerra sin cuartel, con el lema sálvese quien pueda.  
Soy de la opinión que no se puede prohibir trabajar cuando hay trabajo. Ahora bien, se debería ponderar si el beneficio de unos no será un prejuicio excesivo para otros. Es falaz decir que no se perjudicará al resto del comercio de la ciudad. Es muy probable que se produzca la compra de traslación (“como  mañana está abierto en el centro, realizaremos allí nuestra compra”).
Ciertamente, tan legítima es una opción como otra, pero el Gobierno municipal no puede seguir con su  ambigüedad calculada. El discurso convergente, que consiste en decir que protege al pequeño comercio mientras impulsa la desregulación por debajo de la mesa, está agotado. 
“No escupas para arriba que te puede caer en la cara”, dice un viejo refrán. Eso es exactamente lo que  le ha sucedido al Departamento de Empresa que meses atrás impugnó el decreto estatal que duplica la abertura en días festivos y ahora, si prospera la iniciativa de Barcelona, se verá obligado a autorizar aquello que recurrió
Abrir o no abrir las tiendas en festivo: esa es la cuestión.

Bernardo Fernández

Publicado en ABC 22/10/13

PENSIONES Y PERAS LA OLMO

Los sistemas públicos de pensiones junto con la sanidad y la educación  son los pilares básicos del Estado del Bienestar. Las pensiones públicas de vejez se iniciaron en Alemania con el canciller Bismarck a finales del siglo XIX. Pero no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial que se consolidaron y ampliaron en el Reino Unido. Esto sucedió con un gobierno laborista  a partir del informe Beveridge. En el sistema de economía planificada de Rusia y los países de la órbita soviética también se disponía de unas prestaciones para cubrir las necesidades de la genta mayor. Es decir, en Europa han existido desde principios del siglo XX diversos  sistemas de pensiones públicos y obligatorios para los trabajadores.
España, a pesar de que se incorporó más tarde al proceso histórico de desarrollo de la sociedad del bienestar, ha realizado un esfuerzo considerable durante las tres últimas décadas. En la etapa democrática se ha recuperado buena parte del terreno perdido en el ámbito de la política social. La brecha social que nos separaba de los países europeos más desarrollados se redujo durante el periodo de 1982-1996, pero volvió a abrirse entre 1996 y 2004, para disminuir aceleradamente durante los años siguientes. Lamentablemente desde diciembre de 2011, estamos retrocediendo un importante trecho de la senda recorrida. Y es un hecho poco cuestionable que el Gobierno de Mariano Rajoy está haciendo recaer las reformas y ajustes para salir de la crisis en aquellos que tienen menos capacidad de defensa. Además, la severidad de la crisis económica que estamos padeciendo ha hecho que la viabilidad del sistema público de pensiones haya sido seriamente cuestionada.
En consecuencia, el sistema español de pensiones vive hoy una encrucijada histórica.  No le falta razón a la ministra de Empleo Fátima Báñez cuando dice que “la reforma de las pensiones es el debate más importante que tiene planteado la sociedad española”. Ahora bien, lo que trasluce más allá de las palabras de la ministra es el interés en provocar un cambio en profundidad de nuestro sistema público de pensiones, que responde a planteamientos ideológicos,  En esencia se trata de reducir la cuantía de las pensiones contributivas, para ampliar el campo de acción de los fondos privados de pensiones.
La Seguridad Social es uno de los sistemas públicos que moviliza más dinero en cualquier país. Y en el caso concreto de España está, a día de hoy, fuera de la órbita de las entidades financieras. (Bancos, Cajas y compañías de seguros)  No cabe duda que las considerables cantidades de dinero que se generan en este terreno son un fuerte polo de atracción para las entidades privadas. En esta situación, a nadie debe extrañar que éstas promuevan de todas las maneras posibles la privatización de una parte la Seguridad Social, obviamente la que resulta rentable. Pero para alcanzar sus objetivos, necesitan de alguien que les aplane el camino y el Gobierno del Partido Popular  se está convirtiendo en el colaborador necesario.
Las entidades financieras no dejan de insistir de forma machacona en la inviabilidad del sistema, por lo que éste, pensiones incluidas -amenazan-, se colapsará en los próximos años. Valga decir aquí que está predicción se repite de forma cíclica. Se hizo en los primeros 70 vaticinando el colapso para los finales de la misma década, se repitió al inicio de los 80, después en los 90 y ahora vuelve el aviso con más fuerza si cabe, y esta vez, además, en medio de una crisis económico financiera que lo hace todavía más pernicioso.
La reforma de las pensiones afecta a nueve millones de pensionistas. También a aquellos que ya han cumplido el medio siglo de vida y ahora ven próximo el momento  de empezar a cobrar su pensión. Pero a éstos les entran todos los sudores del mundo al pensar que, con el factor de sostenibilidad y la supresión del IPC para calcular las revalorizaciones, disminuirá su pensión, y, por tanto, caerá su nivel de vida.
Según datos del Instituto de Estudios Fiscales, órgano dependiente del Ministerio de Hacienda, se prevé que las pensiones puedan bajar hasta un 40%. Se ha calculado que con la reforma las pensiones medias lleguen a caer, según vayan las cosas, 1.500 euros anuales. Que la devaluación de la prestación se alargará como mínimo hasta 2022 y que se espera un ahorro anual sostenido de unos 5.000 millones de euros. En conjunto el Gobierno espera ahorrar 33.000 millones. Es evidente que con esas cifras sobre la mesa la revuelta social está servida.
En estas circunstancias, lo razonable sería que el presidente del Gobierno dejara de esconderse y explicara la situación. Esta sociedad ha dado pruebas sobradas de madurez y si se le explica que la fuerte destrucción de empleo está provocando un elevado déficit en la Seguridad Social que impide revalorizar las pensiones e incluso obliga a recortar las prestaciones de más cuantía como se ha hecho con el funcionariado, la gente comprenderá. Ciertamente no será un plato de gusto para nadie, pero será preferible  a generar dudas sobre el sistema público de pensiones en los próximos 30 años.
De todos modos, siendo el presidente del Ejecutivo Mariano Rajoy, con el currículo de comunicador y dialogante que se ha ganado a pulso, haciendo comparecencias de prensa sin preguntas y con pantallas de plasma, tal vez sea más factible pedir peras al olmo. 

Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 18/10/13

06 d’octubre 2013

EL FUTURO DE LA MONARQUÍA

Quisiera empezar estas líneas deseando una rápida recuperación, en su estado de salud, al ciudadano Juan Carlos de Borbón Borbón-Dos Sicilias. Asimismo, quiero aprovechar la inmejorable oportunidad que me brinda esta ventana que es Crónica Global para pedir a Juan Carlos I, Rey de España, que abdique. Que abdique por dignidad, por respeto a su familia y a lo que representa y, sobre todo, que abdique por la dignidad y el respeto que el pueblo al que reina, estoy seguro, le merece.


Soy republicano convencido y espero, más pronto que tarde, poder ver la proclamación de la III República Española, pero mientras eso no sucede, nos conviene que la casa esté lo más adecentada posible. Por eso, resulta necesario tener una Jefatura de Estado que sea capaz de afrontar los temas con la máxima capacidad y disponibilidad posible, y, a día de hoy, ese no es el caso.

Como afirma Jaime Ignacio del Burgo, en una Monarquía parlamentaria el rey carece de poder real, ya que este reside en la Cortes y es al Gobierno a quien corresponde la dirección de la política exterior e interior. Pero la Corona ha de ejercer, en momentos de crisis institucional, una función arbitral y moderadora, cuyos contornos no están definidos en al Constitución y nadie se ha ocupado de definir; pero que sobre todo adquiere mayor relevancia cuando se trata de asuntos que afectan a la unidad y a la permanencia de la nación y de Estado, cuyo símbolo es precisamente el Rey. Quizá si en el affaire del soberanismo catalán la Corona se hubiera implicado, mediado adecuadamente y a tiempo, a lo mejor ahora estaríamos viviendo otra dimensión del problema.

En la última encuesta llevada a cabo por el CIS, se pone de manifiesto la caída en desgracia de la Monarquía. La desafección colectiva hacia la Corona no es una anécdota. La opinión pública en general está dando la espalda a la Institución. Como dicen desde la dirección del PSOE “la Corona debe trabajar mucho para ganarse a la ciudadanía que sufre”. También es verdad que el Rey lleva más de 37 años en le trono y eso supone un desgaste que sumado a otras cuestiones conocidas por todos, han hecho que el deterioro de la Corona y de la imagen del Rey sea profundo. De todos modos, conviene no olvidar que la Monarquía es la institución menos regulada de nuestro sistema constitucional.

Puesto que estoy convencido de que mi petición de abdicación, con la que empezaba estas líneas, no será tenida en cuenta, considero que el Rey debería contemplar y completar su rehabilitación física con la rehabilitación política de la Institución -la palabra es polivalente y sirve tanto para lo físico, lo ético y lo político-. Para ello, debería comparecer en el Congreso de los Diputados dar explicaciones (todas), proponer soluciones (abdicación, regencia o continuidad) y plantear una amplia gama de reformas que hicieran posible la transformación de la actual Monarquía en una institución conforme a los tiempos que vivimos.

Ciertamente, seria una situación excepcional en la que no hace falta ofender ni humillar a nadie, pero que devolvería la dignidad perdida a la más alta magistratura del Estado. Eso si, en todo ese proceso, se deberían evitar las vejaciones, los servilismos y los privilegios innecesarios. Tal vez sería duro, si, pero ineludible. No podemos olvidar que el Congreso es el representante legítimo de los ciudadanos y allí sabrán encontrar el formato adecuado.

Los ciudadanos estamos faltos de gestos sinceros; y por esa vía la Corona podría reconectar con la ciudadanía. Más adelante, el tiempo dirá.



Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 05/10/13

LA ESPIRAL DEL SILENCIO



La teoría de la espiral del silencio parte del supuesto básico de que la mayor parte de las personas tienen miedo al aislamiento. Alexis de Tocqueville en el siglo XIX ya defendió que la gente puede preferir el error al miedo. Por eso, muchos conciudadanos, antes manifestar sus opiniones, primero tratan de identificar las ideas, para luego sumarse a la opinión mayoritaria o consensuada. En esta disyuntiva la principal fuente de información deberían ser los medios de comunicación, en especial los públicos, que facilitando la máxima información de forma neutra y veraz facilitaran a los ciudadanos las herramientas necesarias para que estos pudieran forjarse una opinión sin perjuicios previos.

Según Noelle-Neumann, un clima de opinión actúa como un fenómeno de contagio, ya que la opción mayoritaria se extiende rápidamente por toda la sociedad y decanta las tendencias hacia una determinada opción que cristaliza en adhesión y votos.

Es innegable que algo de eso está sucediendo hoy en Cataluña. Sin negar ni un ápice el éxito que supuso la Vía Catalana para la Independencia del pasado 11 de septiembre (un millón largo de personas salieron a la calle), es evidente que ninguna entidad, por potente que sea, si no cuenta con un gran apoyo logístico y, sobre todo, propagandístico, no puede llevar a cabo semejante proeza.

Y ahí, desde mi punto de vista, es donde nace una parte de los problemas que tenemos hoy en Cataluña, y ese es el embrión de gran parte de los que se nos avecinan: la falta de ecuanimidad de los medios de comunicación públicos.

Me consta que muchos conciudadanos se sienten amedrentados por el aparato de propaganda oficial. Para decirlo claro: se está ejerciendo un férreo control sobre la información y no se respetan unos mínimos estándares de verdad y objetividad. En esas circunstancias, como sostiene Manuel Cruz, se le hurta de este modo al ciudadano la posibilidad de llegar a las urnas (cuando sea) en condiciones democráticamente aceptables.

Y aquí, más pronto que tarde, deberemos ir a votar.



Bernardo Fernández

Publicado en ABC 02/10/13


OTRO OTOÑO CALIENTE

Las vacaciones empiezan a ser un recuerdo lejano para aquellos que tuvimos la suerte de hacerlas. La realidad se impone. El curso político ha empezado fuerte. Los presagios no parecen nada halagüeños Como se suele decir en estas fechas: este año vamos a tener un otoño caliente. Ciertamente, la frase se ha convertido en un clásico, pero es bien verdad que tal y como están las cosas vamos a tener un otoño cargado de acontecimientos, tanto a nivel mundial como en España y, también, en Cataluña.


Veamos: el pasado 28 de agosto se cumplieron 50 años desde que Martín Luther King pronunció su famoso “I have a dream.” Con el primer presidente negro de la historia de los EEUU, Barack Obama, el racismo debería ser cosa del pasado. Sin embargo, las desigualdades en el país más desarrollado del planeta siguen siendo una realidad. Sería absurdo negar que los avances que se han producido, en este medio siglo, han sido enormes, pero todavía están lejos de ser suficientes: la pobreza infantil en los negros triplica la de los blancos y el desempleo es casi el doble. La brecha en el rendimiento educativo entre blancos y negros es brutal. Y, todavía hoy, en pleno siglo XXI, un negro tiene muchas más probabilidades de ir a prisión y ser condenado que un blanco.

En el discurso que Obama pronunció para conmemorar el acontecimiento advirtió que mientras no se avance en justicia social en EEUU y se ponga punto final a lo que él denominó “discriminación legalizada” el sueño de auténtica igualdad del predicador asesinado a tiros no se habrá cumplido. Y lo que sucede en Estados Unidos, nos guste o no, nos ataña de manera directa a todos los habitantes de la tierra.

Si echamos un vistazo a Oriente próximo, el ataque químico denunciado por la ONG Médicos sin Fronteras y confirmado por los investigadores de Naciones Unidas, ha hecho que la guerra civil que se padece en Siria haya vuelto a ocupar las cabeceras de todos los medios de comunicación. EEUU, con el soporte de Francia señalan directamente a Bachar el Asad como responsable máximo de lo sucedido y hacen campaña por una intervención armada. Por su parte. Sin embargo Rusia e Irán culpan a los rebeldes de haber orquestado el ataque para desencadenar una operación internacional en el momento en que las tropas del régimen están consolidando sus posiciones. Sea como fuere, parece que la vía diplomática se está abriendo paso a otras iniciativas, aunque sólo sea de momento y todo penda de un hilo.

Es evidente, que en caso de producirse una intervención militar extranjera, cualquier respuesta por parte del Gobierno sirio y/o sus aliados sería factible, y puesto que, los equilibrios son tan frágiles en la zona, el más mínimo error de cálculo puede generar una tragedia de magnitudes insospechadas.

En Egipto pintan bastos. Tras el golpe de Estado que sacó del poder al islamista Mohamed Morsi, y tras una represión sangrienta y sin concesiones, el Ejército se ha hecho con el control del país. Golpeados por una represión que ha causado miles de muertos, y con sus dirigentes detenidos, los Hermanos Musulmanes han sido neutralizados, al menos de momento. Las esperanzas que se abrieron con el arranque de la primavera árabe en 2011 se desinflan, y el país parece regresar al punto de partida. En esta situación, solo faltaba la excarcelación del exdictador Hosni Mubarak que, habiendo cumplido su periodo de prisión preventiva, ha quedado en arresto domiciliario a la espera ser juzgado por diversos cargos.

Ciertamente, es muy pronto para dar por finiquitada la primavera egipcia (recordemos el tiempo y la sangre que costó para los países de Europa el largo camino a las libertades).Habrá que ver si el Ejército pretende reconducir la transición a la democracia o retornar al viejo orden. En ese caso, más pronto que tarde las calles volverán a estallar. Y lo que entonces pueda suceder es imprevisible.

Por lo que respecta a nuestro entorno político más inmediato, los ciudadanos de este país aun tenemos en la memoria la comparecencia de Rajoy en el Congreso, el pasado 1 de agosto, para hablar del caso Bárcenas. Solo convenció a los suyos. La oposición, además, afirma que mintió. Sea como fuere, la ciudadanía merece una explicación lógica y razonable del caso Bárcenas. Asimismo, hay que explicar las fabulosas condiciones del finiquito pactado con el extesorero. La percepción que hay en la calle es que se trataba de evitar que hablara. Y un Gobierno no puede vivir proyectando esas sombras de dudad sobre la sociedad.

Por eso, ahora que se inicia un nuevo curso político en un clima económico algo más esperanzador que el anterior, se debería evitar, a toda costa, que la inestabilidad política dé al traste con los indicios de recuperación, aunque éstos sean tímidos.

Pues bien, en este contexto, preñado de presagios tan poco halagüeños, aquí, en Cataluña, unos cuantos iluminados siguen empecinados en hacernos creer que nosotros somos el pueblo elegido de Dios. Y el Govern se prepara para afrontar un otoño, y tal vez un invierno, donde casi, con toda seguridad, se pondrá fecha de caducidad a su proyecto secesionista. En este periodo, Mas tendrá que defender una prórroga de los presupuestos que aprobó con la complicidad del PP. Deberá, también, elaborar unas cuentas para 2014 todavía más austeras, afrontar la resolución judicial del caso Palau y la presunta financiación irregular de CDC.

De todos modos, la cadena del pasado día 11 ha dado nuevos bríos a Artur Mas y sus más próximo colaboradores y se ha comprometido a fijar la fecha para la consulta y la pregunta antes de que finalice el año.

Por su parte, Esquerra Republicana, que está en el momento más álgido de su trayectoria desde la etapa de la Guerra Civil aprieta cada día un poco más al Gobierno de la Generalitat poniéndolo así a los pies de los caballos. Todo esto hace que en la calle Córcega de Barcelona (sede de CDC) se vivan días intensos. Deberán resolver, más pronto que tarde, la cuestión de la vacante de la secretaría general, que Oriol Pujol ha delegado por su imputación en el 'caso ITV, y todo eso, sin perder de vista a los socios de Unió a la vez que negocian con ellos la hoja de ruta soberanista. Además, el presidente acaba de recibir la carta de Mariano Rajoy que le invita al dialogo dentro del marco constitucional. Total: “un bon berenar” que dirían en Mallorca

Un inicio de curso apasionante que nos augura otro otoño caliente.



Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 22/09/13

17 de setembre 2013

FER PAIS

Cuando estas líneas vean la luz, una cadena humana estará preparada para cruzar Cataluña de punta a punta. Sin duda, será un éxito, pero si no lo fuera –que no será el caso-, nos harán creer que lo ha sido. La organización cuenta con complicidades más que suficientes para ello.


La Vía Catalana por la independencia, -así han denominado los organizadores la marcha-, ha sido convocada por la Asamblea Nacional Catalana, una entidad privada que, según parece, tiene un gran poder de convocatoria. Nada que objetar. Lo que si es de criticar es el soporte descarado que desde instituciones como el Gobierno de Cataluña, las Diputaciones y medios públicos de comunicación, es decir aquellos que pagamos entre todos, independentistas y los que no lo somos, se le ha dado al acto en cuestión.

Si un habitante de otro planeta llegara hoy a Cataluña, sin saber lo que aquí se cuece y como se cuece, pensaría que hemos realizado un debate racional y sosegado, donde se han respetado las diversas opciones políticas y los agentes sociales han podido explicar, en igualdad de condiciones, sus planteamientos respecto al derecho a decidir. Supondría, el recién llegado, que los medios públicos de comunicación han respetado la neutralidad informativa y desde las estructuras gubernamentales se han explicado, con claridad meridiana, los pros y contras que supondría la independencia para el nuevo Estado llamado Cataluña. Así por ejemplo, nuestro visitante pensaría que nos habían dejado claro que el nuevo Estado iba a quedar durante un tiempo indefinido fuera de la UE, que el flujo comercial con el resto de España quedaría prácticamente paralizado y que los ciudadanos castellano hablantes, que somos mayoría, íbamos a consentir que nuestra lengua materna dejase de ser lengua oficial en nuestra casa. Y que a pesar de esas minucias y otras bagatelas por el estilo, sin más importancia, habíamos apostado alegremente por la independencia.

En ese contexto, sería interesante saber donde andaban muchos de los “encadenados” de hoy, cuando, en la etapa pre democrática, la clase obrera que, mayoritariamente hablaba castellano, ponía flores donde hoy se levanta el monumento a Rafael Casanova. Ni estaban ni se les esperaba. Seguramente, para ellos era hortera y chabacano manifestarse y correr delante de los grises. En cambio, hoy pierden el oremus por construir vías que nos han de llevar hacia la inopia.

Todo sea “per fer país”.



Bernardo Fernández

Publicado en ABC 11/09/13



AIRES DE CAMBIO

Se cumplen cinco meses desde que Jorge Mario Bergoglio fue investido como el papa Francisco I y, en tan breve espacio de tiempo, ha definido con nitidez como quiere que sea la Iglesia que él ha de dirigir en los próximos años.


Ha de ser, según sus propias palabras “más austera, mas justa y ejemplar. Abierta a los pobres y dispuesta a luchar por la justicia”. Para el papa Francisco “los obispos han de ser hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida. Hombres que no tengan psicología de príncipes”.

Según los analistas, al final de este verano, sin veraneo para el Papa – ha renunciado al descanso en Castel Gandolfo-, llegará el momento de dar la batalla a una Iglesia burocratizada, barroca en su organización, poco transparente e ineficaz.

Muchas serán las cuestiones que deberá afrontar el papa Francisco. El papel de la mujer en la Iglesia del siglo XXI, la laicidad de los Estados, etc. No obstante, para muchos observadores la renovación de la curia y las finanzas vaticanas son las dos grandes claves de esta etapa de la Iglesia. Sin embargo, es posible que la auténtica clave de este pontificado no sea poner orden en la curia y en las finanzas – tarea, por otra parte, titánica donde las haya-, sino en la renovación de obispos y arzobispos que son los que deben estar en contacto permanente con el pueblo.

En ese contexto, España puede ser la piedra de toque. La sucesión de los arzobispos de Madrid y Barcelona -Rouco Varela hace ya casi dos años que presentó su renuncia por haber cumplido 75 años y Martínez Sistach lleva un año a la espera de relevo-, puede indicar el alcance real de los cambios.

El papa Francisco no se anduvo por las ramas en su viaje a Brasil, cuando dijo que “el futuro nos exige la rehabilitación de la política, que es una de las formas más altas de la caridad”. Toda una declaración de principios.

En el Vaticano empiezan a percibirse aires de cambio impulsados por Francisco I. Bienvenidos sean si así se reduce el nihilismo que mina los fundamentos de la sociedad. De esa forma, la humanidad entera,, más allá de credos ideologías y etnias, saldrá ganando, que buena falta nos hace.


Bernardo Fernández

Publicado en ABC 22/08/13

31 de juliol 2013

DISLATE ABSOLUTO


El pasado jueves, El Consejo de Transición Nacional hizo entrega al Govern de su informe titulado La consulta sobre el futuro político de Cataluña. En él se detallan los medios legales para celebrar un referéndum sobre el futuro de Cataluña. El comité de expertos recomienda la negociación entre Generalitat y el Gobierno para hallar la vía que permita celebrar la consulta. Los expertos ponen de manifiesto los múltiples riesgos jurídicos que conllevaría llevar adelante el proceso soberanista sin acuerdo con el Gobierno central. Sostienen que, si Artur Mas convocara unas elecciones plebiscitarias para comprobar el apoyo del independentismo, el Estado podría abortar la operación con el argumento de que las elecciones atentan contra la unidad de España.


También se podría utilizar el artículo 155 de la Constitución que prevé la suspensión de la autonomía. Precisamente -señalan los expertos-, su indefinición permite su aplicación ya sea para suprimir la autonomía o para vaciarla de contenido con medidas como la disolución del parlamento autónomo. Además, los autores del documento opinan que, si Artur Mas convoca una consulta sin el consentimiento del Gobierno, podría dar con sus huesos en la cárcel.

Por otra parte, en el mes de enero la Generalidad solicitó su adhesión al Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) de 2013, haciendo una petición de 9.073 millones de euros, 3.703 millones más que los recibidos el año anterior. Pero ahora, y de forma simultánea a la presentación del informe sobre le futuro político de Cataluña, la Generalitat ha aumentado su petición en 325 millones de euros más.

Mientras tanto, en la Cataluña real tenemos casi 900.000 parados, el 57% de los jóvenes de entre 16 y 25 años sin ocupación, los servicios sanitarios bajo mínimos, los funcionarios con los sueldos congelados, casi un millar de barracones diseminados por toda la geografía para que los niños vayan a escuela, los servicios sociales en coma inducido y un larguísima retahíla de corruptelas como el caso Palau (muy similar al caso Bárcenas, con la diferencia de que aquí no se ha tirado de la manta, quizá porque nadie ha ido a la cárcel).

Con este paisaje de fondo, parece mucho más razonable dedicar los esfuerzos a paliar la situación de angustia de cientos de miles de ciudadanos que no a quemar energías tras quimeras inalcanzables. Si todo esto no es el dislate más absoluto que alguien me lo explique.



Bernardo Fernández

Publicado en ABC 31/07/13

EL QUID DE LA CUESTIÓN

España ha sido vista desde Cataluña, casi siempre, como un lugar donde se concentra el poder y adonde es necesario acudir para resolver problemas y hacer negocios. Por el contrario, Cataluña para España ha sido una región avanzada en algunos aspectos pero demasiado celosa de sus costumbres y rasgos diferenciales, y los catalanes gentes de poco fiar. Los recelos y las desconfianzas de aquí para allá y de allí para acá han sido una constante a lo largo del tiempo.


Desde hace siglos, y por los avatares de la historia, las dos nacionalidades se encontraron dentro de una misma entidad política. En su relación, la nacionalidad más grande y poderosa, la castellana, diluyó a la catalana, hasta hacerla casi desaparecer. Influyeron para ello numerosas cuestiones. La demografía (seis millones de habitantes contra menos de medio), el afán colonizador (todo un imperio, bajo una sola nacionalidad), la economía (con derechos exclusivos sobre América), el predominio institucional y militar (con carácter dominante de unos sobre otros) y el lingüístico-cultural (el castellano expansionándose en la Península como una cuña, según el esquema plástico de Menéndez Pidal).

Sin embargo, todo evoluciona y el aumento del anhelo independentista en buena parte de la ciudadanía de Cataluña pone de relieve la creciente desinhibición de un sentimiento que durante mucho tiempo los catalanes han tenido larvado. De alguna manera, ha existido un cierto complejo de inferioridad en las cuestiones de gobernanza del Estado y la utilización de un determinado victimismo han hecho que lo catalán se viera como cosa ajena en casa propia. A su vez, para algunos, ha venido como anillo al dedo el escaso reconocimiento del hecho diferencial, ha generado incomodidad el café para todos, se han considerado menospreciadas la cultura y la lengua o se ha calificado de expolio lo que es un desajuste fiscal.

En cambio, en España la situación ha sido diametralmente diferente. A lo largo de la historia se ha hecho, casi de forma permanente, un manejo abusivo del poder. Poder que la Constitución vigente, al mencionar en su artículo 8 la “integridad territorial”, pone en las manos de las Fuerzas Armadas. No obstante, hay otras maneras de tratar la cuestión que nos ocupa, que no es otra que la disputa por el poder.

Tal y como están las cosas el Gobierno central debe entender que en Cataluña hay un problema que se arrastra desde hace mucho tiempo y hay que buscarle solución, pero la pregunta es, ¿saben como hacerlo? Para bien o para mal, en Cataluña se han movido muchas cosas en muy poco tiempo y algunas de ellas de mucha envergadura. Por ello, hay que tomar decisiones y en ese contexto cabe preguntarse si la posibilidad de un pacto fiscal a imagen y semejanza de los conciertos que tienen en Euskadi y Navarra, frenaría el independentismo. Quizás está sea una de esas preguntas que admita más de una respuesta. Es posible que el haber logrado un objetivo de esa magnitud fuera, a medio plazo, un estímulo para ir en pos de otros logros aún más ambiciosos. Porque con el acuerdo por el pacto fiscal la aspiración a la obtención del poder no se vería plenamente satisfecha.

Saciar un apetito de poder solo puede lograrse ofreciendo una cota de poder mayor. Ello sucedería cuando Cataluña viera que dentro de España puede tener más poder que saliéndose de ella. Y aquí entran en juego dos factores de singular importancia. Uno de ellos es Europa. Y otro, un acuerdo federal, al que ya me he referido en más de una ocasión en este mismo espacio.

En este contexto, adquiere la máxima fuerza la reflexión de Juan José López Burniol cuando dice que quizá valga la pena reconsiderar la conveniencia de agotar las posibilidades de reforma, lo que exige, en primer lugar, priorizar los problemas existentes en estos términos: 1) La reivindicación –ya irreversible– del derecho a decidir. 2) La reforma del sistema de financiación autonómico. 3) La reforma de la Constitución para culminar el desarrollo federal del Estado autonómico.

Y, una vez planteados, ¿cómo afrontarlos? El derecho a decidir es una reivindicación irrenunciable para el Gobierno catalán y su reconocimiento inmediato, pero es imposible para el Gobierno español dentro del marco constitucional actual. En consecuencia, su admisión se tendría que subsumir dentro de una reforma constitucional que acometer en esta legislatura, con el compromiso previo y firme del PP y del PSOE de aceptar la convocatoria de consultas por los presidentes autonómicos. Mientras tanto, se tendrían que cerrar dos pactos de carácter económico, que serían la mejor garantía de la seriedad negociadora de ambas partes. Con carácter inmediato, una distribución asimétrica de la reducción del déficit, favorable a Catalunya, como justa compensación a la continuada solidaridad catalana expresada en el déficit crónico de la balanza fiscal; y, a final de año, una reforma del sistema de financiación que establezca un límite a la aportación catalana al Estado, para homologarla con la de países de similar estructura territorial. Y culminaría el proceso con una reforma constitucional que tendría que incluir la conversión del Senado en una auténtica cámara territorial, una redefinición clara de las competencias respectivas del Gobierno central y de los autonómicos y el régimen de financiación autonómico previamente pactado.

Desde luego, no es poco lo que sugiere el notario afincado en Barcelona. Muchos opinarán, y no les faltará razón, que una propuesta de esas características es imposible que se lleve a cabo ya que ningún gobierno, sea del color político que sea, permitirá una consulta que podría suponer el principio de la desintegración del Estado. Aún y así, Artur Mas debería negociar hasta la extenuación y sin perder nunca las composturas. De igual manera, seria deseable que agotara todas las vías legales a sabiendas que una tras otra rechazarán su propuesta; pero es la mejor forma para cargarse de razones y poder acudir después, como seguramente tiene previsto, a buscar el amparo de los organismos internacionales.

Como dice un viejo amigo mío, siempre se está a tiempo de romper la baraja y, si no estás seguro de ganar la partida, la ruptura no es otra cosa que escapismo. Sería deseable que los soberanistas, de forma limpia y sin cicaterías, intentaran sumar apoyos y lograr una amplia mayoría en la que también puedan incluirse aquellos catalanes que apuestan por el derecho a decidir dentro de la legalidad –y en cuyo ejercicio votarán “sí” o “no” según les convenga–. Estoy pensando en esos ciudadanos que quieren un sistema de financiación justo y que apuestan por una reforma constitucional que racionalice la vida en común dentro de España de acuerdo con el interés general.

Esa amplia mayoría existe, hace falta saberla galvanizar, pero hay que tener la capacidad y el carisma necesarios para conformarla. Entre la nada y el todo existen un sinfín de posibilidades. Y el posibilismo es señal de fortaleza y confianza.

En cualquier caso el quid de la cuestión se condensa en aquella firme convicción de Vicens Vives según la cual “para nosotros, los catalanes, ser españoles es una condición geográfica”.



Bernardo Fernández

Publicado en La voz de Barcelona 31/07/13

17 de juliol 2013

PLOU SOBRE MULLAT

D’un temps ençà Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) no està massa fina. Quan no té problemes –això si, silenciats- amb ERC, pateix des encontres amb el soci de tota la vida: Unió. I si no és el Govern central al que, amb raó, o sense, posa pals a les rodes convergents, de vegades ho fa amb el límit de dèficit i de vegades posant entrebancs a les sortides del President Mas a l’estranger.


Els convergents estan nerviosos i això es nota. Cada cop el cercle s’estreny més. Un exemple clar d’això és les desafortunades declaracions fetes en nom de la Federació per Xavier Trias (Alcalde de Barcelona) en resposta a la iniciativa d’Alfredo Pérez Rubalcaba, supeditant la participació de CiU en una hipotètica moció de censura contra el Govern de Rajoy en funció de que sigui admesa o no la consulta pel dret a decidir. Senzillament patètic. Barrejar una cosa amb l’altra, como diria Cela:”es confundir el culo con las témporas”.

De fet, Trias ja ha tingut resposta merescuda en les xarxes socials, on menys maco, li han dit de tot.

Però més enllà d’això s’ha fet públic que el jutge de Barcelona Josep Maria Pijoan, que investiga el saqueig del Palau de la Música, considera que de les diligències d'investigació practicades es deriva que CDC va percebre de Ferrovial, sota l'encobriment de donacions en concepte de patrocini a l'entitat, sumes de diners que obeeixen “al pagament de comissions per obres públiques adjudicades a aquesta constructora pel Govern de la Generalitat de Catalunya i per altres entitats públiques”.

El jutge ha donat per acabades les indagacions, el jutge assegura que en aquest desviament de fons hi van participar els directius de Ferrovial Pedro Buenaventura Cebrián i Juan Elizaga, i per part de CDC, els ex tresorers Carles Torrent, mort el 2005, i Daniel Osàcar, el seu successor, així com l’exdiputat de CiU Jaume Camps.

El jutge també destaca “la intervenció d'altres càrrecs responsables del partit que van exercir l'ascendent necessari sobre els càrrecs públics de la Generalitat de Catalunya i altres organismes públics locals vinculats al partit i que tenien la facultat de decidir l'adjudicació d'obra pública”. La identitat d'aquests dirigents del partit, malauradament, no ha pogut ser desvelada, segons la instrucció.

El darrer article que vaig publicar en aquest mateix espai portava per títol: Eufòria decreixent i va sortir a la llum en moment que podia semblar insensat fer una afirmació d’aquests tipus. Va ser pocs dies després del malament anomenat Concert per la llibertat. Avui em ratifico. Plou sobre mullat i comença a ser hora que les coses estiguin a lloc.

Bernardo Fernández

Publicat a e-noticies.cat 17/07/13

POR UN PACTO FEDERAL

La Constitución de 1978 supuso un cambio radical en el sistema político de España: frente al anterior régimen franquista, reconoció amplios derechos y libertades a los ciudadanos, estableció un sistema democrático basado en instituciones representativas y de participación y puso la orientación de las instituciones de gobierno en manos de la voluntad de la mayoría expresada en las urnas.


De todos modos, como sostiene Juan José López Burniol, licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra y notario, “El problema no resuelto en España en el siglo XIX fue articular un verdadero Estado nacional”. Para Eliseo Aja, catedrático de derecho en la Universidad de Barcelona, experto en derecho político y constitucional, “el principio de autonomía reconocido en la Constitución de 1978 ha impulsado una transformación tan notable del Estado que puede resumirse con rotundidad que España ha pasado de ser el Estado más centralista de Europa a ser uno de los más descentralizados en la actualidad”.

Como sostiene Ramón Máiz, catedrático de ciencia política de la Universidad de Santiago de Compostela, la fórmula utilizada en la Transición creando el Estado de las Autonomías ha dado a lo largo de más de treinta años buenos resultados. Además, otorgó protagonismo a los Gobiernos central, autónomos y partidos políticos; permitió diversos ritmos y niveles de autogobierno, en función de las aspiraciones y capacidades de cada cual. No obstante, esta inicial virtud ha generado, también, importantes problemas y las mismas razones de su éxito original se han convertido en fuente de conflictos casi inagotable. Asimismo, la vía evolutiva de los Estatutos fue clausurada por el Constitucional en 2010 con su sentencia sobre el Estatuto de Cataluña.

Con ese panorama de fondo, y ante la voluntad re centralizadora del PP y el rupturismo desacomplejado de los nacionalistas catalanes, no queda mucho donde escoger. Por eso, y para evitar problemas que acabarían siendo irresolubles un pacto federal parece la vía más sensata y apta para el acuerdo.

De hecho, la federación es una construcción relativamente moderna, “inventada”, literalmente, por la Constitución de los Estados Unidos de América (1787) y es fundamentalmente distinta a la confederación y a otras formas de asociación de los Estados. Después países como Alemania, Suiza, Canadá y muchos otros siguieron caminos similares que han servido a lo largo de la historia tanto para unir Estados independientes como para descentralizar Estados que habían sido unitarios. Estos serían los casos de Austria o Australia.

Ante la situación de tensión territorial creciente que estamos viviendo en España en los últimos años, parece razonable pensar que ha llegado el momento de tomar decisiones. Por eso, en un ambiente tan radicalizado, la Declaración de Granada (documento, aprobado por unanimidad, por la dirección del PSOE y sus17 barones territoriales el pasado 6 de julio, para dar un giro federalista a la política del partido y hacer frente al frentismo soberanista catalán) alcanza su máxima razón de ser. Al ser considerada insuficiente por algunos y, en cambio, demasiado atrevida por otros, es la prueba de que la propuesta está en la línea adecuada.

El documento no es la panacea, pero plantea una reforma constitucional sensata y, tal vez, la última oportunidad para impedir el “desastre” que supondría caer en cualquiera de las dos tentaciones dominantes, la “centralista” y la “secesionista”. Además, la propuesta está basada en principios claros y poco cuestionables: “solidaridad”, “respeto a las identidades diferenciadas”, reconocimiento constitucional del “mapa autonómico” y de “los hechos diferenciales y las singularidades políticas”. Delimitación explícita de las competencias y creación de un fondo de garantía del Estado de bienestar que preserve los sistemas educativos y sanitario de las posibles crisis futuras y sus efectos devastadores.

El documento propone hacer imposible que un texto directamente votado por los ciudadanos sea frustrado por el Tribunal Constitucional, como ocurrió con el Estatuto de Cataluña de 2006.

A Artur Mas (CiU) y a alguno de sus acólitos les ha faltado tiempo para calificar el documento de “engaño”. Para González Pons (PP) la cuestión “es un asunto interno del partido socialista” y la Declaración de Granada es una concesión al PSC.

Es verdad que para convertir España en un Estado federal se necesita, como mínimo, voluntad y mayoría política. La primera esta por ver y la segunda de momento no existe. Lo cual no quiere decir que haya que abandonar el proyecto. Ni mucho menos. Ahora bien, hay que ser conscientes que el camino será largo y los adversarios no lo pondrán fácil.

Hay que ser realistas, y no podemos olvidar que el PP (antes AP) se ha opuesto siempre a cualquier reforma por sistema. Se opuso a la propia Constitución, a la ley del divorcio, a la ley del aborto, al reconocimiento de matrimonio de personas del mismo sexo y un largo etcétera. Y los secesionistas catalanes están eufóricos con el ambiente proindependentista que se respira en la Cataluña oficialista y no parece que estén dispuestos a atender a razones. Por eso, se deberá perseverar en la idea y no desfallecer en el intento.

Ciertamente, la situación es difícil, pero vale la pena intentarlo. Lo otro, es la debacle. Como dijo Rafael Campalans (1887-1933) ingeniero, físico y político, lo importante no es rendir culto a los muertos, lo importante es rendir culto a los hijos e hijas que han de venir. Y esa labor hoy nos corresponde a nosotros.



Bernardo Fernández

Publicado en la voz de Barcelona 16/07/13

10 de juliol 2013

CLÁUSULAS SUELO

Se han cumplido dos meses desde que se hizo pública la sentencia del Tribunal Supremo (TS) que declaró nulas las cláusulas suelo de las hipotecas, incorporadas sin la suficiente información para que los clientes evaluaran su impacto.


La mencionada sentencia declara nulos tales apartados en las cargas de BBVA, NCG Banco y Cajamar por falta de transparencia. Asimismo, el Supremo –a instancias de la fiscalía- declaró la irretroactividad del fallo. De ese modo, la banca entiende que se pone punto final al debate sobre si se debía o no devolver el dinero cobrado a pesar de las reiteradas bajadas del Euribor.

No obstante, desde la publicación de la sentencia del Supremo, el pasado 9 de mayo, se han conocido diversas resoluciones que hacen caso omiso de la irretroactividad del Alto Tribunal. En ellas, se siguen las directrices del TS para anular las cláusulas suelo y, además, se condena a las entidades a restituir las cantidades que los clientes pagaron de más en los últimos años.

Fuentes jurídicas de máximo prestigio sostienen que la sentencia del Supremo debe aplicarse de forma integra. Recuerdan que el fallo se tomó en Pleno y por los 13 magistrados. Esto significa que, además de que todas las hipotecas con cláusula suelo de las tres entidades condenadas pasan a ser nulas, también lo han de ser aquellas que tengan disposiciones similares de otras entidades. Según el TS “formalismos carentes de eficacia, como puede ser la lectura del contrato por parte del notario”, no pueden sustituir el “perfecto conocimiento” de todos los términos del mismo, imprescindible para que el usuario firme o no la hipoteca.

Por otra parte, siguiendo las indicaciones del ministro de Economía, Luís de Guindos, el Banco de España ha pedido al sector que analice los contratos y calcule el impacto de una posible retirada de estos límites hipotecarios antes del 31 de julio.

Las innumerables trapacerías de las entidades financieras son, en buena parte, causantes de nuestros males. Ahora, cumpliendo con diligencia la sentencia del Supremo, tienen una buena oportunidad para hacerse perdonar parte de los errores cometidos. En una sociedad como la nuestra, guste o no, la banca es necesaria; pero eso sí, una banca con conceptos éticos, tales como respeto a la dignidad de la persona y a sus derechos, estricto cumplimiento de la legalidad y objetividad profesional. Al fin y al cabo, tampoco es pedir tanto.

Bernardo Fernández

Publicado en ABC 10/07/13

EL TODO Y LAS PARTES

Mark Twain fue el seudónimo de Samuel Langhome Clemens (1835-1910), popular escritor, orador y humorista estadounidense, conocido sobre todo por su novela Las aventuras de Tom Sawyer . Solía decir que “la guerra es la manera que tiene Dios de enseñarles un poco de geografía a los estadounidenses”. Aplicando ese principio, sería interesante conocer, aunque sólo sea un poco, los entresijos de la Unión Europea para entender como hemos llegado hasta aquí.


Siempre resulta difícil identificar las causas originales de una crisis. Por eso, para entender la situación en que nos encontramos, deberíamos remontarnos 10 años atrás, cuando los países tomaron la decisión de integrarse en el euro, la situación era muy diferente, con Alemania débil y en medio de un largo proceso de reestructuración tras la reunificación —en aquel entonces, era el paciente enfermo de Europa— y el resto, gozando de la bonanza generada por el euro. Esa situación generó una divergencia cíclica entre Alemania y el resto de Europa que ahora está resultando fundamental para entender la gestión de la crisis. Mientras una gran parte de la zona euro trata de recuperarse del pinchazo de las burbujas bancaria e inmobiliaria, Alemania goza de una posición económica, fiscal y exterior muy solida, ya que no tenía ningún desequilibrio cuando llego la crisis y por tanto se ha podido beneficiar sin restricciones de las políticas expansivas adoptadas.

Esta circunstancia y las divergencia económica entre los Estados miembros ha generado una concentración excesiva de poder en manos alemanas, donde el objetivo político está enfocado la prevención de la próxima crisis y no tanto a la resolución de la crisis actual. La tremenda debilidad no solo económica sino también política de los otros países grandes europeos; como España, hace tiempo que no tiene a nadie que tenga capacidad de influir en los momentos críticos; Italia está lastrada, todavía, por el efecto Berlusconi y ahora se encuentra en un periodo de interregno; Francia, a su vez, tiene una economía muy debilitada y un presidente que no acaba de encontrar su lugar y, aunque se opone a la austeridad, no presenta ninguna alternativa creíble. Esta situación ha hecho posible que el poder de decisión europeo quedase en manos de una coalición germano-holandesa-finlandesa que se rige por necesidades electorales cortoplacistas y una visión muy restrictiva del futuro común europeo. En estas circunstancias, es evidente que la zona euro necesita una estructura institucional fuerte para que el todo sea mayor que la suma de las partes

Un ejemplo que pone de manifiesto la fragilidad institucional es la resolución de la reciente crisis financiera chipriota. Es cierto que Chipre tiene —o tenía— un sistema bancario exagerado y especializado en prácticas ligadas a la ingeniería fiscal. El objetivo era reducir el tamaño del sistema bancario y adoptar la metodología más o menos estándar en estos casos: cuando un banco es insolvente, los accionistas sufren primero, luego los bonistas, y en última instancia los depositantes. Los contribuyentes sólo como último recurso, o en caso de necesidad sistémica. Hasta aquí la teoría.

Pero ahora llega la práctica. Hace un par de meses, el presidente del Eurogrupo, afirmó que a partir de ahora los bancos se tendrán que arreglar ellos solos, pero rescató el banco SNS Reaal (entidad financiera de origen holandés) con dinero público. Es decir, a los depositantes holandeses se les ahorró una quita, sin embargo a los chipriotas no. La decisión de limitar la deuda chipriota al 100% del PIB en 2020 es absolutamente aleatoria, y se podía haber dado un rescate mayor que hubiera aligerado la quita a los depositantes. ¿Por qué la teoría se ha aplicado de una manera en Holanda —y en el resto de la eurozona— y muy poco tiempo después de otra manera en Chipre? ¿Por qué no se usó el MEDE (organismo intergubernamental creado para salvaguardar la estabilidad financiera de la zona euro) para recapitalizar directamente los bancos chipriotas, y romper así el vínculo entre bancos y deuda pública? Curiosamente, Luxemburgo, otro país cuya economía tiene una fuerte concentración financiera, se manifestó semanas atrás en contra de la nacionalización de los problemas bancarios, y a favor del uso del MEDE. No es de extrañar que, con tanta cacofonía, los inversores no se fíen de nada de lo que dicen los gobernantes europeos.

Ciertamente, la nacionalidad rusa de muchos de los grandes depositantes de los bancos chipriotas influyó. Es evidente que existía el deseo de dar una lección a los mercados, para que mejoren la vigilancia de los bancos y así evitar que se repita la crisis. Asimismo, el deseo de no cargar a las generaciones futuras chipriotas con un problema generado por sus antepasados ha tenido un peso específico. No obstante, la estrategia del Gobierno chipriota ha sido de dudoso acierto.

Pero también hubieron razones menos claras: el deseo del FMI (Fondo Monetario Internacional) de restaurar su credibilidad tras las dudas suscitadas por Grecia; el deseo del BCE (Banco Central Europeo) de evitar perdidas; la campaña electoral alemana, donde el caso chipriota se había convertido en una punta de lanza de la estrategia del SPD (Partido Socialista Alemán) contra Merkel; y el deseo de aplicar —claramente a destiempo— la nueva metodología europea de resolución de instituciones bancarias, que algunos ven como el embrión de la futura unión bancaria europea. Y, sobre todo, la falta de un sistema institucional de contrapesos que neutralice toda esta serie de intereses especiales.

En este contexto, y con 27 millones de puestos de trabajo destruidos desde que empezó la crisis, ahora hace 6 años, y 1,6 billones de euros de dinero público esfumados por el sumidero de las entidades financieras, se reunió los pasados días 27 y 28 de junio el Consejo Europeo. Ciertamente, no es que se puedan tirar cohetes de alegría por los acuerdos alcanzados, pero parece existir una clara voluntad para concretar un giro social y a los países del sur, aunque insuficientes, los nuevos aires no les vendrán nada mal.

Sobre el tapete se han puesto nuevas políticas para luchar contra el paro juvenil. Seis millones de menores de 25 años sin trabajo es algo inasumible, que le salen al conjunto de la Unión Europea por más de 150.000 millones de euros (el 1,2% del PIB).

Asimismo, otro de los grandes temas a debate en esa cumbre, y de especial importancia para España, era abrir el grifo del crédito a las pymes. La verdad es que más allá de los grandes titulares, el tema ha quedado para octubre; será entonces cuando los expertos deberán presentar una propuesta (que será necesariamente compleja) pues, con toda probabilidad se recurrirá a la ingeniería financiera, para que los bancos vuelvan a dar crédito compartiendo riesgos con el BCE y la Comisión.

Es evidente que la zona euro necesita una estructura institucional fuerte para que el todo sea mayor que la suma de las partes. Para hacer frente a las incertidumbres, para evitar que la tiranía de las minorías electorales regionales se adueñen de las decisiones, para contrarrestar la asimetría económica y política actual. De no hacerlo, las reticencias a todo lo que sea alemán irán en aumento, como irá en aumento la desafección hacia el euro. Las consecuencias pueden muy ser graves.

Hemos de ser conscientes que el euro es, ante todo, una institución política, no simplemente económica, y no podrá dar sus frutos sin solidaridad política, visión de futuro y fortaleza institucional.

Bernardo Fernández

Publicado en La Voz de Barcelona 04/07/13



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