25 de novembre 2015

CAMBIO DE RUMBO

Han pasado ya dos meses desde las elecciones al Parlament y seguimos con un gobierno en funciones en la Generalitat. Por ese motivo, entraremos en 2016 con los presupuestos prorrogados. La deuda de la Generalitat con las empresas de la sanidad (farmacias, centros sanitarios concertados, ortopedias, etc.) supera los 2.000 millones de euros; y los servicios públicos funcionan más por inercia que por  el soporte político que reciben.  Además, la resolución independentista aprobada por el Parlament el pasado 9 de noviembre, día de su constitución,  está generando inseguridad jurídica. Una de las consecuencias es que muchas empresas dudan hacer inversiones ante la incertidumbre política que estamos viviendo, y otras han decidido trasladar sus sedes corporativas  a Madrid (es el caso de Derby Hoteles o Agbar entre otras). 
La situación política catalana es preocupante. Por eso, el siempre moderado y prudente Círculo de Economía ha reclamado a Mas un “cambio de rumbo” y que forme un gobierno “estable y respetuoso con la legalidad. Y, si eso no es posible, que se convoquen nuevas elecciones.
Por su parte, el ministro Montoro ha desbloqueado el FLA, pero impone un férreo control a la Generalitat para evitar “veleidades independentistas”. Aunque eso, en la práctica, significa la asfixia financiera de Cataluña.
Asimismo, en los cenáculos políticos europeos están estupefactos ante la deriva catalana. Nunca imaginaron que los acontecimientos evolucionarían de esa manera. Además, tras los atentados de París, es previsible que la situación política europea afronte una etapa de regresión en diversos ámbitos.
Por todo ello, los soberanistas están nerviosos  y desanimados. Las incongruencias afloran. Recurren leyes ante un Tribunal (El Constitucional) al que desobedecen y niegan legitimidad. Tanto  Andreu Mas-Colell como Francesc Homs reconocen que con la CUP no pueden establecer acuerdos y que no poseen fuerza para  seguir adelante.
En estas circunstancias, es evidente que el “proces”, sin una mayoría social suficiente, sin la necesaria cohesión interna y sin el más mínimo reconocimiento internacional, está periclitado. Y Artur Mas, sea o no investido presidente, está amortizado.
Por todo ello, esta legislatura, que acaba de comenzar, dure lo que dure, está políticamente agotada. En un mundo globalizado como el actual, el discurso sobre soberanía nacional y sujeto político, a día de hoy, no tiene sentido y la “desconexión”, nos retrotrae al siglo XIX.
Y tengo la sensación que, pese a todo, la inmensa mayoría preferimos seguir en el XXI.

Bernardo Fernández

Publicado en ABC  25/11/15  

17 de novembre 2015

ESPERPENTO POLÍTICO

Confieso que siento un cierto hartazgo de escribir con tanta frecuencia sobre la cuestión catalana. El día que deje de hacerlo, será porque en Cataluña hemos empezado a vivir una etapa de normalidad política. No obstante, mientras eso no suceda, pienso seguir insistiendo para denunciar las barrabasadas que en pro de una hipotética república catalana, los independentistas están diciendo. Y, lamentablemente, están empezando a hacer.
Ciertamente, lo sucedido estos últimos días en la Cámara catalana no deja de ser un ataque de paranoia colectivo. La declaración de inicio de “desconexión” con el resto de España, aprobada el pasado 9 de noviembre, es el error más grave que se ha cometido jamás en democracia en nuestro país. Así como la falta de acuerdo entre los diputados independentistas para investir un presidente, resultaría cómica si no fuera auténticamente patética.
De hecho, estamos ante un auténtico insulto a la inteligencia.  Un atentado a las normas democráticas establecidas. Lo que está ocurriendo estos día en Cataluña, pone de manifiesto que la mayoría política existente son una pandilla de descerebrados. Se mire como se mire, lo sucedido no tiene nombre. Atenta contra las más elementales normas de convivencia, violenta la legalidad vigente y pone de manifiesto la baja catadura moral y política de los que primero han propuesto y después votado ese mal llamado proceso de construcción de la república catalana.
Como se ha dicho hasta la saciedad, la candidatura impuesta por Artur Mas, Junts pel Sí (JxSí) ganó las elecciones del pasado 27 de septiembre pero perdió el plebiscito que el propio Mas y sus secuaces había planteado. No obstante, han decidido tirar por el camino de en medio y además de la rotura con la legalidad vigente plantean la creación de una hacienda y una seguridad social propias, a la vez que se elaborará una constitución  catalana. Es decir, dividir la sociedad en dos mitades, más de lo que ya está.
Estos aprendices de brujo deberían saber que para según qué proyectos, son imprescindibles grandes consensos; basta recordar la época de la Transición. La historia  nos recuerda que procesos de gran envergadura sin grandes apoyos están condenados al fracaso.   
Por otra parte, resulta curioso que junto  con la resolución de “desconexión” se aprobaron una serie de medidas –Plan de emergencia y urgencia social, lo denominan los impulsores de la CUP-  que, en principio, deberían ser bienvenidas, si fuera creíble que aquellos que han sido adalides en recortes y prácticas austericidas ahora las pondrán en marcha. Sucede que son cuestiones que el gobierno aún en funciones había rechazado reiteradamente llevar a término en las pasadas legislaturas, alegando falta de recursos materiales, ahora, cuando lo pide la CUP, a los del JxSí se les abren las carnes para dar satisfacción a los “cuperos”. Pero es que además surge la pregunta: ¿Si todo eso se puede hacer, es que hay recursos, entonces para qué se quiere la independencia?
Ante esta situación de despropósito, y como no podía ser de otra manera, Mariano Rajoy, por una vez, ha reaccionado y el Gobierno, tras escuchar la opinión del Consejo de Estado, presentó ante el Tribunal Constitucional (TC) un recurso para que éste suspenda la iniciativa aprobada en el Parlamento de Cataluña. Como no podía ser de otro modo,  el TC suspendió de inmediato la propuesta y, además, hizo llegar una advertencia a los responsables parlamentarios y del gobierno catalán de los delitos que podían cometer en el caso de seguir en la porfía.
Decía Josep Tarradellas que en política todo se puede hacer menos el ridículo. Pues bien, parece que Artur Mas desconoce esa máxima “tarradelliana” y ante la imposibilidad de ser investido tan solo por los suyos, al no tener el número de votos suficientes, decidió lanzarse en manos de los antisistema, mancillando y degradando la Presidencia de la Generalitat como Institución, convirtiéndola en moneda de cambio, no ya por un palto de lentejas, sino por mantener al cargo a cualquier precio, aunque se quede como algo poco menos que decorativo.
La imagen que se transmite hoy de Cataluña a la comunidad internacional es de esperpento político. Así por ejemplo, Agbar ha decidido trasladar su sede a Madrid, la agencia de calificación FITCH da a la deuda catalana el nivel de bono basura. En el ámbito interno la sanidad pública está en proceso de desguace al igual que la educación, y si un sistema y el otro se mantiene es gracias a los profesionales que derrochan energías y vocación para salir adelante; de otros servicios sociales mejor no hablar, al fin y al cabo son bagatelas ante la inmensa obra que nuestros gobernantes deben llevar a cabo.  
Con este panorama de fondo, en un país normal (como les gusta decir a algunos), lo normal sería convocar elecciones. Sin embargo, los nacional secesionistas saben que su proyecto ha entrado en la recta final y las próximas elecciones –sean cuando sean- pueden ser la puntilla a su sueño de verano. Además con unas elecciones generales de por medio, la bicoca de que “en Madrid no nos hacen caso” puede tener los días contados. Por eso, y aunque en estos últimos tiempos, en Cataluña lo más imprevisible suele ser lo más factible, es muy probable que JxSí y las CUP acaben encontrando alguna fórmula magistral para seguir adelante. Como diría un antiguo compañero: los antisistema han tocado poder y les ha gustado. Y yo añadiría: y Artur Mas hará lo que sea para seguir en la poltrona.     

Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 16/11/15

04 de novembre 2015

EL OASIS, LA CIÉNAGA Y EL CAOS

Durante más de 25 años los catalanes de buena fe, que somos la mayoría, hemos vivido en la inopia. Nos hicieron creer que Cataluña era diferente, y aquí nunca ocurrirían casos de corrupción tan vergonzantes como, por ejemplo,  el de la operación Malaya (¿Recuerdan? El expolio del Ayuntamiento de Marbella, con su cerebro, Juan Antonio Roca, que  tenía valiosas obras de arte colgadas en el cuarto de baño), o las mordidas  del que fue Director de la Guardia Civil, Luís Roldán. Mientras que en el resto de España menudeaba la perversión y el capitalismo de amiguetes, esto era un oasis.
El oasis catalán nos decían. Pues bien, con el tristemente célebre 3% y todo lo que de ahí se deriva, más la familia Pujol al completo, han convertido Cataluña en una auténtica ciénaga. Todo ello con un hilo conductor imprescindible: Convergencia Democrática de Cataluña.
La relación de mordidas, corruptelas y comisiones ilegales es larga y probablemente nunca se conocerá en su totalidad. No obstante,   conviene señalar que fue Pasqual Maragall quien puso el dedo en la llaga y por primera vez, en sede parlamentaria, habló del 3%.
En ese gran entramado de corrupción la familia Pujol Ferrusola tiene un papel preponderante. Tanto es así que los investigadores la consideran una trama familiar delictiva que ha acumulado importantes cantidades de dinero de origen ilícito en cuentas en el extranjero, principalmente en Andorra.
Por si todo esto fuera poco, el caos y la paranoia llegaron a la política catalana con la constitución del nuevo Parlament.  La flamante presidenta de la cámara, Carme Forcadell, cerró su discurso de investidura  con un “viva la república catalana”. Acto seguido, las dos formaciones independentistas del mismo, Junts pel Sí y la CUP, presentaban una propuesta de resolución en la que se declara “solemnemente” el inicio de “un proceso de creación del Estado catalán en forma de república”. Ahí es nada.
Es evidente que tanto si prospera como si no esta iniciativa parlamentaria, el “procés” ha perdido toda legitimidad, si es que alguna vez la tuvo. Además, sus impulsores han puesto de manifiesto su más absoluta incompetencia y miopía política. Ni Lluís Companys llegó tan lejos en octubre del 34.
Como consecuencia de todo esto, hoy Cataluña proyecta al mundo una imagen de corrupción sistémica y desvarío político colosal. Lamentablemente, esa es la realidad.

Bernardo Fernández

Publicado en ABC 04/11/15

01 de novembre 2015

EL FALLIDO VIAJE AL CENTRO

Corría el mes de diciembre de 2014 cuando Podemos hizo su presentación oficial en Barcelona. Fue en el pabellón Municipal d’Esports de la Vall d’Hebron de la capital catalana.  La sala estaba a reventar, no pudieron entrar todos los que acudieron  a la cita del nuevo partido. Tampoco todos los que asistieron pudieron ver en vivo y en directo a Pablo Iglesias, el nuevo mesías. Entonces no se sabía, pero faltaba un año justo para las elecciones generales y parecía que la victoria estaba al alcance de la mano. Si se hubieran convocado los comicios a primeros de este 2015, muy probablemente Podemos  hubiera asaltado los cielos y Pablo Iglesias hoy sería el inquilino de la Moncloa. Sin embargo, eso no ha sucedido y no parece que vaya a ocurrir en un futuro inmediato. ¿Por qué? Cabe preguntarse. Veamos.
Podemos se presentó por primera vez a unas elecciones en la primavera de 2014. Fue en mayo, y contra todo pronóstico obtuvo 5 escaños en los comicios al parlamento europeo. A partir de ahí las expectativas de la nueva formación se dispararon, parecía que sus aspiraciones no tenían techo. No obstante, el primer contratiempo electoral llegó en las elecciones autonómicas andaluzas, celebradas el pasado mes de marzo. Su resultado, para cualquier otra formación, hubiera sido un gran resultado. Ciertamente pasar de 0 a 15 escaños, es un salto a tener muy en consideración, pero fueron tantas las expectativas que había generado la nueva formación que aquel desenlace tuvo un sabor amargo. Además, después les faltaron cintura y reflejos para negociar, mientras que Ciudadanos, el partido de Albert Rivera, con mucho menos ruido mediático obtuvo 9 diputados y se convirtió en el partido emergente por excelencia.
Apenas 2 meses después llegaron las elecciones municipales en toda España y autonómicas en 13 comunidades. En esa ocasión el éxito obtenido por los de Iglesias fue diverso, pero estuvo en función, en gran medida, de la superación de las candidaturas de partidos al uso. Fue el caso de Madrid, Barcelona, Zaragoza o Badalona, por poner algún ejemplo.
Casi sin solución de continuidad llegaron las elecciones catalanas del mes de septiembre. En esa ocasión el batacazo de los de Podemos junto con Iniciativa per Catalunya Verds ha sido considerable.  Y claro, como suele ocurrir en política, cuando las cosas van mal dadas, a los de la formación morada se les han encendido todas las alarmas. Sólo ha faltado el cara a cara político entre Pablo Iglesias y Albert Rivera, líderes de Podemos y Ciudadanos, en la cadena de televisión La Sexta, dirigido por Jordi Évole. En el mismo, y según la práctica totalidad de observadores y comentaristas políticos, Rivera le ganó la partida holgadamente a Pablo; habló de manera más convincente, llevó la iniciativa y transmitió más seguridad a la hora de comentar los temas más importantes. Pero es que además, según dicen los expertos, el tono del discurso siempre es importante, y  el líder de Podemos parece no haber evolucionado, su oratoria se asemeja poco a la de un candidato a La Moncloa.
De forma casi paralela, la cúpula de Podemos ha estado explorando la posibilidad de acudir a las elecciones generales confluyendo con Alberto Garzón e Izquierda Unida, pero las negociaciones se rompieron y el excesivo ruido mediático además de dejar en entredicho la capacidad negociadora de unos y otros y la voluntad real de entenderse, no beneficia a nadie.
Quizás el secreto del éxito de los de Pablo Iglesias deberíamos buscarlo en el enfado y la indignación de cientos de miles de ciudadanos hartos de PP y PSOE y que, sin embargo, hasta ahora no han encontrado una formación que catalice su malestar.
De todos modos, tal vez uno de los problemas de Podemos es la inconcreción de sus objetivos y programas. Los ciudadanos tienen todo el derecho a saber qué alternativas ofrecen para resolver cuestiones que los partidos clásicos no han sabido, no han podido o no han querido atajar. Asimismo, parece evidente que cambiar el eje derecha-izquierda por el concepto arriba-abajo no les ha funcionado.
Acostumbraba a decir, con frecuencia, el ex senador y ex presidente del PSC, Isidre Molas, que para ganar unas elecciones es necesario tener los pies en la izquierda y el culo en el centro. El político catalán tenía toda la razón. Según todos los sondeos ese espacio aglutina un 40% de la población. En consecuencia, es condición necesaria, aunque no suficiente ganar en ese ámbito,  si se tienen aspiraciones reales de llegar a La Moncloa.
Todo este galimatías electoral ha hecho que la dirección de Podemos decida presentarse en listas conjuntas en comunidades como Cataluña, Valencia o Galicia. Está por ver si de esa forma se potencia su proyecto o por el contrario se diluye en un magma de intereses, tan legítimos como imposibles de armonizar de manera conjunta. El tiempo nos dirá si la decisión ha sido la correcta.
Faltan pocas semanas para las elecciones generales y todo indica que el viaje al centro de los de Pablo Iglesias está resultando fallido. En estas circunstancias, y, a juzgar, por lo que anuncian las encuestas y los estudios de opinión el asalto a los cielos de la gente de Podemos tendrá que eseprar.

Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 30/10/31

APUNTES PARA UN NUEVO MODELO DE FINANCIACIÓN

En una iniciativa inédita hasta la fecha, en materia financiera, una veintena de entidades empresariales catalanas hicieron público, días at...