29 de juny 2022

LA HORA DE LA DIPLOMACIA


 

Se han cumplido ya cuatro meses desde que Rusia invadió a su país vecino, Ucrania y el compromiso de la UE con ese país es incuestionable. Desde entonces, el soporte político, los envíos de armamento, la ayuda humanitaria, en forma de medicamentos y alimentación, la cobertura para que centenares de millas de ciudadanos huyeran, primero, y obsequios cobijo, después, han sido una constante.

Ahora, el club de países europeos ha querido dar un paso más y ha admitido a Ucrania en la lista de candidatos a ser miembro de pleno derecho de la UE. El espaldarazo llegó tras un viaje relámpago y una reunión que mantuvieron los líderes de las tres potencias europeas, Alemania, Francia e Italia con el presidente Zelenski.

En la cumbre de la UE, celebrada en Bruselas, la semana pasada, se concedió a Ucrania el estatus de país candidato a la adhesión al club comunitario. De ese modo se da la mayor muestra de apoyo al vecino del Este

En contrapartida, Bruselas exige al Gobierno de Volodímir Zelenski una serie de reformas tan profundas que, de llevarse a cabo, transformarán el país y lo alejarán definitivamente de Rusia. Solo entonces podrán comenzar las negociaciones de incorporación. Ese será el primer paso para conseguir la plena integración.

Hemos de tener en cuenta que, si esa petición se admite, se inicia un proceso que puede durar décadas y al final se puede truncar y no lograr el objetivo de ingresar en el club comunitario. A dia de hoy Ucrania esta muy alejada de los estandares economicos y democraticos europeos. Su producto interior bruto  per cápita , 4.800 dólares en 2021, es la mitad que el de Bulgaria, el socio más pobre de la UE. Y el país de Zelenski se encuentra a la cola en casi todas las clasificaciones sobre calidad democrática, libertades y Estado de derecho. Según el observatorio internacional de la Transparencia, Ucrania aparece en la posición 122 de 180 países, en cuestiones de corrupción, el centro Freedom House de EE UU, que califica a Ucrania como “parcialmente libre” o el de ILGA-Europe sobre el respeto a los derechos de la comunidad LGTBI, donde figura en el número 39 de 49 países analizados.

Ante la dramática situación que está viviendo, los ciudadanos ucranianos precisan realidades tangibles. De forma inmediata, lo que esa gente necesita es saber que pueden ir a comprar el pan y la leche sin correr el riesgo de que un misil les siegue la vida o que puedan hablar con el vecino sin temer que caiga una bomba los mate y, de paso, les destruya la casa, las mujeres ucranianas han de poder salir a la calle sin temer que vengan unos soldados las secuestren, las violen y las torturan con total impunidad.

Quizás por eso, en Occidente empieza a cuajar la idea de que solo un acuerdo negociado puede poner fin a la sangría humana, social, económica y política que significa la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Los gobiernos europeos son conscientes de que la tierra se mueve bajo sus pies. Las subidas incontroladas de las energías, la escasez de alimentos de primera necesidad y materias primas, así como el fantasma de los recortes en los suministros de gas y carburantes por parte de Moscú han encendido todas las alarmas. La recesión está llamando a la puerta y eso pone de los nervios al más templado.

La invasión de Ucrania no es el fruto de una equivocación ni un error de cálculo. Esa guerra es un capítulo más de una estrategia elaborada con precisión quirúrgica en la sala de máquinas del Kremlin, como lo fue la anexión de Crimea, en 2014. Lo que busca la inteligencia moscovita es reverdecer los laureles de la “Gran Rusia” y/ o emular los momentos más brillantes de la URSS. Por eso, Vladimir Putin no puede perder la guerra que él mismo inició en Ucrania. Es más, no la perderá. En ello le va la carrera política y, posiblemente, la vida. Esa es la razón básica por la que no comparten la opinión de aquellos que sostienen que Putin está loco. Considero que el mandatario ruso y los suyos tienen un concepto maquiavélico de la política. La conciben como una herramienta para acumular poder y no como una labor de servicio para mejorar la vida de los conciudadanos. Putin y su equipo saben, a la perfección, los tornillos que aprietan y hasta donde los pueden apretar.

Con este panorama, en algunas altas esferas políticas, se empieza a contemplar la posibilidad de negociar algún tipo de alto el fuego y/o armisticio como primer paso para lograr una estabilidad que permita a Rusia y Ucrania convivir como países vecinos con infinidad de intereses y lazos comunes que se deben preservar respetar.

No se debe humillar a nadie, pero es imprescindible que se imponga la justicia y cada cual asuma las responsabilidades que se pueden derivar. Está llegando a la hora de la diplomacia. Hay que iniciar un proceso que sin duda será largo complejo y complicado, pero está ahí donde la UE ha de volcarse, tanto o más de lo que lo ha hecho hasta ahora, para que, con toda la discreción necesaria, con la prudencia que se precisa, pero con el convencimiento inequívoco de que, solo tejiendo complicidades, se podrá establecer un acuerdo de mínimos, para que las partes afectadas se sintieran a la mesa y empiecen a zurcir los tremendos desgarros que la invasión rusa está ocasionando. 

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 27/06/2022

22 de juny 2022

LA RECUPEARCIÓN SE ALEJA


 Parecía que, una vez superada la pandemia, llegaría una etapa de recuperación y crecimiento que nos iba a proporcionar un fuerte incremento del desarrollo económico, progreso, estabilidad y bienestar social. Sin embargo, a medida que fuimos recuperando la normalidad, en la segunda mitad del año pasado, los precios aumentaron a subir de manera sostenida y determinadas materias, casi todas provenientes de Oriente pero de forma significativa de China, aumentaron a escasear. Luego, la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas y la respuesta de EEUU y la UE, a las políticas expansionistas de Putin, en forma de embargos y restricciones a las energías provenientes de Rusia están poniendo en serio aprietos no ya  nuestro crecimiento, sino el desarrollo del día a día como lo hemos conocido hasta la fecha. 

Hace unas pocas semanas, Intermón-Oxfam hizo público un informe en el que se decía que: “Los multimillonarios han hecho  fortunas inimaginables y sin precedentes  durante la pandemia. Las empresas de los sectores de la alimentación y la energía se han enriquecido alcanzando niveles récord. Mientras tanto, millones de personas en todo el mundo se ven obligados a saltarse comidas, a apagar la calefacción o a retrasarse en el pago de las facturas. La pandemia, el conflicto de Ucrania y el rápido aumento de precios de los productos básicos está provocando  una crisis del coste de vida que dificulta que mucha gente pueda seguir adelante, pero en cambio los más ricos nunca lo habían pasado tan bien. La desigualdad, que ya era extrema antes de la COVID-19, ha alcanzado ahora niveles sin precedentes”.  Quizás, algunos piensen que ese informe afecta a personas que viven muy lejos y eso a nosotros no nos atañe, pues se equivocan porque vivimos en una sociedad globalizada y lo que ocurre en un lugar acaba repercutiendo en otro, aunque esté en las antípodas. 

 

El Banco Mundial ya ha dicho que: “ sus previsiones de crecimiento para este año, el 2022 acabará con un alza del 2,9%”, un dato que es casi la mitad del que se marcó en el 2021 (5,7%) y que, a su vez, es considerablemente inferior a la previsión anterior que hizo ese organismo en el mes de enero y que lo situó en el 4,1%. Ante esta situación, su presidente, David Malpass que: "Para muchos países, la recesión será difícil de evitar".

 El secretario general de la OCDE, Mathias Cormann, se ha manifestado de forma muy similar y considera que: “La factura de  la guerra en Ucrania  va a ser grande y la van a pagar todos, comenzando por los europeos. El conflicto bélico iniciado por Moscú confirma los peores presagios de crecimiento de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que rebaja en punto y medio, a solo 3%, sus previsiones de globales para este año, mientras la inflación sigue disparada”. Y las cosas aún pueden ponerse peor, advierte, “tanto para los países pobres como para Europa, que tiene la guerra a sus puertas ya la que su dependencia energética de Rusia le puede salir más caro aún de lo que ya está siendo”.

Cormann que compareció ante los medios de comunicación en París lanzó un contundente mensaje político al apoyar, sin rodeos, las sanciones que la comunidad internacional está imponiendo a Rusia, especialmente las energías, ante una guerra que no dudó en calificar de “atroz, no provocada y sin sentido”.

En este contexto, los parqués de todo el mundo, desde Asia a Estados Unidos, pasando por Europa se vieron sacudidos días atrás. Los mercados financieros globales temblaron cuando Wall Street cayó un 3%, después de saber que la inflación de Estados Unidos está en el 8,6%. Hay mucha incertidumbre, crecimiento menos y más inflación combinada con la preocupación de que los bancos centrales pisen el freno con bastante fuerza”, ha dicho Elwin de Groot, economista y gurú de referencia, y continuó: “Va a haber más, mucho más en las próximas jornadas, semanas y meses porque los desequilibrios existentes necesitan remedios muy potentes que no están exentos de elevadísimos efectos secundarios.

Es evidente que Estados Unidos juega en una liga económica distinta a la que se juega en Europa. Sin embargo, no es menos cierto que la globalización conlleva una interconexión incuestionable. Ahora, después del mayor periodo expansivo de su historia, de haber hinchado sus activos financieros –bolsa, deuda y dólar– al límite, se encuentran con la inflación más alta en las últimas cuatro décadas. En esas circunstancias, la Reserva Federal de EEUU ha optado por subir los tipos un 0,75%, algo que no sucedía desde 1994.

Ante este estado de cosas, El Banco Central Europeo (BCE) decidió pasar a la acción. Parece que esta vez el BCE no está dispuesto a tolerar que la especulación más descarada y salvaje se cebe en las primas de riesgo de los países del sur de Europa, como ocurrió en 2012. Por eso, la presidenta de le entidad Christine Lagarde se comprometió a acelerar los trabajos para crear un instrumento útil para frenar futuras crisis de la deuda soberana en la zona euro. Dicho y hecho. La decisión se tomó en una reunión de urgencia con las primas de riesgo disparadas después del anuncio de subidas de tipos de interés de la semana anterior; en especial la italiana, que estaba ya en zona de peligro. En un comunicado, el Consejo de Gobierno del BCE ha indicado los dos pasos que ha decidido dar. Para empezar, se dio luz verde a reinvertir “con flexibilidad” los vencimientos de deuda del extinto programa para combatir la pandemia. Es decir, que esa cartera, que asciende a 1,7 billones de euros, se podrá utilizar sobre todo en los países que más acusen los ataques de los mercados, incluida Grecia. Y en una segunda fase, se pondrá en marcha un nuevo mecanismo anticrisis, aún por concretar.

De momento, la decisión del BCE, ha supuesto un respiro para los mercados de deuda soberana. La prima de riesgo de Grecia ha caído 32 puntos básicos; la de Italia, 25 puntos; la de España, 15 puntos, y la de Portugal, 18. Además, la respuesta de la Reserva Federal ha tenido un efecto terapéutico y los mercados de valores empezaron a repuntar, mientas que el euro ha frenado su caída frente al dólar.

Con este paisaje de fondo, lo más sensato, en mi opinión, es que nos apretemos el cinturón, vayamos olvidando, aunque sea por unos meses, la recuperación y crucemos los dedos porque la recesión está llamando a la puerta. 

 

 

Bernardo Fernández.

Publicado en e notícies 20/06/2022

15 de juny 2022

EL FONDO Y LAS FORMAS


 Ni en sus mejores sueños de adolescencia y juventud Gabriel Rufián pudo imaginar que sería diputado a Cortes, menos aún, portavoz de un grupo parlamentario y, además, por un partido independentista. Como cantaba el bueno de Sandro Giacobbe: “La vida es así/  no la he inventado yo”. Una vez más la realidad ha superado la ficción.

Gabriel Rufián llegó a la política profesional mediante la plataforma Súmate. Súmate es una entidad creada en 2013 con el objetivo de promover el voto independentista en Cataluña  entre la comunidad castellanohablante. ​ Rufián era uno de los miembros destacados de dicha plataforma y muy pronto estableció una relación muy intensa con el hombre fuerte de Esquerra, Oriol Junqueras. Fue cabeza de lista de ERC por Barcelona en las elecciones al Congreso de Diputados convocadas para  20 de diciembre de 2015 y consiguió el acta de diputado. ​ En las elecciones generales de 2016 volvió a presentarse en las listas de ERC y volvió a resultar elegido. Igual que lo fue en las convocatorias de abril y noviembre de 2019.

Aún recuerdo el tono nada respetuoso, por no decir despectivo de nacionalistas e independentistas, hacia José Montilla porque no les cabía en la cabeza que una persona nacida en un pueblo de Córdoba llegara a presidente de la Generalitat de Cataluña. Sin embargo, la dirección de ERC no tuvo ningún reparo a la hora de designar a Rufián cabeza de lista a la generales; en mi opinión fue nombrado por dos motivos: uno, porque pensaron que así blanqueaban su imagen de partido sectario y xenófobo (que se ganaron a pulso en la época de Heribert Barrera, Joan Hortalà y Àngel Colom) y dos, porque Rufián podía ser el charnego útil (pido perdón por utilizar el término charnego porque soy refractario a este tipo de calificativos, pero aquí es el que mejor define lo que quiero explicar) que entrarse como punta de lanza  en el nicho electoral de los castellanohablantes, donde el PSC era y es hegemónico.

Todo esto viene a cuento porque, como ustedes saben, la semana pasada se montó un jaleo más que considerable a raíz de unas declaraciones de Rufián en las que afirmaba que Puigdemont era un “tarado” por haber declarado la independencia. Aunque el diputado republicano enseguida se percató de su metida de pata y pidió disculpas, la ofensa ya estaba hecha y ahí ardió Troya. A Gabriel Rufián le han llovido palos por todas partes. Desde las filas del independentismo le han dicho de todo menos guapo. Los de su propio partido le han vapuleado sin ninguna consideración, el president Pere Aragonés le desautorizó ante la andanada que le lanzó Albert Batet, portavoz de Junts, durante la celebración del pleno en el Parlament en la que se aprobó la nueva ley del catalán. No obstante, ha habido dos excepciones que conviene destacar: una, el que fuera su maestro y compañero, en eso del parlamentarismo, Joan Tardà que salió en su defensa y quiso quitar hierro al asunto, pero como que la pelota se fue haciendo grande, Tardà acabó llamando supremacista al vicepresident Puigneró que previamente había dicho que Rufián no era digno de Cataluña (me gustaría saber si para el vice  son dignos de esta magna tierra los Pujol Ferrusola), y la segunda excepción es Oriol Junqueras que se limitó a retuítear el aviso que le hizo Marta Rovira, cuando le advirtió que “no se equivocase de adversarios”, pero sin ninguna aportación y/o amonestación del líder, ¿por qué será?

Todos sabemos que Gabriel Rufián no es ni un fino estilista ni un orador al estilo de Emilio Castelar o Manuel Azaña (solo por poner un par de ejemplos), pero es que tampoco tiene nada que ver con otro parlamentario mucho más cercano: Miquel Roca. Faltaría a la verdad si no dijese que Rufián no ha mejorado su oratoria desde que llegó al Congreso en 2015, pero lo suyo es el tuiteo, la frase corta, seca y, a menudo, hiriente. Todavía conservo su imagen grabada en mi retina, con una impresora bajo el brazo en un pleno en el hemiciclo de la carrera de San Jerónimo.

Siempre he pensado que los mandamases de ERC han utilizado al lenguaraz de Rufián como persona interpuesta para decir aquello que querían decir pero que, para no dejar de ser políticamente correctos, no les parecía oportuno manifestar. No hace falta retroceder mucho, baste con recordar las puyas que periódicamente lanza Puigdemont a Esquerra o las intervenciones de Comín y el propio Puigdemont en el reciente congreso de Junts celebrado en Argelès-sur Mer. Lo que pasa es que el diputado Rufián, en ocasiones, da la sensación de padecer incontinencia verbal.

El quid de la cuestión es qué, lo que dijo Rufián, lo piensa mucha gente en Cataluña, independentistas y no independentistas. El problema surge cuando no se sabe o no se quieren diferenciar las situaciones. No se debería utilizar el mismo lenguaje en una conversación entre colegas, acodados en la barra de un bar o en un chat de amiguetes que en una entrevista concedida a los medios o en una intervención desde la tribuna de un parlamento. Y es que, en la política, como en la vida, tanto en lo que se hace, como en lo que se dice, las formas suelen ser tan importantes como los fondos. Lo malo es que, por desgracia, los hay que no tienen la capacidad suficiente para distinguir el culo de las témporas, que diría Don Camilo José.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 13/06/2022

08 de juny 2022

HO TENIM A TOCAR


 Los ciudadanos de Cataluña estamos de enhorabuena. Somos unos auténticos privilegiados. Los dioses nos concedieron la gracia de situar en nuestro territorio una entidad privada ─regada, eso sí, generosamente con dinero público─ que se ocupa y preocupa de señalarnos el camino a seguir, hasta llegar al objetivo final que no es otro que la independencia plena y total, liberados del yugo opresor del pérfido Estado español, para encontrar así la felicidad más completa y absoluta. Me estoy refiriendo ─seguro que lo han adivinado ya─ a la Assemblea Nacional Catalana (ANC).

Pues bien, hace unas semanas, la ANC celebró elecciones para renovar su lideresa. En un proceso nada transparente y menos democrático sustituyeron a Elisenda Paluzie, que había dirigido la asociación con mano de hierro por Dolors Feliu, una señora que es abogada especialista en Derecho Constitucional, que militó en Convergencia, después en el PDeCAT y ahora está en el Consell per la República, el chiringuito ese que se ha montado Puigdemont para no bajarse del tiovivo.  

Hasta aquí nada qué de decir, sino fuera porque esos señores que tanta democracia y derecho a decidir exigen, no tienen en su organización ni una mínima parte de lo que piden en la calle. Resulta que las elecciones internas las ganó un tal Jordi Pesarrodona, un tipo que, según parece, se gana la vida con la dignísima profesión de payaso; aunque a mí, más que hacerme reír me da miedo por la ideología que profesa, pero bueno…

La cuestión es que en ese proceso electoral votaron unos 4.000 afiliados de los 40.000 que dicen tener al corriente de pago, es decir un pírrico 10% que tampoco es para echar las campanas al vuelo y ahí, parece que el payaso ganó a la abogada por algo más de 2.000 votos. Sin embargo, el sanedrín de los capitostes decidió que la vara de mando para llegar al final feliz la debería empuñar la susodicha Dolors Feliu.

Se ve que la señora andaba escasa de notoriedad y le faltó tiempo para irse a un conocido programa radiofónico para anunciar, urbi et orbe, que los catalanes seríamos independientes, como muy tarde, en 2025. Si la memoria no me falla, uno de los primeros visionarios que se atrevió a vaticinar una fecha para lograr la independencia fue Josep Lluís Carod Rovira, siendo secretario general de ERC y diputado al Parlament, Carod nos anunció que sería en 2014, pero como  no ocurrió, desde la ANC elaboraron una hoja de ruta para que la liberación se produjese en 2015, pero no funcionó  y elaboraron otra para 2016, y luego otra para el gran año de 2017, donde todo era posible… pero tampoco y elaboraron una nueva hoja de ruta para 2021. Ahora resulta que estamos en 2022 y seguimos igual. Quizás por eso, la buena de Feliu se ha querido estrenar con un bombazo y como presidenta de una entidad privada (que no deja de ser un grupo de colegas más o menos numeroso) anuncia a todo un país que será, como muy tarde, para febrero de 2025 (madre mía, con el frío que hace en ese mes), cuando lograremos la independencia soñada. ¿Por qué? Porque sí, porque a ellos les sale del arco del triunfo; así pues, vayámonos preparando que ahora sí: ara ho tenim a tocar:

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en El Catalán 08/06/2022

JUNTS, FUTURO INCIERTO


 Junts no es un partido político al uso. Junts se fraguó en el otoño de 2017, como consecuencia de la incomodidad de Carles Puigdemont con la forma de hacer de su organización, entonces el PDeCAT. El dirigente independentista, con un puñado de colaboradores, algunos antiguos compañeros de viaje en la cosa pública y otros ajenos a la política, constituyó su propio sanedrín. Eso hizo posible que, en las elecciones de diciembre de 2017, se presentasen con la marca Junts per Catalunya, una plataforma integrada por el PDeCAT —heredero de Convergència— e independientes.

Un tiempo después, los que habían entrado como independientes, en un golpe de audacia, se hicieron con el control de Junts, y dejaron al PDeCAT en la cuneta de la irrelevancia. Los rostros más visibles de ese grupo son Laura Borràs, Miriam Nogueras o Joan Canadell, pero junto a ellos existen otras personas de tipología sociológica similar.  Son gentes con formación y que han llegado a la política no tanto por vocación de servidores públicos ni para conseguir empleo, sino porque su situación laboral no satisface sus expectativas y no les aporta la notoriedad social deseada. Otros son empresarios que ven en el Estado un freno a su actividad y buscan establecer una legislación y condiciones más favorables a la pequeña y mediana empresa.

Así pues, en Junts conviven dos almas. Por una parte, están los que sobrevivieron al naufragio de Convergencia, es el caso de Josep Rull, Jordi Turull o Albert Batet y por otra, los recién llegados.

A estos últimos no les valen las medias tintas. Por eso, su planteamiento es netamente   unilateralista, o todo o nada. Si resulta, tienen mucho que ganar. Si no, volverán a la casilla de salida, pero no tienen tiempo —muchos están en la cincuentena— para participar en reuniones, actos y escalar posiciones en la estructura de un partido.

Tras las renuncias sucesivas a sus respectivos cargos de Jordi Sánchez, Carles Puigdemont y Elsa Artadi, el partido quedó, aunque fuese momentáneamente, descabezado; pero sobre todo perdió su principal activo electoral: Puigdemont; el president legítimo dicen ellos.

Ante esa situación y tras intensas negociaciones más o menos discretas, se llegó a una solución de consenso para que Jordi Turull y Laura Borràs fueran  propuestos para ocupar la secretaría general y la presidencia, respectivamente.

Este último fin de semana se ha escogido a la nueva dirección, en la primera fase de un cónclave que han celebrado en Argelers, en la región francesa de Catalunya del Nord. La votación telemática, en la que podían participar todos los afiliados con un mínimo de seis meses de antigüedad y estar al corriente de pago, ha dado como resultado un 92% de los votos para el exconseller Turull, y un 78% para Borrás, presidenta del Parlament.

Esa nueva dirección, que fue diseñada de manera equitativa por la presidenta y el secretario general, será la encargada de elaborar una propuesta de ponencia política para actualizar la hoja de ruta, la estrategia del partido y la modificación de los estatutos, con el objetivo que la nueva presidencia del partido tenga también funciones ejecutivas y no solo de representatividad como sucedía hasta ahora. 

Los nuevos máximos dirigentes no lo tendrán fácil porque Turull sigue cumpliendo condena de inhabilitación por el 1-O, por lo que sus aspiraciones políticas se limitan, de momento, a la vida orgánica del partido. En paralelo, Laura Borràs está amenazada por la causa judicial abierta en el TSJC por supuesto fraude en la gestión de la Institució de les Lletres Catalanes. En consecuencia, una de las tareas del nuevo órgano rector será buscar cabezas de cartel para las próximas contiendas electorales, tanto en el ámbito municipal (en especial deberán pensar en Barcelona), sin olvidar el Congreso de los Diputados y el Parlament.

En una carta enviada a los militantes días antes del Congreso, Borràs y Turull reivindican la "lógica de movimiento de emancipación nacional" que representa Junts como "un instrumento de construcción nacional y de acción política en favor de la libertad de Catalunya y del progreso y el bienestar de su gente". En el texto reivindican Junts como un partido "nuevo, abierto, democrático, nacido de la generosidad y la suma de personas y el capital cultural y el bagaje de las plurales tradiciones ideológicas del independentismo".

Este es el enésimo intento de ocupar el espacio sociológico y electoral que dejó vacío Convergencia, aunque desde una radicalidad impensable en los buenos tiempos del pujolismo del “peix a cove”. Por eso, no sé si las dos almas del partido, junto con la dirección bicéfala, sumado a los planteamientos fundacionales que se desprenden de la misiva enviada a la militancia auguran larga vida y grandes éxitos al proyecto.

 Más allá de las alaracas y soflamas incendiarias que se pudieron escuchar en la sesión inaugural del Congreso, me parece razonable esperar a los días 16 y 17 de julio, que será cuando realicen, en La Farga d l’Hospitalet la segunda fase de su cónclave; allí presentarán sus documentos y definirán los grandes ejes de su acción programática. Será, entonces, cuando nos podremos hacer una idea de sus auténticas pretensiones. Aunque visto lo visto, si siguen la línea marcada por los discursos del primer día, me atrevo a asegurar que tienen un futuro más bien incierto.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 06/06/2022

DEL SOCIALISMO A LA SOCIALDEMOCRACIA

En el siglo XIX, la socialdemocracia fue una tendencia revolucionaria difícil de diferenciar del comunismo. Pretendía acabar con la división...