La corrupción no da tregua al Partido Popular. No hace todavía
un mes que se hizo pública la sentencia de la Audiencia Nacional que condenaba
al PP, como responsable civil subsidiario por pagar en negro parte de las
reformas de su sede central en la madrileña calle Génova, y ahora empieza el
tercer juicio de la trama Gürtel.
La cuestión es que en la actualidad
hay ocho líneas de investigación de Gürtel y se han dictado ya varias sentencias
condenatorias. Eso puede dar una idea de la dimensión de esta causa y todos sus
entresijos. Comenzando por el caso de los trajes, que el
expresidente valenciano, Francisco Camps pudo esquivar hasta resultar absuelto
por un jurado popular en 2012, pero que acabó con la condena a multa de su
vicepresidente José Víctor Campos y de Rafael Betoret, exjefe de gabinete de la
consejería de Turismo —sentenciado después por el Tribunal Supremo a seis años
de cárcel en otra pieza suelta de la trama.
De momento, la condena más
reciente es la del fallo hecho público el pasado 28 de octubre sobre la caja b
del PP, que no solo da por probada la contabilidad paralela sino que confirma
que el partido la usó para pagar en negro parte de la obra de su sede de la madrileña calle Génova, como ya se ha comentado más
arriba
Pero es que, además, existen
otras ramificaciones de Gürtel ya probadas: los contratos otorgados de forma
ilegal en Aena; las adjudicaciones irregulares en el Ayuntamiento de Jerez; la
financiación ilegal del PP en la Comunidad Valenciana durante las campañas
electorales de 2007 y 2008; el desvío de fondos públicos durante la visita del
papa Benedicto XVI a Valencia en 2006; las adjudicaciones ilícitas del Gobierno
valenciano para el montaje de su pabellón en Fitur entre 2005 y 2009; y,
finalmente, el affaire Época I, cuyo juicio se saldó con 29 condenados a más de
323 años de cárcel.
Con el juicio sobre Boadilla en
marcha quedarán pendientes varias vistas orales en el horizonte, a las que se
añade una línea de investigación que aún permanece en instrucción.
Muy probablemente el próximo
juicio que veamos sea el denominado “Valencia”.
En esa comunidad autónoma, a principios de este siglo, Gürtel anidó en
las instituciones valencianas de la mano de un arrollador PP que arrasaba en
las elecciones. La Audiencia Nacional ha procesado a 28 personas, que se
encuentran pendientes de juicio, por los contratos que la Generalitat otorgó
para la feria de Turismo de 2009 a Orange Market, una de las empresas de Correa.
Actos
seguido, los tribunales deberán esclarecer lo sucedido en Arganda del Rey, un
municipio cercano a Madrid, donde la trama también
puso el punto de mira. Según los investigadores, la red corrupta dio aquí uno de sus mayores pelotazos: se
repartió 25 millones de euros en comisiones por la venta ilegal de parcelas
municipales tras amañar el concurso público.
Por si, con todo lo expuesto, no
hay suficiente, la Audiencia Nacional aún ha de celebrar el juicio donde
analizará a fondo la estructura societaria diseñada por la trama Gürtel para eludir los pagos a Hacienda y blanquear el dinero procedente, en parte, de la actividad vinculada al PP.
Y, a todo esto, el Juzgado
Central de Instrucción número 5, encabezado actualmente por el magistrado
Santiago Pedraz, aún mantiene abierta una línea de investigación sobre las
supuestas donaciones de empresarios a la caja b del PP a cambio de la
adjudicación de contratos públicos, donde la formación popular también se
encuentra implicada como persona jurídica.
Hasta aquí el relato aséptico y
neutro de los asuntos que tiene que ventilar el PP con la justica. No hay duda
que los populares tienen que hacer un auténtico viacrucis judicial. Desde mi
punto de vista, esta situación explica, en parte, un poco mejor el tono agrio,
crispado y agresivo que de manera habitual utiliza Pablo Casado cuando
interviene en el Congreso, hace declaraciones sobre la gestión del Gobierno o
habla de España en los escasísimos foros internacionales que participa. Se comprende,
porque por la derecha le están comiendo terreno, desde dentro algunos (algunas)
le empiezan a mover la silla y, con tanta corrupción acumulada, la tierra se le
mueve bajo sus pies. Con este panorama de fondo, no nos ha de extrañar que en
los cenáculos políticos empiece a cuajar la idea que el PP necesita una
refundación y un nuevo líder para la nueva época porque la actual está
terminada y su presidente amortizado.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies
22/11/2021