22 de desembre 2016

HACER DE LA NECESIDAD VIRTUD

Me ha sorprendido gratamente el cambio de talante con que el Gobierno del PP está afrontando algunas cuestiones en este inicio de legislatura. Cambio, sin duda alguna, motivado por la nueva correlación de fuerzas existente en el Congreso de los diputados. Cierto. Pero, cambio al fin. Con el tiempo y el devenir de los acontecimientos sabremos si ese movimiento es sincero o, simplemente, un postureo.
Parece que los populares han decidido hacer de la necesidad virtud. Por eso, me ha generado un moderado optimismo la voluntad de dialogo mostrada por la Vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, así como el nombramiento de Enric Millo, como Delegado del Gobierno en Cataluña.
Conocí a Millo siento portavoz adjunto de Unió en el parlamento catalán, y puedo dar fe de su afabilidad, capacidad de dialogo y voluntad para llegar a acuerdos.
Frente a esa predisposición, sorprende la actitud del Presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que pide dialogo con “la condición de que no haya condiciones” y, simultáneamente, exige “bilateralidad” porque “el pueblo catalán se lo ha ganado”. Sin comentarios.
No le falta razón al delegado del Gobierno cuando sostiene que hay cosas que deben negociarse directamente entre el Gobierno central y el catalán, mientras que otros asuntos es mejor tratarlos en comisiones multilaterales. Y eso es, justamente, lo que hizo el Vicepresidente, Junqueras, asistiendo al Consejo de Política Fiscal y Financiera, celebrado recientemente. Sin embargo, Puigdemont se niega a asistir a la conferencia de Presidentes autonómicos convocada para el próximo 17 de enero. Sin duda, evidente disparidad de talantes.
Ciertamente, no ayudarán los desaires ni una pretendida superioridad moral a desencallar el conflicto. Pero tampoco, la judicialización de la política, sacralizar las normas establecidas y el menosprecio al otro, son factores para el entendimiento.
Pues bien, con este panorama de fondo, algunos opinan que la oferta de dialogo, hecha por el Gobierno para encauzar el “problema catalán”, llega tarde y, además, es insuficiente. Es posible, pero, en cualquier caso, siempre es preferible el dialogo, aunque sea raquítico, la negociación y el pacto a la algarada en la calle, la falta de respeto a los símbolos institucionales y al desprecio a la legalidad que es lo que sucede cuando la gobernabilidad de un país se confía a los antisistema.
Ha llegado el momento de decidir: o dialogo o desastre. No hay mucho más.

Bernardo Fernández

Publicado en ABC 21/12/16 

02 de desembre 2016

MARTINGALA PRESUPUESTARIA

Días atrás el Vicepresidente del Gobierno, Oriol Junqueras, presentó, a bombo y platillo los presupuestos para 2017.  Justo es decir que son unas cuentas que contemplan un gasto considerable en cuestiones sociales. En concreto se destinarán unos 1.700 millones más de euros que en 2015 a esas partidas. De hecho, un 74% del total del presupuesto tiene como objetivo materias como la sanidad, la educación u otros servicios de índole similar.
En esa presentación Junqueras anunció que su prioridad era la recuperación del gasto social. Eso está bien. No obstante, hay que observar que esas cuentas no revierten la batería de recortes que en 2010 puso en marcha Artur Mas. En conjunto el gasto previsto para 2017, si se aprueban estas cifras, será un 11,7% inferior a los últimos presupuestos del tripartito 2010, comandado entonces por los socialistas.
En aquel año las partidas sociales del Gobierno de la Generalitat sumaron 19.129 millones de euros, mientras que para el próximo ejercicio la inversión prevista es de 16.883.
De todos modos, los recortes siguen siendo el denominador común de todas las partidas. Así, por ejemplo, en sanidad se está en un 10,50% menos de inversión que en 2010, si echamos un vistazo a educación la diferencia es de 9,9% menos respecto al último presupuesto del Gobierno de José Montilla, un 11,7% en promoción social y la friolera de un 44% menos en vivienda.
En cualquier caso, la partida que ha soportado un mayor varapalo ha sido la destinada a reducir las listas de espera. Se ha recortado ni más ni menos que 51 millones de euros. Ahí es nada. Y eso, que Junts pel Sí y los antisistema de la CUP habían pactado un plan de choque según el cual el Departamento de Sanidad dispondría de 96 millones de euros, para reducir las larguísimas listas de espera existentes en Cataluña desde que Artur Mas empezó a ejercer de Manos tijeras.
Con este panorama de fondo, a los anticapitalistas les faltó tempo para anunciar que estos presupuestos, no eran sus presupuestos. Si bien los cuperos celebraron que se haya incluido una partida específica para el hipotético referéndum. A su vez lamentaron que no se haya querido ir más allá en la carga impositiva a las fortunas más elevadas. En consecuencia, esperan que en el trámite parlamentario sus aspiraciones se vean reflejadas, de un modo u otro, cuando, por allá el mes de febrero, se aprueben las cuentas.
Por su parte, el resto de grupos parlamentarios ya ha anunciado iniciativas diversas, que van desde las clásicas enmiendas a la totalidad, hasta impugnaciones o peticiones para que la mesa reconsidere la admisión a trámite de la ley, dado que algunas partidas incumplen la resolución del Tribunal Constitucional (TC). De hecho, los letrados del Parlamento ya advirtieron que, si las cuentas vulneran lo previsto por el TC, no podrían tramitarse.
En definitiva, con este panorama de fondo, no sería de extrañar que después de esta martingala presupuestaria que venimos soportando desde los primeros meses del verano -que fue cuando la CUP se negó a dar su plácet para que las cuentas de 2016 se tramitaran en sede parlamentaria-, ahora nos encontremos que estos presupuestos son recurridos ante el Constitucional, y los ciudadanos de a pie nos quedemos otra vez sin presupuestos.
Desde luego, no sería el fin del mundo, pero la sanidad, la educación o los servicios sociales, entre otros, dispondrían, nuevamente, de menos recursos. En consecuencia, eso equivaldría a un nuevo atentado al Estado del bienestar y de esos hemos sufrido ya unos cuantos. Y todo por la obcecación de unos irresponsables empeñados en practicar lo impracticable.
¿Hasta cuándo estos descerebrados abusaran de nuestra paciencia? Que diría un clásico.

Bernardo Fernández

Publicado en e-notícies.cat 02/12/16

26 de novembre 2016

ÚLTIMOS PRESUPUESTOS AUTONÓMICOS

Después de varios meses de reuniones, más o menos discretas, entre miembros de la consejería de Vicepresidencia, Economía y Hacienda y miembros de la CUP, los antisistema han dado su plácet para que los presupuestos de la Generaitat de Cataluña para 2017 inicien su trámite parlamentario.
Esas cuentas, pactadas con los anticapitalistas, llegan trufadas de impuestos que se incluirán en el cajón de sastre que es la Ley de Acompañamiento.
Los hay para todos los gustos. Desde uno para las grandes superficies que pretende gravar los efectos medioambientales u otro que será una tasa turística que recaerá sobre aquellos que se alojen en apartamentos turísticos. Asimismo, se crea otro más con el que la Generalitat grabará “el número de desintegraciones nucleares”. En este caso, se ha reconvertido el antiguo impuesto sobre las nucleares que tumbara el Tribunal Constitucional. Y, como no, se vuelven a querer penalizar las bebidas azucaradas, algo que ya intentó Artur Mas, pero tuvo que desistir ante las fuertes presiones de la industria.
Esta cascada de impuestos castiga de nuevo a las ya muy maltratadas clases medias, familias numerosas y monoparentales. Según los expertos en fiscalidad los nuevos tributos no son nada acertados. Argumentan que la supresión del 1,5% de deducción del IRPF para jóvenes, personas en paro o con hijos a su cargo y que pagan hipoteca es un ataque sin paliativos a las economías más débiles.
En definitiva, unos números hechos para contentar a los que nunca estarán contentos (los antisistema) que, además, podrían ser recurridos si incorporan partidas para iniciativas independentistas, y entonces quedarían sin efecto.
Los presupuestos son el arma más potente y eficaz de que dispone un gobierno para reducir las desigualdades sociales. Sin embargo, todo indica que el ejecutivo de Carles Puigdemont prefiere fantasear imposibles, dejará pasar la oportunidad y no utilizará los dineros de que dispondrá el año próximo para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y combatir las emergencias sociales existentes en Cataluña. Paro, precariedad laboral, pobreza o riesgo de exclusión social son, tristemente, algo cotidiano en nuestra sociedad. No obstante, en la Plaza Sant Jaume no se dan por aludidos.
De todos modos, si la situación no fuera tan dramática, tendría su gracia: para los antisistema estos deberían ser los últimos presupuestos autonómicos. El problema es que, eso mismo dijo Esquerra en 2013 y, ahí seguimos.

Bernardo Fernández

Publicado en ABC 23/11/16

08 de novembre 2016

LO QUE NOS ESPERA

Siendo Mariano Rajoy presidente en funciones, en un acto de humildad -que vamos a suponer sincera-, dijo que no aprovecharía la crisis del PSOE para poner condiciones y que trabajará día a día para ganarse la confianza de las otras formaciones presentes en el Congreso, y de los ciudadanos por añadidura.
Pues bien, por cortesía política no entraré a valorar esas palabras, en principio, vamos a conceder al flamante Presidente del nuevo Gobierno, el beneficio de la duda. Sin embrago, lo que no ha dicho Rajoy es que no podrá aplicar el programa electoral con el que acudió a las elecciones del 20 de diciembre, que era prácticamente el mismo de las elecciones del 26 de junio. La razón es sencilla: pocos días después de esos últimos comicios Bruselas cambió algunas normas.
Así, por ejemplo, España, a cambio de librarse de una multa por los continuos incumplimientos de los objetivos de déficit (ni un solo año el ejecutivo de Rajoy se ha ajustado a lo previsto), tendrá su economía bajo un sistema de vigilancia reforzada. Nuestra política económica será tutelada por la Comisión Europea. Es decir, volverán los antiguos hombres de negro de nuevo por Madrid.
Sí o sí, hay que llegar a un objetivo de déficit del 2,2% del PIB a finales de 2018 (lo que significa qué desde finales de este año hasta esa fecha, deberemos hacer un esfuerzo fiscal, uno más —combinación de más ingresos y menos gastos— de unos 24.000 millones de euros). Además, es una obligación imperiosa, de no lograrlo, se nos congelarán fondos europeos por valor de 1.000 millones de euros y se debería pagar una multa, esta vez sin amnistía, de 5.500 millones, lo cual agravaría, aún más, todos nuestros problemas.
Desde el gobierno dicen que de cada 100 euros de dinero público que se gasta el Estado, 63 corresponden a gasto social. Su distribución es la siguiente: 26 euros a pensiones (9,5 millones de pensionistas gastan anualmente 130.000 millones de euros), 14 euros a sanidad, nueve a educación, ocho a otros gastos sociales, y seis a la protección por desempleo. En estas circunstancias, sería bueno que nos explicaran como se van a pagar las misas sin que afecte al Estado del bienestar
Con este panorama de fondo, más pronto que tarde se va a poner de manifiesto la debilidad del PP en un parlamento que va a ser el más hostil y fraccionado a que se ha enfrentado un gobierno en la reciente historia democrática. Por eso, no deberá extrañar que muchos de los debates que allí se produzcan se lleven hasta los extremos, incluso algunos se realicen a cara de perro.
En este contexto, está por ver cómo reacciona el PSOE. El horizonte socialista se ve lleno de negros nubarrones que amenazan algo más que una tormenta política más o menos intensa. Existe el peligro serio de que el socialismo español se convierta en una suma de federaciones, reinos de taifas y baronías, en el que cada cual se preocupe tan solo de su parcela de poder y donde los hilos conductores comunes pasen a ser algo totalmente secundario. De suceder algo así, sería una muy mala noticia. No obstante, una organización con 137 años de vida, que se ha visto en situaciones harto comprometidas y ha sabido siempre salir airosa, merece un respeto y unos cuantos votos de confianza. De momento, hay que esperar y ver si son capaces de sobreponerse a sus contradicciones internas y cerrar heridas.
En circunstancias normales la actual gestora del partido de Ferraz no podrá aplazar indefinidamente el congreso que el PSOE tiene pendiente. Será el año próximo cuando el conclave socialista deba decidir un nuevo proyecto y, a su vez, escoger un nuevo líder. De cómo se haga esa elección, si en primarias por toda la militancia o directamente en el congreso, puede depender, por mucho tiempo, el futuro del partido.
Y mientras, los “podemitas” se frotan las manos y aguardan ansiosos para asaltar el espacio de la segunda fuerza política que los socialistas parecen empeñados en abandonar. De hecho, Pablo Iglesias ya ha anunciado que su formación se debe radicalizar, enfrentase al sistema y ser beligerantes. Considera que, si el PSOE se abstiene en la investidura de Rajoy, obtener el liderazgo de la oposición es cosa hecha.
Ahora bien, de hacer autocrítica y analizar porque perdieron un millón de votos en las elecciones del 26 de junio, nada de nada.
Madre del amor hermoso lo que nos espera.

Bernardo Fernández

Publicado en e-noticíes.cat 07/11/16

04 de novembre 2016

CEMENTERIO PARA REFUGIADOS

Estos días lo que se lleva en los medios de comunicación es hablar sobre la fractura de los socialistas, la investidura de Mariano Rajoy,  quien será ministro en el nuevo ejecutivo y otras bagatelas diversas. Todos ellos, asuntos importantes, sin duda, porque de un modo u otro tienen que ver con nuestra vida cotidiana.
Sin embargo, se habla poco o nada y miramos de reojo el drama humanitario que los migrantes viven, un día sí y otro también, en ese mar tan nuestro, el Mediterráneo. Pero, claro, como eso afecta a las conciencias, mejor no tocarlo, aunque los números sean escalofriantes. 
Según informa Acnur  (la agencia de la ONU para los refugiados) al menos 3.800 personas han desaparecido o muerto en el Mediterráneo este año. 2016 es ya, con diferencia, el año más mortífero de los últimos diez, que fue cuando la ONU comenzó a registrar las llegadas y los fallecimientos en esta ruta. Pero es que, además, las llegadas a Europa a través del mar fueron más el año pasado que éste. En 2015 llegaron a las costas comunitarias más de un millón de personas y fallecieron 3.771, algunas menos que este año. La diferencia está, pues, en las llegadas: 327.846, en los diez meses que llevamos de año y, sin embargo, han muerto más en el trayecto. La explicación a este aumento de desgracias se debe al pacto migratorio entre la UE y Turquía que entró en vigor la pasada primavera. Desde entonces, la ruta central Libia-Italia, se ha convertido en la preferida de los traficantes de personas, pese a ser la más peligrosa.
Estamos viviendo la mayor crisis de refugiados que el mundo afronta desde la Segunda Guerra Mundial. En estas circunstancias, es necesario establecer vías seguras y legales para que la llegada de los refugiados sea como lo que son: seres humanos. Una vez aquí, deben encontrar una respuesta humanitaria, mínimamente digna, con atención específica para las necesidades de los más vulnerables, mujeres, niños y personas dependientes.
“A fuerza de desventuras, su alma es profunda y oscura”, dice el poeta, y tiene razón. Primero, por codicia, el Mediterráneo se convirtió en un vertedero y, ahora, por la inacción de nuestros dirigentes en un cementerio para refugiados que cometen el gravísimo delito de huir de guerras y hambrunas en busca de un futuro y aquí les cerramos las puertas. ¡Qué vergüenza!

Bernardo Fernández

Publicado en ABC 02/11/16

16 d’octubre 2016

ESPERPENTO POLÍTICO

La política española se ha instalado en una situación grotesca. La imagen ofrecida por los socialistas en su último comité federal y en días posteriores, ha sido, además de bochornosa, lamentable.
Por otra parte. tampoco el PP, pese a ser el partido que da y, con toda probabilidad, seguirá dando soporte al gobierno, transmite la seguridad y confianza política que, en momentos como el actual, se requiere. Ahí están los casos Soria, Barberá y ahora los juicios de la trama Gürtel y las tarjetas “black”, con nombres que lo fueron todo en la política española, bajo el paraguas de los populares, para sembrar zozobras más que razonables ante la nueva etapa de gobernabilidad que ha de abrirse ya en nuestro país.
Pero es qué si echamos un vistazo a los partidos emergentes, aquellos que iban a traer savia nueva a la vieja política y desterrar los malos hábitos, no se puede decir que estén por la labor.
En efecto, Podemos está viviendo una fuerte crisis interna como consecuencia de sus malos resultados el 26-J. Esa situación ha provocado un duro enfrentamiento entre sus dos máximos dirigentes, Iglesias y Erejón, la suerte de los “podemitas”, ha sido que el desmoronamiento socialista está ocultando temporalmente sus dificultades.
Tampoco en Ciudadanos andan demasiado bien, pese a la voluntad mediadora de su líder Abert Rivera. La ropa no les llega al cuerpo ante la posibilidad de nuevas elecciones y las expectativas de perder un buen puñado de escaños.
Y en Cataluña seguimos imperturbables hacia el abismo. Ahora se anuncia un nuevo referéndum, esta vez vinculante, pactado o no con el gobierno central, para, lo más tardar, septiembre de 2017. Se demoniza a un consejero e incluso se le amenaza gravemente en las redes sociales por defender la españolidad de la cultura catalana. Mientras el gobierno, que dice ser de gente de orden, se sostiene por un partido que se declara antisistema. Pues bien, a eso algunos lo llaman coherencia, tolerancia y hacer bien las cosas.
Hay quien opina que cada sociedad tiene los políticos que se merece. Discrepo. Considero que una mayoría de ciudadanos españoles son gente progresista, formada y tolerante. Sin embargo, nuestros dirigentes actúan como si de un país tercermundista se tratase. Por eso, el mundo occidental nos contempla estupefacto y es que estamos padeciendo un auténtico esperpento político.
Esa es la realidad, aunque a muchos nos duela.

Bernardo Fernández

Publicado en ABC 12/10/16

05 d’octubre 2016

DE MAL EN PEOR

El descalabro sufrido por los socialistas en las recientes elecciones autonómicas en Galicia y Euskadi es de difícil digestión.  De hecho, esas derrotas han abierto al PSOE en canal y han puesto de manifiesto lo que era un secreto a voces: la gran división interna que existe entre buena parte de los barones socialistas y el secretario general, Pedro Sánchez.
Ante tamaño desaguisado, unos y otros han actuado de la peor manera posible. El máximo mandatario intentando convocar primarias y un congreso a contra reloj, y los mandamases exigiendo responsabilidades a quien, ciertamente, las tiene, pero ni tantas ni de tanta magnitud como para hacerle el único responsable del desastre.
Es verdad que desde que llegó Sánchez a la dirección del PSOE, los socialistas, a excepción de las elecciones andaluzas, han ido de derrota en derrota y cada vez más abultada. No obstante, sería muy primario atribuir esa debacle continuada en el tiempo a una sola persona, ni siquiera a un equipo. En mi opinión hay que buscar los motivos de esa decadencia en otros ámbitos.
No descubro nada nuevo si digo que el PSOE se encuentra en un nuevo escenario político y social y, hasta el momento, no ha sabido adaptarse a esa nueva realidad. La consecuencia es que la nueva situación genera graves divisiones internas y ataques entre sus dirigentes, como estamos viendo estos días. Quizás el nudo gordiano de todo este guirigay tiene mucho de ambiciones personales y muy poco de proyecto político.
En etas circunstancias, conviene hacer un análisis tan desapasionado e imparcial como sea posible e intentar ver la situación con una cierta perspectiva. De todos modos, más pronto que tarde la organización deberá reflexionar sobre los problemas de fondo. Al fin y al cabo, mientras esos problemas no se resuelvan, las expectativas electorales seguirán siendo las mismas.

El origen de todo este galimatías político se ha querido centrar en el “no es no” de Sánchez a la investidura de Rajoy. Personalmente considero demasiado simple poner solamente el foco en esa cuestión. Bien es verdad que, en términos políticos, hubiera sido mucho más hábil y rentable, a medio plazo, una abstención condicionada porque, aunque en un principio hubiese levantado cierto desencanto, condicionar la investidura a determinados pactos como la derogación de la LOMCE, la derogación, al menos parcial,  la reforma laboral, la subida del salario mínimo o la creación de una comisión para abordar la necesaria reforma Constitucional u otros asuntos de suma importancia, hubiera permitido al PSOE ejercer de primer partido de la oposición, que es lo que corresponde a una formación con 85 diputados sobre 350.
Pues bien, en vez de discutir la estrategia a seguir en los órganos correspondientes de la organización (comité federal y comisión ejecutiva), unos y otros se han dedicado a cruzarse acusaciones y mandarse mensajes a través de los medios de comunicación y así no se hacen las cosas. Eso es darle tres cuartos al pregonero o como dicen los viejos del lugar “que se queme la casa, pero que no salga el humo”.  Y se ha hecho demasiado humo.
En estas circunstancias, los socialistas deberían ser conscientes de su situación. El PSOE ya no cuenta para aquellos que nacieron en democracia. Es una reliquia del pasado. “A esos les votan los padres o los abuelos”, suelen decir los jóvenes. Y los barones que estos días tanto alzan la voz, deberían no olvidar que en diversas comunidades gobiernan en minoría, abrazados a aquellos que tienen como objetivo ocupar, tan pronto como sea posible, el espacio socialista.
Por su parte el secretario general debería haber sido consciente de que no se puede dirigir una organización en contra de sus dirigentes, por mucho que haya sido designado en elecciones primarias. Los cargos orgánicos y de representación son elegidos por las federaciones, esa es la realidad.
Sea quien sea el secretario general, lo sustancial es elaborar un proyecto que, sin renegar de los logros de antaño, conecte con la nueva realidad socio-política y dé respuesta a las incertezas que hoy tiene planteadas la sociedad. Sólo así se podrá recuperar la confianza de la ciudadanía que mayoritariamente está huérfana de referentes políticos sólidos y creíbles.
Ahora, tras el bochornoso y vergonzante espectáculo del último comité federal, por respeto a los votantes y a la propia historia, es urgente y necesario que el sentido común regrese a las filas socialistas. Que pidan perdón a la ciudadanía por no haber sabido estar a la altura de las circunstancias. Que reflexionen  todos y cada uno de los dirigentes y responsables y den lo mejor de sí mismos, incluso si eso significa dejar la política, porque no sólo Pedro Sánchez es culpable y no sólo él es quien ha de dimitir. Las responsabilidades deben ser compartidas.
En esta situación el socialismo español va camino de convertirse en una fuerza política marginal y eso no le conviene ni, tan siquiera, a la derecha, aunque en estos momentos los carroñeros de la política se froten las manos.

Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 04/10/16

21 de setembre 2016

ALGO MAS QUE AUTONÓMICAS

Los ciudadanos de Galicia y Euskadi acudirán el próximo domingo, 25 de septiembre, a las urnas para escoger a sus respectivos parlamentos autonómicos. Sobre el papel es eso, y nada más, lo que han de elegir en esas comunidades autónomas. No obstante, a nadie se le escapa que los resultados de esos comicios pueden tener una incidencia directa en la complicada situación política española.
Pues bien, en circunstancias como las actuales el buceo en las hemerotecas acostumbra a ser cruel. Por eso ahora, aquellos analistas que celebraban la llegada de nuevos partidos -Podemos y Ciudadanos- porque iban a reemplazar a los nacionalistas como bisagras de las grandes formaciones, están callados como tumbas y miran hacia otro lado cuando se habla de los casi 300 días que llevamos con un gobierno en funciones y, como consecuencia, el país está manga por hombro.
Digan lo que digan las encuestas, después del fiasco de casi todos los sondeos en las últimas elecciones generales, habrá que esperar al domingo por la noche para hacer cábalas sobre posibles pactos y alianzas.  Una cosa sería que PP ganase en Galicia por mayoría absoluta y otra, muy distinta, que PSOE y Mareas puedan formar gobierno. De hecho, no son pocos los que ansían que el PNV necesite unos cuantos votos para gobernar que el PP cedería gustoso, a cambio de recuperarlos en el Congreso para lograr la investidura.
De todos modos, los populares lo tienen difícil para que otras fuerzas les den su apoyo. Aún colea el caso del exministro Soria y al affaire Rita Barbará está en plena ebullición. Además, los de Mariano Rajoy se han de enfrentar a un otoño judicial complicado que empezará, el 4 de octubre, con la vista oral de la trama Gürtel, más los casos Púnica, Taula, Imelsa y Rato sobrevolando el imaginario colectivo.
Tampoco parece que en el PSOE estén para muchas fiestas, a las tensiones internas por falta de debate y comunicación entre varones y el líder, hay que añadir el egocentrismo de algún que otro dirigente. Sólo les faltaba ahora, el escrito de la Fiscalía Anticorrupción solicitando duras penas para los expresidentes de la Junta, Chaves y Griñán, por el caso de los ERE, para enrarecer aún más el ambiente.
Y mientras, en Cataluña, dicen que están “a punt”.
Madre mía como está el patio.

Bernardo Fernández

Publicado en ABC 21/09/16

20 de setembre 2016

ENTELEQUIAS

Por quinto año consecutivo cientos de miles de ciudadanos salieron el pasado día 11 de septiembre a las calles de Cataluña en pos de la independencia. De poco sirve enredarse en si la participación fue mayor o menor que otras ocasiones. El hecho incuestionable es la capacidad demostrada en reiteradas ocasiones por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Omnium para enardecer a los independentistas. Eso sí, con la inestimable colaboración de los medios públicos de comunicación, y de manera especial TV3 que se había comprometido en los días anteriores a que la convocatoria fuera un éxito.
Pues bien, con este paisaje de fondo, sería interesante echar un vistazo a la historia, para comprobar que las derrotas de las clases populares siempre han sido por la división entre ellas o como consecuencia de proyectos insolidarios.
La propuesta secesionista que se está haciendo en Cataluña, así como su culminación en una pretendida Arcadia feliz tiene, como efecto colateral, la inevitable destrucción de un Estado democrático que fue posible, sobre todo, gracias a la determinación de las clases medias y populares.
Es verdad que la crisis económica y la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) de 2010, sobre el nuevo Estatuto de Cataluña han agravado la situación. No obstante, no es menos cierto que esa situación ha venido de perlas a nacionalistas y soberanistas para ocultar los recortes y las medidas antisociales que han llevado a cabo mientras gobernaban, taparse las vergüenzas los unos a los otros y trapichear a su libre albedrío, ocultando su propia corrupción con la bandera.
Aunque el dictador murió en la cama, fueron muchos los que se quedaron en las cunetas y los que dieron con sus huesos en la cárcel por luchar por algo tan básico como la dignidad. Los represores eran de todas partes de España, catalanes también y no hacían distinciones en función de los orígenes de los represaliados.
Sin duda alguna, sería interesante saber dónde estaban muchos de los que hoy se declaran independentistas “desde siempre” cuando se salía a la calle pidiendo “libertad, amnistía i estatuto de autonomía”, o que hacían los 11 de septiembre porque, por donde hoy está hoy el monumento a Rafael de Casanova en Barcelona, no solían aparecer. Allí iba la clase trabajadora a dejar, en el mejor de los casos, una flor y salir corriendo, ya que a los grises les faltaba tiempo para repartir estopa.
Por otra parte, la diferencia de desarrollo entre unas autonomías y otras no es la consecuencia de que unos sean listos y laboriosos y otros no. Eso se debe a que la desigualdad es una constante del capitalismo. Y, a su vez, eso explica, también, las corrientes migratorias en España a lo largo de la historia. Además, es incuestionable la aportación de la inmigración interna al desarrollo económico y la lucha por las libertades. De hecho, tanto UGT como CCOO siempre han puesto en el mismo nivel reivindicativo la cuestión nacional catalana y la lucha social. Ha sido, lamentablemente, en los últimos tiempos que algunos han dado prioridad al mal llamado derecho a decidir, sin parase a pensar que eso es un grave atentado para los intereses de los trabajadores.
En este contexto, justo es reconocer que el inmovilismo de Mariano Rajoy y los suyos es el mejor aliado que han podido encontrar los secesionistas para lograr adhesiones. Pienso que deberían darle la medalla de oro por ser el colaborador externo ideal.
Con este panorama, hemos de exigir a los políticos independentistas que se dejen de entelequias y no engañen a la ciudadanía. Paro, precariedad laboral, recortes en sanidad y educación, salarios y pensiones insuficientes son las cuestiones que, entre otras muchas, quitan el sueño a los trabajadores y a las clases populares. Y eso sucede exactamente igual en Barcelona, Almería o Sigüenza.
Por eso, además de necesaria es urgente una reforma de la Constitución que mejore nuestra convivencia democrática y que amplíe los derechos sociales. Una reforma en la que todos nos podamos reconocer y sentir cómodos, para mirar sin temor a Europa. Una Europa federal donde podamos avanzar en las conquistas sociales y democráticas.
A mi juicio, no hay otro camino.

Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 20/09/16

09 de setembre 2016

EL PARTIDO QUE SE BUSCA

Desde hace tiempo, demasiado, el socialismo español pierde adhesiones elección tras elección. El punto de inflexión habría que buscarlo en la negra noche de mayo de 2010, cuando Rodríguez Zapatero tuvo que doblar la rodilla ante las exigencias de Ángela Merkel y los Mercados.
De hecho, la crisis de identidad y proyecto que está viviendo el PSOE en la actualidad tiene muchos puntos en común con otras situaciones similares. Sin embargo, en esta ocasión esa crisis está inmersa en el trance que padece la socialdemocracia en Europa, por un lado y, a su vez, el sistema político en su conjunto.
La dulce derrota de Felipe González, inflingida por José María Aznar. El nombramiento como sucesor de Joaquín Almunia. Las primarias que encumbraron a Josep Borrell, la espantada de éste. El pacto que firmó  deprisa y corriendo Almunia con el PCE de Paco Frutos, cuando asumió la responsabilidad de encabezar las listas socialistas para las elecciones generales del año 2000 que resultó ser un auténtico fracaso y permitió a los ,populares ganar por mayoría absoluta las elecciones generales del año 2000, son eslabones de la misma cadena que configura el relato socialista en nuestro país en los últimos 20 años.
Como también forman parte de esa historia que la organización se convirtió en un reino de taifas, el desbarajuste orgánico era considerable tras la derrota electoral de 2000. Después, tras un tiempo de zozobras e incertezas, en un Congreso convocado para escoger un secretario general y cuando todo parecía que ese líder máximo sería José Bono, unas maniobras entre bambalinas, nunca explicitadas del todo, encumbraron a José Luís Rodríquez Zapatero, que le ganó la partida al manchego Bono por tan solo nueve votos, siendo elegido así como máximo dirigente del entonces alicaído socialismo español.
Más tarde llegaron las elecciones de 2004 que Zapatero ganó, más que por méritos propios, por la mala gestión que hizo el Gobierno de Aznar de los atentados de Atocha. Fue una victoria del todo inesperada, tanto para propios como para extraños.
En su primera legislatura, como Presidente de Gobierno, con el viento de la economía de cara,  Zapatero hizo una buena gestión, de manera especial en derechos sociales y civiles. Sin embargo, al poco de comenzar su segunda legislatura giró el viento de la economía y llegaron las vacas flacas. La noche negra de mayo, a la que me he referido ya, provocó la convocatoria anticipada de elecciones y la renuncia de Rodríqguez Zapatero a presentarse de nuevo.
En esas circunstancias, harto difíciles, Alfredo Pérez Rubalcaba,  se hizo con el control del partido y obtuvo en las  elecciones de 2015 el peor resultado hasta entonces, de los socialistas en el período democrático. 
No obstante, esos resultados aún podían empeorarse, y eso es lo que sucedió. Pedro Sánchez, elegido secretario general y candidato a la presidencia del gobierno en sendas elecciones primarias,  obtuvo los peores resultados en las elecciones de diciembre de 2015, tan solo 90 diputados, y los empeoró el 26-J, cuando obtuvo, solamente 85 escaños.
De todos modos, sería injusto achacar toda la responsabilidad de esas derrotas al candidato. Las causas son más profundas y complejas y deben buscarse en otros ámbitos. Además, la crisis en la que anda sumido el socialismo español no es demasiado diferente a las crisis que están padeciendo los distintos partidos socialistas europeos.
Los partidos socialdemócratas de los países que ha sacudido más fuerte la crisis han ido rebajando sus planteamientos. Hoy día, parece que el programa máximo de la socialdemocracia consiste en relajar los plazos de los ajustes y reclamar algo de inversión pública.
Se debería explicar que no se trata de prescindir del Estado de bienestar, que tendrá que seguir existiendo, pero habrá que reformarlo para hacerlo más eficiente y sostenible. La desigualdad social es consecuencia de una desigualdad previa en la distribución del poder económico. Por eso, pueden ser necesarias intervenciones para fragmentar el poder financiero (concentrado en unos pocos bancos, sobre todo, ahora, tras la desaparición de las cajas).
En definitiva, el socialismo español ha perdido sus señas de identidad, para ello es necesario que se encuentre así mismo. Y eso, sólo lo logrará si aúna fuerzas y comparte objetivos con otros partidos socialistas y progresistas de Europa. Ahora bien, eso no significa que primero no tenga que hacer los deberes en casa, porque nadie vendrá a hacérselos. Lo que quiere decir sobre todo, ganarse de nuevo la confianza del electorado, y para eso, como la mujer del César, además de ser honrado hay que parecerlo.

Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 09/09/16

31 d’agost 2016

ENDEUDADOS HASTA LAS CEJAS

La deuda pública de nuestro país subió, tan solo en junio, 18.549 millones de euros, alcanzado un total de 1.107 billones, en términos absolutos. Esa cifra equivale al 100,9% del PIB y supera en cuatro décimas a la del mes de marzo, que fue la primera vez, desde 1909, en que se superó la barrera del 100%.   
Pese a que los números son alarmantes, en el Ministerio de Economía se muestran tranquilos y argumentan que la deuda mantiene su trayectoria de desaceleración iniciada en 2013. Están convencidos de que ese porcentaje bajará a lo largo de 2016 y se podrá cerrar el ejercicio con un 99,1% de débito, gracias al crecimiento del PIB. Sin embargo, la Comisión Europea sostiene que en el mejor de los casos el pasivo de España en el presente año será del 100,3%.
De todos modos, mientras el BCE siga comprando deuda pública los mercados estarán tranquilos. Ahora bien, un día u otro eso se acabará y si para entonces no hemos logrado rebajar nuestra deuda a límites sostenibles (sobre el 60% del PIB, dicen los expertos), la prima de riesgo subirá. Y en países donde el débito sea superior al 100% de su PIB, con la prima de riesgo disparada, la situación puede ser dramática. 
En cualquier caso, lo que nos debe preocupar como ciudadanos de a pie, es como nos afecta en nuestro día a día esta marasmo de cifras macroeconómicas.
Para empezar, y si en algún momento los políticos se ponen de acuerdo, y logran investir un Presidente de Gobierno, éste deberá hacer unos presupuestos para el año próximo con unos recortes de 10.000 millones de euros como exige Bruselas, y ya se sabe que lo que nos dice  Europa va a misa.
Entre unas cosas y otras los recortes sociales estarán a la orden del día, por más que eso se obvie a la hora de firmar pactos, aunque no serán suficientes porque ya no queda mucho de dónde recortar. En consecuencia la subida de impuestos será una realidad incuestionable y, por tanto, una reforma fiscal orientada a aumentar la recaudación ineludible. Llegaos a ese punto veremos sobre quien se cargan las tintas. Pero con la experiencia acumulada que tenemos, es fácil adivinar que se avecinan tiempos difíciles y, como siempre, a los más débiles y a las clases medias nos tocará pagar el pato.

Bernardo Fernández
Publicado en ABC 31/08/16

COMPUESTOS Y SIN GRUPO

Esto ya no es lo que era. Por primera vez, desde que se formaron las Cortes Constituyentes, los nacionalistas catalanes no tendrán grupo parlamentario propio, ni en el Congreso ni en el Senado. 
Según el reglamento de Congreso, con 15 diputados, automáticamente, se puede formar grupo. De no ser así, se necesitan al menos cinco y, además, una de estas dos condiciones: un 5% de los votos de todo el país o un 15% en las circunscripciones en que se haya presentado la candidatura. 
Convergencia  no alcanzó en las elecciones del pasado 26-J  esos mínimos exigidos y, por consiguiente, sus ocho diputados deberán formar parte del Grupo Mixto. Además, la Mesa del Congreso rechazó con el voto en contra de Ciudadanos y la abstención del PP y el PSOE las alegaciones presentadas por Francesc Homs. Ya se sabe que quien siembra vientos recoge tempestades. ¿Y qué otra cosa cabría esperar, cuando desde el Parlament se está en un permanente desafío?
Pintan bastos para los nacionalistas catalanes. La perdida del grupo no sólo tiene consecuencias políticas, las tiene también económicas. Si esta legislatura es de cuatro años, la antigua CDC, hoy Partit Demòcrata Català (PDC), perderá unos 4,5 millones de euros en asignaciones y, además, verá limitado su derecho a contratar personal remunerado por la Cámara. 
Pero, sobre todo, la formación perderá peso político, puesto que no podrá utilizar todas las prerrogativas que tienen los grupos parlamentarios, como por ejemplo un puesto en la Junta de Portavoces, tiempo para participar en los grandes debates, etcétera.
De todos modos,  CDC ya ha anunciado que presentará un recurso ante la Mesa de la Cámara y ante el Tribunal Constitucional (TC),  para defender sus derechos. Eso está bien; aunque  no deja de sorprender que, aquellos qué desde la Cámara catalana tachan al TC de tribunal político, no legítimo y no sé cuantas incongruencias más, acudan a él cuando las cosas no van como ellos piensan que deben ir. Es el caso de la reciente sentencia sobre las obras de Sijena o ahora la aplicación del reglamento del Congreso. 
Es evidente que el nacionalismo catalán ya no es lo que era. Por eso, a los diputados convergentes no les queda ni el recurso de adscribirse al grupo parlamentario de ERC. Los republicanos les han sugerido que vayan al mixto que allí se visualizarán mejor, dicen. 
Como cambian las cosas.
  
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 10/08/16

20 de juliol 2016

LA BANCA GANA, O NO

El pasado día 13 el abogado general de la UE sorprendió a propios y extraños al hacer público un largo auto de 28 páginas, según el cual el sector financiero español no tiene que devolver todo lo cobrado en las cláusulas suelo de las hipotecas.
De hecho, El Supremo ya dictaminó que esas cláusulas eran abusivas, pero, sorpresivamente, permitió que las entidades bancarias sólo devolvieran las cantidades cobradas de más desde la fecha de la sentencia, 9 de mayo de 2013. Eso hizo que los afectados acudieran a la justicia europea para que ésta falle que se les devuelva todo el dinero cobrado de forma inadecuada.
Pues bien, pese a que este dictamen, del abogado de la UE, no es vinculante, si es verdad que este tipo de autos suelen marcar tendencia. Quizás por eso las Bolsas recibieron la noticia con gran alborozo. De todos modos, habrá que esperar a la sentencia definitiva, que se espera para finales de año, para saber a qué atenerse.
En cualquier caso, la lectura del mencionado fallo genera sonrojo y vergüenza ajena. Ocurre que del mismo se desprende que el abogado en cuestión acepta la limitación temporal de las devoluciones por “las repercusiones macroeconómicas sobre el sistema bancario, ya que se encontraba debilitado”.  O sea, no se trata de si la devolución con carácter retroactivo es justa o no, la cuestión es no poner en riesgo la estabilidad de las entidades financieras, a los ciudadanos que han sido esquilmados de forma fraudulenta que les parta un rayo.
Ese es el modelo de Europa que algunos quieren imponer, igual que ha sucedido con las políticas austericidas o con los refugiados. La Europa de los mercaderes, no la de la justicia social ni la de la solidaridad.
Desde luego, no es fácil saber cuánto tendrán que pagar los bancos sí, al final, han de devolver todo lo que cobraron de más mediante las clausula suelo. Hay quien opina que la factura puede superar los 5.000 millones de euros. Veremos. Pero como dice un viejo amigo: “cuando las cosas son justas, cueste lo que cueste, hay que hacerlas”.
Habrá que esperar la sentencia definitiva, pero en casos como éste, la prudencia aconseja no vender la piel del oso antes de cazarlo, ya que todos sabemos que quien ríe último ríe mejor. Sobre todo, cuando la justicia es justa.

Bernardo Fernández

Publicado en ABC 20/07/16

15 de juliol 2016

REALISMO POLÍTICO

Entiéndase la resolución del Comité Federal del PSOE, de decir “no” a la investidura de Mariano Rajoy como algo meramente coyuntural, que puede variar en función de cómo evolucionen los acontecimientos políticos.
De no ser así, los socialistas sumarían a sus peores resultados electorales (85 diputados), obtenidos en los comicios del pasado 26-J, un error estratégico muy difícil de calibrar en estos momentos, pero, a buen seguro, de efectos devastadores.
Más pronto que tarde los cuadros dirigentes del PSOE deberán hacer una inmersión intensiva en el realismo político y comprender que por interés propio y por el bien común, lo más razonables es que los socialistas se traguen unos cuantos sapos y acaben absteniéndose para que Rajoy pueda ser presidente de Gobierno.
Ciertamente, no ha de ser fácil, cuando durante cuatro años se ha estado desballestando sistemáticamente el Estado del bienestar, se ha re centralizado el Estado o se han aprobado leyes como la Ley “Mordaza” o la LOMCE. Es verdad, ha de ser un trago muy amargo permitir que los responsables de esos desvaríos, sean los mismos que nos vayan a gobernar los próximos años, pero la política tiene estas cosas.
En efecto, sin embargo, no podemos olvidar que la política es el arte de lo posible. Por eso, aquellos que especulan con la formación de un Gobierno de izquierdas si Rajoy fracasa en su intento, deben entender que 85 diputados en una cámara de 350 escaños, no es la masa crítica necesaria para consolidar una mayoría estable. Y confiar esa estabilidad a aquellos que hace unas pocas semanas querían dar el “sorpasso” o a los que se quieren marchar, sería una insensatez sin futuro. Sólo faltaría confiarles los ministerios de Interior, Justicia y Hacienda para que el dislate fuera total.
En consecuencia, o se facilita la investidura de Rajoy o vamos a nuevas elecciones y es evidente que eso no le conviene ni a la sociedad en su conjunto, ni a los partidos políticos y, menos que al resto, a los socialistas, puesto que se les cargaría a ellos la responsabilidad de esos nuevos comicios.
Por tanto, los herederos ideológicos de Pablo Iglesias Posse (fundador del PSOE y de la UGT) deberían hacer de la necesidad virtud y, llevando el agua a su sardina, proponer a los populares un pacto de estabilidad basado en cuestiones esenciales. Para empezar, no estaría mal recuperar el documento que meses atrás aprobaron PSOE y Ciudadanos. Podría servir como punto de partida para ese acuerdo sobre la gobernabilidad.
Metidos ya en harina, el equipo negociador de Pedro Sánchez debería poner sobre la mesa cuestiones tan sensibles como, por ejemplo, un salario mínimo que permita recuperar el poder adquisitivo de la clase trabajadora, convocar con urgencia el Pacto de Toledo para establecer un sistema recaudatorio que garantice la dignidad i sostenibilidad de nuestras pensiones, crear un grupo de trabajo que habrá el melón de la reforma constitucional, derogar los artículos más conflictivos de la reforma laboral, hacer un gran pacto de educación y un sinfín de asuntos más de especial importancia.
Además, los socialistas deberían exigir que, pasados 2 años, el presidente del Gobierno se sometiera una cuestión de confianza, sería entonces el momento oportuno para evaluar el grado de cumplimiento de ese pacto.
Si eso se explica bien, la ciudadanía lo entenderá y sabrá valorar el esfuerzo que hace cada cual y las renuncias a que cada uno está dispuesto a llegar en aras del bien común y el interés general.
De hecho, el PSOE, especialmente de la Transición para acá, ha sido un partido reformista y con esa abstención podría impulsar un puñado de políticas transformadoras que buena falta nos hacen.

Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 14/07/16

03 de juliol 2016

PACTAR PARA TRANSFORMAR

Fernando de los Ríos (uno de las cabezas mejor amuebladas del socialismo español), fue elegido miembro de la Comisión Ejecutiva del PSOE en el congreso extraordinario de 1920.. Poco tiempo después, junto con otro compañero fue designado comisionado  para viajar a la Unión Soviética, con la finalidad de ver las posibilidades de ingreso del partido en la Tercera Internacional. Durante su entrevista con Lenin, De los Ríos le preguntó cuándo permitiría su gobierno la libertad de los ciudadanos. Tras una larga diatriba el mandatario ruso le respondió: "¿Libertad para qué?".
Me ha parecido oportuno traer a colación esa referencia histórica porque tras los resultados de las elecciones generales del pasado 26-J, muchos se preguntan y ahora, ¿qué? Ciertamente, el PP ha salido reforzado de esta contienda y ha puesto una considerable distancia con las izquierdas que, además, han quedado fragmentadas. Ahora bien, una cosa es obtener una mayoría más o menos cómoda para gobernar y otra configurar una mayoría suficiente para establecer acuerdos de Estado para llevar a cabo las grandes transformaciones que este país necesita.
Vamos a ser razonablemente optimistas y vamos a suponer que con los resultados del 26 de junio se impone el sentido común. Nadie se empecina en hacer lo que no toca, Rajoy se tira a la piscina y es capaz de lograr los votos necesarios para que su investidura salga adelante y puede configurar un ejecutivo.
A mi juicio, el primer paso que se debería dar, sería realizar un diagnóstico exhaustivo de la situación de país lo más compartido posible. Luego plantear un tratamiento en el que se pudieran comprometer el máximo de agentes políticos y sociales. Y quiero subrayar lo de agentes sociales porque sin el compromiso y la colaboración activa de la sociedad civil no saldremos adelante
No se puede perder de vista que estamos ante cuestiones excepcionales que exigen medidas que afectan a nuestra convivencia y a las reglas de juego que, en un momento determinado, nos dimos a nosotros mismos.
Así, por ejemplo, es urgente reformar la Constitución, pero para ello, es necesario el acuerdo y el consenso de derecha e izquierda y si no, no hay reforma posible. Algo similar se podría decir de la ley electoral, entre otras cuestiones.
De igual manera, resulta imprescindible impulsar, desde la inversión pública y privada, un crecimiento económico sostenido que cree empleo de calidad. Hay que recuperar, de forma urgente, el pacto de Toledo y dar una solución al asunto de las pensiones. Nuestros mayores no pueden seguir en la incerteza de que va pasar con sus pagas y el sistema necesita una reforma en profundidad que lo haga viable.
También hay que establecer con Europa una relación que fortalezca la posición de España; ya que pese a ser la cuarta economía de la Eurozona, el papel de nuestro país en el concierto internacional es irrelevante.
No podemos tolerar que la pobreza en nuestro país tenga rostro infantil. Por eso, es urgente tomar medidas para hacer frente a la pobreza y la desigualdad que atentan a la cohesión social y, eso, en una sociedad desarrollada como la nuestra, no debería ser aceptado.
Hay que llevar a cabo una reforma fiscal progresiva que acabe con la vergüenza e indignidad de la evasión y que no dé cuartel a la economía sumergida. Asimismo, no basta con derogar la LOMCE, se hace imprescindible un gran acuerdo sobre educación.
En ese contexto, resulta absolutamente imprescindible llevar a cabo una regeneración democrática de las instituciones que no sea tan solo un cambio de nombres y caras. Hace falta, también, un cambio de talante que acerque la política a los ciudadanos y que ésta sea comprensible para ellos. Además, es preciso luchar decididamente contra la corrupción.
En la ya mencionada reforma de la Constitución. Se deberían blindar determinados derechos sociales, así como afrontar sin mayor dilación la cuestión territorial.
Es necesaria una mayor claridad y simplificación competencial, se debe clarificar la solidaridad inter territorial. De igual manera, se hace imprescindible un nuevo acuerdo sobre financiación que tenga en cuenta el principio de ordinalidad y, a su vez, desarrollar un plan de inversiones con criterios claros y transparentes y, ¿cómo no? Llevar a cabo la reforma del Senado para convertirlo en una auténtica cámara territorial.
Estoy convencido de que más pronto que tarde la ciudadanía se dará cuenta de quien está por la labor y quien por salir en la foto y el postureo, y actuarán en consecuencia, premiando a quien intente el acuerdo y sancionando a quien ponga obstáculos. Veremos si los actuales líderes políticos saben estar a la altura de las circunstancias y son capaces de anteponer los intereses del país a los intereses personales o de partido.
Lo he escrito en alguna otra ocasión y me parece oportuno repetirlo: tal y como está las cosas, una reedición de los pactos de la Moncloa en versión siglo XXI, con todas las diferencias que se quiera, no estaría nada mal. Al fin y al cabo, si entonces la situación del país era sumamente delicada, hoy, en otro contexto y con otros actores, no lo es menos.

Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 02/07/16

APUNTES PARA UN NUEVO MODELO DE FINANCIACIÓN

En una iniciativa inédita hasta la fecha, en materia financiera, una veintena de entidades empresariales catalanas hicieron público, días at...