28 d’octubre 2020

PUNTO DE INFLEXIÓN O ESPEJISMO


 Está por ver, pero es muy posible que la moción de censura presentada por Vox, y que se sustanció los días 21 y 22 de octubre en el Congreso de los diputados, sea un punto de inflexión en la política española.

Lejos de incomodar al Gobierno, la iniciativa de la derecha extrema ha servido para proyectar la imagen de un Ejecutivo unido, serio y riguroso. El verdadero objetivo de la moción era el PP y poner en jaque a Pablo Casado. Sin embargo, todo se trastocó para Vox cuando, desde el atril, el líder de los populares les dijo: “hasta aquí hemos llegado”. Casado había guardado muy celosamente su intervención y en ningún cálculo entraba que fuera a buscar el cuerpo a cuerpo con, Santiago Abascal, su ex compañero de partido.

Desde luego, es muy pronto para hacer juicios de valor y hay que ver cuáles son las la intenciones reales del PP. Si estamos ante una simple operación de márquetin o los populares han decidido cambiar de estrategia y romper las amarras que les atan a los extremistas; de ser así, deberían empezar a poner fecha de caducidad a los acuerdos que tienen con Vox en Murcia, en Andalucía y en Madrid, tanto en la comunidad como en el ayuntamiento de la capital y gracias a los que gobiernan en esos lugares. Pero quizás eso es pedir demasiado.

De todas formas, por los apoyos Vox a los gobiernos de las comunidades autónomas y ayuntamiento de Madrid, los populares no deberían preocupase, porque la única alternativa real que tiene la ultraderecha es entregar el poder a la izquierda y eso no lo harán, pues su electorado no se lo perdonaría jamás. Lo que harán, como mucho, es subir el precio de sus apoyos, no tienen más que rascar.

Ante el aparente giro del PP Pedro Sánchez ya anunció en la segunda jornada de la moción de censura que el Gobierno paraba la iniciativa de los grupos parlamentarios de PSOE y UP para reformar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y volver a la negociación con los conservadores.  Claro que a los populares les faltó tiempo para rechazar la participación de Podemos en la mesa de diálogo. Argumento banal porque el reglamento de la Cámara indica que una vez el Gobierno ha entrado una iniciativa, en este caso la Reforma del CGPJ, son los grupos parlamentarios los que debatirán entre sí modificaciones o posibles enmiendas; por lo tanto, nadie puede privar a un grupo que pacte y/o acuerde con otro.

En un artículo titulado “El eterno viajo al centro” que publiqué, el pasado 7 de septiembre, en esta magnífica ventana virtual que es e- notícies.cat, entre otras cosas decía que de “todas formas, lo tiene complicado el Partido Popular con la derecha extrema desatada que le está comiendo espacios, por un lado y Ciudadanos que se ha lanzado a ocupar el centro que ellos han dejado vacío, por otro. Ante esta situación, Pablo Casado haría bien en sacar conclusiones de los resultados de las elecciones autonómicas celebradas en Euskadi y Galicia este mes de julio, y ver que le conviene más si el frentismo que han practicado en el País Vasco con Carlos Iturgaiz como punta de lanza, o el talante templado y sin aspavientos utilizado por Alberto Núñez Feijóo en Galicia”. La verdad es que no creo que se molestaran en leer mi columna, pero, al menos, parece que han sacado conclusiones, y de eso me alegro.

Estos días el Gobierno ha presentado en Bruselas una batería de reformas para optar al fondo de recuperación económica europeo. La cantidad a que opta España son 140.000 millones de euros. El apoyo del PP para lograr esa aportación sería inestimable, pero si no quieren dar soporte a esa iniciativa, sería suficiente con que no pusieran palos en las ruedas como han hecho hasta ahora en los foros internacionales.

El Partido Popular tiene ahora la gran oportunidad de ser un partido de centro, moderado y moderno. La intervención de Casado en el debate de la moción de censura del pasado 22 de octubre dejó a Santiago Abascal muy tocado. La ocasión es inmejorable para culminar su viaje al centro. No obstante, como decía un diputado socialista, con cierta retranca, cuando se levantó la sesión, “el movimiento se demuestra andando”.

Nadie les va a pedir ni que dejen de ser críticos ni que dejen de ser oposición, al fin y al cabo ese es el papel que la ciudadanía les otorgó en las últimas elecciones. Pero ahora han de dar credibilidad al buen discurso de Casado en el Congreso; bastaría con una llamada del líder de los populares al presidente del Gobierno y emplazarlo a hablar de la renovación de algunos órganos constitucionales, como por ejemplo, Poder Judicial, Tribunal Constitucional, RTVE y Defensor del Pueblo. Y ya que se arremangan, sería un detalle que se decidieran a colaborar para sacar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) adelante que, ante la situación de emergencia social y política que ha generado la pandemia, son más necesarios que nunca.

Pero no nos precipitemos ni seamos demasiado ambiciosos, demos tiempo al tiempo, no vaya a ser que lo que pensamos que es un punto de inflexión sea, tan solo, un espejismo.

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 27/10/20

 

EL CANTOR DEL 3%


 

Me ha costado más de lo habitual ponerme a escribir este artículo. La razón es que el protagonista del mismo, Daniel Osácar es un hombre que tiene 85 años, parece que no anda sobrado de salud y, encima, con un futuro judicial bastante complicado. No me gusta hacer leña del árbol caído y sacar a la luz las miserias de un pobre anciano no demuestra, precisamente altura de miras, pero la corrupción del partido que gobernó 23 años Cataluña, Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), fue tan desmesurada y nos ha hecho tanto daño como, pueblo, como país y como sociedad y durante tanto tiempo que no denunciarlo me parece todavía peor.

Daniel Osácar tenía fama de ser un hombre serio, discreto y formal, pero sobre todo nacionalista a macha martillo que diría un castellano viejo. Cuando estalló el caso del expolio del Palau de la Música era el tesorero de CDC y la tormenta le enganchó de pleno. Por eso, en la actualidad cumple condena de tres años y medio de cárcel porque en el juicio quedó demostrado que había blanqueado dinero. En circunstancias difíciles mantuvo el tipo y mientras otros acusados cantaban para llegar a acuerdos con la fiscalía y rebajar condenas. Él, por el contrario, se mantuvo hermético y llegó a decir que “allí se había mentido mucho”.

Tanto es así que Artur Mas había dicho en más de una ocasión que “ponía las manos en el fuego por él”. Nada que objetar. Es lógico que los correligionarios de un mismo credo se apoyen entre sí, e incluso sean solidarios y se den cobertura cuando vienen mal dadas.

Sin embargo, parece que el ex president se ha chamuscado las extremidades delanteras, y que todo quede ahí porque Osácar ante la soledad en la que le han dejado los antiguos colegas está dispuesto a cantar La Traviata si viene a cuento.

Cuentan fuera de foco, los que conocen bien los entresijos del mundo convergente que al extesorero siempre le habían asegurado que pasara lo que pasara, el partido estaría detrás para ayudarle, para cubrir sus necesidades y para garantizar un futuro de su familia. Por eso, mientras Félix Millet y Jordi Montull pactaban con el fiscal y confesaban mordidas a CDC en el juicio del caso Palau, Daniel Osácar se mantenía férreo en sus declaraciones y negaba lo que otros habían admitido ya.

No obstante, todo tiene un límite, y el tiempo ha ido pasando y de lo prometido nada. En esas circunstancias, Osácar consideró que los códigos de honor por los que se había regido estaban rotos. Pidió hablar con la junta de la prisión y allí explicó que se sentía traicionado y mostró su arrepentimiento. A mediados de septiembre y después de 75 días en la cárcel de Brians 2, La Generalitat, considerando su edad y estado de salud, le concedió el tercer grado y de esa forma cumple la pena en un piso tutelado. Normalmente la Fiscalía suele oponerse a esas iniciativas, pero esa vez no ha sido así, porque se valorado su “arrepentimiento”.

Ante esta situación, el fiscal Anticorrupción José Grinda vio la oportunidad de ganar un colaborador y le propuso un pacto en el caso 3%, donde hay 32 procesados, entre ellos el mismo Daniel Osácar, por organización criminal, blanqueo, tráfico de influencias y cohecho.

Será muy interesante conocer las explicaciones que da el extesorero convergente sobre ese macro caso de corrupción. Cuál era el Sobre el papel de Germà Gordò como gerente de CDC, la relación de este con Artur Mas, que hay de cierto y que no sobre el pitufeo, denominación coloquial que utilizaban 14 altos cargos de CDC, para referirse a las donaciones que hicieron al partido entre 2008 y 2010. Algo que en principio no es objetable, pero se complica cuando se comprueba que todas esas donaciones fueron de 3.000 euros en metálico y hechas a final de año. Según las investigaciones todo apunta a que en realidad era una manera de canalizar dinero de procedencia ilícita.

Tras esta cascada de hechos tan turbios habrá que ver si la Fiscalía Anticorrupción considera que la declaración de Osácar tiene el suficiente fundamento como para solicitar la imputación de Artur Mas que, no olvidemos era el máximo responsable del partido en esa época. Es importante señalar aquí que como el ex president no es aforado el juez de la Audiencia Nacional De la Mata lo podría llamar a declarar en cualquier momento.

De todos modos, ante el desmoronamiento generalizado del imperio convergente, es importante potenciar la vocación “lírica” de Osácar y de otros personajes similares que, con toda seguridad, aparecerán en la escena del universo político catalán y esa puede ser la vía que sirva para deshilachar la madeja de corrupción tejida con tanto ahínco por las huestes pujolísticas y que continúa con sus herederos y, muy posiblemente, siga todavía bajo otras siglas, pero con idéntica finalidad.

Esperaremos impacientes a que alguien dé el Do de pecho. 

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en El catalán 24/10/20

21 d’octubre 2020

PRECEDENTE PELIGROSO


 

El PP lleva dos años bloqueando la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). El pasado mes de julio parecía que el Gobierno y el primer partido de la oposición habían llegado a un principio de acuerdo y en el inicio del curso político se renovaría el CGPJ. Sin embargo, los populares rompieron unilateralmente la negociación con el banal argumento de que Podemos no podía estar en la mesa de diálogo. Inaudito, pero cierto.

Ante ese permanente bloqueo, el Gobierno ha decidido echar por el camino más corto y que fueran los grupos parlamentarios de PSOE y Unidas Podemos los que presentarán una proposición de ley para tirar adelante la reforma. Conviene aclarar aquí que el reglamento del Congreso no exige a los grupos parlamentarios los informes del Poder Judicial, del Consejo Fiscal y del Consejo de Estado, que sí son preceptivos si es el Ejecutivo quien presenta el proyecto de ley. Además, de esa manera, se acortan considerablemente los plazos y la iniciativa se puede convertir en ley en poco más de dos meses.

No obstante, las alarmas han saltado cuando la Comisión Europea ha tenido conocimiento de las intenciones del Gobierno. La CE ha hecho llegar una seria advertencia a España sobre el proyecto de ley de Reforma del Poder Judicial. Aunque desde hace tiempo en Bruselas aprietan al Gobierno español para que renueve el órgano judicial que acabó su mandato en 2018, los políticos y juristas europeos no ven con buenos ojos que el proyecto se vehicule mediante los grupos parlamentarios del PSOE y de Unidas-Podemos. Temen que se ponga en peligro la independencia judicial y que el CGPJ se politice más de lo estrictamente ineludible.

En esencia, la reforma que se pretende desde el Ejecutivo es rebajar el actual quorum necesario de tres quintos a mayoría absoluta simple, tanto en el Congreso como en el Senado, para nombrar a 12 de los 20 vocales del Consejo. Y ahí es donde le duele al PP, porque con esta modificación los votos de los populares serían irrelevantes, bastaría con los soportes que permitieron la investidura de Pedro Sánchez.

De todos modos, y ante el aviso recibido dese Bruselas, el presidente Sánchez ha tendido la mano a Pablo Casado para desbloquear la renovación “a partir del principio de preacuerdo de julio”; es decir, un reparto de 10 vocales para cada bloque y el presidente progresista. Pero el PP sigue cerrado en banda y exige como condición sine qua non, para empezar a negociar, la ya mencionada exclusión de Podemos en el acuerdo, algo lógicamente inviable.

La cuestión es que izquierda y derecha no solo se han de diferenciar por sus postulados ideológicos, que son sus respectivas razones de ser, sino que entre otras muchísimas cosas se deben marcar también distancias por sus maneras de proceder.

Por eso, y aunque la memoria es débil, conviene recordar que, en enero de 2014, cuando gobernaba el PP, con Mariano Rajoy al frente, el grupo parlamentario popular tramitó una reforma urgente de la ley orgánica del Poder Judicial para dilapidar lo que se conoce como justicia universal, y lo hizo como proposición y no como proyecto del Gobierno; de esa forma evitaron, como ahora pretenden los grupos de PSOE y UP los informes preceptivos. Por lo tanto, no estaría de más que los populares se miraran al espejo antes de poner el grito en el cielo.

Con esa iniciativa el Gobierno de Mariano Rajoy eliminó de un plumazo la capacidad de los jueces españoles para investigar crímenes contra la humanidad cometidos fuera de España. Algo que entonces era molesto para países como Estados Unidos o China entre otros.

Ante esta situación de bloqueo, es comprensible que el Ejecutivo y en especial el presidente Sánchez estén hartos del obstruccionismo y el bloqueo sistemático del PP; pero la solución nunca puede ser cambiar las reglas de juego a mitad de partido y tampoco utilizar el tú más o él y tú también. En ningún caso un Gobierno progresista debería utilizar un precedente de esa catadura política como argumento.

Tal vez el proyecto de ley que presenta el Gobierno de coalición es discutible, y ya se sabe que la izquierda, como la mujer del César, no solo ha de ser honrada sino que ha de demostrarlo. Pero es que el PP está cometiendo fraude de ley con sus bloqueos sistemáticos y burlando la Constitución, que tanto dice defender, para sacar pingües réditos políticos.

Estoy convencido de que nuestro sistema constitucional y jurídico ofrece otras posibilidades y es muy plausible que se pueden explorar otras vías que den plenas garantías a la iniciativa gubernamental. Y eso, sería mucho mejor que recurrir a las artimañas que ya utilizó el PP en 2014 porque, aunque nada garantiza que si algún día los conservadores vuelven a gobernar vuelvan a hacer trapacerías, que un Gobierno progresista utilice las mismas argucias que la derecha ultramontana sentaría un precedente peligroso.

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 20/10/20

15 d’octubre 2020

LA COCINA DEL PODER


 

Desde mediados del mes de mayo, un grupo de economistas de élite, entre los que también hay sociólogos y científicos, reclutados por la Moncloa, se reúne de forma habitual para establecer los ejes básicos de cómo debería ser la España poscovid. De forma deliberada se ha querido que sea un equipo lo más transversal posible. Por eso, el perfil ideológico de la coalición de Gobierno no es el mayoritario dentro del grupo, por lo que se ha recurrido a gente tan diversa como Toni Roldan ex dirigente de Cs, Alda Caldera economista de la OCDE o Rafael Doménech director de Análisis del BBVA entre otros muchos para que concurran el máximo de sensibilidades. El objetivo era claro: elaborar un documento que sea el embrión del que hay que presentar, en los próximos días en Bruselas para optar a los fondos de reconstrucción y que, a la vez, sea el punto de partida de los presupuestos generales del Estado (PGE) para 2021.

Iniciativas similares se están llevando a cabo en la práctica totalidad de los países de la U E. Tras la pandemia del coronavirus, aún no superada, hay que rediseñar la economía. En consecuencia, todo el mundo trabaja en la misma dirección: salir cuanto antes de la crisis y remontar la situación de la manera más rápida posible.

La idea matriz que ha estructurado los trabajos de ese grupo de expertos de nuestro país ha sido elaborar un plan que permita rescatar a España de la crisis y modernizar su economía. Ese plan propone una inversión de 72.000 millones de euros para el trienio 2021-2023 que tendrá dos ejes vertebradores: la transformación digital y la transición ecológica.

La previsión es que, de todos los fondos que lleguen de Europa el 33%, se destinen a la transformación digital ya que se considera una herramienta clave para reimpulsar la economía y lograr que en 2023 tengamos un nivel de actividad similar al previo a la pandemia.

Por lo que respecta a hacer efectiva la transición ecológica, el Gobierno tiene previsto canalizar los fondos en inversiones verdes mediante el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, un documento estratégico que ya se envió a Bruselas meses atrás. En el mismo se establece una hoja de ruta para la descarbonización de la economía de nuestro país antes de 2030.

El Gobierno que preside Pedro Sánchez está dando muestras muy claras de que es necesario apoyar tanto como sea posible al tejido productivo para evitar un descalabro aún mayor del que ya estamos padeciendo. Por eso, se ha aprobado una subida histórica del límite del gasto no financiero (conocido como techo de gasto), es decir, el tope máximo que pueden alcanzar los Ministerios. De igual manera, el ejecutivo hará una aportación extra a la Seguridad Social y otra a las comunidades autónomas que rondará los 32.000 millones de euros; además de desbloquear el primer tramo de ayudas europeas que estará sobre los 27.000 millones de euros. Todo ello significa una subida del mencionado techo del gasto de más del 53%. Siempre y cuando se levante el bloqueo presupuestario que, en estos momentos, si no se arreglan las cosas, deja en el aire el multimillonario fono de recuperación.

Según la ministra de Hacienda María Jesús Montero, “este límite de gasto es inédito y no admite comparaciones”. El motivo es el vertiginoso incremento de la factura que está dejando la crisis sanitaria y que obliga a exprimir como nunca los recursos públicos.

El Gobierno de coalición ha desarrollado un plan que va más allá de los PGE para 2021. De hecho, es un ambicioso proyecto que pretende modernizar todo el sistema productivo de nuestro país mediante un descomunal aumento del gasto público a llevar a cabo en los próximos seis años, al amparo, como no puede ser de otra forma, de los fondos de recuperación que han de llegar de Europa. Ante estas expectativas, los dos partidos que conforman el Ejecutivo se han conjurado para dar larga vida a este Gobierno, más allá de las diferencias que eventualmente puedan surgir.

En las circunstancias de excepcionalidad que estamos viviendo la situación no es fácil para nadie, pero, a mi modo de ver, debería de ser de una preocupación especial para Pablo Casado. El líder de los populares se viene equivocando de forma reiterada dese que llegó a la presidencia de su partido, pero en los últimos meses ha aumentado de manera sustancial su porcentaje de errores frente al de aciertos y ya son bastantes las voces que desde el propio partido piden un giro, al menos en las políticas sociales y, sobre todo, en las económicas.

Desde luego, el papel lo aguanta todo y ahora hay que ver cómo evolucionan los acontecimientos, si el dinero empieza a fluir y las propuestas del presidente Sánchez se materializan. En ese caso, a Casado le será muy difícil explicar su rechazo frontal a un menú elaborado en “la cocina del poder” (como llaman algunos a los cenáculos políticos de altos vuelos) por un centenar largo de eruditos de tendencias ideológicas muy diversas y que está basado en la transversalidad y en dotar a España del impulso necesario para salir del agujero generado por la pandemia con las menos heridas posibles; mientras que los sectores, históricamente afines como la patronal le dan la espalda y se alinean con el Ejecutivo o los presidentes autonómicos del PP hacen oídos sordos a su líder y colaboran con el Gobierno central.  

Esa obstinación solo se explica si se atiende a algunos cargos cercanos a Pablo Casado que dicen que su verdadera vocación es ser portavoz de la derecha extrema. Si eso es así, todo cuadra.

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 13/09/20

05 d’octubre 2020

DEL FUEGO A LAS BRASAS


 

Muchos catalanes, entre los que me encuentro, con la inhabilitación de Quim Torra nos hemos visto aliviados sicológicamente. Resultaba muy desagradable desayunarse cada mañana con los improperios,  exabruptos y monsergas monotemáticas del ya ex president-vicario.  

Con esa destitución se cierra una de las etapas más grises de nuestra historia política contemporánea. Ahora toca pasar página. De todas formas, nos esperan muchos meses de interinidad política, parón institucional e intrigas partidistas.

La situación política catalana es absolutamente atípica en un país europeo y moderno como pretende ser Cataluña. Tenemos el Govern en funciones y un president sustituto que no lo es plenamente porque la ley limita sus competencias. A este paisaje, casi dantesco, hay que añadir una precampaña electoral a cara de perro y la lucha fratricida por el poder, entre las fuerzas independentistas para ver quien logra la hegemonía política de los próximos años.

Hemos llegado hasta aquí por la negativa de Torra a convocar elecciones antes de ser inhabilitado, algo que todo el mundo pedía excepto el grupito de Waterloo y sus acólitos que necesitan tiempo para montar su chiringuito, afinar la estrategia de “confrontación inteligente con el Estado” y ganarse un sitio al sol.

Mientras, los partidos no secesionistas, con el Parlament inactivo, asistirán al espectáculo como comparsas y la ciudadanía lo haremos como convidados de piedra. No está mal. Pero eso sí, los ciudadanos hemos de seguir cumpliendo con nuestras obligaciones, entre ellas las fiscales, aunque la prestación de servicios tan básicos como la sanidad o la educación estén bajo mínimos. Y si alguien piensa que exagero que se dé una vuelta por su centro de asistencia primaria o vaya a ver en qué condiciones con qué y medidas de seguridad se trabaja en colegios e institutos.

Con este panorama tan poco alentador, son bastantes los analistas políticos que ven en ERC la solución a los problemas que nos aquejan. Lo siento pero discrepo. Si los republicanos ganan las próximas elecciones y suman con JxCat para gobernar, formaran Govern con ellos, que nadie lo dude. De hecho, Pere Aragonés (conseller de Economía y, con toda probabilidad, candidato de su partido en las próximas elecciones)  lo dijo días atrás, sin ningún empacho, en la primera entrevista que concedió como sustituto del president inhabilitado.  Es decir que saldremos del fuego para meternos en las brasas.

No nos hagamos demasiadas ilusiones y digamos las cosas claras: ERC no es un partido de izquierdas, por mucho que alardeen de ello. No creen en la igualdad de las personas sin tener en cuenta su origen. La agenda social para los seudorrepublicanos catalanes es totalmente secundaria. Esto no es una afirmación gratuita, hay ejemplos que lo demuestran, Artur Mas suprimió 1.200 plazas de personal sanitario y más de 1.100 camas hospitalarias durante su mandato. Pues bien, ERC entró en el Govern en 2015 y a día de hoy no ha recuperado ni un empleo en la sanidad pública ni una sola cama de hospital. Otro: en plena pandemia el Govern (no hace falta recordar aquí que Pere Aragonés es el conceller de Economía como ya se ha dicho más arriba) decidió desviar 15 millones de euros del fondo Covid a TV3 para compensar el descenso de publicidad. De manera simultánea, el departamento de Educación, que dirige el también republicano Josep Bargalló, cancelaba el programa de tarjetas monedero que garantizaba la comida durante el verano a los niños más vulnerables. Decía Winston Churchill: “dime que presupuestos apruebas y te diré que política prácticas”.

Puede parecer un tópico, pero estamos en un momento muy grave y, por lo tanto, hay que poner fin esta sangría que nos está agotando como país. Necesitamos un Govern que gobierne bien y para todos; y eso, en mi opinión, significa desarrollar una gestión ágil, llevada a cabo con transparencia y limpieza. Desde el Ejecutivo se debe trabajar por una sociedad más justa equitativa y solidaria, donde las personas puedan desarrollar su proyecto personal y colectivo.

Un reciente estudio del CEO indica que un 56,6% de la población considera necesario reorientar los servicios públicos que tanto deterioro han sufrido en los últimos tiempos, para situarlos a la altura de las circunstancias. Y eso pasa, inexorablemente, por dotarlos de recursos adecuados y, sobre todo, de voluntad y capacidad política para hacerlo.

Por todo eso, es necesario que en las próximas elecciones se produzca una reacción que genere un cambio para empezar a salir del pozo en que nos han metido los gobiernos nacional-independentistas. Sin embargo,  la verdad es que no veo en los que nos han gobernado en los últimos diez años ni que estén por la labor ni que estén preparados para ello.

Ante este estado de cosas la pregunta es obvia: ¿podremos como país y sociedad aguantar mucho más sin que las costuras se rompan? Mi opinión es que no.

 

Bernardo Fernández

Publicado en e noticies 05/10/20

DEL SOCIALISMO A LA SOCIALDEMOCRACIA

En el siglo XIX, la socialdemocracia fue una tendencia revolucionaria difícil de diferenciar del comunismo. Pretendía acabar con la división...