18 de desembre 2019

LOS MOVIMIENTOS VERDES Y EL ORO NEGRO


La Cumbre del Clima, COP25, es su nombre en inglés, que se celebró en Madrid días atrás, se cerró con dos días de retraso sobre el calendario previsto, porque no había manera de que los participantes se pusieran de acuerdo. El obstruccionismo de países como EE. UU, China, India o Brasil a punto estuvo de echarlo todo a rodar. No se logró el gran objetivo que se había fijado previamente que era regular los mercados de emisiones de carbono. No obstante, pudieron salvar la situación con un acuerdo de mínimos y emplazarse para la siguiente Cumbre que se celebrará en Glasgow en 2020.
“Tiempo de Acción”, titularon la declaración final de la Cumbre y en ella se exige a los países mayores esfuerzos en materia climática para recortar emisiones de CO2, pero sin concreción.
El secretario general de la ONU, Antonio Gutierres se mostró decepcionado con los resultados y manifestó que “la comunidad ha perdido una gran oportunidad para mostrar mayor ambición”.
A pesar de la contundencia y certeza de las afirmaciones de Gutierres, se ha opuesto de manifiesto que la sociedad en general y el voluntariado en particular van muy por delante de los gobiernos que se supone que les han de defender y proteger. Se ha hecho evidente, de nuevo, que éstos están mediatizados por el gran poder que es el capital y, en esas circunstancias, el clima, el ecologismo y la contaminación no son una excepción. Cuando hay dinero a ganar, siempre hay alguien dispuesto a invertir, sin importar demasiado a qué o a quién puede perjudicar.
Los grandes bancos de inversión del mundo han colocado unos 700.000. millones dólares (unos 630.000 millones de euros) en las empresas de combustibles fósiles que se están expandiendo de manera cada vez más agresiva en proyectos de extracción petrolífera, gas y carbón.
No piensen ustedes, apreciados lectores, que eso es cosa de americanos, rusos y/o chinos solamente, no. Según la ONG Rainforest Action Network, especializada en analizar las grandes inversiones en la neoera fósil, El Banco de Santander invirtió en extracción de combustibles fósiles entre 2016 y 2018 casi 15.000 millones de dólares y le BBVA destinó 12.000 millones de dólares en inversiones a industrias que viven de la explotación del oro negro.
Es verdad que estas cantidades comparadas con las de los grandes inversores, a la cabeza de los cuales está JPMorgan Chase, son casi de risa, pero nos pueden dar una idea de la magnitud de lo que está en juego y de los escrúpulos de los cerebros pensantes de las entidades inversoras.
No quisiera ser agorero, pero ya se pueden hacer cumbres contra el cambio climático, en favor del ecologismo, por un futuro verde y todo lo que convenga que mientras frente al voluntarismo verde haya una realidad negra, que es la que representa el activismo inversor, la cosa, por decirlo suave, estará peluda. El petróleo, el gas y el carbón reciben cada año ayudas que rondan los cinco billones de dólares (10 millones al minuto), y eso son datos que los da, un organismo tan pragmático como el Fondo Monetario Internacional (FMI), no una institución sin ánimo de lucro o una ONG que sueña con paraísos imposibles.
La filosofía de esos genios de la inversión es simple: más petróleo y más barato, significa más consumo (léase mayor beneficio). Es igual que eso equivalga a que el coche eléctrico tardará más en llegar, si es que con estas perspectivas llega algún día. Por eso, no es de extrañar que muchos ecologistas duden de que la transición energética se lleve a cabo, antes de que sea demasiado tarde.
Hay un dato que, desde mi punto de vista, resulta demoledor. Dice Valentina Kretszchmar, directora de investigación de la consultora energética Wood Mackenzie, que las ganancias que genera una inversión en energías renovables como puede ser la solar o la eólica, oscilan entre el 6% y el 7%. Mientras que las inversiones en gas o petróleos alcanzan de manera fácil y rápida una rentabilidad del 15%.
Por si todo eso fuera poco, existen estudios muy creíbles que apuntan a nuevas zonas donde se pueden llevar a cabo extracciones muy rentables. Lugares como Brasil, Canadá, Noruega o la Guayana pueden producir en breve un millón de barriles diarios (la producción actual se cifra en unos 80 millones de barriles día). Además, con una ventaja añadida: esos nuevos yacimientos no están ubicados en zonas geopolíticas complicadas y, desde luego, nada que ver con los riesgos que se corren al pasar el estrecho de Ormuz.
Con esta situación, como telón de fondo, hay que quitarse el sombrero ante la determinación y entereza de los movimientos ecologistas y científicos frente a gobiernos timoratos y corporaciones insolentes. El oro negro, que en un tiempo hizo avanzar a la humanidad, es, en estos momentos, más parte del problema que de la solución.  Y eso seguirá siendo así mientras la economía imponga sus reglas, el sistema político las acepte y acepte, también, enriquecimientos indecentes.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 18/12/19

17 de desembre 2019

VIVIR CON DIGNIDAD


Nos ha tocado vivir tiempos difíciles y una situación sociopolítica muy compleja. Nubarrones de todo tipo oscurecen el futuro y las previsiones que se hacen no son nada halagüeñas. Eso hace que estamos inquietos por la falta de Gobierno y nerviosos por el desgobierno en Cataluña. A la vez, nos preocupa el cambio climático y el negacionismo de algunos descerebrados como Donald Trump o Jair Bolsonaro. También nos inquieta la sostenibilidad del sistema público de pensiones y nos producen desasosiego las listas de espera en la sanidad, el deterioro en la educación y… un montón de cosas más.
Pero, por encima de todo eso, hemos de llegar a final de mes, hacer que la familia funcione mientras atendemos a todas nuestras responsabilidades como, por ejemplo, pagar la hipoteca, sin olvidarnos de las matrículas de los chavales para que hagan Formación Profesional o vayan a la Universidad. Asimismo, y si nuestra economía lo permite, tener un plan privado de jubilación para cuando llegue el momento, por lo que pueda ser. Además, claro está, de desempeñar nuestro trabajo diario de la mejor manera posible para no tener problemas, cumplir con nuestras obligaciones y, si puede ser, ascender en el escalafón para estar mejor considerados y aportar un poco más a la economía familiar.  
Por todo eso, estos días de Fiestas, que están a la vuelta de la esquina, nos reuniremos con parientes y amigos, para juntos pasarlo lo mejor posible. Brindaremos por muchas cosas, una de ellas, seguro que es, por un futuro mejor y, también, por nosotros, y haremos bien, al fin y a al cabo, la familia, los nuestros, es el valor más sólido que tenemos. Y nos lo merecemos porque nos lo ganamos a pulso cada día.
No obstante, no estaría de más que echáramos un vistazo a nuestro alrededor y pensáramos un poco, sólo un poco, en todos esos millones de personas que viven muy por debajo de los estándares de la pobreza.
Digo esto porque tengo sobre la mesa de trabajo, tengo un informe, publicado hace unas semanas titulado “Panorama social del trabajo en el mundo 2019”, y ha sido elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Pues bien, claro y concreto, leerlo me ha helado la sangre. Según se explica en el mismo, unos 700 millones de personas trabajan y viven con menos de 3,2 dólares al día (unos 2,8 euros). De ellos, 265 millones no llegan a ganar 1,9 dólares diarios, éstos son los más parias de la tierra, pese a tener un empleo.
Además de todo esto y como es fácil imaginar, quien sale peor parado, son las mujeres. Los estudios realizados en 62 países ponen de manifiesto que las trabajadoras vienen a cobrar un 12% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo que un obrero. El promedio de desigualdad salarial supera el 20% en ocupaciones directivas o de cierta responsabilidad.
Para Mathias Thorns, secretario general adjunto de la Organización Internacional de Empleadores, “no sólo es necesario crear empleos, sino que es necesario hacerlo en un entorno empresarial seguro”. En su opinión hay que acabar con las trabas burocráticas para contratar o formalizar negocios y evitar la corrupción reinante en muchos países.
El empleo decente y productivo debería ser el eje vertebrador para que las personas salgan de la pobreza. Sin embargo, en el informe de la OIT se señala que “el modelo económico en que nos hemos basado está obsoleto”. Esa situación genera puestos de trabajo deficientes y, la consecuencia, es que no se pueda garantizar que haya un salario aceptable para que los trabajadores lleven una vida digna.
El mencionado informe, como es fácil suponer, es mucho más extenso y analiza y desmenuza detalles que, a mi juicio, son de máximo interés. No obstante, me ha parecido oportuno dar tan solo unas cuantas pinceladas sobre la cuestión y dejarla abierta para posibles debates y/o escritos futuros.
Me doy por satisfecho si con este sencillo escrito he conseguido agitar alguna conciencia y he generado alguna reflexión y/o análisis sobre las situaciones de injusticia con las que convivimos. De momento, disfruten de los días que se avecinan y de lo bueno que nos traen. Les deseo, sinceramente, que sean razonablemente felices en estas Fiestas de Navidad y de manera especial el año próximo.



Bernardo Fernández
Publicado en El Catalán 16/12/19



12 de desembre 2019

FECHAS CLAVE


Dicen los que me conocen bien que soy un optimista visceral. No lo sé, pero desde luego siempre prefiero ver la botella medio llena antes que medio vacía. Tampoco soy partidario de echar agua al vino. Sin embargo, aunque quiero ser positivo con el tema de la investidura de Pedro Sánchez, mucho me temo que, por muy bien que vayan las negociaciones, éstas se pueden alargar y, hasta bien entrado el mes de enero, no tendremos presidente de Gobierno a todos los efectos.
ERC ha conseguido controlar la agenda política y eso no es una buena noticia porque sus intereses, en estos momentos, no coinciden con los de la mayoría. Además, el calendario es diabólico. Para empezar, los pseudorepublicanos necesitan tiempo para convencer a sus bases, bastante radicalizadas, de las conveniencias de un acuerdo con los socialistas. Ahí jugará un papel fundamental su Congreso Nacional que han de celebrar los próximos días 20, 21 y 22 de este mes de diciembre. No me extrañaría que los dirigentes de ERC busquen obtener en el cónclave algún mandato abierto para poder maniobrar a sus anchas sin que después la organización se lo pueda echar en cara.
De todas maneras, antes de llegar a eso, en todas las agendas políticas, que tienen que ver con Cataluña, está marcado en rojo el 19 de diciembre. Ese día el Tribunal de Justicia de la UE se ha de pronunciar sobre la inmunidad o no de Oriol Junqueras como europarlamentario. Un fallo que por extensión afectará a la situación jurídica y política de Carles Puigdemont y Toni Comín. Según lo que diga ese dictamen, el hoy expresident prófugo podría volver a presentar su candidatura para intentar dirigir de nuevo la Generalitat. Y, si eso sucediera, nadie duda que el tablero político cambiaría de manera radical y las prioridades serían otras.
Lo más plausible es que entonces, Quim Torra convoque elecciones porque en JxCat saben que su tabla de salvación es Puigdemont. Tan solo con él al frente tienen posibilidades de seguir presidiendo el Govern. Por eso, los neoconvergentes y sus satélites apuraran hasta el último suspiro y jugaran esa carta mientras tengan la más remota posibilidad de que se haga realidad.
En ese supuesto, es probable que ERC rompa la baraja de la negociación por la investidura porque, con unas elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, su objetivo sería batir de una vez por todas a JxCat y, convertirse así, en el partido hegemónico de Cataluña, auténtico objetivo por el que siempre han trabajado los pseudorepublicanos. Lo otro: el derecho a decidir, la autodeterminación o la independencia, en realidad son etapas de una carrera por el poder que tiene su meta en la Plaça Sant Jaume o más concretamente en el Palau de la Generalitat.
Por lo tanto, de darse esa situación, estaríamos ante una lucha sin cuartel entre las dos fuerzas independentistas que llevan años enfrascados en una lucha fratricida. En esas circunstancias, que una de las dos organizaciones estuviera negociando para investir al presidente del Gobierno de España o estuviera a punto de hacerlo, casaría muy mal con los maximalismos secesionistas que se alimentan en las campañas electorales independentistas para azuzar las bajas pasiones.
Estamos, pues, ante unas fechas que serán claves para desbloquear la situación política en la que llevamos atascados muchos meses o embarrancarnos aún más. Entonces, si eso último sucede, vamos de cabeza a unas nuevas elecciones que nadie quiere, salvo la derecha que las está deseando.
Sea como sea, no depende de nosotros, así que lo mejor será que nos lo tomemos con mucha calma, bastante filosofía y si es posible algo de humor. Al fin y al cabo, de otra manera, tampoco vamos a conseguir nada.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 11/12/19

04 de desembre 2019

ENTRE LO MALO Y LO PEOR


Tenía previsto escribir un artículo sobre la conveniencia o no de reformar la Constitución, ahora que se cumplen cuarenta y un años desde que se aprobó. De esa forma, cumplía con mi compromiso de entrega semanal a e notíices, Sin embargo, he cambiado de opinión al leer determinadas declaraciones, manifestaciones y/o artículos que me han ocasionado desasosiego y cierto malestar.
De hecho, tanto Pablo Casado como Albert Rivera, ya empezaron, después de las elecciones del pasado 28 de abril, a advertirnos de la “inmensa catástrofe” que sería un Gobierno de coalición del PSOE con los comunistas de Unidas Podemos para España; pero si además recibía los apoyos de Bildu y/o ERC (cosa imprescindible por cuestiones de pura aritmética parlamentaria, ante la negativa de la derecha a facilitar la investidura,) todas las maldiciones bíblicas caerían sobre nosotros. Pero, para bien o para mal, aquella propuesta no tiró adelante y, como consecuencia de ese pacto “interruptus”, no nos quedó otra que, en el mes de noviembre pasado, volver a ir a votar.
Ahora parece que hay posibilidades reales de que ese Gobierno de coalición cuaje. Aunque, eso sí, para que salga adelante se necesita que hasta una quincena de diputados de lo más variopinto den su apoyo y que los seudorepublicanos catalanes se abstengan para hacer posible que Pedro Sánchez sea investido. Y ese es el quid de la cuestión.
Días atrás eran los chicos de Vox, tan perspicaces ellos, los que decían que “Pedro Sánchez quiere reformar la Constitución para destruir España con sus cómplices separatistas”. Poco después, Luís Garicano, eurodiputado de Ciudadanos, ─ese partido, que ya es irrelevante y va camino de la desaparición─, pronosticaba que “un Gobierno con Podemos y el apoyo de ERC era el fin de España”, alineándose así, con ese gran hombre tan amante del progreso y de los avances de la humanidad que es el integrista Antonio Cañizares, en la actualidad arzobispo de Valencia y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española que en una carta titulada “¡Alerta!”, ¡Alerta!”, dice que ve a España “en peligro y grave emergencia”. Hasta ahí, ninguna novedad, nada que no supiéramos ya.
Sin embargo, lo que me ha inquietado ha sido un manifiesto que han suscrito una cincuentena de parlamentarios de las Cortes constituyentes en el que piden a los partidos de ámbito estatal que lleguen a un acuerdo por la unidad de España y un Gobierno que no dependa del independentismo.
Vamos a ver: siento un gran respeto por todas aquellas personas que en un momento determinado dieron un paso al frente e hicieron posible que el tránsito de la dictadura a la democracia fuera en muchos aspectos modélico. Confieso que, por alguno de esos personajes, incluso siento admiración. No obstante, cuando leo algunas declaraciones se me pone, como diría el Holandés Volador, “la gallina de piel”. Aquellos constitucionalistas de ayer hoy son viejas glorias que se asemejan mucho a esas reliquias que todos respetan, pero nadie sabe dónde poner y, en unas circunstancias como las actuales, creo que harían bien quedándose en un discretos segundo o tercer plano y dejaran hacer a los que hoy tienen esa responsabilidad, porque a ellos ya se les pasó su ocasión.
No negaré la complejidad del momento, pero como ha dicho el ya exministro de Exteriores Josep Borrell, y uno de los cerebros mejor amueblados de la política española, la “situación es anómala”. Ciertamente la situación es anómala. Por lo tanto, puede gustar o no, pero la realidad es la que es, y si el PP se niega a facilitar la investidura, sólo quedan dos opciones: o se busca la abstención de ERC, y eso significa sentarse y negociar o vamos a unas nuevas elecciones. Como diría un castizo, no hay más cera que la que arde
Además, parece que por fin se va encendiendo alguna luz en el universo indepe. El exdiputado de Esquerra Joan Tardà decía: “Lo importante es investir a Pedro Sánchez para seguir negociando”.
Desde luego, la situación está cogida con alfileres y en cualquier momento se puede ir todo al garate, A veces en política, como en la vida, hay que tomar decisiones y se debe escoger entre lo malo y lo peor y eso es lo que le corresponde hacer a hora a Pedro Sánchez. De todos modos, deberíamos ser razonablemente optimistas y darle una oportunidad al sentido común.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 04/12/19

27 de novembre 2019

NEGOCIAR TANGIBLES


Durante muchos años, la desaparecida Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), con la impagable colaboración de Unión Democrática de Cataluña (Unió), practicó el cinismo político en nuestro país.
Quién no recuerda aquello de la puta y la Ramoneta. Venía a ser algo así como pedir una cosa y querer otra, decir algo en Barcelona y lo contrario en Madrid. En definitiva, hacer mil trapacerías al más puro estilo de la picaresca española. O sea, la antítesis de la política hecha con rigor y seriedad, que es la que se supone que han de practicar nuestros representantes.
Pues bien, parecía que con la desaparición de la coalición que hizo de la cicatería bandera, CiU, y el ostracismo de su máximo líder apartado de la escena por corrupto, Jordi Pujol, aquella manera de hacer quedaría para el recuerdo. Sin embargo, miren ustedes por donde, ERC ha cogido el relevo y lleva un tiempo desempeñando el mismo papel que hicieron los pujolistas en su momento y que tanto rédito electoral les dio; aunque eso sí, dejaron el país hecho trizas para un montón de años.
Ahora estamos en las mismas. Los pseudorepublicanos catalanes se saben imprescindibles para que Pedro Sánchez siga en La Moncloa. Son conscientes de la situación y se hacen de rogar, hasta aquí nada que objetar, ese dejarse querer forma parte de la política. Ahora bien, saben que determinadas cosas ni se pueden proponer ni se puede aceptar que entren en la carpeta de lo negociable, bien porque están fuera de la legalidad, bien porque exceden de las competencias de los interlocutores. No hay que olvidar que en democracia cada institución juega su papel y un Ejecutivo tiene unas atribuciones y un Parlamento tiene otras, y no es aconsejable mezclar churras con merinas.
He querido comenzar este artículo con esta breve reflexión porque ERC está subiendo, cada día que pasa, el precio de sus votos para investir a Pedro Sánchez como presidente de Gobierno.
Está bien que pidan una mesa diálogo, pero es cuestionable que exijan que sea entre iguales, porque el Gobierno de un Estado (España) nunca puede ser igual que el de una autonomía (Cataluña). De la misma manera que también es cuestionable que propongan temas para negociar como la autodeterminación que están fuera del marco constitucional, es decir fuera de la ley. Lo mismo que pedir, en estos momentos una Ley de Amnistía que no es otra cosa que un brindis al sol.
Por lo tanto, sería razonable que fueran a la mesa de negociación “ligeros de equipaje”. O lo que es lo mismo, con la idea de mejorar las infraestructuras en Cataluña, buscando mejoras en la financiación, para reducir las listas de espera en la sanidad, bajar las tasas universitarias o aumentar las becas comedor. Cosas que buena falta nos hacen a la gente que vivimos en Cataluña para mejorar nuestra calidad de vida.
En definitiva, deberían aprovechar la coyuntura para negociar tangibles como, por ejemplo, aumentar el autogobierno, ahí sí que encontrarán a una mayoría sustancial de catalanes que les darán soporte.
De todas maneras, en mi opinión, buena parte del problema tiene sus raíces en que el universo independentista y ERC está en esa burbuja, no entiende, o no quiere entender, que los políticos presos no fueron juzgados por sus ideas, ni por falta de libertad de expresión, ni porque no se respetara su derecho de manifestación. Están en prisión porque cometieron delitos tipificados en el código penal.
Y mientras no asuman eso, el entendimiento será difícil, muy difícil. Otra cosa, es la posición de JxCat que piden para negociar, además que lo mismo que los de Oriol Junqueras, que se siente a la mesa Carles Puigdemont, el fugitivo de la justicia, y haya un relator internacional. A éstos hay que echarles de comer aparte. Pero de eso, si les parece amables lectores, hablaremos en otro capítulo de este interminable culebrón. 

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 27/11/19

LOS ERE Y "LA PAZ SOCIAL"


La sentencia de los ERE de Andalucía ha sido un torpedo en la línea de flotación del PSOE. No por esperada ha resultado menos dolorosa para los socialistas.
Ese dictamen, aunque todavía no es firme, es una mancha para el partido socialista. Un partido que, a lo largo de sus más140 años de historia, siempre ha luchado por los más desfavorecidos, el interés general de las mayorías sociales y por los principios democráticos de libertad e igualdad, con total honestidad.
Este desafortunado asunto empezó a tejerse con Manuel Chaves. Chaves llegó a la política andaluza en 1990. Fue enviado allí, por Felipe González, para zurcir las heridas que había generado el enfrentamiento entre Alfonso Guerra y José Luís Rodríguez de la Borbolla, entonces presidente de la Junta.
Manolo Chaves estuvo dos décadas como máximo responsable político de Andalucía. En ese tiempo puso en marcha un sistema para rescatar empresas y trabajadores en crisis. Lo denominaron de “paz social”. Esa fue la semilla de lo que al final hemos conocido como el caso de los ERE.
A principios de 2009, José Luís Rodríguez Zapatero ofreció a Manuel Chaves que asumiera una vicepresidencia y la cartera de Administración Territorial en el Gobierno de España. Éste aceptó y propuso a José Antonio Griñán como su sucesor en la presidencia de la Junta. Griñán recogió el guante, pero puso dos condiciones: repetir como candidato en 2012, para que no se le viera como un interino y manos libres para formar su propio Gobierno.
El recién llegado era bastante consciente de las chapuzas de la consejería de Empleo. Las subvenciones sociolaborales se concedían fuera de los presupuestos y eso imposibilitaba cualquier control. Ciertamente, José Antonio Griñán intentó desmarcarse de aquel entuerto, pero la tela de araña ya estaba muy tupida y, aunque convocó un Congreso, apartó a la gente de Chaves y se rodeó de gente joven sin piedras en la mochila, el daño ya estaba hecho y la rueda era imparable.
No es mi intención poner en marcha el ventilador y embadurnar a otros, cada cual es responsable de sus actos. Sin embargo, es evidente, que el caso ERE de Andalucía reabre la batalla entre partidos por la corrupción y con eso se van a llenar horas de tertulias, y montones de páginas de periódicos a cuenta de quien es más chorizo que quien.
“Es un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación de la contratación pública” Se puede leer en la sentencia del caso Gürtel.  Ante tanta claridad me ahorro comentarios.
En cambio, en el caso de los ERE, más allá de que los dirigentes condenados ya habían abandonado, hace muchos años la militancia política, no se les condena por llevarse dinero público a sus bolsillos ni por financiar a su partido.  Mientras que en el caso Gürtel, quedó probado que las empresas de Francisco Correa se lucraron gracias a la adjudicación de contratos públicos amañados y al cobro de comisiones ilegales por su intermediación en otros negocios vinculados a Administraciones gobernadas por el PP. Mordidas que de un modo u otro revertían en los populares.
Eso que referido más arriba es corrupción y ha de ser rechazada de forma enérgica por la sociedad y castigada con severidad y rigor por los tribunales. Los recursos que aportan los contribuyentes se han de tratar con el máximo esmero y pulcritud. No obstante, no es lo mismo malversar para beneficiarse de manera personal y/o favorecer al partido que dilapidar saltándose los controles pensando que así se gana en agilidad y por lo tanto en eficacia.
Todo esto ha sido muy triste y lamentable, pero conviene dejar claro que esta sentencia no afecta para nada la trayectoria política de Pedro Sánchez. Cuando ocurrieron los hechos juzgados en la Audiencia de Sevilla, Sánchez era concejal de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid. Por consiguiente, poca influencia podía tener él entonces en los ámbitos en que se cometieron los delitos.
Y, en cualquier caso, después de este deleznable affaire ha de quedar clara una cosa: mal les pese a algunos, y es que la separación de poderes en España es un hecho, y la Justicia en nuestro país funciona.


Bernardo Fernández
Publicado en El Catalán 26/11/19

23 de novembre 2019

GENTE QUE NO SON DE FIAR


 “La política es el arte de lo posible”, dice un conocido proverbio popular. En efecto, y parece que, por fin, lo han entendido los líderes de la izquierda de este país. Si tras las elecciones del 28 A estuvieron casi cinco meses negociando y no fue posible ni un pacto a la portuguesa ni formar Gobierno; ahora, tras los comicios del 10 N, en 48 horas han llegado a un principio de acuerdo para desbloquear la situación. Quizás es que le han visto las orejas al lobo que, en esta ocasión, venía disfrazado de extrema derecha.
Ya, en la misma noche de las elecciones, los gurús de La Moncloa entendieron que con 120 diputados no se puede gobernar. Por eso, cuando pedro Sánchez salió al balcón de la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid, para saludar a los militantes y simpatizantes allí concentrados dijo: “esta vez sí o sí formaremos Gobierno”, toda una declaración de intenciones. Y, casi de inmediato, se iniciaron los contactos con Unidas Podemos.
Admito que no me gusta Pablo Iglesias como político, ni por su trayectoria al frente de Podemos, ni por la radicalidad simplista de muchos de sus planteamientos. No obstante, hay que reconocer que, tanto en la campaña del 28 A, como ahora en la del 10 N, Iglesias ha hecho propuestas sensatas y razonables; entonces, ¿por qué no darle un voto de confianza? Al fin y al cabo, no hay mucho más donde escoger en el tablero político nacional.
De todas formas, el pacto PSOE-Unidas Podemos es insuficiente para lograr la investidura de Pedro Sánchez. En consecuencia, se necesitará la colaboración de hasta una quincena de grupos o grupúsculos políticos para que diputado por diputado den su voto, pero es que, aún y así, hará falta algo más. Y ese algo más, descartada la colaboración del PP por razones bastante obvias, hace que tenga que ser ERC quien con su abstención permita que Sánchez sea investido en segunda vuelta.
Ante esta situación se han levantado voces en el PSOE, especialmente entre los barones, mostrando su inquietud por un posible pacto con los de Junqueras. Razón no les falta. Los pseudorepublicanos catalanes no son de fiar. Basta echar un vistazo a su historia más reciente para certificar esa dura afirmación. Ellos votaron no, igual que el PP al Estatuto de Cataluña del 2006, dinamitaron el primer tripartito presidido por Pasqual Maragall y ningunearon a José Montilla como president de la Generalitat. Después, no han tenido ningún empacho en pactar con la derecha rancia, primero de CiU y luego del PDCAT, a principios de este año negaron con su voto la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Ahora, y eso que dicen ser de izquierdas, están preparando la tramitación, en el Parlament de Cataluña, de un Proyecto de Ley de contratos y servicios a personas, conocido con la “Ley Aragonés” -porque el vicepresidente del Govern que es de Esquerra e impulsor de esa medida se llama Pere Aragonés-, mediante la cual se podrán externalizar hasta 250 servicios públicos de la órbita de la sanidad o de la educación. Por lo tanto, son unos personajes políticos que cuanto más lejos mejor.
Sin embargo, como dice un adagio, también muy conocido hay que “hacer de la necesidad, virtud” y, o se pacta con ERC para que Pedro Sánchez siga en La Moncloa, o vamos a unas nuevas elecciones. Y, si eso llegara a suceder, existen muchas probabilidades de que la derecha vuelva al poder y, esta vez, con la colaboración inestimable de la derecha extrema, es decir, Vox.
La ciudadanía se pronunció con rotundidad el pasado 28 A. sin embargo, todo indica que entonces los políticos no entendieron el mensaje. El 10 N los electores se volvieron a pronunciar, prácticamente con la misma claridad y contundencia. Desoírlos de nuevo sería, además de una tremenda falta de respeto, una gravísima irresponsabilidad política y si alguien lo hiciera sería indigno de representar a nadie.
Por lo tanto, si se llegase a ese extremo, lo más razonable sería que si algún político no se siente con fuerzas para dialogar acordar y pactar que dé un paso atrás para que otro ocupe su lugar y llegue a los acuerdos y pactos que su antecesor no haya sabido o podido alcanzar. El país lleva demasiado tiempo bloqueado, así no podemos seguir y, desde luego, la ciudadanía no se lo merece.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 21/11/19

19 de novembre 2019

UNIVERSIDADES PÚBLICAS, LA INCUESTIONABLE EQUIDISTANCIA


De todos los desbarajustes, ataques indiscriminados y absurdos a la convivencia que se están perpetrando en las últimas semanas a la convivencia en Cataluña, me duelen de forma especial dos cuestiones. En primer lugar, los cortes de carreteras, autopistas y vías de tren, que se han llevado a cabo de forma indiscriminada, porque afectan de manera directa, un derecho tan elemental como es la libertad de movimientos de las personas y mercancías. Con esas acciones se está coaccionando la libertad de la gente, por un lado, que no se pueden desplazar libremente y, por otro, están castigando de manera muy peligrosa la economía de toda la sociedad, sin distinción de ningún tipo. Por otra parte, me molesta y duele, la actitud de cientos de jóvenes universitarios que han creído que las universidades públicas catalanas son de su exclusiva propiedad. Además, esta creencia se ha visto reforzada por el soporte que han recibido   de determinados rectorados y claustros.
Llegados a este punto, quiero aprovechar la oportunidad que me brinda esta magnífica ventana digital que es El Catalán para reflexionar sobre la actitud de esos jóvenes estudiantes y, sobre todo, explicar cuál es, a mi modo de ver el rol que deben asumir las universidades públicas en momentos como los que estamos viviendo en Cataluña. Veamos.
Las universidades públicas se financian principalmente mediante los presupuestos generales y las matrículas de los estudiantes, en segundo lugar. Por consiguiente, son instituciones del Estado y lo lógico es que sean autónomas sin entrar nunca en el juego de las políticas partidistas, porque son de todos y para todos.
Sus dirigentes son escogidos por su programa y bagaje académico, pero nunca se han presentado con un programa político ni han sido elegidos por su sesgo ideológico. En consecuencia, son representantes institucionales de toda la comunidad universitaria, no de una parte.
Si admitimos, aunque sólo sea por una vez, que la Universidad traspase los límites de sus competencias y actúe donde no le corresponde. ¿cómo decidiremos cuando es correcto y cuando no qué la Universidad incida en unas problemáticas y en otras no? ¿Quién y cómo decidirá que cuestiones políticas son pertinentes y cuáles no lo son? Esto nos lleva de forma directa a admitir que los dirigentes universitarios no están ni legitimados ni autorizados para hablar de cuestiones políticas en nombre de otros académicos.
Por otra parte, soy de la opinión, de que las universidades públicas no deben invadir el terreno de los representantes de la soberanía popular, son estos últimos los que han obtenido la confianza de los ciudadanos para que los representen y lleven a cabo las iniciativas oportunas en los lugares adecuados para mejorar la vida de la ciudadanía. Porque al final, ese es quid de la cuestión.
Esta breve reflexión me ha parecido oportuna para centrar el tema que es el objetivo de este artículo: la actitud de centenares de jóvenes universitarios tras la sentencia a los líderes del procés.
Tras conocerse el dictamen del Tribunal Supremo (TS) sobre los líderes del procés, grupos de estudiantes, quizás no muy numerosos, pero sí muy activos, decretaron huelgas continuadas y encierros en las facultades, impidiendo, de esa forma, el acceso a otros estudiantes que no estaban de acuerdo con los huelguistas y querían ejercer sus derechos de aprender y formarse.
Aunque no comparto ni los motivos ni los métodos de la movilización puedo llegar a entenderlos y disculparlos, porque si no son los jóvenes los que se revelan y protestan ¿quién lo va a hacer y cuando se va a hacer?
Lo que no disculpo es que se quiera sacar tajada de la situación. O, dicho de otro modo: que se quieran flexibilizar las evaluaciones para hacer compatibles las clases y las protestas. Hasta ahí podríamos llegar. El que no quiera polvo que no vaya a la era.
Además, me ha parecido una frivolidad imperdonable el pronunciamiento de determinados claustros y algún que otro rectorado en contra de la sentencia y dando soporte a los alumnos partidarios de los encierros.
En este contexto, ha sido un grandísimo acierto la carta que más de 800 docentes de toda España han firmado, en contra de los manifiestos de distintos claustros y rectorados.
Los redactores de la misiva discrepan de la supuesta libertad de expresión en la que muchos han querido enmarcar las declaraciones institucionales de las universidades. Los firmantes sostienen que “es un derecho fundamental que corresponde exclusivamente a las personas, como apuntan varias sentencias del tribunal Constitucional”.
También defienden que el hecho de que una administración se exprese en nombre de todos sus miembros, como se ha hecho en esta ocasión, “implica una clara agresión a un derecho fundamental como es libertad ideológica” de los discrepantes. Derecho recogido en el artículo 16 de la Constitución.
Asimismo, ponen de manifiesto que la difusión de “un pensamiento único sobre cualquier tema” es radicalmente incompatible con la esencia de la Universidad. “sobre todo, cuando se trata de asuntos que generan una fuerte controversia social”, como es el caso que nos ocupa. En consecuencia, instan a los rectorados y claustros que se han posicionado en contra de la sentencia del TS a rectificar. De manera simultánea, muestran su predisposición “para contribuir a un debate sereno y riguroso sobre todas las dimensiones del grave conflicto que se vive en Cataluña”. 


Bernardo Fernández
Publicado en El Catalán 16/11/19

12 de novembre 2019

GANA EL PSOE, PERO TRIUNFA VOX


Las elecciones generales del pasado, 10 de noviembre, nos han dejado un panorama sombrío y un futuro tan difícil como complejo. Con respecto a las elecciones de abril el partido socialista ha perdido tres escaños en el Congreso y la mayoría absoluta en el Senado, siete diputados se han dejado en este envite Unidas Podemos mientras que los populares de Casado hacen una buena recuperación y alcanzan los 88 asientos en la Cámara. De todos modos, no deja de ser una subida agridulce porque se habían fijado los 100 escaños como objetivo. El gran derrotado es Ciudadanos que se queda en la irrelevancia política con diez diputados y hace que Albert Rivera tenga que marcharse a su casa y renuncie a recoger su acta de diputado. En cualquier caso, el gran triunfador del 10-N es Vox que pasa de 24 a 52 escaños y se convierte en la tercera fuerza del Parlamento.
Con los resultados a la vista es evidente que convocar unas elecciones poco más de seis meses después de las últimas ha sido un error. En estas circunstancias, se impone que Pedro Sánchez haga una criba en el grupo de asesores y gurús de su entorno más inmediato.
El electorado, una vez más, ha cumplido con su obligación con una participación que ronda el 70%. En concreto, un 69,8% en el conjunto de España y un 72,3% en Cataluña. Estas cifras nos pueden dar una idea de la importancia que le ha dado la ciudadanía a estos comicios. Ahora corresponde a los políticos llevar adelante su cometido, que para eso han sido elegidos: gobernar y sacarnos del atolladero en el que ellos nos metieron.
De todos modos, no será fácil, la situación política está más bloqueada que la semana anterior o hace un mes, y el país dividido en dos mitades. Ante esta situación ya nos podemos olvidar de las reformas estructurales, aquellas que requieren de grandes consensos para llevarlas adelantes. Así, por ejemplo, no será posible ni modificar el sistema electoral ni la Constitución. Por lo tanto, ya nos podemos despedir por mucho tiempo de unas hipotéticas listas abiertas, circunscripciones electorales más proporcionales, etcétera. Tampoco hace falta pensar en qué forma se puede modificar la Constitución para dar respuesta al conflicto territorial. Ante esta situación de bloqueo el problema de Cataluña se va a enquistar y eso puede ser muy peligroso.
En este contexto, da que pensar que los partidos que se consideran más constitucionalistas que nadie, (PP, Ciudadanos y Vox) sean irrelevantes en las nacionalidades históricas (expresión recogida en nuestro texto constitucional), es decir, País Vasco Cataluña y Galicia. Sin duda algo falla en sus planteamientos a la hora de presentarse en esas autonomías. A mi modo de ver, harían bien en revisar sus postulados.
Por otra parte, aunque desde las izquierdas se intente hacer un cordón sanitario en torno a Vox, no hay que hacerse demasiadas ilusiones al respecto, porque el PP se verá obligado, por un lado, a escorarse más a la derecha para no perder más votantes por ese flanco y, por otro, a contemporizar con los extremistas a cambio de mantener sus acuerdos en lugares como Andalucía o Madrid entre otros. Asimismo, los de Abascal, ya han anunciado que la tarea a la que pondrán más empeño será en dar al Tribunal Constitucional cuanto más trabajo mejor. Lo que nos anuncia otor tipo de bloqueo.
En Cataluña, las cosas están igual de complicadas que en el resto del país. ERC ha ganado las elecciones, pero la suma de todos los independentistas no llega ni al 50% ni en votos ni en escaños obtenidos y eso hace pensar que aquí estamos en una situación enquistada que elección tras elección apenas se mueve. Además, la formación de JxCat, aunque ha ganado un diputado seguirá sin poder formar grupo parlamentario propio, porque no ha logrado el 15% necesario en las circunscripciones de Barcelona y Tarragona, con lo cual será siendo una formación irrelevante en el Congreso de los diputados.
Estamos ante una situación política muy delicada y compleja, como los políticos surgidos ayer de las urnas no le pongan muchas ganas de hacer bien las cosas, sentido común y voluntad, el carro se les puede ir por el pedregal. El problema es que e ese carro vamos todos.

Bernardo Fernández
 Publicado en e notícies 11/11/19



06 de novembre 2019

EL PACTO NECESARIO


Según indican todas las encuestas hechas públicas hasta la fecha, en las elecciones generales del próximo domingo, 10 de noviembre, ninguno de los partidos que se presenta va a obtener una mayoría lo bastante holgada, como para que su candidato sea investido presidente del Gobierno sin necesidad de pactar con una o varias de las otras fuerzas políticas que formarán el nuevo Congreso de diputados.
Hasta el momento, todos los sondeos, con matices, coinciden en cuatro o cinco cosas, a saber: el PSOE ganará las elecciones, PP y Vox suben y Ciudadanos se desploma. Si el 10-N estos datos se confirman, sólo habrá una suma que daría mayoría absoluta: PSOE y PP.  Pero si se descarta, por razones bastante obvias, esa posibilidad entraremos de nuevo en el baile de los pactos que llevó a la izquierda al fracaso en septiembre, a millones de ciudadanos a la frustración y, como consecuencia, a la convocatoria de esas elecciones del próximo domingo.
Tengo la sensación de que muchos políticos de nuestro país no han entendido lo que es la cultura del pacto. En mi opinión, no saben diferenciar entre lo que es esencial y hay que preservar y aquellas otras cosas y/o ideas con las que se puede transaccionar y si conviene transigir, ceder e incluso renunciar.
El conflicto, ya sea social o político es ineludible. Pretender eliminarlo o negarlo es propio de regímenes totalitarios. De ahí que la razón de ser de la tradición democrática consista en plantear fórmulas que permitan la vida en común, admitiendo que la pugna, la disparidad y el desacuerdo no van a dejar de existir. En las democracias liberales, como la nuestra, la disensión se resuelve mediante el principio de las mayorías; por eso, muchos sistemas electorales tienden a favorecerlas, incluso mediante determinadas distorsiones de los sistemas proporcionales. Es el caso la ley D’Hondt que es el método utilizado en España.
Cada vez resulta más difícil leer de manera correcta los resultados de las urnas. Las adhesiones inquebrantables ya no existen, la fidelización del votante cada vez es menor y, por consiguiente, el voto más volátil. A todo esto, hay que añadir la aparición de la ultraderecha. Una ultraderecha que siempre estuvo ahí, como escondida, agazapada y timorata. En cambio, ahora, se ha descarado, ha perdido la vergüenza y se nos presenta sin complejos. Eso ocurre, en parte, por la falta de respuestas de los partidos clásicos a los problemas que sufre la ciudadanía. Y eso, también dificulta que las organizaciones políticas puedan llegar a acuerdos porque o no saben que hacer o si dicen lo que piensan que se debe hacer temen ser castigados por su electorado. Lo vimos hace unos meses en Italia y es muy posible que lo veamos muy pronto en España.
PP y Ciudadanos no han tenido ningún pudor en pactar con Vox para hacerse con alcaldías o presidencias de comunidades autónomas, pero eso hace, casi imposible, que después puedan pactar con fuerzas de centro izquierda, como en nuestro país sería el caso del PSOE.
En estas circunstancias, y siempre que los sondeos se confirmen, Pedro Sánchez deberá tomar en los próximos días una decisión, posiblemente de las más difíciles de su carrera política: dónde pone la linera roja de los pactos para seguir residiendo en la Moncloa. Ahí los escrúpulos políticos, por un lado, y el pragmatismo, por otro, tendrán papeles muy relevantes.
Para empezar, tendrá que discernir si sigue con lo del gobierno a la portuguesa o va a un gobierno de coalición.  Después veremos quienes son los elegidos y hasta donde estarán dispuestos a llegar unos y otros y los de más allá, porque esto no va a ser un juego de dos.
Como dice Almudena Grandes: “…ahora lo único que importa es lo que se merecen los españoles. Y ni ustedes ni yo nos merecemos ver a Abascal y a Ortega Smith sentados en un Consejo de Ministros. Eso es lo que nos estamos jugando…” Desde luego, la gran escritora tiene toda la razón.
Por eso, el pacto además de imprescindible será necesario. Crucemos los dedos para no volver a las andadas y que todo salga bien.


Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 06/11/19


30 d’octubre 2019

CHULERÍA "INDEPE"


En Cataluña la cosa está que arde. Por eso, parece lógico pensar que, en unas circunstancias como las que estamos viviendo, la prudencia y la moderación deberían ser virtudes de las que todos hiciéramos gala, pero de forma muy especial nuestros gobernantes.
En mi opinión lo que más necesitamos los catalanes en estos momentos es cordura, prudencia y sentido común para rebajar la tensión que se ha ido generando durante años, pero que a raíz de la sentencia a los líderes del procés, está llegando a cotas insoportables.
Eso sería lo lógico y, sin embrago, estamos viendo que aquellos que son o se consideran líderes del movimiento indepe, en vez de mostrar seny, templanza y ganas de calmar los ánimos, se dedican a echar gasolina al fuego, encender las más bajas pasiones y colocar a sus propios seguidores ante un muy arriesgado “todo o nada” que, con toda seguridad, acabará siendo un “nada”.
Está sucediendo un día sí y otro también. Desde el president Torra que en vez de condenar la violencia de forma clara y tajante y dar apoyo a la policía de Cataluña jalea a los radicales, hasta programas en TV3, en los que un presentador estrella como Toni Soler trata, sin ningún recato, “de putos perros de mierda porque son muy agresivos, rabiosos y algunos analfabetos a los Mossos d’Esquadra y a la Policía Nacional”. Todo eso, sin olvidar que el Parlament vuelve a plantear el derecho de autodeterminación, aunque esta vez con posible trampa. Me explico.
El pasado, 22 de octubre, el president del Parlament y miembro de ERC, Roger Torrent volvió a “marcar paquete” ─como les gusta decir a los pseudorepublicanos─, y anunció que la Cámara catalana tramitaría una resolución que plantea “la reprobación de la monarquía, la defensa del derecho a la autodeterminación y la reivindicación de la soberanía de Cataluña para decidir su futuro político”.
O sea, un nuevo desafío al Tribunal Constitucional que ya ha advertido en diversas ocasiones sobre la posible ilegalidad en que podría incurrir el Parlament si aprueba resoluciones con esos contenidos. No obstante, parece que, en esta ocasión, hay gato encerrado, porque la propuesta no se presentó por el procedimiento de urgencia y eso significa que se sustanciará, como muy pronto, los días 13 y 14 de noviembre. Es decir, después de las elecciones generales. Pero es que, además, se podrán introducir enmiendas que suavicen el texto. Así, por ejemplo, donde dice, “… la defensa del derecho de autodeterminación…”, se puede modificar y que diga, “…debatir sobre el derecho a la autodeterminación…” y, obviamente, debatir sobre algo no es punible. Pero el impacto mediático a pocos días de unas elecciones ya se ha producido.
De todas maneras, quien ha vuelto a poner la guinda en el pastel y ha vuelto a ser la estrella de la fiesta, ha sido el president-activista Quim Torra. En el pleno del Parlament anunció, sin que lo supieran ni los consejeros ni sus socios de Govern, ERC, que “antes de que acabe esta legislatura los catalanes volverán a ejercer el derecho de autodeterminación” y después lo ha repetido en diversas ocasiones. Como no tenemos la cosa bastante complicada sólo nos faltan pirómanos que vengan a incendiar un poco más al personal, porque hay gente que todo esto se lo cree a pies juntillas, sin pararse a pensar en si es realmente posible, conveniente o no.
Por eso, estoy convencido que los individuos que azuzan las bajas pasiones de la manera que estamos viendo, o son unos irresponsables o unos chulos que lo único que les importa es satisfacer su ego, y en los casos que he señalado, me parece que son las dos cosas a la vez.

Bernardo Fernández
Publicado en El Catalán 30/10/19


DE LOS PANES Y LOS PECES


Cuentan los Evangelios que Jesús hizo el milagro de saciar a una multitud de hombres con unos cuantos panes y unos pocos peces. Ese hecho, cierto o no, se conoce como la “multiplicación de los panes y los peces”.
Pues bien, estamos a pocos días de unas nuevas elecciones generales y parece que los partidos que se presentan quieran reproducir ese milagro en versión siglo XXI. El problema es que no nos explican cómo lo van a hacer. Y en política las cosas no funcionan así.
Para empezar, hemos de saber que en España los ingresos públicos vienen a ser el 37% del PIB, unos ocho puntos menos que la media de la eurozona. El motivo de ese desfase es que nuestro sistema tributario está lleno de deducciones, exenciones y bonificaciones, lo que hace que los impuestos parezcan un queso de gruyer. Según los expertos por ahí se dejan de recaudar unos 50.000 millones de euros/año.
El caso más paradigmático es el IVA reducido del 10% que se aplica en el sector turístico. Resulta difícil explicar porque restaurantes con tres estrellas Michelin aplican ese tipo de impuesto. Como es lógico desde el sector se defienden, su argumento es que el turismo es vital para la economía española porque actúa como locomotora. (?)
Por otro lado, la tasa de parados en nuestro país es bastante más elevada que en la mayoría de los países de la UE, lo que tiene como consecuencia que sean menos los contribuyentes que aportan a las arcas del Estado. Además, la economía sumergida en España es muy superior a la del resto de países de nuestro entorno y eso, es un lastre más para las finanzas públicas.
La propuesta fiscal de los partidos, al menos de los grandes, tiene un claro sesgo ideológico. La derecha apuesta por una bajada de impuestos por que consideran que el dinero ha de estar en el bolsillo de los ciudadanos. Por el contrario, los partidos de izquierda sostienen que las Administraciones públicas han de tener los recursos suficientes para sufragar el Estado de bienestar.
Si echamos un vistazo, aunque sea grosso modo, a los programas electorales de los partidos que se presentan a estas elecciones veremos que PP y Ciudadanos apuestan por bajas impuestos. En cambio, PSOE y Unidas Podemos por subirlos. Es verdad que con todos los matices que se quiera, pero esa es una de las diferencias fundamentales entre derecha e izquierda.
Dicen los que saben de la cuestión que los impuestos distorsionan la actividad económica. Es posible. Ahora bien, lo que es una falacia es argumentar que las bajadas se financian solas. Si se reducen los impuestos habrá que recortar gastos o suprimir deducciones. De no ser así se disparará el déficit y ese es un lujo que no nos podemos permitir.
Hasta ahora, todos los Gobiernos, sin distinción de color, han intentado mantener los ingresos sobre un 38% del PIB. La razón es que de esa manera se permite un crecimiento económico lo suficientemente alto como para igualarnos a otros países europeos.
De todos modos, es previsible que el gasto social aumente, debido a que tenemos una población envejecida que ira a más. En esta situación la pregunta es: ¿hay que subir impuestos o bajarlos? La respuesta nos vendrá dada en función de la sociedad que queramos para el futuro. Si queremos sanidad y educación públicas de calidad, si queremos las mismas oportunidades para todos y unas pensiones públicas dignas para nuestros mayores, la respuesta es obvia: hay que subir impuestos.
En algún momento, a no tardar, tendremos que decidir si queremos una sociedad como la de Estados Unidos (con un Estado del bienestar mínimo) o una sociedad como la de Francia o los países nórdicos, tipo Suecia, con un Estado del bienestar muy potente.
Una de las grandes cuestiones que tendrá que abordar el Ejecutivo entrante serán las pensiones. Es necesario garantizar su sostenibilidad y hay que decidir si se busca una vía que complemente el sistema de financiación actual, si se reducen las prestaciones o si se alarga la vida laboral. Los pensionistas son el grupo de electores más numeroso y transversal, por lo que ningún partido quiere un enfrentamiento con ellos y, por consiguiente, nadie plantea un recorte del gasto en este capítulo.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que a partir de 2023 se empezará a jubilar la generación del baby boom y eso va a hacer que se necesite más dinero para financiar las pensiones, la sanidad y, en general, todas las políticas sociales que tienen que ver con el Estado del bienestar.
La ciudadanía, de forma mayoritaria, somos gente muy razonable y no vamos a pedir a nuestros gobernantes que hagan milagros ─ni  el de los panes y los peces ni ningún otro─, pero si les exigimos que trabajen con rigor, que implanten una fiscalidad justa, que los impuestos no tengan  agujeros injustos, que luchen de manera firme contra el fraude fiscal y la economía sumergida, porque sólo así es posible practicar una redistribución justa y equitativa de la riqueza que nos permita a todos vivir con dignidad.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 29/10/19

22 d’octubre 2019

CATALUÑA ARDE


Desde hace años en Cataluña estamos padeciendo una polarización ideológica-sentimental creciente. El punto máximo, hasta el momento, ha llegado con la publicación, por parte del Tribunal Supremo, de la sentencia a los líderes del procés.
Es inútil negar las evidencias, el independentismo ha roto las costuras. Se veía venir, pero desde el pasado, 14 de octubre, es un hecho y me temo que lo seguiremos viendo durante mucho tiempo, aunque sea con un ritmo sincopado y con diversas intensidades, pero con un objetivo claro: poner en jaque al Estado.
Cuando empezó esta sin razón del procés los procesistas alardeaban de que el mundo nos miraba. Después, con la evolución de los acontecimientos, quedó claro que nadie reparaba en nosotros. Ahora, con el espectáculo de los últimos días, el mundo nos mira… y se asusta. No por casualidad algunos gobiernos, agencias de viajes y tour operadores están advirtiendo del riesgo que comporta venir a Cataluña.
La imagen que está proyectando es dantesca, más propia de revueltas en repúblicas bananeras y tercer mundistas que de una sociedad compleja, diversa, culta y adelantada como se supone que es la nuestra.  El Aeropuerto del Prat bloqueado, carreteras, autopistas y vías de tren cortadas, coches, motos y contenedores de basura ardiendo, varios comercios saqueados y encontronazos cada vez más violentos entre grupos extremistas y las fuerzas de orden público que han dejado, hasta la fecha, más de seiscientos heridos, entre manifestantes y agentes del orden, entre ellos un policía muy grave en la UCI.
Los daños y pérdidas que genera esta situación son incalculables, porque además del coste económico que supone la cancelación de vuelos y cruceros, los gastos que ocasiona el deterioro de material urbano, las horas de los operarios para revertir la situación y que las vías públicas puedan volver a ser transitables, están los daños morales. Sin olvidar las pérdidas de bienes privados o que las personas no puedan cumplir con sus obligaciones y/o compromisos, pero todavía existe algo peor: la quiebra de la convivencia.
Dicen los independentistas que lo que nos ha traído hasta aquí han sido las condenas de sus líderes: falso. Para ellos las únicas condenas que se podían contemplar era la libre absolución. Sin embargo, cualquier persona que haga uso del sentido común y la lógica sabe que eso no podía ser. El juicio que, a lo largo de cincuenta y dos sesiones, se pudo ver de forma íntegra por televisión, fue transparente y respetuoso con las garantías. Ahora bien, no hay más ciego que el que no quiere ver, ni más sordo que el que no quiere oír.
Para el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, lo que está sucediendo es “estrictamente un problema de orden público”. Cierto. No obstante, los orígenes de todo lo que está ocurriendo hay que buscarlos en el terreno de la política y de los sentimientos y ahí está, a mi modo de ver, el quid de la cuestión.
El pujolismo nos dejó, además del 3% y una clase dirigente muy tolerante con la corrupción (recordemos la frase de Félix Millet: “trescientas familias controlaban Cataluña”), un sistema educativo que, aunque quizás no llega a adoctrinar, si enfatiza las cuestiones identitarias hasta el absurdo y banaliza la historia hasta deformarla. Por si fuera poco, el nacionalismo se dotó de unos medios de comunicación públicos controlados, sin ningún rubor, por el poder. A la vez que, los privados eran generosamente recompensados, si defendían la causa a capa y espada, aunque fuese indefendible. Pues bien, seguimos igual y con esos mimbres nos han hecho estos cestos.
Este panorama ha generado un caldo de cultivo que, junto a cuestiones tan diversas como la sentencia de Estatuto de 2010, la crisis económica o un cierto sentimiento de superioridad han hecho que el independentismo tenga un caladero de incondicionales casi inagotable. Las marchas de estos días o la manifestación, en Barcelona, del día 18, con más de medio millón de personas dan prueba de ello.
De todas maneras, todo lo que está sucediendo no ocurre por generación espontánea. Organizaciones sociales como Omnium o la ANC han hecho un trabajo previo muy concienzudo. Llevan años caldeando el ambiente. El “ho tornarema fer o “amb les manifestacions no n’hi ha prou”, son eslóganes del condenado Jordi Cuixart, expresidente de Omnium. A esto hay que añadir una serie de organizaciones satélite como son los “comités de defensa de la república” (CDR), “tsunami democràtic” o “picnic per la república”, entre otras de las que no se sabe todavía ni quien las controla ni realmente quién está detrás
Por si la cuestión no fuera lo suficiente compleja, es indispensable tener en cuenta que, en el terreno político, hay intereses cruzados y un miedo atroz a que alguien sea calificado como traidor, porque lo que está en juego es la hegemonía política en Cataluña para mucho tiempo.
El duelo entre ERC y JxCat es sin cuartel, pero a la sombra. Hasta ahora, Puigdemont ha tenido una vida plácida en Waterloo, pero sabe que no puede ir mucho más allá de lo que dure Torra en la Generalitat. Éste, por su parte, tiene más vocación de activista que de molt honorable president de tan alta institución, y se siente más cómodo en las algaradas que en su despacho. Además, su incapacidad para ejercer el cargo es manifiesta Por eso, está tomando cuerpo la hipótesis de que desde la institución se da algún tipo de soporte a los alborotadores.
Por su parte, los republicanos consideran que les ha llegado el momento de encabezar el Govern de Cataluña, y si pierden esta oportunidad es posible que tengan que pasar décadas hasta que se presente otra.
Este galimatías político hace que la situación esté encallada y nadie se atreva a salir a la palestra, llamar a las cosas por su nombre, reconocer el fracaso, admitir que la unilateralidad no es posible y que la DUI fue un brindis al sol sin efectividad alguna.
¿Pero quién es el valiente que se atreve?

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 22/10/19

17 d’octubre 2019

JUSTICIA EN EL VALLE


Estos días el foco mediático está sobre Cataluña, la sentencia a los líderes del procés y las reacciones institucionales y de la ciudadanía que se están produciendo, tras conocerse el fallo del Tribunal Supremo, acaparan buena parte del interés nacional e internacional.
Es muy probable que más de un independentista hiperventilado imagine que la Tierra ha dejado de girar y el mundo mundial no respirar a la espera de ver cómo reaccionan los catalanes y que sucede a partir de ahora en este país.
Obviamente, si alguien piensa así se equivoca. La Tierra sigue girando, el sol sale por el este, se pone por el oeste y urbi et orbe ocurren cosas, buenas, malas y regulares.
En un mitin celebrado en Valencia, a principios de los años treinta, Manuel Azaña dijo: “la libertad no hace a los hombres más felices, sencillamente los hace hombres” Ante la situación que estamos viviendo, me tomo la licencia de parafrasear a Don Manuel y digo que no es cuestión de que la exhumación de los restos del dictador sea algo, bueno, malo o regular, sencillamente nos permitirá recuperar una porción de la dignidad que, como pueblo, nos arrebató la dictadura. Y pido disculpas si he ofendido a alguien con la cita.
De hecho, la primera iniciativa, que se conoce, sobre este enojoso asunto, fue del Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero que creó una comisión de expertos para transformar el Valle de los Caídos. Lamentablemente con la llegada del PP al poder aquello quedó en agua de borrajas. Sin embargo, Pedro Sánchez, tras ser investido presidente en junio de 2018 anunció que en julio del mismo año se procedería a la exhumación.
Pero la familia del autócrata, desde el minuto cero, puso todas las trabas posibles para evitar que Franco saliera del Valle. Los recursos y demandas en los tribunales han sido las artimañas de los descendientes del dictador para frenar la iniciativa del Gobierno. Después, la propuesta de llevar los restos a la catedral de la Almudena.  Aunque la pretensión más insolente de los herederos, y que raya con la estupidez, es la pretensión de que se le rindan honores militares al dictador cuando sea exhumado.
Resulta ofensivo, y un insulto a la inteligencia, que gente que por su ascendencia y los presumibles orígenes de su fortuna deberían ser discretos, moderados e intentar pasar lo más desapercibido posibles, sean tan ostentosos y chuleen como gallos de pelea en un corral de feria. Todo lamentable y patético.
Y por si no había bastante con la familia, han contado con colaboradores inestimables como es el caso del prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, un falangista reciclado a benedictino que había llegado a amenazar con prohibir la entrada en la Basílica a las personas que fueran a trasladar al dictador. También el juez José Yusty ha prestado un apoyo impagable a los familiares del dictador. En el mes de febrero pasado suspendió de manera cautelar el informe de obra del Ayuntamiento de San Lorenzo del Escorial, porque “existían dudas en las condiciones de seguridad. Tampoco   la ambigüedad calculada del Vaticano en un principio facilitó las cosas.
En cualquier país de nuestro entorno una situación parecida sería impensable; pero, si, aun y así, por alaguna extraña razón les ocurriera algo similar, estoy convencido que todos los grupos políticos, a excepción de la extrema derecha, cerrarían filas con el Gobierno para reparar la injusticia que venimos soportando desde más de cuatro décadas. Sin embargo, aquí, unos guardan un sospechoso silencio y otros acusan al presidente de hacer con la exhumación electoralismo (?) Veamos.
Por esa regla de tres, Pedro Sánchez lleva haciendo electoralismo desde mediados de febrero, cuando convocó elecciones, pero es que el país sigue funcionando y un Gobierno en funciones o no, sea del color que sea, ha de tomar decisiones.
Además, como ya he indicado más arriba, el propio Sánchez anunció en junio del año pasado la exhumación, y que se llevaría a cabo en julio. Después, las triquiñuelas y malas artes de la familia han retardado el proyecto hasta ahora que han agotado toda la munición, pero, todo tiene un límite y, salvo imponderables, en muy pocos días la salida de los restos mortales de Francisco Franco del Valle de los Caídos será un hecho. Entonces, los más de 18.000 republicanos que hay allí enterrados en fosas comunes descansarán en paz, pero ahora, de verdad.


Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 16/10/19

DEL SOCIALISMO A LA SOCIALDEMOCRACIA

En el siglo XIX, la socialdemocracia fue una tendencia revolucionaria difícil de diferenciar del comunismo. Pretendía acabar con la división...