30 d’octubre 2019

CHULERÍA "INDEPE"


En Cataluña la cosa está que arde. Por eso, parece lógico pensar que, en unas circunstancias como las que estamos viviendo, la prudencia y la moderación deberían ser virtudes de las que todos hiciéramos gala, pero de forma muy especial nuestros gobernantes.
En mi opinión lo que más necesitamos los catalanes en estos momentos es cordura, prudencia y sentido común para rebajar la tensión que se ha ido generando durante años, pero que a raíz de la sentencia a los líderes del procés, está llegando a cotas insoportables.
Eso sería lo lógico y, sin embrago, estamos viendo que aquellos que son o se consideran líderes del movimiento indepe, en vez de mostrar seny, templanza y ganas de calmar los ánimos, se dedican a echar gasolina al fuego, encender las más bajas pasiones y colocar a sus propios seguidores ante un muy arriesgado “todo o nada” que, con toda seguridad, acabará siendo un “nada”.
Está sucediendo un día sí y otro también. Desde el president Torra que en vez de condenar la violencia de forma clara y tajante y dar apoyo a la policía de Cataluña jalea a los radicales, hasta programas en TV3, en los que un presentador estrella como Toni Soler trata, sin ningún recato, “de putos perros de mierda porque son muy agresivos, rabiosos y algunos analfabetos a los Mossos d’Esquadra y a la Policía Nacional”. Todo eso, sin olvidar que el Parlament vuelve a plantear el derecho de autodeterminación, aunque esta vez con posible trampa. Me explico.
El pasado, 22 de octubre, el president del Parlament y miembro de ERC, Roger Torrent volvió a “marcar paquete” ─como les gusta decir a los pseudorepublicanos─, y anunció que la Cámara catalana tramitaría una resolución que plantea “la reprobación de la monarquía, la defensa del derecho a la autodeterminación y la reivindicación de la soberanía de Cataluña para decidir su futuro político”.
O sea, un nuevo desafío al Tribunal Constitucional que ya ha advertido en diversas ocasiones sobre la posible ilegalidad en que podría incurrir el Parlament si aprueba resoluciones con esos contenidos. No obstante, parece que, en esta ocasión, hay gato encerrado, porque la propuesta no se presentó por el procedimiento de urgencia y eso significa que se sustanciará, como muy pronto, los días 13 y 14 de noviembre. Es decir, después de las elecciones generales. Pero es que, además, se podrán introducir enmiendas que suavicen el texto. Así, por ejemplo, donde dice, “… la defensa del derecho de autodeterminación…”, se puede modificar y que diga, “…debatir sobre el derecho a la autodeterminación…” y, obviamente, debatir sobre algo no es punible. Pero el impacto mediático a pocos días de unas elecciones ya se ha producido.
De todas maneras, quien ha vuelto a poner la guinda en el pastel y ha vuelto a ser la estrella de la fiesta, ha sido el president-activista Quim Torra. En el pleno del Parlament anunció, sin que lo supieran ni los consejeros ni sus socios de Govern, ERC, que “antes de que acabe esta legislatura los catalanes volverán a ejercer el derecho de autodeterminación” y después lo ha repetido en diversas ocasiones. Como no tenemos la cosa bastante complicada sólo nos faltan pirómanos que vengan a incendiar un poco más al personal, porque hay gente que todo esto se lo cree a pies juntillas, sin pararse a pensar en si es realmente posible, conveniente o no.
Por eso, estoy convencido que los individuos que azuzan las bajas pasiones de la manera que estamos viendo, o son unos irresponsables o unos chulos que lo único que les importa es satisfacer su ego, y en los casos que he señalado, me parece que son las dos cosas a la vez.

Bernardo Fernández
Publicado en El Catalán 30/10/19


DE LOS PANES Y LOS PECES


Cuentan los Evangelios que Jesús hizo el milagro de saciar a una multitud de hombres con unos cuantos panes y unos pocos peces. Ese hecho, cierto o no, se conoce como la “multiplicación de los panes y los peces”.
Pues bien, estamos a pocos días de unas nuevas elecciones generales y parece que los partidos que se presentan quieran reproducir ese milagro en versión siglo XXI. El problema es que no nos explican cómo lo van a hacer. Y en política las cosas no funcionan así.
Para empezar, hemos de saber que en España los ingresos públicos vienen a ser el 37% del PIB, unos ocho puntos menos que la media de la eurozona. El motivo de ese desfase es que nuestro sistema tributario está lleno de deducciones, exenciones y bonificaciones, lo que hace que los impuestos parezcan un queso de gruyer. Según los expertos por ahí se dejan de recaudar unos 50.000 millones de euros/año.
El caso más paradigmático es el IVA reducido del 10% que se aplica en el sector turístico. Resulta difícil explicar porque restaurantes con tres estrellas Michelin aplican ese tipo de impuesto. Como es lógico desde el sector se defienden, su argumento es que el turismo es vital para la economía española porque actúa como locomotora. (?)
Por otro lado, la tasa de parados en nuestro país es bastante más elevada que en la mayoría de los países de la UE, lo que tiene como consecuencia que sean menos los contribuyentes que aportan a las arcas del Estado. Además, la economía sumergida en España es muy superior a la del resto de países de nuestro entorno y eso, es un lastre más para las finanzas públicas.
La propuesta fiscal de los partidos, al menos de los grandes, tiene un claro sesgo ideológico. La derecha apuesta por una bajada de impuestos por que consideran que el dinero ha de estar en el bolsillo de los ciudadanos. Por el contrario, los partidos de izquierda sostienen que las Administraciones públicas han de tener los recursos suficientes para sufragar el Estado de bienestar.
Si echamos un vistazo, aunque sea grosso modo, a los programas electorales de los partidos que se presentan a estas elecciones veremos que PP y Ciudadanos apuestan por bajas impuestos. En cambio, PSOE y Unidas Podemos por subirlos. Es verdad que con todos los matices que se quiera, pero esa es una de las diferencias fundamentales entre derecha e izquierda.
Dicen los que saben de la cuestión que los impuestos distorsionan la actividad económica. Es posible. Ahora bien, lo que es una falacia es argumentar que las bajadas se financian solas. Si se reducen los impuestos habrá que recortar gastos o suprimir deducciones. De no ser así se disparará el déficit y ese es un lujo que no nos podemos permitir.
Hasta ahora, todos los Gobiernos, sin distinción de color, han intentado mantener los ingresos sobre un 38% del PIB. La razón es que de esa manera se permite un crecimiento económico lo suficientemente alto como para igualarnos a otros países europeos.
De todos modos, es previsible que el gasto social aumente, debido a que tenemos una población envejecida que ira a más. En esta situación la pregunta es: ¿hay que subir impuestos o bajarlos? La respuesta nos vendrá dada en función de la sociedad que queramos para el futuro. Si queremos sanidad y educación públicas de calidad, si queremos las mismas oportunidades para todos y unas pensiones públicas dignas para nuestros mayores, la respuesta es obvia: hay que subir impuestos.
En algún momento, a no tardar, tendremos que decidir si queremos una sociedad como la de Estados Unidos (con un Estado del bienestar mínimo) o una sociedad como la de Francia o los países nórdicos, tipo Suecia, con un Estado del bienestar muy potente.
Una de las grandes cuestiones que tendrá que abordar el Ejecutivo entrante serán las pensiones. Es necesario garantizar su sostenibilidad y hay que decidir si se busca una vía que complemente el sistema de financiación actual, si se reducen las prestaciones o si se alarga la vida laboral. Los pensionistas son el grupo de electores más numeroso y transversal, por lo que ningún partido quiere un enfrentamiento con ellos y, por consiguiente, nadie plantea un recorte del gasto en este capítulo.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que a partir de 2023 se empezará a jubilar la generación del baby boom y eso va a hacer que se necesite más dinero para financiar las pensiones, la sanidad y, en general, todas las políticas sociales que tienen que ver con el Estado del bienestar.
La ciudadanía, de forma mayoritaria, somos gente muy razonable y no vamos a pedir a nuestros gobernantes que hagan milagros ─ni  el de los panes y los peces ni ningún otro─, pero si les exigimos que trabajen con rigor, que implanten una fiscalidad justa, que los impuestos no tengan  agujeros injustos, que luchen de manera firme contra el fraude fiscal y la economía sumergida, porque sólo así es posible practicar una redistribución justa y equitativa de la riqueza que nos permita a todos vivir con dignidad.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 29/10/19

22 d’octubre 2019

CATALUÑA ARDE


Desde hace años en Cataluña estamos padeciendo una polarización ideológica-sentimental creciente. El punto máximo, hasta el momento, ha llegado con la publicación, por parte del Tribunal Supremo, de la sentencia a los líderes del procés.
Es inútil negar las evidencias, el independentismo ha roto las costuras. Se veía venir, pero desde el pasado, 14 de octubre, es un hecho y me temo que lo seguiremos viendo durante mucho tiempo, aunque sea con un ritmo sincopado y con diversas intensidades, pero con un objetivo claro: poner en jaque al Estado.
Cuando empezó esta sin razón del procés los procesistas alardeaban de que el mundo nos miraba. Después, con la evolución de los acontecimientos, quedó claro que nadie reparaba en nosotros. Ahora, con el espectáculo de los últimos días, el mundo nos mira… y se asusta. No por casualidad algunos gobiernos, agencias de viajes y tour operadores están advirtiendo del riesgo que comporta venir a Cataluña.
La imagen que está proyectando es dantesca, más propia de revueltas en repúblicas bananeras y tercer mundistas que de una sociedad compleja, diversa, culta y adelantada como se supone que es la nuestra.  El Aeropuerto del Prat bloqueado, carreteras, autopistas y vías de tren cortadas, coches, motos y contenedores de basura ardiendo, varios comercios saqueados y encontronazos cada vez más violentos entre grupos extremistas y las fuerzas de orden público que han dejado, hasta la fecha, más de seiscientos heridos, entre manifestantes y agentes del orden, entre ellos un policía muy grave en la UCI.
Los daños y pérdidas que genera esta situación son incalculables, porque además del coste económico que supone la cancelación de vuelos y cruceros, los gastos que ocasiona el deterioro de material urbano, las horas de los operarios para revertir la situación y que las vías públicas puedan volver a ser transitables, están los daños morales. Sin olvidar las pérdidas de bienes privados o que las personas no puedan cumplir con sus obligaciones y/o compromisos, pero todavía existe algo peor: la quiebra de la convivencia.
Dicen los independentistas que lo que nos ha traído hasta aquí han sido las condenas de sus líderes: falso. Para ellos las únicas condenas que se podían contemplar era la libre absolución. Sin embargo, cualquier persona que haga uso del sentido común y la lógica sabe que eso no podía ser. El juicio que, a lo largo de cincuenta y dos sesiones, se pudo ver de forma íntegra por televisión, fue transparente y respetuoso con las garantías. Ahora bien, no hay más ciego que el que no quiere ver, ni más sordo que el que no quiere oír.
Para el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, lo que está sucediendo es “estrictamente un problema de orden público”. Cierto. No obstante, los orígenes de todo lo que está ocurriendo hay que buscarlos en el terreno de la política y de los sentimientos y ahí está, a mi modo de ver, el quid de la cuestión.
El pujolismo nos dejó, además del 3% y una clase dirigente muy tolerante con la corrupción (recordemos la frase de Félix Millet: “trescientas familias controlaban Cataluña”), un sistema educativo que, aunque quizás no llega a adoctrinar, si enfatiza las cuestiones identitarias hasta el absurdo y banaliza la historia hasta deformarla. Por si fuera poco, el nacionalismo se dotó de unos medios de comunicación públicos controlados, sin ningún rubor, por el poder. A la vez que, los privados eran generosamente recompensados, si defendían la causa a capa y espada, aunque fuese indefendible. Pues bien, seguimos igual y con esos mimbres nos han hecho estos cestos.
Este panorama ha generado un caldo de cultivo que, junto a cuestiones tan diversas como la sentencia de Estatuto de 2010, la crisis económica o un cierto sentimiento de superioridad han hecho que el independentismo tenga un caladero de incondicionales casi inagotable. Las marchas de estos días o la manifestación, en Barcelona, del día 18, con más de medio millón de personas dan prueba de ello.
De todas maneras, todo lo que está sucediendo no ocurre por generación espontánea. Organizaciones sociales como Omnium o la ANC han hecho un trabajo previo muy concienzudo. Llevan años caldeando el ambiente. El “ho tornarema fer o “amb les manifestacions no n’hi ha prou”, son eslóganes del condenado Jordi Cuixart, expresidente de Omnium. A esto hay que añadir una serie de organizaciones satélite como son los “comités de defensa de la república” (CDR), “tsunami democràtic” o “picnic per la república”, entre otras de las que no se sabe todavía ni quien las controla ni realmente quién está detrás
Por si la cuestión no fuera lo suficiente compleja, es indispensable tener en cuenta que, en el terreno político, hay intereses cruzados y un miedo atroz a que alguien sea calificado como traidor, porque lo que está en juego es la hegemonía política en Cataluña para mucho tiempo.
El duelo entre ERC y JxCat es sin cuartel, pero a la sombra. Hasta ahora, Puigdemont ha tenido una vida plácida en Waterloo, pero sabe que no puede ir mucho más allá de lo que dure Torra en la Generalitat. Éste, por su parte, tiene más vocación de activista que de molt honorable president de tan alta institución, y se siente más cómodo en las algaradas que en su despacho. Además, su incapacidad para ejercer el cargo es manifiesta Por eso, está tomando cuerpo la hipótesis de que desde la institución se da algún tipo de soporte a los alborotadores.
Por su parte, los republicanos consideran que les ha llegado el momento de encabezar el Govern de Cataluña, y si pierden esta oportunidad es posible que tengan que pasar décadas hasta que se presente otra.
Este galimatías político hace que la situación esté encallada y nadie se atreva a salir a la palestra, llamar a las cosas por su nombre, reconocer el fracaso, admitir que la unilateralidad no es posible y que la DUI fue un brindis al sol sin efectividad alguna.
¿Pero quién es el valiente que se atreve?

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 22/10/19

17 d’octubre 2019

JUSTICIA EN EL VALLE


Estos días el foco mediático está sobre Cataluña, la sentencia a los líderes del procés y las reacciones institucionales y de la ciudadanía que se están produciendo, tras conocerse el fallo del Tribunal Supremo, acaparan buena parte del interés nacional e internacional.
Es muy probable que más de un independentista hiperventilado imagine que la Tierra ha dejado de girar y el mundo mundial no respirar a la espera de ver cómo reaccionan los catalanes y que sucede a partir de ahora en este país.
Obviamente, si alguien piensa así se equivoca. La Tierra sigue girando, el sol sale por el este, se pone por el oeste y urbi et orbe ocurren cosas, buenas, malas y regulares.
En un mitin celebrado en Valencia, a principios de los años treinta, Manuel Azaña dijo: “la libertad no hace a los hombres más felices, sencillamente los hace hombres” Ante la situación que estamos viviendo, me tomo la licencia de parafrasear a Don Manuel y digo que no es cuestión de que la exhumación de los restos del dictador sea algo, bueno, malo o regular, sencillamente nos permitirá recuperar una porción de la dignidad que, como pueblo, nos arrebató la dictadura. Y pido disculpas si he ofendido a alguien con la cita.
De hecho, la primera iniciativa, que se conoce, sobre este enojoso asunto, fue del Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero que creó una comisión de expertos para transformar el Valle de los Caídos. Lamentablemente con la llegada del PP al poder aquello quedó en agua de borrajas. Sin embargo, Pedro Sánchez, tras ser investido presidente en junio de 2018 anunció que en julio del mismo año se procedería a la exhumación.
Pero la familia del autócrata, desde el minuto cero, puso todas las trabas posibles para evitar que Franco saliera del Valle. Los recursos y demandas en los tribunales han sido las artimañas de los descendientes del dictador para frenar la iniciativa del Gobierno. Después, la propuesta de llevar los restos a la catedral de la Almudena.  Aunque la pretensión más insolente de los herederos, y que raya con la estupidez, es la pretensión de que se le rindan honores militares al dictador cuando sea exhumado.
Resulta ofensivo, y un insulto a la inteligencia, que gente que por su ascendencia y los presumibles orígenes de su fortuna deberían ser discretos, moderados e intentar pasar lo más desapercibido posibles, sean tan ostentosos y chuleen como gallos de pelea en un corral de feria. Todo lamentable y patético.
Y por si no había bastante con la familia, han contado con colaboradores inestimables como es el caso del prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, un falangista reciclado a benedictino que había llegado a amenazar con prohibir la entrada en la Basílica a las personas que fueran a trasladar al dictador. También el juez José Yusty ha prestado un apoyo impagable a los familiares del dictador. En el mes de febrero pasado suspendió de manera cautelar el informe de obra del Ayuntamiento de San Lorenzo del Escorial, porque “existían dudas en las condiciones de seguridad. Tampoco   la ambigüedad calculada del Vaticano en un principio facilitó las cosas.
En cualquier país de nuestro entorno una situación parecida sería impensable; pero, si, aun y así, por alaguna extraña razón les ocurriera algo similar, estoy convencido que todos los grupos políticos, a excepción de la extrema derecha, cerrarían filas con el Gobierno para reparar la injusticia que venimos soportando desde más de cuatro décadas. Sin embargo, aquí, unos guardan un sospechoso silencio y otros acusan al presidente de hacer con la exhumación electoralismo (?) Veamos.
Por esa regla de tres, Pedro Sánchez lleva haciendo electoralismo desde mediados de febrero, cuando convocó elecciones, pero es que el país sigue funcionando y un Gobierno en funciones o no, sea del color que sea, ha de tomar decisiones.
Además, como ya he indicado más arriba, el propio Sánchez anunció en junio del año pasado la exhumación, y que se llevaría a cabo en julio. Después, las triquiñuelas y malas artes de la familia han retardado el proyecto hasta ahora que han agotado toda la munición, pero, todo tiene un límite y, salvo imponderables, en muy pocos días la salida de los restos mortales de Francisco Franco del Valle de los Caídos será un hecho. Entonces, los más de 18.000 republicanos que hay allí enterrados en fosas comunes descansarán en paz, pero ahora, de verdad.


Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 16/10/19

15 d’octubre 2019

SIN COMPLEJOS


Es posible que, cuando estas líneas salgan a la luz, ya se haya hecho pública la sentencia a los líderes del procés. Seamos conscientes y estemos preparados porque cualquier cosa puede ocurrir. Desde una declaración institucional fuera de tono y contexto, pasando por concentraciones y/o manifestaciones pacíficas de rechazo al fallo del Tribunal Supremo, hasta actos vandálicos y, ahí, el abanico de posibilidades es inmenso. Adonde lleguen, sólo dependerá de la imaginación y la osadía de los descerebrados que decidan llevarlos a cabo.
De todas maneras y, suceda lo que suceda, no deberíamos caer ni en ostentaciones innecesarias, ni dejarnos amedrantar por las provocaciones chulescas de los más hiperventilados.
El hecho cierto será que el Estado democrático, social y de derecho habrá triunfado sobre aquellos que quisieron reventarlo desde dentro. Eso es lo que al final quedará. Eso es lo que pasará a la historia, y, con eso, nos hemos de quedar.
Tras el dictamen, habrá llegado el momento de pasar página. Se debería trazar una hoja de ruta clara para amortiguar, tanto como sea posible, los daños que ha causado el procés a nivel económico, social y cultural. Lo prioritario ha de ser zurcir la sociedad y recuperar la convivencia. No obstante, eso no será posible si no va acompañado de otras mediadas que hagan que Cataluña vuelva a ser la locomotora de España, y para eso necesitamos que las empresas que marcharon, tras los acontecimientos de septiembre y octubre de 2017, vuelvan.
En ese contexto, sería de gran ayuda que los líderes independentistas que provocaron el fiasco reconozcan sus errores y admitan que hechos como los ocurridos aquel triste otoño no se pueden repetir. Yo nunca le voy a pedir a nadie que renuncien a sus ideas, pero sí exijo que los proyectos políticos sean inclusivos y no sólo para una parte de la sociedad. De todos modos, mal vamos cuando uno de los eslóganes preferidos del secesionismo en estos últimos meses es, “ho tornarem a fer”, así no hay manera.
Tampoco vamos bien cuando algunos iluminados de esos que copan tertulias y llenan periódicos con artículos que pontifican sobre lo divino y lo humano sostienen que el problema es político. Discrepo. Ciertamente, el problema que estamos viviendo en Cataluña tiene sus raíces en la política. Ahora bien, la cuestión ha excedido con creces el terreno de juego de la política. Los líderes del procés, a sabiendas, cometieron presuntamente delitos tipificados en el Código Penal, y de eso va l sentencia, no más, pero tampoco menos.
Otra cosa es que una vez dilucidadas las responsabilidades penales se vuelva a la mesa de negociación, y mediante el diálogo se llegue a acuerdos dentro del marco constitucional y con la legalidad como eje vertebrador.
Ante esta situación, no es de recibo que a los que nunca hemos estado por la ruptura, ahora se nos tache de intransigentes, sencillamente creemos en la justicia y la acatamos. Cuando nos gusta y cuando no.
Durante demasiado tiempo el constitucionalismo ha estado acomplejado en Cataluña. Ha llegado el momento de decir basta y vivir con normalidad. O lo que es lo mismo: sin complejos.

Bernardo Fernández
Publicado en El Catalán 14/10/19

08 d’octubre 2019

A LA MONCLOA POR EL CAMINO DE DAMASCO


Cuenta el Nuevo Testamento (Hechos de los apóstoles 9.1-18) que las autoridades judías habían ordenado a Pablo de Tarso perseguir a los cristianos de Damasco. Mientras se dirigía a ese destino, un resplandor del cielo le hizo caer del caballo dejándolo ciego. Pablo y los que cabalgaban con él oyeron una voz que decía:” Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?” Tras esa fuerte vivencia, al llegar a Damasco es encontró con Ananías que, en nombre de Jesús le impuso las manos y, de inmediato recuperó la vista, fue bautizado y catequizado.
Desconozco si en alguno de sus sueños, Albert Rivera imaginó que para llegar a la Moncloa tendría que pasar por Damasco. O, es que va siguiendo las encuestas que apuntan que el 10-N Ciudadanos puede perder la mitad de los votos que obtuvo el 28 de abril, y de ahí su semblante serio y compungido de las últimas semanas.
Sea lo que sea, el caso es que, donde Rivera dijo digo, ahora dice Diego. La semana pasada el líder de la formación naranja se enmendó a sí mismo. Y si, seis meses atrás, la comisión ejecutiva de Ciudadanos aprobó por unanimidad vetar cualquier pacto con el PSOE, ahora, si el 10-N la derecha no suma, se abren a la posibilidad de pactar con los socialistas a partir de 10 reformas de fuerte calado social que ellos proponen.
Parece que ya no tienen importancia los reiterados desplantes de Rivera a Sánchez. Al líder naranja se le ha olvidado que ni se ponía al teléfono cuando el presidente en funciones le llamaba. También ha olvidado las reiteradas negativas a las peticiones del entonces aspirante a presidente a reunirse ambos, para intentar desbloquear la situación. Con su actitud Rivera viene a sugerir que tampoco hay que dar importancia a aquello de la “banda de Sánchez”. Total, pelillos a la mar.
Así las cosas, la moción de censura presentada, este lunes, por Ciudadanos al presidente Torra, hay que enmarcarla en el mismo contexto que el giro copernicano de Rivera: toca remontar lo que dicen las encuestas y hay que hacer lo sea. El problema es que la moción llega tarde. Ciudadanos ganó las elecciones en 2017 y han tenido casi dos años para presentarla.
La lógica nos indica que si ahora presentan esa moción es porque Ciudadanos teme un descalabro el próximo 10 N y Lorena Roldán es una perfecta desconocida. De esa forma tendrán sus momentos de televisión gratuitos, no pocos titulares de prensa y podrán explicar, en el resto de España, lo valientes que son porque, aunque los socialistas les han dejado solos, ellos han plantado cara a los independentistas, por el bien de España, claro está.
Sin embargo, la realidad es muy distinta. El hecho cierto es que a quien va a beneficiar esta moción es al independentismo, paradojas de la vida y de la política. Los secesionistas se van a beneficiar porque, como todos sabemos, están más divididos que nunca y ante la inminente publicación del fallo del procés, esta iniciativa parlamentaria va a servir para que cierren filas ante un enemigo común.
Esta moción de censura no es más que un movimiento tacticista de vuelo gallináceo. Para Rivera, el adversario a batir es el PSOE, Quim Torra, en esta ocasión es la excusa. El colaborador necesario. Pero es que, además, está mal planteada porque hace, tan solo, unas semanas, Alejandro Fernández, del PP, propuso unir fuerzas para presentar una moción, y entonces la dirección de Cs argumentó que ni era el momento ni se daban las circunstancia, ¿y ahora sí?
Mientras escribo estas líneas me llega la noticia de que Rivera ha anunciado que Ciudadanos concurrirá el 10 N con UPYD. Muy mal lo debe ver el caudillo naranja para incorporar a las listas de su partido gente que ya había sido desahuciada por el electorado. No obstante, lamento que una cabeza tan bien amueblada como es la de Fernando Savater se preste a esta mascarada cerrando una de las listas de Cs. En fin, queda demostrado que hasta los cerebros mejor dotados se equivocan.
Quizás yo también me equivoque ─y aseguro que mi cerebro es sencillito tirando a vulgar─, pero estoy convencido que tanto si Albert Rivera escoge el camino de Damasco, como si decide transitar por otras vías con amistades peligrosas, le puede suceder como a Pablo Tarso, que se quede ciego en el viaje Lo de Ciudadanos debería ser el carril central de la política. Y, sin embargo, Rivera está empeñado en ir por el carril de la derecha y ese ya está muy congestionado. Mucho me temo que de seguir así pronto veremos a los del partido naranja en la cuneta de la irrelevancia política y a su líder sirviendo los cafés a los capitostes del Ibex 35. A no ser, claro está, que alguien le imponga las manos y, entonces, recupere el sentido común de la política.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 08/10/19

01 d’octubre 2019

SEMANA HORRIBILIS


Estos días estamos asistiendo a un auténtico aquelarre independentista. De hecho, no es ninguna novedad. Los secesionistas catalanes son muy dados a los espectáculos y a la bulla. Lo han demostrado en los últimos tiempos, pero la semana pasada, quizás porque saben que la sentencia del procés está próxima, fue esperpéntica.
Desconozco si hay pocos o muchos independentistas radicales, pero, sean los que sean, son muy activos y parecen dispuestos a todo. Han perdido la partida y lo saben. Saben que esto se está acabando y que la publicación del fallo de juicio del procés marcará un antes y un después. Por eso, es conveniente que en los próximos días nos andemos con mucho ojo porque esos descerebrados son capaces de cometer cualquier barbaridad.
Es posible que alguno de los lectores puede pensar que exagero. No lo crean. Basta echar un vistazo a los acontecimientos ocurridos tras la detención de unos presuntos terroristas, para ver hasta dónde puede llevar la obcecación, la ceguera ideológica y el fanatismo.
Se han hecho concentraciones y manifestaciones para pedir la libertad de los detenidos. TV3 retransmitió en directo una rueda de prensa de familiares de los presuntos terroristas y en los informativos de la cadena se habla de montaje policial y más de los derechos de los detenidos que de los atentados que hubieran podido cometer.
En el Parlament se volvieron a vivir momentos de tensión que recordaron a los aciagos días de septiembre y octubre de 2017, porque la mayoría secesionista se empecinó en desafiar al Estado y aprobar diversas resoluciones que defienden la legitimidad de la desobediencia civil e institucional. Y por si no había bastante, exigían la retirada de los efectivos de la Guardia Civil de Cataluña, porque son “fuerzas de ocupación” y una ley de amnistía si se condena a los líderes del procés.
Un amplio grupo de diputados, entre ellos el propio president de la Generalitat, aplaudió y gritó “llibertat, llibertat”, cuando llegó a la Cámara la noticia de que los independentistas detenidos pasaban, por orden del juez, a prisión preventiva y sin fianza.
Pero es que escenas similares se repitieron al día siguiente en la Asamblea General de la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI) done habían asistido casi 200 alcaldes.
La pregunta aquí, además de obvia es obligada, si espectáculos de ese nivel se dan en las instituciones por personas que se supone han de transmitir serenidad y templanza, ¿qué no puede ocurrir en la calle? Que cada cual responda según su criterio
Hemos vivido una semana horribilis y es fácil suponer que esto ira in crescendo hasta la publicación de la sentencia y un tiempo después. Esperemos que no ocurra nada irreparable.
Luego, con el dictamen sobre la mesa habrá que pasar página. El independentismo más posibilista (no me atrevo a decir sensato porque no existe como proyecto político) debería llevar a cabo una revisión profunda de sus planteamientos y reconocer que han cometido errores de bulto: la unilateralidad, primero y el “lo volveremos a hacer “después, son lo más parecido a bravuconadas de taberna.
De igual manera los dirigentes del procés deberían admitir su fracaso y asumir las posibles responsabilidades penales que de sus actos se hayan podido derivar. No pueden seguir engañando a la gente y jugando con sus sentimientos. La ciudadanía no se lo merece. Además, han destrozado el país que tanto dicen querer. Por eso han de dar un paso al lado para que sean otras las personas que enderecen la caótica situación que ellos generaron. Es necesario que vuelva el seny, cicatricen las heridas que ha ocasionado el procés en la sociedad y Cataluña vuelva a ser lo que nunca hubiera tenido que dejar de ser: un solo pueblo.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 30/09/19


APUNTES PARA UN NUEVO MODELO DE FINANCIACIÓN

En una iniciativa inédita hasta la fecha, en materia financiera, una veintena de entidades empresariales catalanas hicieron público, días at...