18 de desembre 2019

LOS MOVIMIENTOS VERDES Y EL ORO NEGRO


La Cumbre del Clima, COP25, es su nombre en inglés, que se celebró en Madrid días atrás, se cerró con dos días de retraso sobre el calendario previsto, porque no había manera de que los participantes se pusieran de acuerdo. El obstruccionismo de países como EE. UU, China, India o Brasil a punto estuvo de echarlo todo a rodar. No se logró el gran objetivo que se había fijado previamente que era regular los mercados de emisiones de carbono. No obstante, pudieron salvar la situación con un acuerdo de mínimos y emplazarse para la siguiente Cumbre que se celebrará en Glasgow en 2020.
“Tiempo de Acción”, titularon la declaración final de la Cumbre y en ella se exige a los países mayores esfuerzos en materia climática para recortar emisiones de CO2, pero sin concreción.
El secretario general de la ONU, Antonio Gutierres se mostró decepcionado con los resultados y manifestó que “la comunidad ha perdido una gran oportunidad para mostrar mayor ambición”.
A pesar de la contundencia y certeza de las afirmaciones de Gutierres, se ha opuesto de manifiesto que la sociedad en general y el voluntariado en particular van muy por delante de los gobiernos que se supone que les han de defender y proteger. Se ha hecho evidente, de nuevo, que éstos están mediatizados por el gran poder que es el capital y, en esas circunstancias, el clima, el ecologismo y la contaminación no son una excepción. Cuando hay dinero a ganar, siempre hay alguien dispuesto a invertir, sin importar demasiado a qué o a quién puede perjudicar.
Los grandes bancos de inversión del mundo han colocado unos 700.000. millones dólares (unos 630.000 millones de euros) en las empresas de combustibles fósiles que se están expandiendo de manera cada vez más agresiva en proyectos de extracción petrolífera, gas y carbón.
No piensen ustedes, apreciados lectores, que eso es cosa de americanos, rusos y/o chinos solamente, no. Según la ONG Rainforest Action Network, especializada en analizar las grandes inversiones en la neoera fósil, El Banco de Santander invirtió en extracción de combustibles fósiles entre 2016 y 2018 casi 15.000 millones de dólares y le BBVA destinó 12.000 millones de dólares en inversiones a industrias que viven de la explotación del oro negro.
Es verdad que estas cantidades comparadas con las de los grandes inversores, a la cabeza de los cuales está JPMorgan Chase, son casi de risa, pero nos pueden dar una idea de la magnitud de lo que está en juego y de los escrúpulos de los cerebros pensantes de las entidades inversoras.
No quisiera ser agorero, pero ya se pueden hacer cumbres contra el cambio climático, en favor del ecologismo, por un futuro verde y todo lo que convenga que mientras frente al voluntarismo verde haya una realidad negra, que es la que representa el activismo inversor, la cosa, por decirlo suave, estará peluda. El petróleo, el gas y el carbón reciben cada año ayudas que rondan los cinco billones de dólares (10 millones al minuto), y eso son datos que los da, un organismo tan pragmático como el Fondo Monetario Internacional (FMI), no una institución sin ánimo de lucro o una ONG que sueña con paraísos imposibles.
La filosofía de esos genios de la inversión es simple: más petróleo y más barato, significa más consumo (léase mayor beneficio). Es igual que eso equivalga a que el coche eléctrico tardará más en llegar, si es que con estas perspectivas llega algún día. Por eso, no es de extrañar que muchos ecologistas duden de que la transición energética se lleve a cabo, antes de que sea demasiado tarde.
Hay un dato que, desde mi punto de vista, resulta demoledor. Dice Valentina Kretszchmar, directora de investigación de la consultora energética Wood Mackenzie, que las ganancias que genera una inversión en energías renovables como puede ser la solar o la eólica, oscilan entre el 6% y el 7%. Mientras que las inversiones en gas o petróleos alcanzan de manera fácil y rápida una rentabilidad del 15%.
Por si todo eso fuera poco, existen estudios muy creíbles que apuntan a nuevas zonas donde se pueden llevar a cabo extracciones muy rentables. Lugares como Brasil, Canadá, Noruega o la Guayana pueden producir en breve un millón de barriles diarios (la producción actual se cifra en unos 80 millones de barriles día). Además, con una ventaja añadida: esos nuevos yacimientos no están ubicados en zonas geopolíticas complicadas y, desde luego, nada que ver con los riesgos que se corren al pasar el estrecho de Ormuz.
Con esta situación, como telón de fondo, hay que quitarse el sombrero ante la determinación y entereza de los movimientos ecologistas y científicos frente a gobiernos timoratos y corporaciones insolentes. El oro negro, que en un tiempo hizo avanzar a la humanidad, es, en estos momentos, más parte del problema que de la solución.  Y eso seguirá siendo así mientras la economía imponga sus reglas, el sistema político las acepte y acepte, también, enriquecimientos indecentes.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 18/12/19

17 de desembre 2019

VIVIR CON DIGNIDAD


Nos ha tocado vivir tiempos difíciles y una situación sociopolítica muy compleja. Nubarrones de todo tipo oscurecen el futuro y las previsiones que se hacen no son nada halagüeñas. Eso hace que estamos inquietos por la falta de Gobierno y nerviosos por el desgobierno en Cataluña. A la vez, nos preocupa el cambio climático y el negacionismo de algunos descerebrados como Donald Trump o Jair Bolsonaro. También nos inquieta la sostenibilidad del sistema público de pensiones y nos producen desasosiego las listas de espera en la sanidad, el deterioro en la educación y… un montón de cosas más.
Pero, por encima de todo eso, hemos de llegar a final de mes, hacer que la familia funcione mientras atendemos a todas nuestras responsabilidades como, por ejemplo, pagar la hipoteca, sin olvidarnos de las matrículas de los chavales para que hagan Formación Profesional o vayan a la Universidad. Asimismo, y si nuestra economía lo permite, tener un plan privado de jubilación para cuando llegue el momento, por lo que pueda ser. Además, claro está, de desempeñar nuestro trabajo diario de la mejor manera posible para no tener problemas, cumplir con nuestras obligaciones y, si puede ser, ascender en el escalafón para estar mejor considerados y aportar un poco más a la economía familiar.  
Por todo eso, estos días de Fiestas, que están a la vuelta de la esquina, nos reuniremos con parientes y amigos, para juntos pasarlo lo mejor posible. Brindaremos por muchas cosas, una de ellas, seguro que es, por un futuro mejor y, también, por nosotros, y haremos bien, al fin y a al cabo, la familia, los nuestros, es el valor más sólido que tenemos. Y nos lo merecemos porque nos lo ganamos a pulso cada día.
No obstante, no estaría de más que echáramos un vistazo a nuestro alrededor y pensáramos un poco, sólo un poco, en todos esos millones de personas que viven muy por debajo de los estándares de la pobreza.
Digo esto porque tengo sobre la mesa de trabajo, tengo un informe, publicado hace unas semanas titulado “Panorama social del trabajo en el mundo 2019”, y ha sido elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Pues bien, claro y concreto, leerlo me ha helado la sangre. Según se explica en el mismo, unos 700 millones de personas trabajan y viven con menos de 3,2 dólares al día (unos 2,8 euros). De ellos, 265 millones no llegan a ganar 1,9 dólares diarios, éstos son los más parias de la tierra, pese a tener un empleo.
Además de todo esto y como es fácil imaginar, quien sale peor parado, son las mujeres. Los estudios realizados en 62 países ponen de manifiesto que las trabajadoras vienen a cobrar un 12% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo que un obrero. El promedio de desigualdad salarial supera el 20% en ocupaciones directivas o de cierta responsabilidad.
Para Mathias Thorns, secretario general adjunto de la Organización Internacional de Empleadores, “no sólo es necesario crear empleos, sino que es necesario hacerlo en un entorno empresarial seguro”. En su opinión hay que acabar con las trabas burocráticas para contratar o formalizar negocios y evitar la corrupción reinante en muchos países.
El empleo decente y productivo debería ser el eje vertebrador para que las personas salgan de la pobreza. Sin embargo, en el informe de la OIT se señala que “el modelo económico en que nos hemos basado está obsoleto”. Esa situación genera puestos de trabajo deficientes y, la consecuencia, es que no se pueda garantizar que haya un salario aceptable para que los trabajadores lleven una vida digna.
El mencionado informe, como es fácil suponer, es mucho más extenso y analiza y desmenuza detalles que, a mi juicio, son de máximo interés. No obstante, me ha parecido oportuno dar tan solo unas cuantas pinceladas sobre la cuestión y dejarla abierta para posibles debates y/o escritos futuros.
Me doy por satisfecho si con este sencillo escrito he conseguido agitar alguna conciencia y he generado alguna reflexión y/o análisis sobre las situaciones de injusticia con las que convivimos. De momento, disfruten de los días que se avecinan y de lo bueno que nos traen. Les deseo, sinceramente, que sean razonablemente felices en estas Fiestas de Navidad y de manera especial el año próximo.



Bernardo Fernández
Publicado en El Catalán 16/12/19



12 de desembre 2019

FECHAS CLAVE


Dicen los que me conocen bien que soy un optimista visceral. No lo sé, pero desde luego siempre prefiero ver la botella medio llena antes que medio vacía. Tampoco soy partidario de echar agua al vino. Sin embargo, aunque quiero ser positivo con el tema de la investidura de Pedro Sánchez, mucho me temo que, por muy bien que vayan las negociaciones, éstas se pueden alargar y, hasta bien entrado el mes de enero, no tendremos presidente de Gobierno a todos los efectos.
ERC ha conseguido controlar la agenda política y eso no es una buena noticia porque sus intereses, en estos momentos, no coinciden con los de la mayoría. Además, el calendario es diabólico. Para empezar, los pseudorepublicanos necesitan tiempo para convencer a sus bases, bastante radicalizadas, de las conveniencias de un acuerdo con los socialistas. Ahí jugará un papel fundamental su Congreso Nacional que han de celebrar los próximos días 20, 21 y 22 de este mes de diciembre. No me extrañaría que los dirigentes de ERC busquen obtener en el cónclave algún mandato abierto para poder maniobrar a sus anchas sin que después la organización se lo pueda echar en cara.
De todas maneras, antes de llegar a eso, en todas las agendas políticas, que tienen que ver con Cataluña, está marcado en rojo el 19 de diciembre. Ese día el Tribunal de Justicia de la UE se ha de pronunciar sobre la inmunidad o no de Oriol Junqueras como europarlamentario. Un fallo que por extensión afectará a la situación jurídica y política de Carles Puigdemont y Toni Comín. Según lo que diga ese dictamen, el hoy expresident prófugo podría volver a presentar su candidatura para intentar dirigir de nuevo la Generalitat. Y, si eso sucediera, nadie duda que el tablero político cambiaría de manera radical y las prioridades serían otras.
Lo más plausible es que entonces, Quim Torra convoque elecciones porque en JxCat saben que su tabla de salvación es Puigdemont. Tan solo con él al frente tienen posibilidades de seguir presidiendo el Govern. Por eso, los neoconvergentes y sus satélites apuraran hasta el último suspiro y jugaran esa carta mientras tengan la más remota posibilidad de que se haga realidad.
En ese supuesto, es probable que ERC rompa la baraja de la negociación por la investidura porque, con unas elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, su objetivo sería batir de una vez por todas a JxCat y, convertirse así, en el partido hegemónico de Cataluña, auténtico objetivo por el que siempre han trabajado los pseudorepublicanos. Lo otro: el derecho a decidir, la autodeterminación o la independencia, en realidad son etapas de una carrera por el poder que tiene su meta en la Plaça Sant Jaume o más concretamente en el Palau de la Generalitat.
Por lo tanto, de darse esa situación, estaríamos ante una lucha sin cuartel entre las dos fuerzas independentistas que llevan años enfrascados en una lucha fratricida. En esas circunstancias, que una de las dos organizaciones estuviera negociando para investir al presidente del Gobierno de España o estuviera a punto de hacerlo, casaría muy mal con los maximalismos secesionistas que se alimentan en las campañas electorales independentistas para azuzar las bajas pasiones.
Estamos, pues, ante unas fechas que serán claves para desbloquear la situación política en la que llevamos atascados muchos meses o embarrancarnos aún más. Entonces, si eso último sucede, vamos de cabeza a unas nuevas elecciones que nadie quiere, salvo la derecha que las está deseando.
Sea como sea, no depende de nosotros, así que lo mejor será que nos lo tomemos con mucha calma, bastante filosofía y si es posible algo de humor. Al fin y al cabo, de otra manera, tampoco vamos a conseguir nada.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 11/12/19

04 de desembre 2019

ENTRE LO MALO Y LO PEOR


Tenía previsto escribir un artículo sobre la conveniencia o no de reformar la Constitución, ahora que se cumplen cuarenta y un años desde que se aprobó. De esa forma, cumplía con mi compromiso de entrega semanal a e notíices, Sin embargo, he cambiado de opinión al leer determinadas declaraciones, manifestaciones y/o artículos que me han ocasionado desasosiego y cierto malestar.
De hecho, tanto Pablo Casado como Albert Rivera, ya empezaron, después de las elecciones del pasado 28 de abril, a advertirnos de la “inmensa catástrofe” que sería un Gobierno de coalición del PSOE con los comunistas de Unidas Podemos para España; pero si además recibía los apoyos de Bildu y/o ERC (cosa imprescindible por cuestiones de pura aritmética parlamentaria, ante la negativa de la derecha a facilitar la investidura,) todas las maldiciones bíblicas caerían sobre nosotros. Pero, para bien o para mal, aquella propuesta no tiró adelante y, como consecuencia de ese pacto “interruptus”, no nos quedó otra que, en el mes de noviembre pasado, volver a ir a votar.
Ahora parece que hay posibilidades reales de que ese Gobierno de coalición cuaje. Aunque, eso sí, para que salga adelante se necesita que hasta una quincena de diputados de lo más variopinto den su apoyo y que los seudorepublicanos catalanes se abstengan para hacer posible que Pedro Sánchez sea investido. Y ese es el quid de la cuestión.
Días atrás eran los chicos de Vox, tan perspicaces ellos, los que decían que “Pedro Sánchez quiere reformar la Constitución para destruir España con sus cómplices separatistas”. Poco después, Luís Garicano, eurodiputado de Ciudadanos, ─ese partido, que ya es irrelevante y va camino de la desaparición─, pronosticaba que “un Gobierno con Podemos y el apoyo de ERC era el fin de España”, alineándose así, con ese gran hombre tan amante del progreso y de los avances de la humanidad que es el integrista Antonio Cañizares, en la actualidad arzobispo de Valencia y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española que en una carta titulada “¡Alerta!”, ¡Alerta!”, dice que ve a España “en peligro y grave emergencia”. Hasta ahí, ninguna novedad, nada que no supiéramos ya.
Sin embargo, lo que me ha inquietado ha sido un manifiesto que han suscrito una cincuentena de parlamentarios de las Cortes constituyentes en el que piden a los partidos de ámbito estatal que lleguen a un acuerdo por la unidad de España y un Gobierno que no dependa del independentismo.
Vamos a ver: siento un gran respeto por todas aquellas personas que en un momento determinado dieron un paso al frente e hicieron posible que el tránsito de la dictadura a la democracia fuera en muchos aspectos modélico. Confieso que, por alguno de esos personajes, incluso siento admiración. No obstante, cuando leo algunas declaraciones se me pone, como diría el Holandés Volador, “la gallina de piel”. Aquellos constitucionalistas de ayer hoy son viejas glorias que se asemejan mucho a esas reliquias que todos respetan, pero nadie sabe dónde poner y, en unas circunstancias como las actuales, creo que harían bien quedándose en un discretos segundo o tercer plano y dejaran hacer a los que hoy tienen esa responsabilidad, porque a ellos ya se les pasó su ocasión.
No negaré la complejidad del momento, pero como ha dicho el ya exministro de Exteriores Josep Borrell, y uno de los cerebros mejor amueblados de la política española, la “situación es anómala”. Ciertamente la situación es anómala. Por lo tanto, puede gustar o no, pero la realidad es la que es, y si el PP se niega a facilitar la investidura, sólo quedan dos opciones: o se busca la abstención de ERC, y eso significa sentarse y negociar o vamos a unas nuevas elecciones. Como diría un castizo, no hay más cera que la que arde
Además, parece que por fin se va encendiendo alguna luz en el universo indepe. El exdiputado de Esquerra Joan Tardà decía: “Lo importante es investir a Pedro Sánchez para seguir negociando”.
Desde luego, la situación está cogida con alfileres y en cualquier momento se puede ir todo al garate, A veces en política, como en la vida, hay que tomar decisiones y se debe escoger entre lo malo y lo peor y eso es lo que le corresponde hacer a hora a Pedro Sánchez. De todos modos, deberíamos ser razonablemente optimistas y darle una oportunidad al sentido común.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 04/12/19

LO QUE PUDO HABER SIDO Y NO FUE

Estos días se cumplen 93 años de la proclamación de la Segunda República española. Aquel hecho histórico fue posible porque se dieron una se...