El pasado jueves, el pleno del
Congreso aprobó la actualización del Concierto Económico y el Cupo del País
Vasco. Esa actualización generó fuertes discrepancias internas en el PP y,
también, en el PSOE. En contra votaron
Ciudadanos y Compromís.
De hecho, esta es la vaselina
que ha tenido que untar el Gobierno central para que los presupuestos de 2018
puedan iniciar su tramitación. Ahora bien, dicho corto y raso: esa iniciativa genera
desigualdad en la prestación de servicios entre el País Vasco y el resto de
España.
Como dice un veterano
economista, experto en las relaciones financieras entre Euskadi y el resto del
Estado: “el Cupo es un agujero negro. Primero se pone la cantidad y luego se
construye el modelo.” Además, la manera de hacer el cálculo para llegar a esa
compensación nunca ha sido un modelo de transparencia. Se utiliza la
bilateralidad y la opacidad.
El sistema de financiación
foral es una excepción en el panorama de financiación internacional. Ni
siquiera en los países federales más descentralizados el Gobierno central
renuncia a su poder fiscal en beneficio de alguna de sus regiones, Estados o
Länders. Cosa que si ocurre en España con el País Vasco y Navarra.
El cupo, no es otra cosa que
la cantidad que Euskadi paga al Estado por las competencias no transferidas; es
decir, embajadas, defensa o instituciones penitenciarias. En esencia, la
actualización consiste en que el País Vasco pagará al Estado, desde ahora hasta
2021, 225 millones de euros menos de lo que se había previsto. A su vez, el
Estado retronará a Euskadi 1.400 millones por retrasos acumulados.
Sin entrar en valoraciones de
ningún tipo, el hecho cierto es que en el País Vasco el gasto público por
habitante es un 20% superior al resto de la media de las comunidades autónomas.
O, dicho de otro modo: mientras en el conjunto del Estado el gasto por persona,
en servicios públicos, apenas alcanza los 2.000 euros/año, en Euskadi supera
los 4.200. Después algunos se llenan la boca hablando de redistribución de la
riqueza y justicia social.
La mayoría de expertos consultados
opina que el Cupo es demasiado bajo y eso hace que Euskadi esté sobre
financiada en comparación con otras comunidades. No se cuestiona el Concierto
económico que está reconocido en la Constitución. Si en 1978 se aceptó esta
asimetría, fue porque la situación de aquel momento era la que era y, además,
había otras urgencias que atender, aceptémoslo. Ahora bien, lo que es más que
cuestionable es el cupo. Y lo es porque,
mediante ese método, las haciendas forales realizan una presión fiscal algo
inferior al conjunto de sus contribuyentes, ya sean personas físicas o empresas
(de ahí las polémicas “vacaciones fiscales”).
A mi modo de ver, resulta poco
convincente el argumento según el cual el Concierto es un sistema de riesgo y
que la solución pasa -según algunos políticos- por financiar mejor al resto de
las comunidades. Aquí la pregunta sería de Perogrullo, ¿Hay dinero en España
para eso?
En realidad, la crítica no es
tanto para el PNV o sus compañeros de viaje, que al fin y al cabo defienden lo
suyo, sino para el Gobierno de Mariano Rajoy. Es un insulto a la inteligencia
del conjunto de los ciudadanos que por un puñado de votos en el Congreso sea
tan generoso con unos y tan rácano con el resto. Además, tiene abandonada,
desde 2014, la necesaria reforma de la financiación autonómica. No olvidemos
que hay comunidades totalmente asfixiadas, en términos económicos, por prestar
servicios que el Ejecutivo central no da. Es el caso de Valencia, Extremadura o
Andalucía entre otras.
Claro que de esa forma Rajoy
se garantiza la tranquilidad parlamentaria y tirará adelante los presupuestos,
aunque sea a costa despreciar al conjunto de comunidades autónomas. Por su
parte los socialistas que gobiernan con el PNV en Euskadi, encantados de la
vida.
Ahora que alguien explique a
los nacionalistas catalanes, y que les haga entender, que Cataluña nunca tendrá
Concierto económico, entre otras cosas, porque mientras el PIB del País Vasco
es de 6,7% del conjunto del Estado el de aquí es del 19%. Yo me siento incapaz.
Bernardo Fernández
Publicado en El Catalán
28/11/17