20 de juny 2023

EL PAISAJE TRAS LAS INVESTIDURAS


 

La escasez de la mayoría suficientes, tras las elecciones municipales del 28 M, para lograr investiduras, ha hecho que se alcanzasen un sinfín de acuerdos de todo tipo para lograr alcaldías. Desde los más lógicos y razonables por afinidad ideológica, hasta los más estrambóticos y contra natura que se pueden imaginar.

Eso es algo que ocurre desde siempre en la política local. En ese ámbito, a menudo, pesa más la relación entre las personas y el “feeling” entre los aspirantes a alcalde que los grandes ejes programáticos de los partidos. Y eso es más frecuente cuando menos habitantes hay en una población. En las grandes ciudades es distinta y ahí se suelen imponer los criterios de los partidos para obtener las codiciadas varas de mando.

Son muchas las lecturas que podemos hacer de las alianzas que se tejieron el 17 de junio: una es la entrada masiva de la derecha extrema en la mayoría de los ayuntamientos de España; se calcula que gobernará en coalición con el PP en unos 150; para que vayamos tomado nota de cara al 23 J.

En Cataluña la situación no es muy diferente: Aquí, además de la entrada de Vox en un buen puñado de consistorios, la ultraderecha local, Aliança Catalana, se ha hecho con la alcaldía de Ripoll tras sortear la mayoría insuficiente que habían trabado ERC, PSC y CUP, a la que no se sumaron los concejales de Junts, lo que ha permitido que Silvia Orriols, lideresa de los ultras, alcancese la vara de mando y que en su discurso de toma de posesión dijese “que son la esperanza de Cataluña ” .

Otra de las lecturas que hemos de hacer de esas investiduras es constatar el éxito del PSC. Los socialistas gobernarán en tres de las cuatro capitales catalanas; además de conservar las de Sabadell, Mataró, l'Hospitalet de Llobregat, Vilafranca del Penedès o Blanes entre otras y recuperar Vilanova i la Geltrú y Reus.

También está vinculado al PSC la candidatura de Gael Rodríguez en Portbou (Girona), que el pasado sábado se convirtió, con 19 años, en el alcalde más joven de Europa.

En Girona, la CUP precisó la alcaldía gracias a un pacto independentista. A pesar de que la candidata socialista Sílvia Paneque fue la alcaldable más votada en las elecciones, pero ese pacto la deja en la oposición.

No cabe duda de que Esquerra Republicana fue la gran dagnificada en las elecciones del 28 de mayo, perdió más de 300.000 votos. Por eso, el día de las investiduras los republicanos no estaban para celebraciones. Gobernarán en Amposta, Sitges o Falset como poblaciones destacadas y también en Manresa, gracias a un pacto con el PSC. Por cierto que el alcalde de ERC, Marc Aloy, fue abucheado y tildado de “botifler” durante la investidura.

Junts per Catalunya ha perdido Girona y Tortosa, pero ha recuperado Sant Cugat del Vallès, Figueres y Santa Coloma de Farners, a la vez que conservan Vic, aunque en mínimas, tras la marcha de Anna Erra del consistorio para presidir el Parlament.

Pero, como era no podía ser de otra forma, el foco mediático estaba puesto en Barcelona. Tanto Junts como ERC querían suavizar su batacazo del 28 M con la gobernanza de la capital. Cuando lo lógico hubiera sido un gobierno progresista porque entre PSC, comuns y republicanos sumaban 24 concejales, pero una vez más a ERC le ha podido su alma identitaria por encima de la de izquierdas y de progreso. 

La cuestión es que, hasta bien entrado el mediodía del sábado, casi todo el mundo daba por hecho que la coalición de Trías per Barcelona y los republicanos gobernarían la capital catalana, pero hete aquí la reconsideración de Barcelona en Comú de apoyar al candidato socialista sin integrarse en su Gobierno, abrió la puerta a que el Partido Popular hizo lo que había apuntado los últimos días: apoyar a Collboni siempre que se comprometiera a no incorporar a los de Colau a su Ejecutivo.

Pero claro, Xavier Trias montó en cólera y al ver que la alcaldía se le esfumaba y reaccionó con un “que us bombín a tots”.Ernest Maragall no se ha quedado atrás. A su edad, estos pipiolos no han aprendido que la política tiene estas cosas. Trias olvida que en campaña dijo que no pediría los votos del PP, pero si llegaban no los rechazaría. También olvida que del año 2000 al 2004 fue portavoz del grupo parlamentario de CiU en el Congreso y votó 960 veces junto al PP de Aznar que tenía la mayoría absoluta. Y hay que recordarle que en el año 2006, su, entonces jefe de filas, Artur Mas, marchó a Madrid para pactar con Rodríguez Zapatero que en Cataluña gobernase la lista más votada, y mientras aquí, José Montilla pactaba el segundo trtipartito. También habría que recordar a estos jabatos de la política que en la Generalitat hoy gobierna la segunda lista más votada, es decir ERC, lo mismo que ocurre en Girona con la CUP; y eso es perfectamente legítimo,  Encima, que todo un president de Cataluña, en un acto institucional, le diga al alcalde de la capital que “sobre su elección se proyecta una sombra de pacto de Estado”, es, además, de una falta de respeto, una frivolidad inadmisible en la primera autoridad catalana: primero, porque si es un pacto de Estado (que no lo es) ¿qué? Y segundo, nuestro sistema democrático está basado en un sistema parlamentario en el que se escogen parlamentarios (en la variante municipal, concejales) y estos al presidente, en el caso de los municipios al alcalde.

Pero que no cunda el pánico porque los de Trías ya han anunciado que renovarán su acuerdo con el PSC para gobernar la diputación de Barcelona. Tampoco ERC revertirá sus pactos con los socialistas para controlar las diputaciones de Tarragona y Lleida.

Queda claro que, para algunos, la cuestión es gobernar, aunque sea con el demonio.

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 20/06/2023

14 de juny 2023

EL FUTURO EN UNA PAPELETA


 

En los últimos cuarenta y cinco años, España ha experimentado una profunda transformación. Hemos pasado de ser un régimen dictatorial y sin futuro, a un Estado social y de derecho homologable a cualquiera de los países más avanzados del planeta.

Ese cambio ha sido posible porque una mayoría de ciudadanos siempre han estado por la transformación, la evolución y el progreso. En ese contexto, el PSOE ha sido el catalizador necesario para que esos anhelos de la sociedad se plasmaran en iniciativas políticas y/o legislativas. Porque si de la derecha hubiera dependido, estaríamos todavía en las cavernas socio políticas previas a la Transición.

No tengo ni tiempo ni espacio para hacer una relación de aquellas iniciativas impulsadas por gobiernos socialistas y que han servido para modernizar este país. Los que tengan interés podrán, sin demasiado esfuerzo, encontrar suficiente información en las hemerotecas. Quiero, sin embargo, hacer una radiografía tan fidedigna como me sea posible del momento político que estamos viviendo y de lo que nos espera a partir del 23 de julio.

A Pedro Sánchez se le puede criticar muchas cosas, pero no arredrarse ante los problemas ni esconderse en las situaciones difíciles. Por eso, tras el batacazo sufrido por la izquierda el pasado 28 M, decidió convocar elecciones generales para el 23 de julio. De esa forma, asume toda la responsabilidad y evita un final de legislatura agónico con especulaciones y rumorología en los próximos meses.

No hace falta ser muy perspicaz para prever que los socialistas basarán su campaña electoral en la acción que ha llevado a cabo el Gobierno. De manera especial en las políticas sociales; es decir, en su acción inequívocamente socialdemócrata, basada en la redistribución de riqueza, en plena sintonía con las directrices y posiciones de Bruselas. Posicionamiento que parece el más adecuado en esta época de fuertes convulsiones económicas ocasionadas primero por la pandemia y después por la guerra en el patio trasero de Europa. Los datos económicos de este período de gestión son claramente positivos , con el empleo a la cabeza, como señalan todos los organismos internacionales independientes.

Por parte de los populares, su líder ya ha apuntado que derogará leyes como la de memoria democrática, la ley trans o la de educación; como, “ajustarán” la de eutanasia —que ya han recurrido ante el Tribunal Constitucional , como antes hicieron con la del aborto o la del matrimonio homosexual--. También el presidente del PP ha anunciado que eliminará, entre otros, los Ministerio, de Consumo y de Igualdad , este último, una de las grandes influencias del feminismo.

Sin embargo, aún no sabemos cuáles serán las iniciativas propositivas de los populares. Por eso, los ciudadanos queremos saber si gobierna la derecha, cosas tan importantes para nuestra calidad de vida como, por ejemplo, qué pasarán con las pensiones, si seguirán la evolución del IPC o se quedarán en un misérrimo 0,25% como hizo Rajoy , si se derogará la reforma laboral y volveremos a los contratos basura y la precariedad o si se suprimirá el Ingreso Mínimo Vital.

Alberto Núñez Feijóo cuenta con la ventaja del viento de cola  tras su victoria en las municipales y autonómicas, en las que superó en más de 700.000 votos al PSOE y le arrebató buena parte de su poder territorial. La tendencia es tan buena, piensa en el PP, que hay que ir a una campaña conservadora, de poca exposición, porque su principal riesgo es echar a perder esa ventaja por cometer errores. El líder popular pretende, también, transitar por la campaña sin mancharse con los acuerdos territoriales con Vox, bien postergándolos todo lo que pueda hasta después del 23 de julio, o bien dejando hacer a sus barones. Sin embargo, los populares demostraron que no ponen vetos a los acuerdos con la formación ultra en los ayuntamientos ni para formar Ejecutivos de coalición. De hecho, Ignacio Garriga (Vox) ya ha anunciado que están negociando en unos 135 municipios para llegar a un acuerdo con los populares. Y en la Comunidad Valenciana El PP y Vox han llegado a un acuerdo para formar un gobierno de coalición.

Propuestas de derogaciones, falta de explicación de programa o, lo que es peor, un programa oculto, unido a los pactos que ya empiezan a cuajar nos puede dar una idea de lo que nos espera si Feijóo se instala en La Moncloa.

Desde luego, la cosa está peluda para la izquierda, pero nada es imposible. El PP solo podrá gobernar si consigue con sus votos y los de Vox la mayoría absoluta. Las políticas de tierra quemada que han practicado los populares con el nacionalismo periférico, hacen ahora imposible cualquier acuerdo con esas formaciones.   Tengamos en cuenta que, de dar unos resultados como los del 28 M, la derecha no tenemos la mayoría absoluta en el Congreso.  Por lo tanto, si el PSOE resiste y Sumar consigue generar ilusión en el electorado y moviliza apoyos perdidos en su ámbito, cualquier cosa puede suceder.

En conclusión, lo que estará en juego el próximo 23 J, son dos modelos de país, dos modelos de sociedad y nosotros con nuestra papeleta tenemos la posibilidad de decir cuál queremos, porque ese día vamos a decidir nuestro futuro en una papeleta.

En nuestras manos está.

 

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 14/06/2023

13 de juny 2023

EL GRAN PROBLEMA


 

Estos últimos días hemos dedicado mucho tiempo a especular sobre los motivos que han impulsado, a buena parte de la ciudadanía, a dar la espalda a la izquierda en general y al partido socialista en particular en las recientes elecciones del 28 M y votar por una opción conservadora o, directamente, de extrema derecha. Y, sin embargo, no se ha analizado con la necesidad de atención una constante que se viene dando en nuestros procesos electorales y que, en mi opinión, explica, en buena medida, el mal que nos aqueja en los tiempos últimos: la abstención.

La participación registrada en las elecciones municipales de 28 M se situó en el 63,92%, lo que supone 1,27 puntos menos que en los comicios de 2019, cuando fue del 65,19%, es la cuarta más baja de la democracia . O mar, la abstención fue del 36,07%. Concretamente en Barcelona algo más, el 39, 43% de los censados ​​se quedaron en casa.

Esos datos indican que existe alguna disfunción entre la ciudadanía y sus dirigentes; y estoy convencido de que ese es el gran problema de nuestro sistema político: la desafección que, en modo creciente, está progresando a la política se refleja cada vez más en las urnas y eso es algo que merece nuestra atención porque las consecuencias de ese alejamiento entre electores y electos no augura nada bueno y nos afecta a todos.

Años atrás, los que ahora peinamos canas pensábamos que podíamos cambiar el mundo y el gran debate era como sustituir el capitalismo por otro sistema; hoy esa discusion ni se plantea.   En estos momentos pueden, la cuestión es si los Estados asumen que sus ciudadanos tendrán pensiones dignas y públicas, una buena sanidad, educación adecuada para los hijos, prestaciones por desempleo o una formación superior que no sea prohibitiva. A todo eso, hay que añadir nuestro otro capítulo que va a cambiar manera de entender la vida:  la lucha contra la emergencia climática .

Según un informe del Gabinete Económico de CC OO que dirige Carlos Martín y que se ha hecho público recientemente, durante 2019, hubo una media de 566.000 hogares sin ingresos por trabajo en España. Un año más tarde esa cifra aumentó a 619.000 y en 2021 se mantuvo en 620.000. La incertidumbre es creciente “¿Qué sucederá con mi trabajo y mi familia si me falla el trabajo?” Es una pregunta que cada vez se hacen con más frecuencia tanto asalariados, como autónomos.

Ante las grietas que presenta el sistema, muchos economistas buscan un adjetivo que humanice al capitalismo. Desde “integrador” a “progresista”; pero es evidente que el nombre no hace a la cosa. En Grecia,  parece que los pensadores actuales persiguen una nueva retórica.  “Si pudieran elegir, la mayoría de los capitalistas optarían por un capitalismo inclusivo que generara menos desigualdad, CO2 o injusticia”, apunta Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas heleno y parlamentario. “Pero lo cierto es que ninguno hace nada para conseguirlo. E incluso, si alguno, heroicamente, lo intenta, nadie le tiene en consideración. Este tipo de capitalista se extingue. O sea, el capitalismo no puede ser la solución a los fracasos que produce el propio capitalismo”, sostiene el político griego.

El Estado de bienestar fue fruto de un pacto tácito entre dos sistemas encontrados, el capitalismo y el socialismo democrático. Como todos los “acuerdos”, supuso un conjunto de renuncias y de conquistas de manera simultánea para ambas partes. Mientras que los democristianos buscaban ante todo la protección social de los ciudadanos, los socialdemócratas le añadieron el objetivo explícito de que combatiera la desigualdad. Cuando en el año 1989  cayó el muro de Berlín y desapareció el comunismo como sistema alternativo, las fuerzas más conservadoras entendieron que la función principal que para ellos poseía el Estado de bienestar, el apaciguamiento de las clases subalternas había desaparecido, perdieron el miedo y se dispusieron a desmantelar el mayor logro social. No obstante, necesitarán desacreditarlo entre sus beneficiarios ya continuación denunciarlo como ineficaz para lograr su objetivo. En la década de los ochenta, consiguieron que el núcleo duro de su discurso se impusiese en amplias zonas de la población. Así comenzaron las privatizaciones de la sanidad, las pensiones o la educación. Ahora, más de treinta años después siguen perseverando en ello.

Y ese es el panorama que tenemos a dia de hoy. No obstante, no quiero acabar con esta breve reflexión, sin dejar abierta una puerta a la esperanza sensata: El problema es muy complejo, pero la solución existe. Se llama crecimiento, es decir, inversión, incentivos y reglas que vuelvan a propiciar el optimismo y la confianza en que nuestro sistema, pese a sus defectos, es el mejor, y, además, no hay otro razonablemente viable. Y lo es, no porque elimine nuestras diferencias de valores e intereses, sino porque las discrepancias se superan mediante la aceptación de la legitimidad de los procesos de decisión que hace que las políticas sean posibles.

Solo si conseguimos que la ciudadanía crea en la política y entienda que es una herramienta transformadora que nos aporta mayor y mejor calidad de vida podremos empezar a encauzar la cuestión. Claro que para eso se necesitan políticos virtuosos o sobre todo honestos, muy honestos que vengan a resolver problemas y no a nuevos crear, y esos, con demasiada frecuencia, escasean.

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 06/06/2023.

01 de juny 2023

DEL TSUNAMI AZUL A LA POSIBLE AMREA ROJA


 

Esto de la política es un pecado vivir permanente. No habíamos comenzado a decir los resultados del 28 M y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, convoca elecciones generales para el 23 de julio.

El domingo pasado la derecha y la derecha extrema asestaron a la izquierda un golpe muy difícil de encajar. Los populares obtuvieron un éxito incontestable tanto en las elecciones autonómicas como en las municipales. El PSOE perdió, por lo menos, seis de las diez comunidades que gobernaba. Ni la joya de la corona que era Valencia, ni Extremadura, ni la Rioja, ni Baleares, ni Aragón pueden aguantar el empuje de los populares acompañados por Vox.   Tan solo en Castilla la Mancha y Asturias los del puño y la rosa seguirán firmando en el Diario Oficial, mientras que Canarias queda en el aire pendiente de un pacto con Coalición Canaria y en Navarra el Gobierno autonómico pende de un hilo.

Pero no solo eso, en el ámbito municipal las cosas el 28 M no fueron mejores para el socialismo. En ayuntamientos como los de Sevilla, Valencia o Valladolid, Mallorca o Murcia, de la mano de Vox, los populares podrán gobernar sin problemas mayores. Por si todo eso fuera poco, el PP ha arrollado con la mayoría absolutas en Madrid, Málaga, Cádiz o Granada.

Esa situación ha sido posible primero porque PP y Vox han recogido todos los votos que Ciudadanos ha perdido en su hecatombe, segundo, gracias a que los socialistas han perdido, respecto a los comicios de 2019 unos cuatrocientos mil votos y, también, porque IU- Podemos, y esa izquierda diversa y dispersa como Compromís o Más Madrid se ha descalabrado y se ha quedado fuera de casi todas las instituciones.

Ni que decir tiene que, ante esa situación tan poco halagüeña, la noche del 28 al 29 de mayo fue, cualquier cosa, menos relajada y plácida en la Moncloa. Cuando las cosas ya empezaban a estar claras, Sánchez habló con algunas personas de su entorno más inmediato  y convocó en la sede del Gobierno a los más cercanos: María Jesús Montero, número dos del  PSOE ; Félix Bolaños, ministro de la Presidencia; Óscar López, jefe de Gabinete   y Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE.

El encuentro se produjo pasada la medianoche, cuando era ya evidente que  el desastre electoral del PSOE era mucho mayor del esperado  y se perdía casi todas las comunidades en manos de los socialistas. Se pusieron encima de la mesa las posibles salidas que no sacaron el adelanto electoral, desde un cambio profundo en el Gobierno a la más evidente, con la que se especulaba en el PSOE: la ruptura de la coalición con la salida del Ejecutivo de los ministros de Unidas Podemos. Pero Pedro Sánchez tenía claro que esa decisión no conducía más que a una agonía de seis meses de disputas internas y un martirio permanente por parte de la oposición obsesionada por derogar el “sanchismo” —como dicen ellos— y todo lo que tenga que ver con el progreso. En consecuencia, Sánchez tomó la decisión de convocar elecciones.

A Pedro Sánchez se le podrá criticar muchas cosas y, seguramente, tendrá muchos defectos, pero, desde luego, no es un hombre fácil de amedrentar. Por eso, la noche de autos su reacción fue drástica y rápida,   a la mañana siguiente y tras informar al Jefe del Estado, anunciaba, en comparecencia ante los medios, que había decidido adelantar las elecciones generales al 23 de julio ante el riesgo de que un desgaste más largo de su ejecutivo en los próximos meses, con una derecha envalentonada tras  su rotundo éxito electoral,  pudiese acabar con una mayoría absoluta y rotunda del PP y Vox.

Nos quedan, hasta llegar al 23 J, siete semanas que pueden ser de todo menos fáciles y cómodas. Además, venimos de una campaña electoral extensa e intensa y ya tenemos otra a la vista. El presidente nos pone, en especial a los progresistas, ante la tesitura de tener que decidir casi inmediatamente si queremos consolidar el resultado de las elecciones autonómicas y municipales, que entrega casi todo el poder al PP y Vox, y permitir que sea Alberto Núñez Feijóo el que llegue también a La Moncloa, o nos movilizamos para impedirlo.

Como no puede ser de otro modo, llegado el momento, cada cual votará según su manera de ver y entender la vida. Nada que objetar. Ahora bien, seamos conscientes de que en el cajón del Congreso de los diputados quedan casi sesenta leyes por aprobar, la mayoría de gran calado social; si el Gobierno de progreso tiene continuidad se podrá recuperar y sacar adelante, pero si gana la derecha, dormirán el sueño del olvido eterno.

De igual manera, si el PP en julio puede formar gobierno, tanto si es en solitario como con la compañía de Vox, tengamos claro que las pensiones no subirán como el IPC si no un 0,25%, que se derogará le reforma laboral y volveremos a los contratos en precario o que se derogarán leyes como la de la eutanasia o la de la vivienda entre muchas otras. Y es evidente que la tensión entre el independentismo catalán y el Gobierno central subirá de forma exponencial, que es lo mismo que decir que la fractura social entre los catalanes, que aún no ha cicatrizado, volverá a supurar.   

Solo una gran marea roja, preñada de ilusión y ganas de progreso, podrá parar ese tsunami azul que amenaza con llevarse por delante todas las conquistas sociales conseguidas en los últimos años.

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 01/06/2023

DEL SOCIALISMO A LA SOCIALDEMOCRACIA

En el siglo XIX, la socialdemocracia fue una tendencia revolucionaria difícil de diferenciar del comunismo. Pretendía acabar con la división...