El proceso secesionista catalán se asemeja cada vez
más a un vodevil. Sólo faltaba la CUP poniendo en cuestión la investidura de
Artur Mas e intentando imponer su hoja de ruta antisistema con 10 diputados a
Junts pel Sí que tiene 62
Ciertamente, la situación es compleja y la
equidistancia no sirve para analizar el momento político que estamos viviendo
en Cataluña. Sin ánimos de criminalizar a nadie, resulta evidente que la
responsabilidad del conflicto recae sobre aquellos que pretenden pasarse la
legalidad por el arco del triunfo.
De todos modos, el problema catalán viene de lejos,
no hace falta remontarse a la noche de los tiempos. Basta con recordar la
actitud del PP cuando era oposición y la de Mariano Rajoy y su gobierno ahora, o
por acción o por omisión –más bien lo segundo-, han generado una situación entre
Cataluña y el resto de España de difícil solución.
El tiempo acostumbra a poner las cosas en su lugar,
y la evolución de los acontecimientos demuestra que el PP erró su estrategia
negándose a participar en la elaboración del Estatut de 2006. También se
equivocó al cuestionar la convivencia en Cataluña, con patrañas y malas artes.
De la misma manera que erró recurriendo ante el Tribunal Constitucional
artículos del Estatuto que luego validó en el Estatuto de Andalucía de 2007. En
consecuencia, aquellos polvos han traído estos lodos.
Solía decir Winston Churchill que un político es
aquel que piensa en las próximas elecciones y un hombre de Estado el que piensa
en la próxima generación. Aplicando ese principio queda claro que Mariano Rajoy
tiene poca madera de estadista. Le ha faltado cintura política y capacidad de
dialogo para sentar a los nacional soberanistas en una mesa y hacerles alguna
propuesta que, sin salirse del marco de la legalidad y sin caer en al agravio
comparativo, hubiera desactivado la argumentación rupturista.
Quizás esa actitud genere al PP, a corto plazo,
pingües réditos electorales, pero es evidente que a medio y largo plazo lo
vamos a pagar todos y, muy probablemente, con un sobre coste añadido.
El tiempo se está agotando y entre errores y soberbia,
el carro puede acabar despeñado por el pedregal. En ocasiones como esta, se
necesita gente que piense en las próximas generaciones, antes que en las próximas
elecciones y, de momento, o no existen o
no se dejan ver.
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 14/10/15