26 d’abril 2022

MUNICIPALES A LA VISTA

Faltan trece meses escasos para las próximas elecciones municipales. Decir que esos cómicos suenan muy importantes a tópico, pero es rigurosamente cierto, porque los ayuntamientos son la administración más cercana a la ciudadanía. Pero, en esta ocasión, esos comicios pueden servir para algo más que para elegir un alcalde o una alcaldesa, y no pretendo restaurar ni un ápice del mérito ni importancia del trabajo que llevan a cabo los ediles. Y por eso, los partidos políticos ya llevan tiempo afinando sus estrategias.

Según el último estudio del CEO, publicado recientemente, si ahora hubiera elegido al Parlamento, el PSC volvería a ganar seguido de ERC, mientras que Junts se dejaría una decena de diputados en el envite. Con esos datos sobre la mesa no resulta difícil pronosticar que las próximas elecciones municipales serán el prólogo de la gran batalla electoral que mantendrán, en dos fases, socialistas y republicanos. Primero serán las generales y, después, la gran final: las autonómicas, ahí se decidirá cuál de las dos formaciones políticas es la hegemónica en Cataluña en los años veinte del siglo XXI.

Ese duelo en la cumbre se va a desarrollar, principalmente, en dos escenarios: uno será el Área Metropolitana y el otro, la joya de la corona, Barcelona.

Quizás por eso, en ERC han decidido que Gabriel Rufián sea su candidato para la alcaldía de Santa Coloma de Gramenet. Los republicanos saben que Santa Coloma es un feudo donde el socialismo está muy arraigado, pero piensan que con Rufián disputándole la vara de mando a Nuria Parlón pueden dar más visibilidad a su proyecto e ir preparando el terreno para contiendas futuras, aunque ganar, en las circunstancias actuales, sea casi una quimera; pero de esa forma promocionan a su candidato, porque la previsión que hacen los de Junqueras es que Rufián sigue siendo la cabeza de lista en las elecciones al Congreso que se celebrarán unos meses después de las municipales.

A falta del trámite formal de las primarias todo parece indicar que Ernest Maragall repetirá como alcaldable de los republicanos en Barcelona.

En el otro lado tenemos un PSC que, después de varios años en descenso, está reverdeciendo laureles.  Aquí hay que recordar que, en febrero de 2014, los socialistas lograron, con Salvador Illa al frente, lo que no habían conseguido nunca: ganar unas elecciones al Parlament, algo que no se reprodujo ni la época de Pasqual Maragall, aunque en la práctica atribuye de poco, porque la aritmética parlamentaria no dio para formar Govern.

Semanas atrás el PSC  de Barcelona puso en marcha su maquinaria electoral para reconquistar la alcaldía de Barcelona. Fue durante la convención política de la federación barcelonesa del partido. Allí, su líder en el Ayuntamiento,  Jaume Collboni , anunció que “hay que poner Barcelona donde le corresponde y hacerlo en base a propuestas debatidas y serias”, Collboni todavía no ha sido designado formalmente candidato, pero sí que ha recibido el aval del primer secretario del partido,  Salvador Illa , quien se refirió a él como “el futuro alcalde de Barcelona”. “Hay Collboni para rato”, dijo él también jefe de la oposición en el Parlament. 

La situación es preocupante porque Barcelona ha dejado de ser referencia entre las ciudades de características similares. Se ha ido perdiendo capacidad de liderazgo en la última década. La alcaldesa Colau está amortizada y va llegando el momento de hacer un réset y reimpulsar la ciudad. Hay que volver a poner a Barcelona en el mapa.

Cuestiones como las infraestructuras, la sostenibilidad, la cultura o la economía no pueden esperar mucho más tiempo olvidadas en un cajón esperando mejores. Se necesita un proyecto de ciudad sólida y bien trabado que empiece con una mayor y mejor vertebración de la cohesión social. Y para eso es imprescindible que, entre otras cosas, se desarrollen políticas efectivas de vivienda pública. No es admisible que el parque de vivienda social sea en Barcelona el 2,5% del total, mientras que la media en otras ciudades europeas similares esté en torno al 9%.

La administración local hace ya tiempo que perdió la iniciativa. No son pocos los expertos que consideran que el gobierno municipal ha dimitido de algunas de sus responsabilidades como, por ejemplo, liderar los proyectos de ciudad. El urbanismo, antes que cualquier otra cosa, es político. Y es evidente que desde hace unos años el debate político está brillando por su ausencia.

La sensación de que tenemos muchos ciudadanos es que la ciudad está atravesando una crisis que si no se ataja de manera adecuada podría convertirse en crónica y generar decadencia. La situación política, la marcha de empresas, la pandemia o el vandalismo que, de forma recurrente, reaparece cada dos por tres son factores que inciden negativamente en el desarrollo y en la imagen de la ciudad. Se transmite la sensación de falta de seguridad y de problemas de orden público. Y eso genera muchas dudas a la hora de apostar por nuestra ciudad.

La Barcelona real es la Barcelona metropolitana. Por consiguiente, se necesita un gobierno metropolitano real. La gran Barcelona es plurimunicipal, y ahí se dan las mayores diferencias y desigualdades. Los problemas más graves se están centrifugando hacia la periferia. Por lo tanto, hay que poner en práctica políticas de redistribución adecuada para que esa problemática no se cronifique y nos encontremos con una Barcelona rica y otra pobre.

Barcelona tiene capacidad para reinventarse. Lo hizo en 1888, en 1929 y, también, en 1992. Ahora necesita un nuevo empuje para soltar lastre y volver a la cresta de la ola internacional sin dejar de lado ni a sus ciudadanos ni a su entorno. Para lograrlo se necesita un equipo preparado y solvente, con un liderazgo fuerte y carismático que tenga un proyecto de ciudad y un programa que conjugue, de forma adecuada, todos los intereses que confluyen en la gran urbe. El gran comunicador de los años sesenta y setenta del siglo pasado, Luís Arribas Castro, solía decir que “La ciudad es un millón de cosas”,totalmente cierto. Pues bien, necesitamos un dirigente político capaz de atender todas las necesidades y todas las sensibilidades, aunque, después, una vez analizadas, descarte las que no respondan al interés general.

Ni Barcelona ni los barcelonenses se merecen menos.

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 25/04/2022

 

11 d’abril 2022

SUEÑO ROTO

En estos días se cumplirá noventa y un años del advenimiento de la Segunda República Española. Una monarquía totalmente desacreditada, una larga crisis política, la conjunción de los problemas económicos internos con los de la depresión mundial y un renacimiento intelectual muy potente generaron la tormenta perfecta para que se produjese el cambio de régimen. Aquella eclosión no hubiera sido posible si en agosto de 1930 no se hubiera firmado el Pacto de San Sebastián.  Y, para entender aquel entramado, resulta imprescindible saber que los dirigentes políticos que se pusieron al frente de aquella iniciativa era hombres que, procediendo de posiciones ideológicas muy distintas, en algunos casos antagónicos, supieron priorizar lo importante, lo que les unía por encima de aquello que les separaba y les apartaba del objetivo final: la proclamación de la República.

 En aquel acuerdo fueron hombres diversos de tan talante político como Niceto Alcalá Zamora, Manuel Azaña, Álvaro de Albornoz, Casares Quiroga, Marcelino Domingo, Alejandro Lerroux o Ángel Galarza. A título personal asistió, también, el dirigente socialista Indalecio Prieto y tanto el PSOE como la UGT acabaron uniéndose al pacto unos meses más tarde.

 El 14 de abril de 1931 fue un día de celebraciones y gran expectación en las grandes ciudades de España. Inmediatamente después de las elecciones municipales del día 12, el conde de Romanones amigo personal del rey, así como su médico de cabecera, el doctor Gregorio Marañón, hombre de vastísima cultura y talante liberal, aconsejaron al monarca que reconociese el innegable carácter republicano de aquellas votos Alfonso XIII era reacio a abandonar el trono y consultó a los militares que le hicieron ver que estabilizarse en el poder podría ocasionar una situación insostenible y un baño de sangre. En paralelo, Romanones y Marañón negociaron la transmisión de poderes, con el primer nuevo ministro Niceto Alcalá Zamora. Tras el Pacto de San Sebastián los republicanos habían formado un Gobierno a la sombra, con  hombres que, en su mayoría, o estaban en la cárcel o habían marchado al exilio. El 14 de abril unos salieron de la prisión y otros volvieron de Francia, mientras que el rey hizo las maletas para abandonar el país. Fueron días de júbilo, la Marsellesa y el Himno de Riego se alternaba en las fanfarrias y fiestas espontaneas que se organizaban por todas partes, en franca armonía política.

 La  Segunda República  abrió una etapa llena de ilusión y esperanza para modernizar a la España que estaba atrapada en el siglo XIX . La República impulsó la libertad, la justicia, la igualdad, la educación, el laicismo y, en definitiva, la auténtica democracia.

El proyecto democrático y modernizador de la  Segunda República  definió el papel de la mujer en la sociedad, en un intento de superar las desigualdades en el acceso a la educación y la discriminación legal durante períodos anteriores. Así, se intentaran superar medidas como la obligación de obedecer al marido, fuera cual fuera la situación, la necesidad de tener permiso del cónyuge para vender o comprar algo o, simplemente, tener una cuenta bancaria.

La enseñanza y la cultura se extendieron a todos los alrededores de la población, tocaron los principios de la pedagogía activa y los  valores  laicos e igualitarios. Se fomentó la coeducación y se puso en marcha las escuelas mixtas. Se construyeron unas 10.000 escuelas y se contrataron millas de maestros. Se puso especial interés en alfabetizar a la ciudadanía de las zonas rurales, para ello se puso en marcha las  Misiones Pedagógicas,  que se encargaron de la edificación de bibliotecas, centros culturales y teatros. Y con la Constitución aprobada en diciembre de 1931 se otorgó el sufragio a las mujeres, algo entonces inaudito en Europa.

Ahora los carroñeros de la política están empeñados en desprestigiar lo que supuso la República –en la que, por supuesto, no todo fue ideal–. Con luces y sombras fue una etapa democrática y de progreso. Por eso, conviene no olvidarlo y que lo sepan y lo valoren, en su justa medida, nuestros hijos y nietos. 

En más de una ocasión me preguntó cómo sería hoy España, si la República se hubiera consolidado. No lo sabremos nunca, pero estoy convencido de que sería uno de los países socialmente más avanzados del mundo.

Somos muchos los que nos sentimos herederos de aquellos valores republicanos. Valores de compromiso social, justicia y libertad. De trabajo por construir una sociedad más justa e igualitaria. Han pasado 91 años, han sucedido muchas cosas en este país y siempre hay que mirar hacia adelante. Ahora que existe la tendencia de banalizarlo todo, la reivindicación de los valores republicanos es más necesaria que nunca. Y no es una contradicción apoyar el sistema de monarquía parlamentaria que rige en nuestro país y defender el concepto República. La situación actual nos permite defender la esencia de lo que defendían aquellos hombres y mujeres de la España de los años 30 del siglo pasado. El legado de la República debe ser reconocido y aplaudido. Muchos que lo defendieron lo pagaron con su vida o, en el mejor de los casos, con el exilio. 91 años después,

Aquel sueño de libertad e igualdad fue interrumpido, cinco años después de su estallido, por la razón de la fuerza y ​​la pasividad de las potencias internacionales. Ahora, en la otra punta de Europa, un pueblo que había comenzado a caminar por la senda de la democracia, está siendo masacrado por la brutalidad de un imperialismo desmedido. Es cierto que, entre la Ucrania de hoy y la España de los primeros años treinta existen muchas diferencias, pero, también, muchas similitudes. Por eso, no podemos permanecer impasibles. Lo que sucede en Ucrania nos interpela a todos. Por consiguiente, hemos de tomar partido. En así situaciones, toda colaboración es necesaria y, aunque solo sea por la memoria de los que cayeron en las cuentas, hemos de asumir compromisos.   La neutralidad no es una opción.

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 11/04/2022

 

05 d’abril 2022

PLAN DE CHOQUE


 Hemos pasado unas semanas horribles. Tanto por la escalada de los precios de la energía, el gas y los carburantes, con el consiguiente para del transporte por carretera que estranguló el suministro de alimentos y puso en jaque a buen número de empresas por la falta de materias, como por los oscuros nubarrones que se vislumbran en el futuro económico, a corto y medio plazo. Sin embargo, una tenue luz se coló en nuestro estado de ánimo colectivo, cuando se anunció el acuerdo entre el Gobierno y las organizaciones mayoritarias del transporte para desconvocar la huelga, aunque desgraciadamente no todas y algunas se descolgaron del pacto.

 Un par de días después, cruzamos los dedos al saber que, en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, el presidente Pedro Sánchez arrancó de sus colegas el compromiso de un “tratamiento especial” y una “excepción para la península Ibérica” que abría la posibilidad de limitar el precio de la electricidad y el gas.

Según acordaron los líderes europeos, los gobiernos de España y Portugal pueden enviar a la Comisión Europea un plan con medidas a corto plazo –como limitar el precio del gas en el mercado mayorista– para que Bruselas le pueda dar el visto bueno. El acuerdo “cubre las expectativas”, argumentó Pedro Sánchez en una rueda de prensa conjunta con su homólogo portugués, Antonio Costa, como muestra de la buena sintonía del bloque ibérico.

Sánchez se arriesgó y ganó. Corría el riesgo de sufrir una severa derrota política en el Consejo Europeo, después de una semana muy aciaga como consecuencia de una muy poco afortunada gestión del principio de acuerdo con Marruecos sobre el futuro del Sáhara Occidental. Además, el paro de los transportistas y de gran parte de la flota pesquera podría haber generado una ola generalizada de protestas en nuestro país.

El acuerdo en Bruselas permite al Gobierno tomar aire y recuperar la iniciativa política. Ese pacto con el Consejo Europeo, era imprescindible pero no suficiente. Ahora hay que desarrollar un plan económico eficiente para hacer frente a las consecuencias de la guerra en Ucrania. H ay que poner negro sobre blanco en el ámbito energético, en el social y también en el laboral, y llegó a cabo. No valen medias tintas. Los indicadores señalan una situación de precariedad que no solo afecta y afectará a los más desfavorecidos sino a las clases medias muy pronto.

De la Conferencia de Presidentes celebrada en La Palma salió la idea de las bajadas de impuestos para pactar con el PP. Sin embargo, pronto se percataron de que esa no era la mejor solución y tanto Nadia Calviño como María Jesús Montero fueron afinando sus argumentos para demostrar al PP que no todo pueden ser rebajas fiscales porque eso no resuelve el problema. Según sostienen los expertos, la enorme bajada de impuestos a la electricidad, hace perder al Estado hasta 12.000 millones al año que serán muy útiles para políticas sociales. Ese es el motivo principal por el que al final se ha optado por una fórmula similar a la utilizada en Francia; esto es : ayudas directas a partir del 1 de abril en determinados sectores, como es el caso del transporte o la pesca entre otros, asi como ayudas directas a toda la poblacion, como sucede con los carburantes.

Por todo ello, el Gobierno ha puesto sobre la mesa una veintena de medidas, divididas en diversas líneas de actuación. El Ejecutivo dedicará 16.000 millones de euros hasta el 30 de junio para paliar los efectos de la guerra. De ellos, 6.000 millones en ayudas directas y 10.000 millones en créditos ICO. La idea de Sánchez es “impedir que la guerra trunque la recuperación económica”.

Se impone un tope a los alquileres del 2% durante tres meses. Así se quiere proteger a la parte más vulnerable, para quien la subida de los alquileres al 7,2% que marca la inflación es inasumible. La medida forma parte del primero de los ejes del plan: apoyar a las familias, trabajadores y autónomos. En él se incluye otra de las medidas estrella del plan: extender la bonificación de 20 céntimos en cada litro de combustible y esa iniciativa va dirigida a todos los ciudadanos, sea cual sea su nivel de renta. El primer eje también incluye la novedad de complementario con un incremento del 15% del ingreso mínimo vital, así como la ampliación del bono social eléctrico a 600.000 familias adicionales a las que ya lo perciben en la actualidad.

En esta ocasión el Gobierno de coalición sí se ha mostrado unido en su valoración del acuerdo. Los socios han buscado la manera de hacer propuestas lo más progresistas posibles, pero sin acometer ni más subidas ni bajadas de impuestos que pueden espantar a otros posibles socios del arco parlamentario. Los aliados habituales, es decir, PNV, ERC, EH Bildu y Más País, socios desde la investidura, parecen probablemente a colaborar, pero si se les ofrece más detalles, más diálogo y más mejoras sociales. En cambio el PP echa a faltar bajadas de impuestos. Es normal, cada cual desempeña su papel.

Ahora, el Ejecutivo tiene un mes para limar asperezas y trenzar un pacto para que, cuando el decreto llegue al Congreso salga adelante sin demasiados sobresaltos. Ya veremos si hay alguien que se conforme sin salir en la foto.

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 04/04/2022

PERLAS O BOÑIGAS


 Espero y deseo que Cataluña no sea independiente, al menos en los próximos 500 años. Porque si el independentismo lograse su objetivo, los castellanohablantes serían tan perseguidos como lo fue el uso público del catalán durante el franquismo.

 Es difícil de comprender, pero la repulsión y el desprecio que demuestra el secesionismo por todo lo que tiene que ver con lo que hay más allá del Ebro es descomunal, pero, sobre todo, absurdo. Día tras día lo estamos comprobando con las manifestaciones y opiniones que expresan sin ningún rubor los más hiperventilados; no obstante, nadie se molesta ni en descalificar ni, tan siquiera, en advertir que se puede generar una espiral de ruptura social e incluso de violencia, que después será muy difícil de detener.

 Basta echar una ojeada a los medios de comunicación, especialmente los públicos que se editan en Cataluña, pero también los engrasados ​​​​con el dinero de todos (independentistas y no independentistas), para comprobar hasta qué punto desbarra esa panda de energúmenos descerebrados.

 Para corroborar lo que digo, transcribo algunos de los comentarios y/u opiniones aparecidas en los medios de comunicación (principalmente, medios hablados o escritos en catalán, pero no solo en esa lengua) en los últimos días.

 Uno de los fundadores de Terra Lliure, Fredi Bentonachs, asiduo a los cortes de la Meridiana y que, con frecuencia, chulea diciendo que es amigo de la presidenta del Parlament, Laura Borrás, “y que hará gestiones para que quiten las multas a los que cortan la circulación”, hace unos días, micrófono en ristre, calificó de “bestias” a los “constitucionalistas”, para añadir que es “inmoral” que los niños hanblen castellano en el patio del colegio, asegurando después que el “genocidio en Cataluña es peor que el de Ucrania”…, más tarde, el tipo se fue tan tranquilo, se supone que a su casa. 

 La presencia de la selección española de fútbol, ​​en Cataluña, para celebrar un partido amistoso frente a Albania, ha levantado muchas ampollas entre el independentismo. Tanto es así que el periódico deportivo Sport tachó de “colonia española” a los aficionados que acudieron al RCD Stadium a presenciar el partido. 

 También considere a los asistentes de “colonia peruana”. Es cierto, que el rotativo que dirige Lluís Mascaró borró el comentario horas después de haberlo publicado en la web, pero la intención era clara y el daño ya estaba hecho.

 En opinión del editor de la República, uno de los diarios de cabecera de los talibanes del independentismo, Joan Puig (exdiputado por ERC en el Congreso), el partido (España Albania) fue un espectáculo dantesco. Según ese personaje, la “extrema derecha” se citó en el campo para gritar “Puigdemont a la presó” y “Cataluña es España”.

 Pero quizás, buena parte de estos desafortunados comentarios tienen que mucho que ver con la actitud del Govern. La portavoz, Patricia Plaja, cuando fue preguntada sobre el evento, respondió que no tenía nada que comentar sobre el mencionado partido. En su opinión, el partido importante era el Barcelona Real Madrid, femenino.

 Esa debe ser la razón por la que la secretaria general de l'Esport i l'Activitat Física. Anna Caula asistió el mismo sábado y, prácticamente, a la misma hora que el partido de las selecciones a uno de waterpolo masculino.

 En definitiva, nadie del Ejecutivo catalán estuvo como representante institucional en el partido que la selección española de fútbol jugaba en Cataluña, 18 años después de que lo hizo la última vez. Si no existe un mínimo de respeto entre las instituciones, no debería extrañarnos que en otros niveles suceda lo que estamos viendo.

 De todos modos, el premio gordo de los desvaríos se lo han llevado, en esta ocasión, Quim Torra, Clara Ponsatí, Josep Lluís Carod Rovira, Lluís Llach y noventa individuos más que han firmado un manifiesto en contra del castellano. Clean Opinan que la incorporación del castellano a una ley catalana representa un paso atrás que el catalán no se puede permitir en la situación de debilidad actual.

 Hay que decir que ese escrito, se posiciona en contra del acuerdo firmado por PSC, ERC Junts y comunes, aunque horas después Junts se desmarcó por órdenes de la dirección, enviadas desde Waterloo.

 Hasta aquí he hecho una transcripción literal, sin tocar ni un punto ni una coma, de algunas de las perlas que se han publicado en los últimos días. Ahora cada cual es muy libre de hacer las interpretaciones que se consideran más adecuadas y decididas, si le apetece, si lo expuesto más arriba son perlas o boñigas. 

 

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en El catalán 04/02/2022

02 d’abril 2022

EL PP DE SIEMPRE... O NO


 

Si alguien piensa que, con la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del PP, el partido iba a dar un giro al centro que lo convirtiera en una formación de corte europea, puede ir desechando la idea. Feijóo, aún no ha sido elegido presidente de los populares, pero ya nos ha dado unas cuantas pistas de cómo va a ser su mandato.

 Una de sus primeras decisiones, como líder de los populares, fue bendecir el acuerdo con Vox para gobernar en coalición en Castilla y León, aunque cuarenta y ocho horas después aseguró que “a veces es mejor perder un gobierno que ganarlo desde el populismo”. Quizás esas declaraciones iban dirigidas a sus socios del partido popular europeo que pusieron el grito en el cielo cuando conocieron el pacto con la extrema derecha.

La ambigua actitud de Feijóo frente a los pactos con Vox no es nueva. Siendo presidente de la Xunta de Galicia, en 2019, en Ourense, tuvo que decir un acuerdo que le desagradaba sobremanera: el que hizo alcalde de la ciudad a un extravagante candidato independiente,  Gonzalo Pérez Jácome . Feijóo, que en campaña había tachado de “letal” esa posibilidad, terminó justificando el pacto porque garantizaba “la estabilidad”, el mismo argumento esgrimido ahora para Castilla y León. Entonces, como ahora, descargó la última responsabilidad en los dirigentes locales.

Feijóo es un experto equilibrista. Por eso nos debemos ir acostumbrados a su permanente contorsionismo político. En la Palma, donde se celebró la cumbre de presidentes autonómicos, se mostró dispuesto a dar soporte al Gobierno para llevar a cabo rebajas fiscales. Sin embargo, al día siguiente hacía unas declaraciones en las que acusaba a Pedro Sánchez de forrarse con los impuestos a los carburantes.

 También es especialista en defender una cosa y la contraria sin sonrojarse. Así, por ejemplo, un día negó que la  violencia vicaria (una de las formas más crueles de maltrato machista, ejercida contra los menores para causar un daño insoportable a la madre) forme parte de la violencia machista, y pocas horas después rectificaba en su cuenta de Twitter, en la que decía que sí existe la violencia vicaria, pero también la intrafamiliar.

Alberto Núñez Feijóo arrancó su carrera política, para llegar a la cúspide, en una campaña al comienzo de la crisis de en 2009. Ahora la casualidad le ha puesto de nuevo ante una situación similar. El Feijóo que estos días se está paseando por España para amarrar su candidatura recuerda mucho al que hace 13 años conquistó la Xunta de Galicia, con el discurso a favor de la gestión rigurosa . Entonces se apropió de una frase  que, aunque no era suya, le identificaba frente a sus adversarios: “No se puede gastar lo que no se tiene”, solía decir. Incluso, en al gunos momentos, recuerda al personaje que en 2009  se descollaba por su agresividad.  En aquel tiempo acusó a sus contrincantes de despilfarrar el dinero público. Ahora de “forrarse” con la subida de los carburantes. Trece años y sigue igual

Tampoco es nueva la doble actitud del futuro líder del PP ante el Gobierno. Durante toda la pandemia fue la constante. Prodigaba declaraciones conciliadoras con el Ejecutivo al tiempo que lanzaba ataques como el del 26 de octubre de 2020, cuando afirmó que la prórroga del estado de alarma asestaba  “un palo sin precedentes al sector hotelero y de servicios” . Sin embargo, en los meses siguientes, la Xunta siguió aplicando  cierres y confinamientos . Antes de la pasada Navidad, Feijóo fue de los primeros en pedir la  obligatoriedad del uso de la mascarilla en la calle . Semanas después, arremetió contra el Gobierno  por no retirar la medida. Puro equilibrio marca Feijóo.

Ahora llega a Madrid con aureola de buen gestor, aunque su capacidad para gestionar es más que cuestionable y si no que se lo pregunten a los ciudadanos que conocen bien los tejemanejes de la Xunta. Pero hay que admitir que ha sabido sortear escándalos que a cualquier otro le habrían costado de inmediato su carrera.

Quizás el más sonado fue el de su reconocida  amistad con el narcotraficante Marcial Dorado con quien apareció en unas fotos a bordo del yate del primero tomadas en 1995, cuando él era secretario general  de la consellería de Sanidad de José Manuel Romay, su mentor político . Se supo de la existencia de esas fotos en 2004, durante una redada policial en el chalé de Dorado, en el marco de una operación antidroga que terminaría con su dueño condenado a catorce años de cárcel por tráfico de cocaína. Pero no se hicieron públicos hasta el 2013. Feijóo ha reconocido que sabía que habían aparecido, aunque nunca se ha revelado quién le detectó de que obraban en poder de la policía.  

 El presidente de la Xunta y el contrabandista reconvertido al tráfico de drogas compartieron durante años paseos en yate y multas de semana en Andorra y los Picos de Europa .  Sin embargo, Núñez Feijóo dice que no se recuerda quién pagó esas vacaciones, pero sí asegura que por entonces no tenía ni idea de las actividades ilícitas de su amigo. Curioso.

Aunque llegará a la presidencia de su partido por aclamación, Feijóo no lo tendrá fácil entre los suyos. De hecho, será una “coronación” a cobro revertido: esos barones que le han animado a representar, lo han hecho a cambio de tener más poder en sus respectivas regiones y listas electorales. Es posible que asistamos a un cierto cambio del modelo organizativo del PP, y para ello remplazarán la tradicional centralización presidencial por un estilo más federal. Está por ver a cuánto poder está dispuesto a renunciar y cómo será su relación con Isabel Díaz Ayuso. Esa relación marcará, en gran medida, la evolución del partido popular.

De todas formas, la patata caliente que espera a Feijóo es la de la corrupción. Ahí es donde el nuevo presidente del PP tendrá que poner a prueba toda su capacidad política. Varias sentencias considerando suficientemente probado que el PP se financió ilegalmente, pero todavía ningún responsable político de los populares ha pedido perdón. Y eso, manchará por muchos años la imagen de un partido con vocación de gobierno. A todo lo más que llegó Pablo Casado fue a anunciar que vendería la sede central para intentar borrar así uno de los símbolos de la corrupción de su partido. Pero la realidad es que Génova 13 sigue siendo la sede de los populares. Veremos cuál es la actitud de Feijóo en ese asunto, pero le convendría no olvidar que todavía se han de celebrar un puñado de juicios por corrupción que salpican a la organización.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 28/03/2022

DEL SOCIALISMO A LA SOCIALDEMOCRACIA

En el siglo XIX, la socialdemocracia fue una tendencia revolucionaria difícil de diferenciar del comunismo. Pretendía acabar con la división...