29 de maig 2019

PACTOS NO TAN IMPOSIBLES


“Hasta el rabo todo es toro”, dicen los taurinos. En efecto. La noche del domingo, 26 de mayo, los seudorepublicanos de ERC estaban exultantes después de conocer los resultados que le daban la victoria de las elecciones municipales en Barcelona. No había para menos. Parecía que a Ernest Maragall le habían quitado 30 años de encima. El hombre daba saltos de alegría, no sé si intentando emular a su hermano Pasqual, como cuando se puso a dar botes cogiendo de la mano a Jordi Pujol aquella noche mágica que se anunciaron oficialmente las Olimpiadas del ’92 en Barcelona. Claro que, ni de lejos, Ernest transmite ni la ilusión ni la empatía de su hermano. Cada uno es como es.

La noche de los comicios, la gente de Esquerra se precipitó. Ciertamente, ganaron las elecciones en la capital de Cataluña, pero por un margen de 5.000 votos escasos. No tuvieron en cuenta que con los números en la mano es posible configurar mayorías alternativas que dejen a Maragall y la gente de Junqueras apeados de la alcaldía de la joya de la corona.

Intentar gobernar con tan solo diez concejales, como ya ha insinuado, Ernest Maragall, es una temeridad. Necesitaría once más para salir airoso en la sesión de investidura y, en principio los números no salen. Los de JxCat tan solo suman cinco regidores, a todas luces insuficiente. También se ha insinuado un pacto a tres bandas; es decir, ERC, JxCat y los Comunes, pero parece que Colau no está por la labor y de llegar a es acuerdo la alcaldesa perdería la vara de mando.

Todo indica que en el PSC se han conjurado para que Barcelona no caiga en manos del independentismo. Por eso, otra posibilidad sería que Colau y Collboni pactaran un gobierno municipal de coalición y tres concejales de Ciudadanos dieran el sí en la votación de investidura a la alcaldesa. Sería suficiente. Es verdad que eso levantaría ampollas entre bastantes seguidores de Ada Coalu, pero al ser un apoyo puntual y sin contrapartidas, el enfado sería efímero.

Por su parte, los de la formación naranja se quedarían con una factura por cobrar que, más pronto que tarde, tal y como están las cosas, podrían poner en circulación.

Pero es que situaciones como la de Barcelona, en las que los pactos van a determinar el color de los gobiernos, se repiten hasta en cuatro comunidades autónomas y una quincena de ciudades. Madrid es el caso más emblemático.

En la capital se podría dar un trueque: sí Ciudadanos apoyase a Ángel Gabilondo para presidir el Gobierno de la comunidad, el PSOE daría soporte a la candidata de Ciudadanos a la alcaldía. Los números suman y cuando las cosas son posibles, a veces, se hacen realidad.

Los resultados del pasado domingo lo han dejado todo muy abierto. En estas circunstancias, se impone el dialogo, la negociación y el pacto. Estemos preparados porque esto no ha hecho más que empezar.



Bernardo Fernández

Publicado en el Catalán 29/05/19

TIEMPO DE PACTOS


En las elecciones europeas del pasado domingo, 26 de mayo, los ultranacionalismos y los euroescépticos ganaron en algunos países, pero no han lograron imponerse en el Euro parlamento (no llegarán a ocupar dos tercios de la Cámara). La democracia cristiana y la socialdemocracia retroceden en casi todo el continente. En ese contexto, serán verdes y liberales los que tengan la llave para determinar mayorías.

En el ámbito español, el PSOE ha ganado con claridad todos los comicios de este largo ciclo electoral: generales en mayo y ahora europeas, autonómicas en doce comunidades y municipales.

De todas maneras, el superdomingo no les salió redondo a los socialistas. La victoria les ha dejado un sabor agridulce.

Es verdad que Josep Borrell, a la cabeza de la candidatura al Parlamento europeo logró un extraordinario resultado: 33% de los votos y 20 diputados, frente al 20% del PP y 12 escaños. Estos resultados convierten al PSOE en la mayor fuerza parlamentaria del grupo socialdemócrata europeo.

Por otra parte, el socialismo ha ganado en diez de las doce autonomías en las que había elecciones. Sin embargo, todas las miradas estaban puestas en la comunidad de Madrid. Después de veinticuatro años de hegemonía indiscutible de la derecha, las cosas podían cambiar. Ángel Gabilondo tenía posibilidades de ganar y, lo más importante: gobernar, pero la suma de PP, Cs con el apoyo de Vox, sumado al fisco de Podemos han echado al traste las posibilidades de dar el vuelco.

Algo similar sucedió en el Ayuntamiento de Madrid. Manuela Carmena obtuvo un 30,94% de apoyos, fue la más votada en la capital y sacó más concejales que nadie. No obstante, la suma de las derechas no le permitirá seguir al frente de la alcaldía, mientras que el PP con los peores resultados de la historia en Madrid, con toda probabilidad, volverá al palacio de Cibeles. La política suele tener crueldades de ese tipo.

Con los resultados de autonómicas y municipales sobre la mesa, se ha puesto de manifiesto algo que era un secreto a voces: las mayorías absolutas sean acabado en nuestro país. En consecuencia, las formaciones políticas tendrán que hacer de la necesidad virtud y dialogar, negociar y pactar si quieren gobernar. En estas circunstancias, la vertebración de derecha-izquierda adquiere más sentido que nunca. O, dicho de otro modo, puede volver la mejor política.

Se abren así nuevos escenarios. Para empezar, Ciudadanos deberá replantearse su negativa a pactar con el PSOE. La estrategia de Albert Rivera de establecer un cordón sanitario a los socialistas no le ha hecho superar al PP, que era su objetivo. Por lo tanto, sería inteligente, por su parte, que ahora los suyos buscaran acuerdos en comunidades y ayuntamientos a un lado y a otro y renunciaran a pactar con la derecha extrema; de ese modo se podría instalar en una zona centrada del tablero político y llevar a cabo una tarea de contrapesos de la que estamos muy necesitados. Aunque para eso, se precisa un nivel intelectual, una capacidad de análisis y una intuición que muy pocos poseen.

Esta múltiple batalla electoral deja un escenario muy abierto y con muchas dudas por resolver. El papel que ha de jugar Podemos a partir de ahora es uno. El futuro de Pablo Iglesias es otro. Tampoco se puede perder de vista el aumento del independentismo en Cataluña; en las europeas han rozado el 50%.  ¿Eso es algo puntual porque la gente votó con el corazón a un huido de la justicia? ¿O es que el secesionismo no ha tocado techo todavía?

Por otra parte, y pese a la victoria de Ernest Maragall en Barcelona el independentismo ha perdido fuerza porque la CUP se ha quedado fuera del consistorio y ERC y JxCat, lo que han hecho ha sido cambiar el número de concejales que logaron en 2015.

Y, ¿Pablo Casado? ¿Con los resultados de Madrid se salvará de ser defenestrado?

De momento, muchas preguntas y muy pocas respuestas. El tiempo irá desvelando situaciones. De todas maneras, algo hay de concreto en todo esto: los que no sepan o no quieran pactar, más pronto que tarde tendrán que acabar marchándose a su casa.

Tiempo al tiempo.



Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 28/05/19

20 de maig 2019

DOS x UNO


Aunque estamos en plenas campañas de elecciones municipales, europeas y autonómicas, en doce comunidades autónomas, los partidos ya han empezado a hacer sus contactos más o menos discretos y a tejer alianzas para poner en marcha la XIII legislatura de España.

En efecto, el presidente en funciones, Pedro Sánchez sabe que con 123 escaños la mayoría absoluta queda muy lejos y necesitará de pactos y acuerdos de forma continuada para sacar adelante las iniciativas gubernamentales.

Por eso, lo primero que ha hecho es llegar a un acuerdo con Unidas Podemos para la Mesa del Congreso de los Diputados. Con ese pacto, el PSOE se asegura tres miembros, incluida la presidencia, dos los de Pablo Iglesias, con una vicepresidencia y la primera secretaría y quedan dos sillas para el PP y dos para Ciudadanos. De ese modo, quedan fuera del acuerdo nacionalistas, independentistas y Vox.

La segunda maniobra de Sánchez, que Iceta fuera presidente del Senado, la dinamitaron los independentistas al no permitir que el líder del PSC saliera elegido como senador autonómico por el Parlament. Eso sí, tiempo atrás no tuvieron ningún inconveniente en hacer senadores a los propuestos por PP o Ciudadanos.

Ante esa situación Pedro Sánchez reaccionó rápido y por si los secesionistas no querían un catalán presidiendo el Senado ha propuesto a Meritxell Batet como presidenta del Congreso y Manuel Cruz (independiente en las listas del PSC) como presidente del Sanado.

Claro que los soberanistas siempre podrán argumentar que Cruz no es de pura cepa porque el segundo apellido es Rodríguez y no tiene los ocho apellidos catalanes para ser considerado “puro”.

Poner a dos federalistas reconocidos y, además, catalanes al frente de las dos cámaras no es una cuestión baladí. Eso, unido a las reiteradas declaraciones de Sánchez sobre los problemas de convivencia que estamos padeciendo y su voluntad de resolver los problemas dentro del marco de la Constitución, define con claridad meridiana por donde quiere encaminar, el ahora presidente en funciones, sus acciones para poner el conflicto de Cataluña en vías de solución.

En este contexto, ha sorprendido la cerrazón de los partidos independentistas en poner el veto a Miguel Iceta. En especial ERC, que parecía que quería hacer “realpolitic” y, sin embargo, ha vuelto a echarse la monte; algo muy habitual en los de Junquera. No hace falta ni echar mano de los libros de historia ni tirar de hemerotecas para comprobar que el juego sucio y las malas prácticas son una constante en los seudorepublicanos, Su NO al Estatut en 2006, fue igual al del PP, por mucho que quisieran justificarlo. Fue Esquerra la que dinamitó el primer tripartito de izquierdas en la Generalitat presidido por Pasqual Maragall…, y, también, el segundo que cuando el presidente era José Montilla. O, mucho más reciente: su negativa a que se tramitaran los presupuestos para este 2019 en el Congreso, lo mismo que hicieron Ciudadanos y PP por lo que Pedro Sánchez tuvo que disolver la Cortes y convocar elecciones.

En estas circunstancias, es todo un acierto la decisión de Pedro Sánchez de emular las campañas de los comercios que ofrecen dos productos por el precio de uno. O, si se prefiere, como dice el refrán, no querías caldo, toma dos tazas.

Es evidente que Sánchez ha salido del 28-A reforzado, con las pilas cargadas y va de cara a portería, que dicen los futboleros. En este contexto y desde toda la modestia que soy capaz me tomo la libertad de sugerir al futuro presidente Sánchez que nombre ministro de Política Territorial y Función Pública a Miguel Iceta, sería algo muy difícil de encajar por el independentismo más desabrido y radical, pero, sobre todo, sería un gran acierto para la tarea que tiene ante si el próximo Gobierno de España.



Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 20/05/19

13 de maig 2019

MARAGALLISMO SIN PASQUAL


Pasqual Maragall i Mira ha sido, por encima de cualquier consideración, el gran alcalde de Barcelona y un personaje irrepetible. Hoy, por una de esas crueldades con las que a veces nos sorprende la vida, es una persona gravemente enferma apartada de toda actividad pública.

Pasqual Maragall hizo posible la transformación de Barcelona. Aquella ciudad gris y sucia, cerrada en si misma que vivía de espaldas al mar, se convirtió en unos años en una urbe abierta, luminosa, confiada y orgullosa de sí. La excusa para lograr aquel cambio la conocemos todos: los Juegos Olímpicos del ’92. Por cierto, aún no superados ni en la organización, ni en la implicación de la ciudadanía en el evento. Las consecuencias: poner Barcelona en el mundo.

Como es lógico, un proyecto de esa envergadura necesita de un gran equipo detrás y ese equipo Pasqual lo tuvo en el PSC. El partido se volcó con el alcalde. Un plantel inigualable de concejales y concejalas flanquearon su trayectoria. Lluís Armet, Jordi Parpal, María Aurelia Capmany, Marta Mata, Enric Truñò, Joan Torra, Antonio Santiburcio…, la lista sería casi interminable. Que me perdonen los que me he dejado en el tintero.

Después Maragall buscó las necesarias complicidades en lo que ahora llamamos la sociedad civil. Desde Ferrer Salat, Luís Bassat, hasta Antoni Abad; sin olvidar, claro está, a Juan Antonio Samaranch, sin él, más allá de cualquier juicio de valor, aquello de los juegos no hubiera sido posible. También fue imprescindible la cooperación sincera y franca del Gobierno central, de aire socialista, evidentemente.

En cambio, el poder establecido en el otro lado de la plaza Santa Jaume siempre desconfió de Pasqual Maragall. Y, por consiguiente, hizo todo lo posible para ahogar las iniciativas del alcalde.

Ya en 1987, Jordi Pujol cercenó la incipiente Área Metropolitana por miedo a que se convirtiera en un contra poder. Pero el nacionalismo sectario y provinciano no tuvo suficiente, y desde que se concedieron los Juegos Olímpicos a Barcelona hicieron cuanto estuvo en su mano para que todo saliera mal.

Aún recuerdo al hijo del president, un niñato entonces, y otros acólitos repartiendo pitos y panfletos en la plaza de España para hacer el gran boicot el día de la inauguración de los juegos. Un personaje, el hijo del president, que ha estado en la cárcel por delincuente. Ninguna otra expresión le define mejor. Y si ha salido con el tercer grado ha sido en contra del criterio de la fiscalía y gracias a los contactos que aún mantiene la familia de mafiosos Pujol-Ferrusola con el poder en Cataluña.

El proyecto de Pasqual Maragall jamás fue populista. Sus propuestas siempre fueron en beneficio de las clases populares. Es digna de mención su inclinación institucional y su sentido de Estado. Algo que ha desaparecido en la Cataluña oficial de hoy.

Maragall no fue nunca una baza del nacionalismo. Al contario, fue su adversario, por eso le temían. El eje vertebrador de sus políticas se basaba en la libertad de las ciudades frente a las banderas y las fronteras. Su proyecto siempre fue metropolitano y de cooperación entre instituciones, algo inconcebible en el imaginario nacionalista, primero y secesionista después.

Por todo eso, es indignante que algunos intenten apropiarse de su legado. Justamente lo que ha intentado hacer ERC desde el primer día que se puso de moda eso que llaman el “procés”, y el mayor de los Maragall, Ernest, se enroló en sus filas.

Un tipo curioso ese Ernest. Treinta y dos años cobrando del erario gracias a ser hermano de quien es y a llevar el carné del PSC en el bolsillo y cuando se quedó sin cargo público se dio cuenta que era independentista, se dio de baja del partido socialista y se afilió a ERC. Justo el partido que puso a los pies de los caballos el primer tripartito de izquierdas en la Generalitat de Cataluña, obra de Pasqual. ¡Sorpresas te da la vida! Que dice la canción.

En esta campaña de las elecciones municipales del próximo 26 de mayo, casi todos los candidatos a la alcaldía de Barcelona, en algún momento, han manifestado su Maragallismo y su intención de seguir la senda que trazó Pasqual. Nada que objetar. De todos modos, deberían tener en cuenta que Pasqual Maragall como alcalde y como persona ha sido único. Además, desarrolló su labor al frente del ayuntamiento de Barcelona en una época excepcional. Veníamos de la negra noche de la dictadura y había ilusión, ganas y esperanza de cambio en la gente. Los más de 130.000 voluntarios que participaron en los JJOO del ’92 dan una idea de esta afirmación.

Sintetizando mucho, se puede afirmar que el proyecto de Pasqual Maragall para Barcelona siempre fue transversal, y sus objetivos eran: hacer una ciudad para las personas y que tuviera un lugar en el mapa del mundo.

Por eso, a mi modo de ver, es una contradicción que Ernest Maragall se proclame Maragallista porque su propuesta de hacer Barcelona capital del independentismo es excluyente, sectaria y casi todo lo contario a lo que proponía y llevó a término Pasqual.

Quizás la explicación a todo esto es que Ernest es el menos Maragallista de todos los Maragall, incluidos los maragallistas que no se apellidan Maragall.



Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 13/05/19


08 de maig 2019

AHORA, EUROPEAS, MUNICIPALES Y...


Aún no nos hemos quitado de encima la resaca de las elecciones generales y ya tenemos a la vuelta de la esquina nuevos comicios. Ahora tocan europeas y municipales en todo el país y, además, autonómicas en diversas comunidades autónomas.

Pese a su gran importancia, las elecciones europeas son vistas, por buena parte de la ciudadanía, como unas elecciones secundarias, a pesar de que unos 350 millones de votantes seremos convocados para elegir el Parlamento común. Y en ellas está en juego más de lo que muchos piensan.

El caso es que, en más de una ocasión, esas elecciones han servido para mostrar el malestar de la gente, ya sea no votando o haciéndolo por opciones que a priori pueden parecer descabelladas.

Veremos cómo reacciona la ciudadanía ante esta nueva convocatoria, pero, en principio, la cosa no pinta demasiado bien porque la desafección política es un hecho. Mientras que la derecha extrema se está organizando para dar el golpe de gracia a la UE.

El domingo, 26 de marzo, tendremos también elecciones municipales y esas, sí. Esas sí las consideramos importantes porque los ayuntamientos son la administración más próxima al ciudadano y nuestra vida cotidiana se ve afectada, para bien o para mal, por las decisiones que se toman en el consistorio. El transporte público, las guarderías, la recogida de basuras, el asfaltado de la calle o el alumbrado de calles y plazas son tan solo algunos de los muchos servicios que se nos brindan desde los municipios.

Es en ese contexto que las elecciones municipales adquieren una relevancia especial. Pero, en esta ocasión, en un lugar como Barcelona, además de todo eso, está en juego algo más: nos jugamos que nuestra ciudad sea la punta de lanza del independentismo y una plataforma impagable para la internacionalización del conflicto. O, por el contrario, que se constituya un plenario con una mayoría de concejales y un alcalde ocupados en mejorar la vida de los barceloneses y barcelonesas y que ponga un proyecto de ciudad sobre la mesa.

En esas estamos. En las elecciones generales del pasado 28-A ERC y PSC empataron muy por delante del resto. Ambas formaciones le sacaron siete puntos a En Comú Podem, el partido de Colau que está en franca decadencia.

La extrapolación de forma mimética de unas elecciones a otras casi nunca ocurre. No obstante, es muy probable que, en esta ocasión, por la proximidad de fechas entre unas y otras, las generales marquen tendencia.

Si viviéramos una etapa de normalidad política, la suma de las tres formaciones que el 28-A obtuvieron mejores resultados (ERC, PSC y En Comú Podem) e incluso sólo dos sería suficiente para gobernar con comodidad. Pero tal y como están las cosas puede ocurrir los más impensable.

Por lo que respecta a los otros candidatos, parece que han dilapidado sus opciones antes de empezar.

Las encuestas no apuntan nada positivo para, Manuel Valls, que se ha perdido entre las contradicciones de Ciudadanos, partido al que representa. El acercamiento a Vox y el cinturón sanitario a los socialistas son más una rémora que un activo para el ex primer ministro francés en su batalla por la joya de la corona.

Tampoco parece que Quim Forn despierte las simpatías entre el electorado por estar en prisión que genera Oriol Junqueras, ni apunta a tener el tirón sentimental de Puigdemont por estar huido de la justicia. A Forn le falta carisma. Además, la cacofonía política y la bajada constante de su partido JxCat, no le augura nada bueno.

Y Josep Bou candidato del PP, después de la debacle en las generales de los populares, tiene muy pocas opciones. Mucho hará si consigue mantener la representación institucional.

En cuanto a la CUP, sencillamente, no tiene ninguna posibilidad de ser determinante. Por lo tanto, en caso de obtener representación, seguirán en su universo virtual.

En definitiva, el próximo 26 de mayo, nos jugamos, a nivel europeo, una integración progresiva, aislar a la extrema derecha y evitar el riesgo de involución que, a buen seguro, nos traería turbulencias sociales y enfrentamiento entre Estados.

A nivel municipal, respecto al futuro de Barcelona y, por extensión, el nuestro, podemos escoger entre una ciudad provinciana y crispada, atrapada en entelequias absurdas que además de imposibles son excluyentes, que es lo que pretende ERC. O podemos votar por una ciudad abierta fraternal y orgullosa de sí. Eso es lo que nos propone el PSC. En consonancia con la Barcelona más cosmopolita e integradora. La Barcelona que fue capaz de organizar las primeras Exposiciones Universales en 1888 y en 1929. Y más tarde los JJOO de 1992. Proyectos inclusivos, abiertos e ilusionantes.

Ahora, nosotros decidimos.



Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 07/05/19

06 de maig 2019

EL CÁNCER DE LA DEMOCRACIA


Una vez más unas declaraciones o mensajes, nada afortunados, difundidos por las redes han encendido la polémica en Cataluña.

En efecto, cuarenta y ocho horas después de recibir la Creu de Sant Jordi (uno de los más altos galardones que concede el Govern la Generalitat) la expresidenta del Parlament, Núria de Gispert, retuiteó un montaje en el que aparecía una información, presuntamente de la Asociación de Catalana de Productores de Porcino titulada, “Cataluña aumenta sus exportaciones” que se acompañaba por la imagen de un cerdo a la que se añadían político catalanes del PP y Ciudadanos tales como Juan Carlos Girauta, Inés Arrimadas, Enric Millo o Dolors Montserrat que tras las elecciones generales del 28 A han cambiado sus destinos políticos y ahora ejercerán lejos de Cataluña.

En estas circunstancias, tanto PSC, como PP, como Ciudadanos ya han pedido que se revoque la distinción. Por su parte ERC, ha lanzado un tímido comunicado condenando el mensaje. La nueva estrategia, de agradar a todo el mundo ya se deja sentir.

De todas maneras, el Govern por boca de su president, Torra, ha advertido que no retirará la Creu de Sant Jordi a De Gispert. Ella, a su vez, se ha disculpado de manera confusa diciendo que, al retuitear los nombres, no se fijó que estaba, también, la imagen del animal. Sobran los comentarios.

Affaires de este tipo, lamentablemente, no son nuevos por aquí. La expresidenta tiene un largo historial de declaraciones y mensajes de muy baja catadura moral.  Por eso, fue reprobada en 2018 por el Parlament por comentarios en los que, entre otras cosas, invitaba a la líder de la oposición, Inés Arrimadas, a marchar de Cataluña y volver a su tierra nata de Cádiz.

Por desgracia, el supremacismo ha sido una constante en el nacionalismo catalán Jordi Pujol definió al andaluz como un “hombre anárquico que vive en un estado de ignorancia y miseria cultural y espiritual”.

Para Artur Mas el independentismo estaba justificado porque el ADN de los catalanes es más germánico y menos romano que el del resto de españoles. Y Carles Puigdemont alimentó la falsedad del “España nos roba”, con la argumentación de que, si cada familia de catalanes dejara de pagar 10.000 euros al año al fisco de español, en Cataluña se solucionarían todos los problemas.

Pero el supremacista por excelencia, a mi modo de ver, es el president, Quim Torra. Para él, los castellanohablantes son “bestias con forma humana, carroñeros, víboras y hienas”.  Mientras que España solo ha exportado,” miseria, materialmente hablando”.

Una vez más el nacionalismo se muestra como lo que realmente es: xenófobo y excluyente. En Europa lo conocen bien. Aquí ya empezamos a tener experiencia sobre el particular, por mucho que lo quieran edulcorar con frases almibaradas. Su eje vertebrador es siempre el mismo: culpar a los otros de sus desgracias o de sus propias incapacidades. Con gente como Salvini de Italia, Orbán de Hungría o Kaczynski de Polonia ya tenemos bastantes descerebrados en nómina. No haría falta añadir a los que tenemos aquí, pero ahí están y no los podemos ignorar.

Como suele decir Juan Luís Cebrián: “el nacionalismo es el cáncer de la democracia” y, en mi opinión el independentismo es la metástasis de ese cáncer.



Bernardo Fernández

Publicado en el Catalán 04/05/19

DIALOGAR Y PACTAR


Estos días se cumplen 140 años de la constitución del PSOE. Quizás por eso, once años después de su última victoria, los socialistas volvieron a ganar unas elecciones generales el pasado domingo, 28 de abril. De esa manera su cabeza de cartel y secretario general, Pedro Sánchez, podrá seguir en la Moncloa. Pocas veces alguien que ha empezado desde tan abajo ha llegado tan arriba.

Por el contrario, Pablo Casado ha dilapidado en nueve meses lo que otros construyeron en muchos años. Ni Manuel Fraga con AP cosechó unos resultados tan desastrosos como los de ahora. Con Mariano Rajoy el PP fue hegemónico en cuarenta y dos provincias, con Casado lo son en cuatro.

Es verdad que la herencia recibida ha sido un partido minado por la corrupción, lastrado por los recortes en políticas sociales y con fuertes tensiones internas. Pero la purga que se ha llevado a cabo y, sobre todo, la deriva a la derecha, han hecho que se consumara la debacle. El PP ha quedado a los pies de los caballos y con un Ciudadanos crecido, sumado a la pesada mochila que han de arrastrar, el futuro inmediato no parece nada esperanzador para los populares.

En ese contexto, sería bueno saber que opina José María Aznar de este fracaso. Decir que se debe a la fragmentación del voto es, por lo menos, una frivolidad. Esta hecatombe es la consecuencia de la radicalidad predicada por Aznar desde que ganó las elecciones con mayoría absoluta en el año 2.000.

Los populares han equivocado su estrategia al olvidar que el 75% del electorado huye de los extremos. En cambio, los socialistas han sabido desterrar de su campaña la crispación, las descalificaciones y los insultos. Las consecuencias son evidentes: PSOE gana, PP se desmorona. Los populares han perdido más escaños que diputados conservan. Y en el Senado, más de lo mismo.

Por su parte, Ciudadanos ha logrado un muy buen resultado, aunque se han estancado en Cataluña y el efecto Arrimadas se ha difuminado. Los del partido naranja han hecho la apuesta de borrar el liberalismo con leves pinceladas de socialdemocracia de la base de su ideario. Están obsesionados en ocupar el espacio político que ha dejado huérfano el PP. Albert Rivera ya sueña con ser el líder de la oposición y aspira a una legislatura corta para dar el salto definitivo a la Moncloa.

En mi opinión, se equivocan porque de ese modo renuncian a ser un partido centrado, con vocación europea que podría tener una muy buena proyección como partido bisagra en un tablero político tan complejo como el nuestro.

Ciertamente, la derecha extrema representada por VOX ha logrado unos resultados excelentes. No obstante, ha quedado lejos de las expectativas que ellos mismos habían generado y de las extremas derechas europeas que o están en los gobiernos o marcan el paso a los ejecutivos nacionales, como sucede en Polonia, Hungría o Italia.

Los que han sufrido un batacazo considerable ha sido Unidas Podemos. Aquellos muchachos que llegaron dando lecciones y con la voluntad de asaltar los cielos se han dejado veintinueve escaños en el camino. Los problemas internos y la pésima gestión de las discrepancias han pasado factura en las urnas.

En Cataluña, ERC, con el discurso de la antigua Convergencia, ha ganado de manera brillante. El PSC se ha vuelto a imponer en y el primer Cinturón y alcanza un empate técnico con los republicanos en Barcelona. Mientras que los Comunes bajan a una discreta tercera posición y JxCat mejora lo que apuntaban todas las encuestas y pierde un solo escaño, pero se mantiene en una bajada continua.

Con este universo político Pedro Sánchez tiene diversas posibilidades ante sí. Ninguna fácil. Parece que optará por la geometría variable. Es decir, pedir la colaboración según sea la iniciativa que se tenga que sacar adelante.

De todas formas, hasta después de las elecciones del 26-M no se concretará nada. En cualquier caso, se va a encontrar sobre la mesa cuestiones tan ineludibles el encaje de Cataluña, la precarización del mercado de trabajo, la altísima tasa de paro juvenil, la lucha contra el cambio climático o el futuro de las pensiones. Todo esto, sin perder de vista otras reformas imprescindibles para seguir avanzando por el camino de la justicia social y la igualdad.

Desde luego, trabajo no les va a faltar a los representantes `políticos recién escogidos.



Bernardo Fernández

Publicado en e-notícies 30/04/19


LO QUE PUDO HABER SIDO Y NO FUE

Estos días se cumplen 93 años de la proclamación de la Segunda República española. Aquel hecho histórico fue posible porque se dieron una se...