28 de juliol 2023

NO A LA INVOLUCIÓN


 

De nuevo los sondeos y estudios demoscópicos han quedado muy lejos de la realidad. Y eso, a pesar de que entre el 1 y el 17 de julio se publicaron más de 100 encuestas, pero los resultados que dieron las urnas el 23 J, distan mucho de lo pronosticado. Por lo que la utilidad de esos trabajos ha quedado en entredicho.

El PP, recuperando votos que habían ido a ciudadanos y arañando el voto útil a Vox, ganó las elecciones con 136 escaños, aunque muy lejos de la mayoría holgada que pretendían, para gobernar sin hipotecas.

Los socialistas mejoraron sus resultados, con respecto a 2019. 122 diputados ahora, por 120 entonces. Sin embargo, Sumar obtuvo 4 escaños menos que IU Podemos en las anteriores elecciones generales y eso, unido a la debacle de ERC, cambia sustancialmente el paisaje político, a la vez que enrarece mucho la situación.

Entre todo este alud de datos, hay una buena noticia que no debería pasar inadvertida: el batacazo sufrido por Vox, que ha pasado de 52 escaños en 2019 a 31. El pésimo resultado de la formación liderada por Santiago Abascal aleja la posibilidad de un Gobierno de coalición PP-Vox. En esta ocasión, por fortuna, España es diferente y no nos vamos a incorporar al grupo de países de la UE con un Gobierno liderado o compuesto por partidos de ultraderecha.

Mención especial, por el éxito alcanzado, merece el PSC. Los socialistas catalanes liderados por Meritxell Batet han ganado en las cuatro provincias, obteniendo 19 escaños, 7 más que en 2019 y la friolera de 1.200.000 votos. En contrapartida, ERC pierde más de la mitad de votos y empata a siete diputados con Junts mientras que la CUP desaparece del Congreso. En conjunto, el independentismo se ha dejado en el envite el 42% de los soportes que tuvo en 2019. Las cifras hablan por sí solas.

Si Feijóo quiere ser investido presidente, deberá pactar con la ultraderecha y añadir al acuerdo a Coalición Canaria ya UPN y aun así se quedaría a 5 escaños de la mayoría absoluta, y no parece que ninguna otra formación esté por acercarse a los de Abascal. De hecho, Andoni Ortuza, presidente del Euzkadi Buru Batzar, máximo órgano de dirección del PNV, ya ha comunicado al líder de los populares que ellos ni siquiera se van a sentar a negociar. Ante esa situación, Núñez Feijóo ha anunciado que hablará con Pedro Sánchez, al que insultó durante toda la campaña, obsesionado por derogar el sanchismo, para que los socialistas faciliten su investidura. Ver para creer.

Tampoco lo tiene fácil Pedro Sánchez para seguir en La Moncloa, porque además de los votos de su formación necesita los de Sumar, ERC, Bildu, PNV y BNG y que Junts, como mínimo, se abstenga; y eso, un día de hoy, parece imposible. Aunque ya se sabe que en política ni un enemigo es para siempre ni un aliado para toda la vida

La cuestión es que, de todo este proceso electoral, deberíamos sacar algunas lecciones que nos sirvan para el futuro: la primera debería ser que el dinero no lo puede todo y aunque se han gastado importantes sumas de dinero en sondeos y encuestas para hacernos creer que la victoria de la derecha era algo incuestionable, a la hora de la verdad, se ha visto que en la ciudadanía hay más sentido común y lógica de lo que algunos piensan.

De igual forma, hay que poner en valor la resilencia del PSOE y su secretario general, Pedro Sánchez, al que muchos ya daban por muerto políticamente y, al final, va a resultar, que el cadáver va a ser el de Alberto Núñez Feijóo. Debe ser muy decepcionante salir al balcón para celebrar la victoria y que los tuyos griten “¡Ayuso! ¡Ayuso!” Quién sabe si la presidenta de la Comunidad ya ha comenzado a moverse entre bambalinas para dar el sorpasso.

Estamos en una situación de bloqueo, incluso no hay que descartar una repetición electoral. Hoy todo está interconectado, la política también. Por eso, no hay que descartar, por ejemplo, que, en función de cómo vayan las negociaciones para la formación del Gobierno central, la precaria estabilidad del Parlament de Cataluña puede saltar por los aires.

Vamos a entrar en una etapa de negociaciones que van a propiciar todo tipo de bulos y las especulaciones. Seamos prudentes y dejemos que cada cual haga su trabajo; los resultados llegarán.

Sea como sea, no quiero terminar sin dejar sobre la mesa algunos asuntos que a mí parecer son fundamentales: Uno, el mensaje de la ciudadanía ha sido sencillo, claro y contundente: No a la involución. Dos, si Pedro Sánchez logar formar gobierno (crucemos los dedos para que así sea), el próximo ejecutivo deberá poner mucha atención en explicar lo que hace y por qué lo hace. Ha quedado demostrado que la sociedad entiende cuando se explican las cosas y los motivos por los que conviene hacerlas. Y tres, evitar el ruido mediático y que las discrepancias entre los socios de gobierno, no se aireen más de lo indispensable. Es evidente que cuando la derecha mediática huele discrepancias se le ponen los colmillos largos como a los vampiros de cómic. Como decía mi abuela: que se queme la casa pero que no salga el huno.

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en Noticias 27/07/2023

21 de juliol 2023

APUNTES DE CAMPAÑA


 

Cuando este artículo salga a la luz, faltarán poco más horas para que se acabe la campaña electoral del 23 J. Habrá sido una de las campañas más polarizadas y ásperas de la democracia recuperada.

El PP inició la carrera (supuestamente a La Moncloa) con la idea de pasar página cuanto antes de sus pactos con Vox, para minimizar el efecto tóxico de los mismos y blanquear su imagen de partido escorado a la derecha,

Por su parte, los socialistas arrancaban confiados, porque desde que Alberto Núñez Feijóo es el líder de la oposición, ha mantenido cinco cara a cara con Pedro Sánchez en el Senado y en las cinco ocasiones el presidente salió victorioso. Ante esa situación, en la calle Ferraz daban por hecho que el debate televisado de los dos candidatos, del día 10 de julio en Atresmedia, serviría para empezar a dar la vuelta a las encuestas e iniciar la remontada.

Sin embargo, tanto Feijóo como sus asesores sabían que la capacidad oratoria del líder del PP es bastante limitada y sus argumentos, para enfrentarse a Sánchez, poco convincentes. Por consiguiente, decidieron qué, para salir políticamente vivo del encuentro, la única posibilidad era fajarse con el presidente en un intercambio de reproches y así, entre mentiras y medias verdades desconcentrar a Pedro Sánchez y sacarle que quicio. Y, para ser sinceros, hay que decir que, esa estrategia, no le fue nada mal al jefe de la oposición. Además, el candidato del PSOE tampoco tuvo su mejor noche.

Un par de días después, más de 300 personalidades de la cultura y las artes, de orígenes tan dispares como Pedro Almodóvar, Nicolás Sartorius, Joan Manuel Serrat o Marisa Paredes, pero que tienen como común denominador, un innegociable anhelo de libertad, igualdad y justicia social, hicieron público un manifiesto, fechado el 28 de junio, en el que no se pide el voto expresamente para ningún partido político, pero remarca que sería “injusto y miope” no reconocer el “resultado muy favorable” en “avances sociales, el crecimiento y la estabilidad de empleo” de la legislatura que ahora termina. Y señala: “Cara al inmediato futuro electoral, la disyuntiva es bastante meridiana”, plantea el texto. “O seguir consolidando y avanzando en el Estado social y democrático de derecho que define nuestra Constitución (...) o retroceder con políticas regresivas”. Entre esas políticas cita el enfrentamiento identitario entre españoles o derogar leyes como la reforma laboral o la de Memoria Democrática. El documento también denuncia los pactos entre Vox y PP, y advierte del retroceso que se puede padecer en ámbitos tan sensibles como la educación y la cultura.

Sin solución de continuidad, RTVE ofrecía otro debate, pero en esta ocasión eran los portavoces de las siete principales formaciones parlamentarias los que se ponían ante las cámaras. Desgraciadamente, esa confrontación despertó bastante menos interés mediático y de telespectadores, si bien allí se confrontaron modelos de país y se hicieron propuestas de futuro, cosa que no sucedió en el cara a cara de los dos candidatos.

Sea como sea, quedó clara la polarización política que estamos viviendo y la sintonía entre el grupo de progreso que ha dado soporte al Gobierno de coalición a lo largo de la legislatura y la comunión entre el discurso del PP y el de Vox, perfectamente intercambiables, unidos en un objetivo común: “Derogar el sanchismo”; o lo que es lo mismo: cercenar las conquistas sociales de los últimos cuatro años.

Pero fue el segundo lunes de campaña, cuando se hizo evidente el estilo Feijóo: mentir sin sonrojarse. En una entrevista en RTVE, tuvo la desfachatez de decir y reiterar que “los gobiernos del PP habían subido siempre las pensiones”. Olvidó que con la reforma de Rajoy subían un misérrimo 0,25%. Luego, publicó un tuit en el que decía que “se habían malinterpretado sus palabras”.

Otra cuestión no menor, en esta campaña, ha sido el aumento de las solicitudes de votar por Correo. La empresa pública ha admitido 2.622.808 solicitudes de voto mediante esta vía, habiéndose incrementado las solicitudes en un 94,71 % con respecto a las elecciones generales de 2019. Pues bien, el líder del PP ha puesto en tela de juicio, la imparcialidad y pulcritud de los jefes de la empresa y “pidió a los carteros que pasen de ellos,”, introduciendo así la sombra de la duda.

Casi como colofón de campaña, la televisión pública había programado un debate, para el día 19, entre los cuatro candidatos de las fuerzas parlamentarias más votadas, pero Feijóo declinó asistir “porque no tenía interés electoral”. (?) Ahí Sánchez y Díaz aprovecharon para plantear sus proyectos de futuro y su predisposición a seguir cooperando, a la vez que intentaban movilizar a la los progresistas. Ambos eran conscientes de que estaban quemando los últimos cartuchos. 

Mientras, pudimos ver a un Abascal desatado, en estado puro. Las intervenciones de líder de la ultraderecha estuvieron llenas de disparates, falsedades y planteamientos decimonónicos. Una intervención que merecería un lugar destacado en el museo de los horrores.

Desconozco cuál será el escrutinio de las urnas el próximo domingo. Pero es muy posible que, al final, sean esos tres millones largos de ciudadanos que, según los expertos, aún no han decidido el sentido de su voto los que inclinen la balanza

En cualquier caso, veremos si se cumple eso que España es sociológicamente de izquierdas o esa afirmación es un anacronismo histórico. En cualquier caso, el lunes, 24 de julio, el combate democrático seguirá: si se conforma un gobierno de progreso porque deberemos impulsarlo para seguir consiguiendo mayores cotas de bienestar y libertad, pero si quien nos ha de gobernar en la próxima etapa es un ejecutivo conservador o directamente de derechas, también estaremos ahí, para que sepan que no vamos a dar ni un paso atrás y no vamos a renunciar a lo que tanto nos ha costado conseguir.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en E notícies 20/07/2023

14 de juliol 2023

FINAL DE TRAYECTO


 

La semana pasada, el independentismo catalán encajo un nuevo revés jurídico. En esa ocasión, fue a cuenta del Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) con sede en Luxemburgo, que se quitó la inmunidad parlamentaria del expresidente Carles Puigdemont y dos de sus exconsejeros en la Generalitat, Toni Comín y Clara Ponsatí. La decisión da vía libre al juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, para volver a emitir una orden de detención europea reclamando la entrega a España de los tres políticos independentistas, que quedaron fugados desde octubre de 2017.

Desde que, en el otoño de 2019, se hicieron públicas las sentencias a los líderes del proceso, las cabezas pensantes del independentismo han basado toda su estrategia en la internacionalización del conflicto. Estaban convencidos --decían--que las instituciones internacionales les darían la razón en todo aquello que el Estado represor se la negaba.

Sin embargo, el tiempo pasa y atempera situaciones. Casi seis años después de la efervescencia soberanista, resulta evidente que el independentismo no ha hecho otra cosa que recibir reveses de las instituciones europeas, tanto políticas como jurídicas.

Así, por ejemplo, el 26 de noviembre de 2020, el Parlamento europeo votó una iniciativa, presentada por la diputada Diana Riba (ERC), que proponía el reconocimiento de la autodeterminación a los territorios que reivindican su identidad nacional diferenciada, como puede ser el caso de Cataluña, Flandes, El País Vasco o el Tirol.

La propuesta fue rechazada por 487 votos en contra, 170 a favor y 37 abstenciones. Es decir, los representantes, de los casi 450 millones de ciudadanos de los 27 estados miembros de la UE, legítimamente escogidos, entendieron que la autodeterminación, o sea, la independencia no tiene cabida en el ámbito comunitario.

Poco tiempo después, el Tribunal Supremo del Reino Unido vetaba el segundo referéndum de independencia de Escocia. Los cinco jueces que componen el Tribunal que rechaza el plebiscito que sería consultivo y sin consecuencias prácticas efectivas en la unidad del Estado. Con esa decisión jurídica, se desmoronaba como un castillo de naipes la “vía escocesa”, principal referente del independentismo catalán en los últimos años.

Ahora, la sentencia del TGUE abre, para el independentismo, una situación tan inédita como sombría. Más allá de las proclamas que pueden hacer los partidos para consumo de su parroquia y con la vista puesta en el 23 J, la realidad es que el movimiento político soberanista cada vez está más tocado y con menos referencias. De hecho, fue el propio Puigdemont que, tras conocer la sentencia, en una comparecencia ante los medios dijo que recurrirá el fallo ante el Tribunal de Justicia de la UE, "Nada se acaba, al contrario, todo continúa. Presentaremos recuerdo ante el TGUE y defenderemos hasta el final nuestros derechos fundamentales", y que seguiría trabajando "con el mismo espíritu" que el primer día "para ganar la libertad". Pero un renglón seguido, Clara Ponsatí pidió acabar con "ficciones" y dejar de "alimentar ilusiones que no se materializarán". Creo que sobran los comentarios.

La lista de politicos que se han abrasado en la pira dl fuego fatuo procesista es larga. Ahora se ha iniciado la fase del sálvese quien pueda. Por eso y para corroborarlo, Carles Puigdemont y Toni Comín ya han anunciado que no asistirán al pleno del Parlamento europeo que se celebra esta semana en Estrasburgo, por temor a ser detenidos; mientras, Clara Ponsatí se muestra dispuesta a formar un nuevo partido con gente que reactive la independencia.   Quizás la exconsejera está pensando en personas como Silvia Orriols, actual alcaldesa ultra de Ripoll.

Si el “procés” fuera un servicio de transporte, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que ha llegado al final de viaje, al menos, como lo hemos conocido hasta ahora. Eso no significa, ni de lejos, que el independentismo vaya a dejar de existir, ni mucho menos.   Pero la unidad del movimiento es una entelequia; quien más y quien menos intente ponerse a resguardo y cualquier intento de aglutinar a las fuerzas soberanistas, un día de hoy, está condenado al fracaso; como le ocurrió a Xavier Trias en su intento de concentrar el entorno a la alcaldía de Barcelona al soberanismo moderado y pragmático.

Por si todo eso fuera poco, según el barómetro del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) de la Generalitat hecho público en vísperas del inicio de la campaña electoral, el PSC volvería a ganar unas elecciones al Parlament y se impondría claramente en las elecciones al Congreso si se celebra ahora. 

Pues bien, con ese contexto tan poco esperanzador como telón de fondo, no se entiende la miopía política del sector duro de Junts. Primero, hicieron oídos sordos a las sugerencias de Trias y no negociaron la gobernabilidad de la Diputación de Barcelona con el PSC, aunque con esa actitud han perdido uno de los pocos bastiones de poder que les quedan.   Después, tras la sentencia del TGUE la candidata de Junts al Congreso, Miriam Noguera dijo que: no se presenta para investir a un presidente español, que les da exactamente lo mismo quién sea. Ya me disculparán el exabrupto, pero hay que ser un auténtico zoquete para no ver las diferencias entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo o entre el PSOE y el PP.

A veces pienso que, si no fuera porque el país no se puede permitir perder el tren del progreso y el bienestar ni retroceder en libertades, y la sociedad no se merece semejante correctivo, no iría mal una temporadita de un gobierno con la ultraderecha dentro, para que esos porcesistas descerebrados se enteren de lo que vale un peine, --que dirían un castizo--. Es decir, sabrían esos hooligans lo que es la represión de Estado y el exilio, pero de verdad, no el performance que vienen representando en los últimos años.

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en Noticias 13/07/2023

10 de juliol 2023

¿QUÉ CLASE DE GOBIERNO NOS CONVIENE A LOS CIUDADNOS DE A PIE?

 

Doy por sentado que, la inmensa mayoría de personas que leen las columnas que me publican en e notícies , son buena gente. Hombres y mujeres que se levantan cada mañana para ganar para los suyos un remanso de dignidad y paz; desde donde porfiar por un mañana más justo e igualitario. Es decir, me dirijo a ese sector difuso de la sociedad que llamamos clases medias y clases populares. Para ellos, pues, es esta humilde reflexión.

El próximo 23 de julio, elegiremos, entre todos, unas nuevas Cortes y esas Cortes elegirán, a su vez, un nuevo presidente de Gobierno. Se mantendrán, con toda probabilidad, alrededor de 50 candidaturas, pero tan solo Pedro Sánchez o Alberto Núñez Feijoo tienen posibilidades de ser el nuevo inquilino de La Moncloa, el resto de los candidatos serán actores secundarios de ese gran espectáculo que es la política Nacional.

Sobre la acción de Gobierno de Pedro Sánchez y su equipo no me extendé ya la he tratado con cierta amplitud porque en las semanas anteriores y no quiero ser repetitivo. Todos tenemos memoria y es fácil consultar las hemerotecas.

Quisiera, sin embargo, analizar, con cierto detenimiento, el programa del Partido Popular, pero me temo que no va a ser posible, porque o no tienen proyecto para España, o, lo que es peor, es un proyecto oculto que no quieren que conozcamos.

Hasta el momento, Feijóo solo ha hablado de “Derogar el sanchismo”o lo que es lo mismo: eliminar el incremento de las pensiones, el salario mínimo, la reforma laboral, las políticas de igualdad, la creación de empleo, el crecimiento de nuestra economía, la bajada de los precios de la energía y todas las políticas de progreso que ha puesto en marcha el actual Ejecutivo. Pero eso no es un programa político. Los ciudadanos necesitamos que los candidatos den explicaciones concretas y precisas sobre sus planes para este país. Hemos de saber cómo quieren, nuestros gobernantes, que evolucionamos en cuestiones tan sensibles como la economía, la crisis climática, las transformaciones inherentes a la revolución digital, la sanidad, la educación, el envejecimiento de la población o los nuevos derechos sociales derivados de todos estos cambios. El mundo entero enfrenta estos desafíos en un momento de transformaciones profundas, y los próximos años serán decisivos. Por consiguiente, los aspirantes a presidir el Gobierno de España, en ese período tan trascendental, tienen la obligación de explicarse.

Lo que sí estamos viendo estos días es que los populares no tienen ningún reparo en pactar con Vox y ceder en lo que sea para lograr el poder. El caso más paradigmático es, sin duda, el de Extremadura. “o la palabra o el gobierno”, fue en un momento el dilema de la candidata del PP, María Guardiola, y ha quedado claro que lo que importa es el poder. En muy pocos días, Guardiola que estaba dispuesta a ir a unas nuevas elecciones, cambió de opinión. Después de rechazar de plano la entrada de Vox en el Ejecutivo extremeño, María Guardiola  dio un giro copernicano al pactar  un Gobierno de coalición con los ultras. La candidata había sentenciado que no regalaría consejerías a la extrema derecha“Yo no puedo dejar entrar en mi Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes, ya quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI […]Mi promesa y mi tierra no son moneda de cambio de nada”, sentencia tras dar el portazo a Vox. Sin embargo, después de “una profunda reflexión” todo lo citado ha quedado en agua de borrajas y cede a los ultras la consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural, que asumirá las competencias de infraestructuras rurales, control de incendios, patrimonio natural, caza, pesca y toros.

La gestión de los pactos entre PP y Vox está resultando mucho más desastrosa de lo que se podría suponer. Se está poniendo de manifiesto la falta de un criterio político unificado que no sea el poder a cualquier precio. Las primeras señales de regresión no se han hecho esperar. Ya hemos visto como en las fachadas de algunas Instituciones, donde la ultraderecha tiene poder, prohíben la bandera LGTBI, y esto no ha hecho más que empezar.

Ante esta situación, nos corresponde a los ciudadanos de a pie qué clase de gobierno nos conviene más para los próximos años: Si hay que perseverar en las políticas sociales; es decir, una acción inequívocamente socialdemócrata, basada en la redistribución de riqueza, en plena sintonía con las directrices y posiciones de Bruselas. Actitud que, por cierto, parece la primera más adecuada en esta época de fuertes convulsiones económicas ocasionadas por la pandemia y después por la guerra en el patio trasero de Europa. O bien, nos conviene replegarnos sobre nosotros mismos y volver a las políticas que ya padecimos de la mano de Mariano Rajoy.

Pase lo que pase el 23 J, el mundo no se va a acabar y la Tierra seguirá girando entorno al Sol. Ahora bien, con un gobierno de derechas, lo más probable es que los presupuestos para Sanidad, educación y Servicios Sociales mengüen y, por consiguiente, la Atención Primaria tendrá menos recursos y eso se traducirá en menos centros de salud y peor atendidos, más listas de espera para las visitas de especialistas, una atención quirúrgica degradada y una educación de menor calidad para nuestros hijos. O sea, el Estado de bienestar sufrirá recortes y, en paralelo, las libertades se reducirán.

Por todo eso, creo que antes de meter la papeleta en la urna nos conviene hacer una reflexión serena y después tomar la decisión que creamos más adecuada. El 23 J tendremos el futuro en nuestras manos. No nos equivoquemos.

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en Noticias 07/06/2023

 

 

03 de juliol 2023

EL MUNDO AL REVÉS


 

Vivimos tiempos convulsos. La lógica y el sentido común que nos ha servido como guía y referente en las últimas décadas están quedando obsoletos. Situaciones que parecían incuestionables hoy se ponen en tela de juicio. Así, por ejemplo, si se hubieran convocado elecciones generales, en nuestra historia democrática más reciente, con una situación socioeconómica como la actual, tanto en los medios de comunicación, como en las tertulias o en los cenáculos políticos se debatiría por cuantos escaños de diferencia iba a ganar el Gobierno. Sin embargo, ahora, tras los resultados del 28 M la derecha está eufórica y la izquierda descolocada. Eso ha generado que buena parte de la ciudadanía tenga la sensación qué si los conservadores gobiernan, podamos entrar en una etapa de regresión y perder conquistas sociales que han costado mucho conseguir.

La coyuntura es sorprendente. El actual Gobierno, desde su toma de posesión, ha tenido que lidiar con situaciones harto difíciles. Primero fue la pandemia y sin solución de continuidad la guerra de Ucrania, sin olvidar que, de por medio, el volcán de la isla de La Palma entró en erupción y estuvo 85 días vomitando fuego y cenizas.

Pues bien, a pesar de esos hándicaps, o, quizás, debido a esos graves inconvenientes, este Ejecutivo ha sacado adelante casi un par de centenares de iniciativas legislativas, la mayoría, de las cuales, tienen un claro acento social.  Los datos hablan por sí solos: El salario mínimo interprofesional ha subido cerca de un 50%, es decir a 1.080 euros en catorce pagas, como fruto de la reforma laboral, en estos momentos hay en nuestro país más trabajadores fijos que nunca, estamos muy cerca de los 21 millones de afiliados a la Seguridad Social, una cifra récord en nuestra historia. Las pensiones contributivas han subido este año un 8,5% y las más bajas, no contributivas, en algunos casos, se han incrementado hasta un15%. Por otra parte, la economía española ha cerrado 2022 con un crecimiento del PIB superior al 5%; estamos en unos niveles de actividad económica iguales a la etapa anterior a la pandemia; En el primer trimestre de 2023 se han creado 426.000 puestos de trabajo a jornada completa. Junto los ciudadanos portuguese pagamos la electricidad y el gas más baratos de la zona euro. Además, el Gobierno aprobó hasta cinco paquetes de medidas para frenar la inflación, por lo que se movilizaron más de 30.000 millones de euros entre rebajas de impuestos, subvenciones a los carburantes y ayudas a las familias y empresas. Esas iniciativas económicas, han hecho posible que hoy la inflación en nuestro país sea la mitad que en Alemania.

A principios de mayo, los sindicatos CCOO y UGT y la patronal CEOE-Cepyme firmaron un nuevo acuerdo para el empleo y la negociación colectiva (AEN C), que establecía una subida de salarios del 4% en 2023 y del 3% en 2024 y 2025, así como una cláusula de revisión del 1 % en función de la inflación y, con esa firma, se garantizaba la paz social: un objetivo largamente perseguido por el Gobierno.

En contrapartida, estamos viendo como el Partido Popular no se sonroja cuando pacta con Vox. Ya han cerrado acuerdos en 140 ayuntamientos y en la Comunidad Valenciana. Valencia es el caso más paradigmático, pero no el único, ahí están los acuerdos en Baleares o Aragón y la líder del PP extremeño, María Guardiola ya ha empezado a reconsiderar su actitud con Vox y, más pronto que tarde, la derecha y la derecha extrema pactarán también en Extremadura. Y lo peor:  todas estas alianzas abren la posibilidad de un posible pacto en La Moncloa con Santiago Abascal como vicepresidente. Y si no, tiempo al tiempo.

Es obvio que los populares tienen un programa electoral oculto y no lo va a desvelar, pero ya han apuntado que derogarán leyes como la de memoria democrática, la ley trans o la de educación; y “ajustarán” la de eutanasia. También el presidente del PP ha anunciado que eliminará, entre otros, los Ministerio, de Consumo y de Igualdad , este último, una de las grandes enseñas del feminismo.

Sin embargo, aún no sabemos cuáles serán las iniciativas propositivas de los populares. Desconocemos cosas tan importantes para nuestra calidad de vida como, por ejemplo, qué pasarán con las pensiones, si seguirán la evolución del IPC o se quedarán en un misérrimo 0,25% como hizo Rajoy, si se derogará la reforma laboral y volveremos a los contratos basura y la precariedad o si se suprimirá el Ingreso Mínimo Vital; entre otras muchas cuestiones sobre las que el PP no se pronuncia.

“Toda la vida habíamos pensado que la clave de todo en la política española es el empleo. Siempre ha sido el principal indicador para saber cómo estaba un Gobierno. Y jamás hemos tenido unos niveles de ocupación como estos. La Semana Santa ha sido impresionante y el verano lo será aún más. Por eso no nos creemos los sondeos que hablan de una caída del PSOE o de una gran ola de derechas. No tendría ningún sentido qué con estos datos, y con una gestión que la mayoría de los ciudadanos apoya, el resultado de las autonómicas fuera catastrófico”, decía un miembro del Ejecutivo a mediados del mes de mayo. Visto lo visto, el alto cargo muy acertado no estuvo en su análisis. No obstante, mi opinión, en este momento, es que más que error de cálculo del político que, sin duda, lo fue, es que estamos entrando en una etapa de reacciones sociales imprevisibles que nos hacen pensar en el mundo al revés.

 

 

 

Bernardo Fernández

29/06/2023

DEL SOCIALISMO A LA SOCIALDEMOCRACIA

En el siglo XIX, la socialdemocracia fue una tendencia revolucionaria difícil de diferenciar del comunismo. Pretendía acabar con la división...