17 de setembre 2013

FER PAIS

Cuando estas líneas vean la luz, una cadena humana estará preparada para cruzar Cataluña de punta a punta. Sin duda, será un éxito, pero si no lo fuera –que no será el caso-, nos harán creer que lo ha sido. La organización cuenta con complicidades más que suficientes para ello.


La Vía Catalana por la independencia, -así han denominado los organizadores la marcha-, ha sido convocada por la Asamblea Nacional Catalana, una entidad privada que, según parece, tiene un gran poder de convocatoria. Nada que objetar. Lo que si es de criticar es el soporte descarado que desde instituciones como el Gobierno de Cataluña, las Diputaciones y medios públicos de comunicación, es decir aquellos que pagamos entre todos, independentistas y los que no lo somos, se le ha dado al acto en cuestión.

Si un habitante de otro planeta llegara hoy a Cataluña, sin saber lo que aquí se cuece y como se cuece, pensaría que hemos realizado un debate racional y sosegado, donde se han respetado las diversas opciones políticas y los agentes sociales han podido explicar, en igualdad de condiciones, sus planteamientos respecto al derecho a decidir. Supondría, el recién llegado, que los medios públicos de comunicación han respetado la neutralidad informativa y desde las estructuras gubernamentales se han explicado, con claridad meridiana, los pros y contras que supondría la independencia para el nuevo Estado llamado Cataluña. Así por ejemplo, nuestro visitante pensaría que nos habían dejado claro que el nuevo Estado iba a quedar durante un tiempo indefinido fuera de la UE, que el flujo comercial con el resto de España quedaría prácticamente paralizado y que los ciudadanos castellano hablantes, que somos mayoría, íbamos a consentir que nuestra lengua materna dejase de ser lengua oficial en nuestra casa. Y que a pesar de esas minucias y otras bagatelas por el estilo, sin más importancia, habíamos apostado alegremente por la independencia.

En ese contexto, sería interesante saber donde andaban muchos de los “encadenados” de hoy, cuando, en la etapa pre democrática, la clase obrera que, mayoritariamente hablaba castellano, ponía flores donde hoy se levanta el monumento a Rafael Casanova. Ni estaban ni se les esperaba. Seguramente, para ellos era hortera y chabacano manifestarse y correr delante de los grises. En cambio, hoy pierden el oremus por construir vías que nos han de llevar hacia la inopia.

Todo sea “per fer país”.



Bernardo Fernández

Publicado en ABC 11/09/13



AIRES DE CAMBIO

Se cumplen cinco meses desde que Jorge Mario Bergoglio fue investido como el papa Francisco I y, en tan breve espacio de tiempo, ha definido con nitidez como quiere que sea la Iglesia que él ha de dirigir en los próximos años.


Ha de ser, según sus propias palabras “más austera, mas justa y ejemplar. Abierta a los pobres y dispuesta a luchar por la justicia”. Para el papa Francisco “los obispos han de ser hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida. Hombres que no tengan psicología de príncipes”.

Según los analistas, al final de este verano, sin veraneo para el Papa – ha renunciado al descanso en Castel Gandolfo-, llegará el momento de dar la batalla a una Iglesia burocratizada, barroca en su organización, poco transparente e ineficaz.

Muchas serán las cuestiones que deberá afrontar el papa Francisco. El papel de la mujer en la Iglesia del siglo XXI, la laicidad de los Estados, etc. No obstante, para muchos observadores la renovación de la curia y las finanzas vaticanas son las dos grandes claves de esta etapa de la Iglesia. Sin embargo, es posible que la auténtica clave de este pontificado no sea poner orden en la curia y en las finanzas – tarea, por otra parte, titánica donde las haya-, sino en la renovación de obispos y arzobispos que son los que deben estar en contacto permanente con el pueblo.

En ese contexto, España puede ser la piedra de toque. La sucesión de los arzobispos de Madrid y Barcelona -Rouco Varela hace ya casi dos años que presentó su renuncia por haber cumplido 75 años y Martínez Sistach lleva un año a la espera de relevo-, puede indicar el alcance real de los cambios.

El papa Francisco no se anduvo por las ramas en su viaje a Brasil, cuando dijo que “el futuro nos exige la rehabilitación de la política, que es una de las formas más altas de la caridad”. Toda una declaración de principios.

En el Vaticano empiezan a percibirse aires de cambio impulsados por Francisco I. Bienvenidos sean si así se reduce el nihilismo que mina los fundamentos de la sociedad. De esa forma, la humanidad entera,, más allá de credos ideologías y etnias, saldrá ganando, que buena falta nos hace.


Bernardo Fernández

Publicado en ABC 22/08/13

APUNTES PARA UN NUEVO MODELO DE FINANCIACIÓN

En una iniciativa inédita hasta la fecha, en materia financiera, una veintena de entidades empresariales catalanas hicieron público, días at...