Dicen
que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
Pues bien, hay políticos que son capaces de tropezar y equivocarse tantas veces
como haga falta, hacer que los suyos se estampen contra la pared, romper la
cohesión social y poner en riesgo el progreso de su país. Todo vale para
mantenerse en el sillón, aunque sea virtual, y seguir disfrutando así de
ciertas prebendas.
Eso
es, exactamente lo que hicieron Carles Puigdemont y sus colaboradores más
próximos en la asamblea del PDeCat celebrada los días 21 y 22 de julio en
Barcelona.
Puigdemont
y los suyos saben de sobras que han de pasar muchos años y muchas cosas para
que el expresident pueda volver a ejercer la política institucional. No obstante,
no le ha temblado el pulso para defenestrar a Marta Pascal, partidaria de
practicar el posibilismo político, y colocar en su lugar a David Bonvehí, hasta
ahora número dos del partido y que parece bastante más proclive a seguir los
dictados del president fugado.
Lo
sucedido en el Palacio de Congresos de Barcelona el fin de semana, no es una
buena noticia ni para el independentismo en su conjunto ni, mucho menos, para
los que aspiran a restablecer los puentes de dialogo.
Que
nadie se llame a engaño. Puigdemont no hace las cosas porque sí. Tiene dos
objetivos muy claros y trabaja para lograrlos. Uno es fagotizar a ERC y
concentrar el máximo de poder secesionista bajo su control. El otro tensar
cuanto pueda la cuerda con el Gobierno central y los poderes del Estado, porque
piensa que le beneficia. Ese es el motivo principal de la caída de Marta
Pascal. Fue ella quien hizo las indicaciones precisas a su grupo parlamentario
en el Congreso para apoyar la moción de censura de Pedro Sánchez y desalojar a
Rajoy de La Moncloa, cuando Puigdemont quería que el PDeCat se abstuviera.
La
Crida Nacional por la República, -el último invento del expresident, no deja de
ser una cortina de humo. Lo que en realidad pretende Carles Puigdemont es que
la política catalana siga inmersa en el dislate que estamos padeciendo; de esa
forma, podrá ejercer un hiper liderazgo mesiánico y teledirigir cómodamente
desde cualquier rincón del mundo buena parte de la acción política que se lleve
a cabo en Cataluña.
Imaginemos
por un momento que la situación empieza a normalizarse, ¿qué papel jugaría
Puigdemont? La repuesta es clara: ninguno. Es lo que pasó con la entrevista
Sánchez Torra, en cuanto hubo un poco de distensión el expresdent perdió
protagonismo.
No
podemos vivir instalados en este marasmo. El fracaso de la unilateralidad por
la que apostaron los secesionistas es una evidencia. Por tanto, cuanto antes lo
reconozcan y empiecen a rectificar mejor. Sin embargo, las intenciones de
Puigdemont van en dirección opuesta.
Quizás
los soberanistas necesiten tiempo para recomponerse, pero el país no puede
esperar mucho más. Ciertamente, rectificar no es fácil, menos cuando se ha
jugado a todo o nada y se ha perdido.
En
estos momentos lo que toca es dejarse de universos ficticios, volver al mundo
real y explicar las cosas como son, no como habían soñado algunos que podían
ser. Hasta Carod Rovira, poco sospechoso de connivencias con el
constitucionalismo pidió un poco de decencia política y que se le diga a la
gente la verdad.
La
ciudadanía empieza a estar harta de tantas martingalas imposibles. No hace
falta ir muy atrás para darse cuenta qué hay quien se llena la boca de
bravuconadas y luego las palabras se las lleva el viento.
Se iba
a constituir el “Consell de la República”. Se iba a crear la “asamblea de
cargos electos”. Ahora, nos vienen con ese órgano indefinido que han llamado
“La Crida Nacional per la República” ¿Qué es? ¿Para qué servirá? ¿Cuáles son
sus objetivos? Nadie ha dado ninguna explicación mínimamente válida. No
obstante, estos movimientos pueden hacer implosionar el independentismo y los
responsables parece que no quieren darse cuenta.
En
todo este contexto, un tímido deshielo había empezado con la reunión de los
presidentes llevada a cabo semanas atrás, después se han reunido varios
ministros con varos consellers y en breve se reunirá la Comisión bilateral Estado-Generalitat
que hacía años que no se reunía. Hasta Elsa Artadi, portavoz del Govern, está
por el diálogo y admite que “la fiscalía puede decidir hacia donde aprieta i hacia
donde no”. Sin embargo, la actitud de Carles Puigdemont me ha traído a la
cabeza aquella placa que hay en algunos bares, con una frase que dice: “Hoy
hace un día fantástico, seguro que viene alguien y te lo …”
Esperemos
que eso no ocurra.
Bernardo
Fernández
Publicado
en e-notícies 25/07/18