22 de febrer 2023

LA FRAGILIDAD DEL SISTEMA


 

Dentro de pocos días se cumplirá el primer aniversario de la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas. En este año de conflicto se ha hecho evidente la fragilidad de nuestro sistema socioeconómico. Si la economía estornuda el sistema financiero de la sociedad se constipa. Para corroborar esto sostenido, basta con echar un vistazo a la inflación disparada y sus efectos nocivos sobre los precios de las energías, los alimentos, las materias primas o la vivienda. 

Nadie vio los atentados terroristas de septiembre de 2001, muy pocos vieron venir la crisis financiera de 2008 y la pandemia de la Covid-2019 nos cogió desprevenidos. La cuestión es que esos, digamos, acontecimientos han alterado, de forma sustancial, la economía global.

Las consecuencias macroeconómicas que se derivan de los sucesos citados son incuestionables. La pandemia nos hizo abrir los ojos ante la falta de solidez de nuestros sistemas, tanto en el ámbito social como en el económico. Fue muy impactante ver como el súper gigante americano (EE.UU) no tenía capacidad para producir aparatos tan sencillos como mascarillas y no digamos artículos algo más complejos como test de resistentes o respiradores. Ante esa situación de fragilidad pudimos tomar conciencia de la interdependencia a la que estamos sometidos por la globalización.

Ahora, la invasión de Ucrania deja al descubierto situaciones realmente dramáticas. Si para nosotros, los occidentales, que tenemos un altísimo nivel de vida, la escalada de precios puede poner en jaque una parte sustancial de nuestro bienestar, da escalofríos pensar como lo deben estar pasando países en vías de desarrollo o emergentes, donde algo tan básico como el trigo no llega y, cuando lo hace, hay que pagar unos precios fuera de toda logica para conseguirlo.   

En casi todos esos países, la deuda ya se disparó con la pandemia y ahora, por los efectos de la guerra, puede alcanzar cotas que pueden impedir abordar el futuro. Europa no es ajena a esas martingalas financieras, también tiene su talón de Aquiles: el gas ruso. Un recurso del que una economía como la alemana depende en exceso. No obstante, parece que los problemas de suministros energéticos, aunque estamos en pleno invierno, se están sorteando de manera bastante aceptable. Bien es verdad que para evitar carencias energéticas se ha echado mano de sistemas ya descartados por obsoletos y contaminantes como el carbón. Ahora, la pregunta es: ¿hasta cuándo resistiremos en esta situación?

La invasión rusa nos ha puesto frente al espejo y, aunque podemos decir, con cierto orgullo, que ha sido un éxito de la Europa unida, está por ver cuánto tiempo va a durar esta comunión de intereses. Si la situación se prolonga, la inflación sigue desbocada y los precios encajan en su carrera, no deberíamos descartar que algunos países opten por la vía del acercamiento a Moscú. Al fin y al cabo, si Rusia es el proveedor más barato de gasolina por qué no comprar allí. Así se bajaría la factura energética y se aliviaría la cesta de la compra de los ciudadanos.

Veremos cómo evoluciona la situación en los próximos meses y las decisiones que se van tomando en las diferentes cancillerías europeas. Lo que ya ha quedado muy claro es la falta de resilencia de nuestro sistema socioeconómico y debería quedar muy claro, también, que así no podemos seguir. Los mercados, per se, tienen una visión a corto plazo y el sistema financiero solo busca el beneficio rápido con el mínimo riesgo. Lo demás no importa.

Durante la pandemia murió mucha gente, excesiva. Eso no puede volver a ocurrir. Por lo tanto, es necesario establecer normas globales apropiadas que nos doten de un proteccionismo que dé respuestas legítimas a la interdependencia que genera la globalización y nos permita tener sistemas domésticos sanitarios, económicos y de protección social lo suficientemente articulados y robustos para que sean útiles y fiables.

El trágico y devastador terremoto que ha aislado amplias zonas de Turquía y de Siria es un claro ejemplo de lo que puede suceder cuando un Estado actúa con laxitud y desidia en temas que no pueden ser fundamentales, como en este caso es la construcción. Igual va a suceder con la sanidad y los servicios sociales, una vez hayan marchado los equipos de ayuda internacionales y el foco mediático se pose en otro drama. Sin embargo, los ciudadanos afectados seguirán allí y serán varias generaciones las que tendrán que pagar la dejadez e imprevisión de sus gobernantes.  

Sintetizando: no se han hecho las cosas bien y, en consecuencia, hemos pagado un precio muy alto por nuestra manera de proceder. Ahora toca ser humildes, aprender las lecciones que nos ha dado la historia más reciente y poner todo el empeño para que desastres como los citados no vuelvan a suceder.

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 20/02/2023

16 de febrer 2023

DEL GOVERN DEL DRAGON KHAN AL GOBIERNO FRANKENSTEIN


 

Tras las elecciones al Parlament Cataluña, en noviembre de 2003, el  Partido de los Socialistas de Cataluña  (PSC),  Esquerra Republicana de Catalunya  (ERC) e  Iniciativa per Catalunya Verds-Esquerra Unida i Alternativa  (ICV-EUiA)   suscribieron un acuerdo, conocido como el Pacto del Tinell. De esa manera, se puso fin a la hegemonía de CiU ya la etapa pujolista . Esos tres partidos formaron el primer Ejecutivo catalanista y de izquierdas  que estuvo encabezado por  Pasqual Maragall .

Aquel Govern llevó a cabo importantes iniciativas, tanto en lo social, como en el campo de las infraestructuras y del desarrollo económico, pero su labor se vio ensombrecida, con demasiada frecuencia, por el excesivo ruido mediático que rodeó la acción del Ejecutivo.

Quizás por eso, Joan Carretero, militante de ERC, tuvo la ocurrencia, que hizo fortuna, de comparar aquel primer gobierno Tripartito, del cual él mismo fue conseller, con el Dragon Khan, la atracción estrella del parque Port Aventura. Los sobresaltos con aquel Govern eran continuos y era como estar en una montaña rusa.

Unos años después, fue el añorado Alfredo Pérez Rubalcaba, quién empleo el término Gobierno Frankenstein en un curso de verano en El Escorial, para decir que ese Ejecutivo "no puede ser" porque  los socialistas "no pueden" ir a la investidura de la mano de partidos independentistas s “que quieren romper esos” que ellos quieren gobernar.

Sin embargo, “ese” Gobierno sí que pudo ser y se constituyó con los socialistas, los supervivientes de naufragio de IU y los podemitas. Pero es que, además, tuvo el soporte en la investidura y en infinidad de iniciativas de “proetarras” y “golpistas”, según expresión de la derecha y la derecha extrema. Y todo indica que va a agotar la legislatura. Ante esa situación, no parece que el bueno de Rubalcaba acertase en sus predicciones, entre otras cosas, porque “ese” Gobierno de coalición, presidido por Pedro Sánchez, es el Ejecutivo que, muy probablemente, ha llevado a cabo más iniciativas sociales de todos los encontrados desde 1.978.

No obstante, como le sucedió al tripartito catalán, el ruido que han generado los choques entre los socios de la coalición ha ensombrecido los logros políticos. O dicho de otro modo, a menudo los árboles no han dejado ver el bosque.

El Gobierno Frankenstein ha tenido que afrontar las crisis más difíciles que, probablemente, hemos vivido en democracia; primero la pandemia y después la invasión de Ucrania con las consecuencias que todos conocemos. No obstante, los números hablan por sí solos, y la hoja de ruta del Ejecutivo ahí está: se ha subido el  salario mínimo interprofesional (SMI)hasta alcanzar los 1.080 euros brutos mensuales en 14 pagas; como fruto de la reforma laboral en estos momentos hay en nuestro país más trabajadores fijos que nunca, se cerró 2022 superando los 20 millones de afiliados a la Seguridad Social, algo que no ocurrió desde 2007. Las pensiones contributivas han subido este año 8,5 % y algunas de las no contributivas han experimentado un aumento de hasta el 15%. Por otra parte, la economía española ha cerrado 2022 con un crecimiento del PIB superior al 5%, pagamos, junto con los ciudadanos portugueses, la electricidad y el gas más baratos de la zona euro. Además, el Gobierno ha aprobado hasta cinco paquetes de medidas para frenar la inflación, con los cuales ha movilizado más de 30.000 millones de euros entre rebajas de impuestos, subvenciones a los carburantes y ayudas a familias y empresas.

Pues bien, con este currículo gubernamental, sería razonable pensar que este Ejecutivo no debería tener demasiados problemas para, en las próximas elecciones generales, obtener una mayoría lo suficientemente holgada que permita repetir el Gobierno de coalición si así lo considera sus integrantes.

Sin embargo. La realidad es bien distinta. En estos momentos, todos los estudios demoscópicos y encuestas que se publican sobre las próximas elecciones, a excepción de las del CIS de José Félix Tezanos, dan ventaja al PP sobre el PSOE. Ya se sabe que casi ninguno de esos trabajos es neutro y solo refleja, como hace una foto fija, un instante concreto, pero, poco a poco, van creando opinión y, lo que es peor, minan la moral de los que dudaban en votar a los que van con desventaja y, por el contrario, dan alas a los que se destacan en las encuestas.

Que los socios de Gobierno discrepen es normal, porque tanto el partido socialista como Unidas Podemos vienen de culturas políticas muy distintas. Lo que no es de recibo es que las discrepancias y broncas entre los miembros de la coalición se aireen en los medios de comunicación. Estos días lo estamos soportando, en vivo y en directo, por la reforma de la ley del solo sí es sí.

Como decían los antiguos: que se queme la casa, pero que no salga el humo . Y por mucho que se esfuercen, unos y otros, en decir que eso no va a romper la coalición, a lo mejor la ciudadanía se harta de tanto rifirrafe y decide no votar o se inclina por otras opciones. Entonces, vendrá el llanto y rechinar de dientes; y si no que se lo pregunten a los que convivieron con el Govern del Dragon Khan.

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e avisos 13/02/2023

09 de febrer 2023

UNA BARECLONA REAL ABIERTA AL MUNDO


 

A pesar de que aún faltan cuatro meses para que se celebren elecciones municipales en toda España y autonómicas en varias comunidades, los medios de comunicación nos bombardean, sistemáticamente, con sondeos y encuestas que intentan predecir quienes serán los agraciados en los próximos comicios. Además, en esta ocasión, serán un buen barómetro para calibrar las fuerzas de cada cual de cara a las elecciones generales del próximo otoño. De todas maneras, luego, cuando hablas con la gente de la calle, resulta que buena parte de ciudadanos aún no sabe que en mayo hay que pasar por las urnas y, claro, no han decidido a quién votarán. Una prueba más del divorcio entre la clase política y la ciudadanía

Con todo, si nos ceñimos a Barcelona, aquí, alguna cosa está clara, y es que la gestión de Ada Colau, como alcaldesa, no convence. No es que lo diga yo. Lo dice el barómetro municipal que se hizo público a finales de diciembre: un 50% de los barceloneses considera “mala o “muy mala” la gestión del gobierno municipal.

Una vez más, Barcelona es el objeto del deseo: quien gane y gobierne en la ciudad (esa es otra: se puede ganar y no gobernar; le sucedió a ERC en 2019) será el gran vencedor, a nivel catalán, en esas elecciones. Por eso, los partidos que tienen posibilidades reales ya han entrado de pleno en la precampaña.

Los Comunes, haciendo juegos de manos con sus propios estatutos, volverán a presentar a Colau, a pesar de que sus reglamentos internos solo permiten dos mandatos, pero como dicen algunos las reglas se hacen para saltárselas, en este caso las han modificado…, y todos contentos. En Junts han optado por sacar del armario a una reliquia que ya habían embalsamado. Xavier Trias, para ver si da alguna alegría en ese páramo en que se han convertido los pos convergentes después de su salto al independentismo.  Por su parte, Ernest Maragall ha dejado de calentar escaño en el Parlament para dedicarse estos cuatro meses a prepararse para la campaña. Parece que el republicano converso está preocupado por la reaparición de Trias y Jaume Colboni ha abandonado sus responsabilidades municipales para tener las manos libres en la campaña electoral.

No hay nada que objetar, en principio, esas estrategia no son ni buenas ni malas, la óptima será la que el día 28 de mayo haga que quien la encabece puede coger el anhelado bastón de mando de la ciudad.

No obstante, mientras eso no sucede, esperaremos a que los candidatos nos expliquen sus programas, porque si en algo coinciden, a excepción de la alcaldesa, naturalmente, es que así no podemos seguir.

En la nueva etapa municipal que se deberá abrir a partir del próximo 28 de mayo, las personas han de ser el centro de todas las políticas. El infantilismo naif nos ha hecho perder oportunidades esplendidas como conseguir la sede de la Agencia Europea del Medicamento que se lanzó, de forma absurda, a la papelera de la historia. Y puesto que es previsible que ninguna fuerza logre gobernar en solitario, sería bueno que nos fuésemos acostumbrando a trabajar con grandes consensos, en especial cuando se trate de cuestiones esenciales, como por ejemplo, la vivienda pública, donde el parque de pisos sociales son solo el 2,5% del total, mientras que en el resto de España anda cerca del 9%.

Para empezar, es imprescindible volver a poner Barcelona en el mapa. Por eso es necesario pensar y actuar sobre la Barcelona real, es decir, 164 municipios, 4,6 millones de personas y más de 3.000 kilómetros cuadrados.

Una vez admitida esa realidad, la cooperación público-privada para lograr el despegue de la capital catalana y su entorno debe ser uno de los ejes vertebradores del nuevo proyecto. Esas alianzas son la clave para incidir y construir una gran urbe que ha de ir mucho más allá del Llobregat y el Besós.

Temas como la sostenibilidad, las infraestructuras, la seguridad, la cultura, el talento, la economía o la lucha contra la desigualdad han de ser nucleares en la Barcelona real. De igual manera, el combate contra las diferencias sociales, y por ende la construcción de una mayor cohesión social, es el reto más importante que afrontan Barcelona y los municipios vecinos.

En un momento determinado la imagen de la marca Barcelona subió como la espuma. Después el conformismo y el marasmo político nos han aletargado primero y sumido en la incredulidad más tarde. Fuimos los impulsores del diseño y la publicidad. Hoy se habla más de ello en Madrid que en Barcelona. Fuimos el arte contemporáneo más avanzado de España, con museos como el Picasso y las fundaciones Miró y Tapies. Hoy el arte contemporáneo está en Málaga, donde no han dejado de abrir museos como el Picasso, el Museo Casa Natal de Picasso, el Carmen Thyssen, el Museo Ruso, el Centro de Arte Contemporáneo y el Centro Pompidou. Y aquí le hemos hecho la vida imposible al Hermitage.

En definitiva, necesitamos un proyecto que nos aglutine y nos haga ir todos a una como los Juegos Olímpicos, una expo universal o cualquier otro proyecto ilusionante. Y, también, un líder capaz de llevarlo a cabo, es decir, alguien con ganas, empuje y preparación. No personas que han quemado sus naves en cien batallas, están a la vuelta de todo y se han ganado un lugar en la memoria política de nuestro país. 

Nuestros hijos y nietos no se merecen menos.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e noticies 06/02/2023

01 de febrer 2023

INJUSTICIAS Y VERGÜENZA AJENA


 

A mediados de enero, coincidiendo con el Foro de Davos, Intermón-Oxfam hizo público un informe de que ponía la piel de gallina a la gente corriente y debería sonrojar a los poderosos, si tuvieran un ápice de conciencia social.

El documento en cuestión pone de manifiesto como la espiral inflacionista está ensanchando la brecha entre ricos y pobres, si bien es verdad que la diferencia entre unos y otros siempre ha sido más que considerable, en los últimos dos años, coincidiendo con la pandemia, esa la diferencia se ha agrandado a un ritmo de 2.700 millones de dólares diarios a nivel global. O, dicho de otro modo, el 1% más rico del planeta se hizo con el 63% de la riqueza creada en todo el mundo entre 2019 y 2021. Increíble pero cierto.

Ese mismo informe señala que “por cada dólar que recibe una persona del 90% más pobre de la humanidad, un multimillonario se embolsa 1,7 millones de dólares”. Se da la circunstancia de que la riqueza y la pobreza extremas en el mundo se han incrementado simultáneamente por vez primera en 25 años.

Sostienen desde la ONG que “La escalada de precios que estamos padeciendo en el último año, ha sido la gota que ha colmado el vaso. La vuelta a la normalidad tras  la pandemia  y la guerra en Ucrania, están siendo una condena a la miseria para los más vulnerables”. Según apunta un alto directivo del Banco Mundial, “la inflación podría contribuir al mayor incremento de la pobreza y desigualdad entre Estados desde la Segunda Guerra Mundial”. Y desde Oxfam aseguran que “ Países enteros están al borde de la bancarrota. Los más pobres destinan cuatro veces más recursos a pagar la deuda (en manos de ricos acreedores) que a los servicios de salud pública”.

Pero la denuncia no acaba ahí, “las mayores compañías son responsables de la abrupta subida de la inflación, ya que se están aprovechando del encarecimiento de las materias primas y de la incertidumbre actual para inflar precios y aumentar ganancias”.   Los expertos que han elaborado el informe apuntan que “95 grandes empresas de energía y de alimentación han más que duplicado sus beneficios en 2022, destinando el 85% de sus ganancias extraordinarias a remunerar a sus accionistas. La otra cara de la moneda son los 1.700 millones de trabajadores en países donde las subidas de precios se comen a los salarios —España incluida— y los más de 820 millones de personas en todo el mundo que pasan hambre”.

En este contexto, lamentablemente, España no es una excepción. Más bien todo lo contrario, somos uno de los países más desiguales. El informe desgrana cómo también en nuestro país el proceso para reducir la desigualdad —la brecha tocó su cota máxima en 2013— se ha estancado. En 2008, el 1% más rico representaba el 13,6% de la población; en 2019 fue el 16,9%. En 2021, fue el 23,1%, un resultado que indica que el patrimonio de los más favorecidos se recuperó mucho más rápidamente que la economía en su conjunto después del coronavirus. En cambio, la participación a la renta nacional del 50% más pobre bajó del 16,2% en 2008 al 14,2% en 2019. Desde 2020, la riqueza de los milmillonarios españoles ha presionado en casi 3.000 millones de dólares. Se escribe fácil, pero es de difícil asimilación.

Por si no usar bastante con esos números para sentir vergüenza y sonrojo, hace unos pocos días, la Autoridad Bancaria Europea hacía público que  el número de banqueros españoles con un sueldo superior al millón de euros en 2021 ascendió a 221 , un 72 % más que el año anterior. Resulta que el sueldo medio de los banqueros españoles (2.164.088 euros al año) es el segundo más elevado de la Unión Europea, solo superado por Austria.

Es evidente que son sueldos irrazonables que se otorgan a los directivos, sin relación con la eficiencia ni con la productividad. La banca española es la menos solvente de Europa y es difícil justificar que la productividad de un banquero sea 46 veces mayor que la de un empleado medio (45.921 euros en 2020), según el INE.

Ante esta situación de tanta desigualdad social quedarse de brazos cruzados no es una opción. Por eso, hay que activar todos los mecanismos necesarios, para evitar la pérdida de poder adquisitivo que afecta directamente a la renta disponible de los hogares y, por consiguiente, al consumo interno. Porque un consumo interno debilitado afectará, además, al crecimiento económico, que se verá reducido. De no ponerse en marcha soluciones adecuadas, la situación corre el riesgo de cronificarse y provocar un efecto todavía más negativo en la desigualdad y en la pobreza de aquellos sectores con menores salarios. En un país donde el 12,7% de la población trabajadora está en riesgo de pobreza, según Eurostat, esta situación debe considerar inaceptable y exige medidas inmediatas. Para mejorar la salud de nuestra economía.

La cuestión es que no hay mucho donde elegir y, en una encrucijada como la que estamos viviendo, resulta indispensable activar todos los recursos necesarios para lograr un pacto de rentas porque es la única opción viable para repartir las cargas de una forma que, aunque no sea ​​perfecta, si es la más equitativa.  Otra cosa es una total irresponsabilidad.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e avisos 30/01/2023

DEL SOCIALISMO A LA SOCIALDEMOCRACIA

En el siglo XIX, la socialdemocracia fue una tendencia revolucionaria difícil de diferenciar del comunismo. Pretendía acabar con la división...