21 de desembre 2022

¡BENDITO VICIO!


 

El viernes próximo, 23 de diciembre, Joan Manuel Serrat pondrá punto final a su gira “El vicio de cantar 1965-2022”, que inició el pasado mes de abril en el Beacon Theatre de Nueva York y que le ha llevado, de éxito en éxito, por todo el mundo de habla hispana. Con ese bolo, Serrat culminará su carrera con un broche de oro. Será en el Palau Sant Jordi de Barcelona que estará lleno a rebosar y con un público, muy probablemente, entregado a su ídolo desde antes de empezar. Habrán sido casi sesenta años pisando los escenarios.

Pero Serrat no se va. Serrat solo deja de subir a los escenarios. Como él mismo ha dicho que seguirá componiendo y es muy posible que grabe un nuevo disco, pero, sobre todo, y eso es lo más importante: Joan Manuel Serrat seguirá gozando de lo bueno que la vida le quiere otorgar.

Sí, porque si algo es Serrat, además de ser un grandísimo poeta y un excelente compositor es: ser un cantor de vida, de muchas vidas. En sus poemas, que se convierte en canciones cuando les pone música, nos cuenta historias de amor, problemas cotidianos, ilusiones rotas, sueños incumplidos   o retazos de otro tiempo y otra época, y lo hace con aparente sencillez, casi con simplicidad, pero Serrat imprime un sello personal de calidez y belleza que tan solo los artistas súper dotados son capaces de transmitir y, de esa forma, Joan Manuel dibuja con colores en un horizonte gris por naturaleza y nos invita a soñar, pese a la sordidez del día a día. 

Serrat, mi familia y yo hemos hecho muchos quilómetros juntos. En mi coche sus cintas de casete, primero y los CD, un poco después, nunca han faltado. Y mientras íbamos de ruta, un fin de semana o unas vacaciones, “El Nano” nos acompañaba. Mi hijo, que siempre tuvo tendencias un poco transgresoras y le gustó la gente que decía tacos, era un fan de aquella canción que dice: “Niño deja ya de joder con la pelota/ que eso no se dice, / que eso no se hace …” y es que las canciones de Joan Manuel son la banda sonora de muchas generaciones.

Su estilo literario se forjó leyendo, entre otros, a poetas como Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pablo Neruda o León Felipe. Gran admirador de la canción francesa y seguidor de Georges Brassens, su música bebe en las fuentes de la canción popular catalana, la copla española, el tango y el bolero. También ha versionado, con notable acierto, a interpretes fantásticos como Violeta Parra o Víctor Jara y no se le da nada mal el papel de “tanguista”

Pero Serrat no satisfecho con eso, a lo largo de su carrera ha puesto música a poetas eternos como Joan Salvat Papasseit, Antonio Machado, Miguel Hernández o Mario Benedetti. 

Fue miembro de Els Setze Jutuges y pionero de la Nova Cançó, movimientos reivindicativos de la cultura catalana. A lo largo de su dilatada trayectoria ha recibido numerosos doctorados honoris causa, por su contribución a la música ya la literatura hispanoamericana. En 2006 se le otorgó La Medalla de Oro al Mérito del trabajo y el pasado mes de febrero La gran Cruz de la Orden de Alfonso X El Sabio.

Hizo sus primeros pinitos en Radio Barcelona, ​​en el programa Radioscope de Salvador Escamilla, sus primeras grabaciones en catalán fueron con el sello Edigsa, estuvieron unos meses hospedado en un pequeño hotel de Calella de Palafrugell para componer Mediterráneo y tras el affaire de Eurovisión se exilió en Méjico. Un tiempo después de comenzar a hacerse frecuentes sus giras por Sud América, durante las que algunas dictaduras como la de Chile o la de Argentina o le prohibían la entrada o intentaban boicotear sus actuaciones. Eso hizo que los lazos entre las buenas gentes de allí y el “Noi del Poble Sec” se estrecharan hasta lo impensable. Su dilatada y densa carrera profesional da para convertir esta humilde columna de homenaje en una enciclopedia. Pero no es esa mi intención. Prefirió optar por aquello de que “lo bueno,

Tan solo quiero dejar constancia de mi admiración sin reservas por Serrat, porque además de ser un artista extraordinario, es un tipo empático, sin endiosamientos estériles, que ha difundido el catalán en el mundo, sin polémicas inútiles, que ha hecho su obra bilingüe y que habla las dos lenguas con absoluta normalidad. Ojalá fuera un referente para tanto “lletraferit” como anda suelto por ahí.

Necesitamos muchos más personajes como él, pero ya sabemos que lo bueno escasea. Por eso, solamente, se me ocurre escribir:

Por todo eso y mucho más: gracias, Joan Manuel.

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 19/12/2022

14 de desembre 2022

REVERDECER LAURALES


 

Después de una década larga cayendo por la pendiente, camino de la irrelevancia, parecía que la socialdemocracia iba a quedar como una pieza de museo. Sin embargo, la victoria del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) en las elecciones alemanas de septiembre de 2021, supuso una inyección de moral para la izquierda en general, pero, de manera específica, para los socialdemócratas europeos. El regreso del SPD al puente de mando de la principal potencia del continente abría unas expectativas diferentes. A rebufo del éxito alemán el socialismo templado volvía al poder en Noruega, se lograba un brillante resultado en las municipales italianas, Antonio Costas ganaba con solvencia en Portugal y se registraba una tendencia positiva en los sondeos a escala europea. En paralelo, los conservadores moderados sufrían en buena parte del continente, debilitados por una ultraderecha rampante.

Pero pronto empezaron a aparecer serios nubarrones en el horizonte progresista. Los ciudadanos europeos llamados a las urnas a lo largo de este 2022 han ido depositando en ellas mensajes preocupantes para la familia socialdemócrata. Las victorias cosechadas desde septiembre de 2021 hasta enero de este año, se han visto ensombrecidas por resultados como los de Francia, en las elecciones presidenciales, del pasado mes de abril, donde el partido socialista quedó prácticamente borrado del mapa. En septiembre, la ultraderecha ganó las elecciones en Italia. Y pocas semanas después en Suecia el electorado daba la espalda a los socialdemócratas.

El año 2022 no está siendo provechoso para los intereses electorales del socialismo europeo. Si ponemos el foco en nuestro país, las derrotas en Castilla y León y Andalucía levantaron ampollas. En Bulgaria el socialismo está en la UCI y en Dinamarca, el Ejecutivo socialista tuvo que convocar elecciones anticipadas al resquebrajarse la mayoría que lo sostenía.

Con este paisaje de fondo, el último fin de semana del pasado mes de noviembre se celebró el 26 Congreso del Internacional Socialista (IS). Allí Pedro Sánchez fue elegido, por aclamación, al no haber otro candidato para dirigir la IS, presidente de ese movimiento político, para los próximos cuatro años. No será tarea fácil.

La IS fue fundada en 1951, la forman 132 paridos del ámbito del socialismo democrático. Entre sus presidentes se encuentran políticos tan prestigiosos como Willy Brandt y Antonio Guterres. Su época dorada hay que situarla entre mediados de los cincuenta hasta finales de los setenta; luego, se fue difuminando, con esporádicos rebrotes, pero sin llegar a cuajar un movimiento cohesionado en la gran familia socialista ni sostenido en el tiempo. Esa situación de inconsistencia la pone de manifiesto el hecho de que el secretario general, el chileno Luís Ayala, haya ocupado el cargo desde 1989 y el presidente, el griego Yorkos Papandreu, lo haya sido desde 2006. Con esa actitud de pasotismo, no es de extrañar que el siempre mordaz Alfonso Guerra dijera hace unas semanas: “ya dije hace 30 años que la IS se estaba convirtiendo en una agencia de viajes”.

Pedro Sánchez necesita reverdecer los laureles de la vetusta institución que se ha quedado anquilosada. Para eso, como dijo en el discurso de aceptación de la presidencia, “hay que renovarla y darle una dimensión global” (…) “será una gran plataforma ideológica del movimiento socialista internacional”.

No le falta razón ni ambición a Pedro Sánchez, pero tendrá que arremangarse. Para empezar, deberá conseguir que el potente SPD vuelva al seno de la familia socialista y que todos los miembros de la organización cumplan con sus obligaciones, algunas tan prosaicas como estar al corriente de pago o transmitir una imagen de unidad; son cuestiones imprescindibles para que se tenga en cuenta a IS en el concierto político internacional.

En este contexto, atención especial merecen figuras emergentes del progresismo político de América latina. como Lula da Silva, de Brasil, el chileno Gabriel Boric o Gustavo Pietro de Colombia.  Pero el proyecto socialdemócrata para ser viable ha de ser remozado y debe mantener como eje vertebrador la redistribución de la renta y la riqueza; pero, además, ha de incorporar, como cuestiones irrenunciables propias, la transición energética hacia energías renovables, sin condenar al hambre a los trabajadores de las empresas contaminantes. La defensa de los derechos de las minorías y las mujeres, el fortalecimiento del Estado del bienestar y entender el movimiento migratorio no comunitario como parte de la solución y no como un problema.

El modelo socialdemócrata no puede ignorar el impacto de la revolución digital sobre el empleo. Por eso, se hace imprescindible que en el mercado de trabajo la IS marque parámetros. Hay que redefinir los derechos laborales en un marco productivo configurado por las nuevas tecnologías. El credo de la socialdemocracia no puede ser ajeno a la desregularización en un terreno emergente que puede ser ─con toda probabilidad─ caldo de cultivo para el empresariado sin escrúpulos.

Donde, sin duda, los responsables de la IS tendrán que batir el cobre, será en la reforma y homogeneización del sistema fiscal europeo que, además de ser progresivo, deberá generar suficientes recursos y equidad para el conjunto de ciudadanos de la UE. Este es, probablemente, el mayor reto que se le plantea, no solo a la socialdemocracia, sino a cualquier partido, grupo o movimiento que aspire a representar algo en el ámbito europeo porque sin unos medios económicos adecuados es imposible afrontar políticas de calado y transformadoras.

Sintetizando, el proyecto socialdemócrata precisa de una renovación y una puesta a punto adecuada para ser una alternativa realista, justa y socialmente integradora.  La IS, antes que convertirse en una agencia de viajes, debería asemejarse a una orquesta, en la que cada instrumentista toca su partitura (hay que respetar la idiosincrasia de cada país, de cada región), pero todo el conjunto debe sonar de forma armónica, equilibrada y al “tempo” que marca la batuta del director. Es una condición sine qua non para que la tengan en cuenta en el concierto político mundial.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 12/12/2022

08 de desembre 2022

TRIFULCAS PARLAMENTARIAS


 

La política española nunca ha sido una balsa de aceite. Las broncas y trifulcas que se generan por la incontinencia verbal de algunos dirigentes politicos o por estrategias calculadas, han sido frecuentes. En los últimos tiempos, sin embargo, estamos soportando situaciones de violencia dialéctica que van bastante más allá de lo razonablemente permisible. Quizás deberíamos irnos hasta la etapa del “váyase señor González”, a mitad de los noventa, para encontrar una época de agresividad dialéctica similar a la actual. 

La historia de nuestra democracia está llena de descalificaciones gratuitas del contrario, expresadas con más o menos salero. En plena Transición provocando un fuerte impacto en la opinión pública el reproche de que Alfonso Guerra le hizo a Adolfo Suárez cunado le dijo que “era un truhan del Misisipi”, entonces, algún santurrón de la derecha a punto estuvo de rasgarse las vestiduras. Hoy, aquella frase, en comparación con los impropios que se lanzan en la actualidad sería, no diré, una alabanza, pero casi.  

Frente a estas escandaleras, nos conviene no olvidar que, ni el ruido ni las amenazas ni las descalificaciones personales son lo más inteligente, cuando se tienen argumentos sólidos para defender unos planteamientos. Sin embargo, algunos políticos piensan que, con el exabrupto y la ofensa consiguen atraer seguidores a su proyecto. Craso error. Tal vez puedan, temporalmente, llamar la atención de algunos hooligans, pero la inmensa mayoría de ciudadanos lo que espera de la clase política son soluciones a los problemas y no que crean más conflictos.

Lo estamos viendo con mucha frecuencia, parte de la derecha y alguna que otra señoría de la izquierda confunden el Congreso de los Diputados, que debería ser el templo de la palabra, con una tasca.

La semana pasada, desde ese teórico templo de la palabra, nos ofrecieron un espectáculo dantesco. La bronca entre el Gobierno y la oposición, con Vox como líderes destacados del insulto, es ya un cásico. La escalada verbal entre la clase política es preocupante porque no augura nada bueno. Estamos a seis meses de unas elecciones municipales y autonómicas, ya menos de un año de las generales, y todo indica que la polarización del debate público irá a más. 

El primer rifirrafe, en esta ocasión, se produjo cuando  la diputada de Vox, Carla Toscano, llamó "libertadora de violadores"  a la ministra de Igualdad, Irene Montero, y le dijo que: “Su único mérito es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”. La algarabía que se desató en la Cámara fue monumental y la ministra, que apenas pudo contener las lágrimas, quiso que se mantuviera en el diario de sesiones esta intervención para dejar constancia de la “violencia política”. 

Por si el espectáculo no había sido lo suficientemente penoso, al día siguiente, en la sesión de control al Gobierno, Santiago Abascal puso a prueba la tolerancia de la presidenta del Congreso, Meritxell Batet. Dirigiéndose al presidente Pedro Sánchez, le dijo: “Tiene como aliados a partidos que defienden a condenados por terrorismo. Es decir, unos filoterroristas”. “¿Qué más va a hacer para defender a filoterroristas? ¿Cómo se llama a los filoterroristas?”. También le reprochó que hubiera traspasado las competencias de Tráfico a Navarra. En su réplica Sánchez le recordó que fue un acuerdo al que se llegó en el año 2000 con el PP en el Gobierno, y en la dirección del PP de entonces estaba Abascal.“Usted entonces se calló, así que menos lobos, caperucita”, le dijo Sánchez.

Pero el momento tristemente estelar, de este deplorable Pleno, llegó cuando la ministra Irene Montero respondió al portavoz del PP, Cuca Gamarra, diciendo que "ustedes promueven la cultura de la violación, que pone en cuestión la credibilidad de las víctimas", una obtuvo que levantó la airada protesta de la bancada popular. Ante esa situación, la presidenta del Congreso intervino para censurar las palabras de la ministra, y dirigió un ruego a todo el hemiciclo. “Les pido, por favor, respeto en las expresiones que se utilizan y contención en el lenguaje”, reclamó.

Todos los diputados y diputadas tienen su cuota parte de responsabilidad en estos desaguisados, pero no hay duda de que es mayor la de aquel que ostenta mayor grado. En consecuencia, los miembros del Gobierno deben ser más precavidos y no caer en el fango con tanta facilidad; por muy dificil que resulte, aunque se tenga que contar hasta diez, tantas veces como sea necesario, para no caer en la provocacion. 

Al hilo de estos episodios me han venido a la cabeza las etapas de desconcierto dentro de la Segunda República. Fueron, también aquellos, tiempos convulsos por la agresividad, no solo verbal, de la derecha y la extrema derecha, en ocasiones mimetizada por una parte de la izquierda. Gracias a ese contexto, un movimiento como Falange pudo asentar su base doctrinal. Después, durante la Guerra Civil y la inmediata posguerra llegó el punto álgido de aquel proyecto totalitario. Así como su homologación con la doctrina y la trayectoria de los movimientos fascista y nacionalsocialista, y su plasmación en la dictadura franquista.

Escribo esto porque nos conviene no olvidar que las cosas no caen del cielo, y la democracia es uno de esos valores que hay proteger y guardar cada día ya que siempre hay alguien dispuesto a llevársela por delante.

No nos despistemos.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e noticies 05/12/2022

02 de desembre 2022

EL CUPO VASCO Y LA SOLIDADRIDAD INTERTERRITORIAL


 

A mediados de este mes de noviembre, los representantes de los Gobiernos central y vasco acordaron renovar por cinco años el Cupo vasco sin modificaciones políticas sustancialmente sustanciales; en contrapartida, el PNV renunció a presentar una enmienda a la totalidad a los Presupuestos para 2023 y el pasado jueves los votaba a favor.

Aunque el tema del Concierto y el Cupo Económico de las comunidades forales no está en la cresta de la ola mediática, me ha parecido oportuno traerlo a colación porque en momento algún habrá que ponerlo sobre la mesa y hacer una reflexión en profundidad, ya que es una cuestión que nos afecta a todos. 

Para no perdernos en las galimatías normativas, nos conviene saber que el Concierto Económico surgió tras la abolición foral, como un sistema de contribución de las provincias vascas a las finanzas del Reino de España, después de la finalización de la última Guerra Carlista a finales del siglo XIX. De esa forma, se reconocía a las Diputaciones Forales la facultad de recaudar sus propios impuestos a fin de hacer frente a los gastos propios ya los comunes del Estado. Mientras que el Cupo es la cantidad que el País Vasco o Navarra tienen que pagar cada año a la Administración central por los servicios que este presta en su territorio por las competencias no transferidas en virtud del Concierto Económico. Es decir, por las embajadas en el exterior, por los museos nacionales, la política de defensa o los intereses de la deuda, entre otros gastos.

Se da la circunstancia de que el sistema de financiación foral es una excepción en el panorama internacional. Ni en los países federales más desarrollados los gobiernos centrales renuncian a su poder fiscal en beneficio de alguna de sus regiones, provincias, estados o Landers, como ocurre en España con el País Vasco y Navarra.

Si hoy se tuviera que redactar la Constitución, con toda seguridad, no se haría igual. Sin embargo, en 1978 se le dio carácter legal a esa asimetría. En aquel tiempo existieron muchas urgencias, presiones y conflictos que resolver. Además era casi imposible anticipar como iba a ser el desarrollo del sistema fiscal español en las décadas siguientes y las consecuencias posteriores de esa asimetría. La cuestión es que hoy es una normativa que genera una importante distorsión y graves agravios comparativos.

El modo en que se computa el cupo vasco y la aportación navarra genera recelos en el resto de comunidades autónomas que acaban provocando o agravando conflictos en el espacio político. Porque legitima las tienen de otras autonomías a favor de recortar sus flujos de nivelación interterritorial.

En esencia, el problema es que las haciendas forales someten a una presión fiscal algo inferior a sus contribuyentes, ya sean personas físicas o empresas (he ahí las polémicas "vacaciones fiscales" de las que tanto se ha hablado y las denuncias de competencia fiscal de los territorios limítrofes). Con ese sistema, acaban disponiendo de muchos más recursos para financiar sus servicios públicos. Eso sucede básicamente por dos motivos. Por un lado, son territorios con renta y capacidad tributaria por habitante superior a la media. Por otro, las cuantías del cupo vasco (podríamos decir lo mismo de la aportación navarra) que mejorarán temporalmente a la administración central son muy bajas. Los flujos fiscales netos per cápita que todos los ejercicios salen de los territorios forales hacia el resto de España son muy inferiores a los que proceden de Cataluña, Madrid o Valencia, por ejemplo. Por un principio de equidad poco discutible, tanto Euskadi como Navarra contribuirán a contribuir mucho más a la nivelación y la solidaridad interterritorial, como lo demostrarán diversos estudios realizados por expertos a lo largo del tiempo.

Más pronto que tarde se tendrá que hacer la revisión de la financiación autonómica. entonces cuando se vuelva a abrir el debate sobre la equidad en el sistema Será de financiación para las autonomías y el grado deseable de nivelación interterritorial. Sería muy positivo que, llegada la ocasión, no se vuelva a orillar la cuestión de las grandes ventajas financieras que proporciona la metodología con la que se computan los flujos fiscales de las haciendas forales a la hacienda central. Una metodología que, por cierto, no se concreta en la Constitución cuya reforma no exigiría, de entrada, cambios constitucionales.

No es ni lógico ni razonable que se nos tache a los catalanes de insolidarios y, en cambio, se mire para otro lado cuando se trate de la financiación de Euskadi y Navarra. Sin duda, es un asunto de una gestión política compleja, que sobra de una finísima cirugía política, pero como decía un viejo líder de izquierdas, “cuando las cosas son justas hay que hacerlas, cueste lo que cueste”.

Es evidente que la cuestión es complicada y no parce que estemos en el momento óptimo para abordarla. En mi opinión, el problema está en el Cupo y no en el Concierto. Por eso, con toda la modestia que soy capaz, quiero dejar sobre el tapete unas ideas básicas por si en algún momento, pueden ser de utilidad: Para empezar las negociaciones con buen pie se precisa de una amplia mayoría de partidos que, sin tacticismos equivocados , están por la labor. El diálogo ha de ser tranquilo y la discusión técnica rigurosa; la búsqueda del pacto político debe dirigir la estrategia del Gobierno central (sea del color que sea). No hay que olvidar que el ruido y las amenazas no son nunca lo más inteligente cuando uno tiene los argumentos más sólidos a su favor. Se trata de llevar a cabo un cambio de gran calado y estructural, no de asuntos coyunturales.

Es muy delicado retirar derechos cuando se han otorgado con una orla de históricos. No obstante, la igualdad entre todos los ciudadanos del Estado debe primar sobre cualquier otra consideración.

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e-noticias 28/11/2022

DEL SOCIALISMO A LA SOCIALDEMOCRACIA

En el siglo XIX, la socialdemocracia fue una tendencia revolucionaria difícil de diferenciar del comunismo. Pretendía acabar con la división...