27 d’abril 2021

MORIR DE ÉXITO


 En 1979, con las primeras elecciones municipales de la democracia recuperada, Narcís Serra llegó a la alcaldía de Barcelona. Lo hizo acompañado de un equipo urbanístico liderado por Oriol Bohigas. Era una época en la que había carencia de todo. Las infraestructuras estaban obsoletas, mientras que la movilización ciudadana pedía barrios y equipamientos dignos, pero la caja estaba vacía. En esas circunstancias los nuevos dirigentes de la ciudad tuvieran que buscar la colaboración con el sector privado para sacar adelante proyectos que sin esa cooperación nunca hubieran sido posibles. La triada iniciativa pública, cooperación del sector privado y participación ciudadana fue el embrión de lo que después se llamó “el modelo Barcelona”.

En menos de una década se diseñaron y llevaron a cabo casi un centenar de espacios públicos por todos los distritos de la ciudad. Con ese sistema de actuación se buscaba la redistribución de recursos y una cierta equidad territorial. Esas iniciativas fueron el origen de lo que, años más tarde, sirvió para poner como título a la filosofía de la acción urbanística municipal: “Todos los rincones de Barcelona son Barcelona”.

Las nuevas centralidades fueron el núcleo de lo que más tarde sería las áreas olímpicas que se construyeron en la ciudad. Pero una iniciativa destaca por encima de todas: la obertura de Barcelona al mar.

De hecho, buena parte de los proyectos que se llevaron a cabo con motivo de las Olimpiadas ya se habían diseñado antes de que Barcelona fuera nominada como sede de los Juegos. Pero con la nominación la financiación fue posible y los procesos se aceleraron.

Pasqual Maragall dijo en más de una ocasión que: “la cita olímpica servirá para acabar aquello que las grandes exposiciones de 1888 y 1929 dejaron a medias, Poblenou y Montjuic”. Después de los Juegos la ciudad siguió creciendo porque se había posicionado internacionalmente. La colaboración entre la iniciativa pública y el sector privado que tan provechosa había sido se truncó porque a la ciudad empezaron a llegar los grandes inversores y las reglas del juego empezaron a marcarlas el sector inmobiliario y financiero.

De esa manera, el “modelo Barcelona” que tanto juego había dado durante las dos primeras décadas de la democracia recuperada fue languideciendo. No obstante, ese modelo fue utilizado con gran éxito tanto en el campo académico (escuelas de arquitectura y urbanismo), como en la organización local de muchos municipios. Y es que Barcelona ha sido durante décadas referencia y modelo a seguir para ciudades que quieren crecer de manera equilibrada. Sin embargo, la ciudad agotó su propio modelo.

Quizás por eso, el modelo fue sustituido por “la marca Barcelona” que se impulsó desde el Ayuntamiento. Una marca que está especialmente representada por edificios icónicos como la Torre d’Agbar de Jean Nouvel. Pero ya nada fue igual.

Sea como sea, la sensación que tenemos muchos ciudadanos es que la ciudad está atravesando una crisis que si no se ataja de manera adecuada podría convertirse en crónica y generar decadencia. La situación política, la marcha de empresas, la pandemia o el vandalismo que de forma recurrente reaparece cada dos por tres son factores que inciden negativamente en el desarrollo y en la imagen de la ciudad. Se transmite la sensación de falta de seguridad y de problemas de orden público.    

En este contexto, la administración local debería tomar la iniciativa porque no son pocos los expertos que consideran que el gobierno municipal ha dimitido de algunas de sus responsabilidades. Por ejemplo, liderar los proyectos de ciudad. El urbanismo es antes que cualquier otra cosa político. Y es evidente que desde hace unos años el debate político está brillando por su ausencia.

Por otra parte, la Barcelona real es la Barcelona metropolitana y se necesita un gobierno metropolitano real. La gran Barcelona es plurimunicipal, y ahí se dan las mayores diferencias y desigualdades. Los problemas más graves se están trasladando hacia la periferia. Por lo tanto hay que poner en práctica políticas de redistribución adecuadas para que esa problemática no se cronifique y nos encontremos con una Barcelona rica y otra pobre.

Hemos visto lo que ha sucedido cuando se juega todo a una carta. La pandemia, aunque momentáneamente ha acabado con el turismo. Por eso, hay que hacer una apuesta decidida por la economía productiva, sin discriminar ningún sector, pero atendiendo de manera especial a la alimentación, el deporte amateur, la investigación, la educación y las nuevas tecnologías. Todos ellos son campos donde Barcelona tiene fuerte predicamento y es considerada a nivel mundial.

Hay que recuperar la participación y la cultura de la movilización ciudadana que poco a poco se ha ido extinguiendo.

Y por último, no podemos perder de vista el espacio público de calidad. El modelo ha cambiado mucho desde las placetas duras de los años ochenta; ahora hay que establecer espacios que nos conecten con la naturaleza. Los interiores de islas brindan unas condiciones inmejorables que hay que recuperar y potenciar. Necesitamos, como mínimo, un 40% más de espacio público del existente en la actualidad.

Barcelona tiene capacidad para reinventarse. Lo hizo en 1888, en 1929 y, también, en 1992. Ahora necesita un nuevo empuje para soltar lastre y seguir en el cresta de la ola internacional sin dejar de lado ni a sus ciudadanos   ni a su entorno. De no hacerlo podría morir de éxito, pero no sé yo si el gobierno municipal está por la labor.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 26/04/2021

 

20 d’abril 2021

MADRID DESDE LA DISTANCIA


 

Cuando estas líneas salgan a la luz, ya habrá dado comienzo la campaña electoral para las elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid, que se celebrarán el 4 de mayo.

Empezaré este análisis de la situación, sin rodeos, de forma clara y contundente: el mandato de Isabel Díaz Ayuso al frente del Gobierno de la Comunidad de Madrid ha sido un caos, y para corroborar esa afirmación ahí van unos cuantos datos.

Tras año y medio al frente del Gobierno de la Comunidad, el balance de Isabel Díaz Ayuso es: ningún Presupuesto presentado a la Asamblea, una sola ley aprobada para poner en marcha una universidad privada y una reforma de la ley del suelo para facilitar los trámites de los constructores. Iniciativa que ha sido recurrida ante el Tribunal Constitucional por que fue aprobada sin el número mínimo de diputados presentes exigido por el reglamento. Como se puede comprobar un balance legislativo brillantísimo.

Por lo que respecta a los números sobre la pandemia, es decir, en el gobierno de lo concreto, y utilizando los datos facilitados por Sanidad, el pasado 9 de abril, Madrid es la comunidad autónoma con más casos confirmados, 640.656, el 19,18% del total. También es la comunidad con más personas contagiadas que han tenido que ser hospitalizadas y, a la vez, el lugar donde más afectados han tenido que ser ingresados en las UCI. De igual manera Madrid ostenta el triste record de ser la comunidad con más contagios entre el personal sanitario y, por el contrario, de las dosis de vacunas que han recibido Madrid está a la cola de todas las autonomías en vacunaciones realizadas. La campeona es Extremadura que ha suministrado un 88,1%, Cataluña un 87,2%, Navarra un 84,7%, mientras que la Comunidad madrileña se queda en el 83,3%.

Estas cifras nos dan una idea bastante ajustada de la gestión que ha hecho Isabel Díaz Ayuso al frente del Gobierno de la Comunidad de Madrid en el año y medio que ha sido presidenta. Si nos queremos adentrar en un análisis más político y escrutar los motivos que llevaron a la presidenta a convocar las elecciones de forma totalmente inesperada deberemos atender a otros parámetros.

Como por ejemplo que, unas elecciones en Madrid siempre son importantes y, si se me permite una cierta frivolidad, también tienen algo de morbo. Tampoco podemos perder de vista que la Comunidad madrileña tiene una proyección especial y desde hace veinticinco años Madrid ha sido escaparate y banco de pruebas de las políticas del PP. Quizás por eso, algunos analistas han calificado estas elecciones como unas primarias de la generales.

En mi opinión esa afirmación es un tanto exagerada. Ahora bien, no es casualidad que Ayuso busque el cuerpo a cuerpo con Sánchez. En el PP piensan que polarizar la tensión entre Moncloa y Sol favorece a su candidata. No obstante, podría suceder que, aún ganando las elecciones el PP, Ayuso no contara con los soportes necesarios para formar gobierno y es que Pablo Casado ha anunciado que no quiere consejeros de Vox en el hipotético gobierno autonómico, mientras que la actual presidenta se decanta con hacer entrar gestores del partido de Abascal en el sottogoverno.  Si eso ocurre, el enfrentamiento entre Ayuso y Casado estaría servido.

De todas formas hay encuestas que señalan que PP y Vox pueden llegar a obtener un 54% del total de los sufragios. Sí es así que nadie dude que esos dos partidos acabarán pactando, la fórmula será lo de menos.

Pero no son solo los populares los que se la juegan. También Pablo Iglesias ha decidido arriesgar al dejar la vicepresidencia del Gobierno para bajar a la arena de unas elecciones autonómicas. Es cierto que los pronósticos previos a la convocatoria anunciaban que Podemos podía quedar fuera de la Asamblea y los podemitas después de los batacazos del País vasco, Galicia, la escisión en Valencia y la quiebra en Andalucía no pueden permitirse más salidas de pista. Aunque si como parece, Más Madrid, el partido de Iñigo Errejón queda por delante, el fracaso de Iglesias será de los que marcan época. Ya me lo imagino buscando la puerta de salida porque no lo veo sentado en la bancada de la oposición de la Asamblea madrileña.

Tampoco a Ciudadanos les llega la camisa al cuerpo. El fantasma de no llegar al 5% y quedarse fuera de la Cámara tiene cada vez más posibilidades de hacerse realidad, y ellos lo saben.

Por lo que respecta al candidato del PSOE, Ángel Gabilondo, tiene mucho a ganar y muy poco a perder. De hecho, ganó las últimas elecciones, pero sabe lo que es ser líder de la oposición, porque el pacto PP-Cs le privó de ser el presidente autonómico.  Además, si se observan determinados movimientos parece que el partido socialista está preparando un desembarco por todo lo alto en la Comunidad pensando en el próximo ciclo electoral que será en 2023, pero no nos avancemos a los acontecimientos.

Es posible que al hacer este análisis desde la distancia se me haya escapado algún matiz, pero también es verdad que la lejanía da una perspectiva que no se tiene cuando se está en la brega diaria.

De todas formas, todo está muy abierto. Hemos de ver cómo evoluciona la campaña y si se produce alguna alteración de lo que nos vienen anunciando las encuestas que, hasta el momento, señalan una victoria holgada de Ayuso sin mayoría absoluta.

Como se solía decir en la última página de los cómics en mi juventud: “continuará”.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 19/04/2021

14 d’abril 2021

EL QUID DE LA CUESTIÓN


 La política tiene su razón de ser cuando es un instrumento útil para resolver problemas de los ciudadanos y permite mejorar su calidad de vida. En cambio, cuando los intereses personales y/o de partido se priorizan sobre el bien común, la política puede llegar a ser algo tan deleznable como mezquino.

Y eso es lo que sucede ahora mismo en Cataluña. Porque más allá de las diferencias programáticas que existen entre ERC y Junts y hacen que sea difícil llegar a un acuerdo para formar gobierno, existe un problema de fondo que es lo que tiene a la política catalana paralizada.

En efecto, el nudo del bloqueo no está tanto la estrategia a seguir por el nuevo Govern, que, desde luego, tiene su importancia, si no en el reparto de consellerías, empresas públicas y organismos autónomos; y, por consiguiente, en el nombramiento de cargos y la asignación de salarios, con todo lo que eso conlleva.

Esos cargos, más o menos entre bambalinas, es lo que en el argot se conoce como sottogoverno.  De hecho, el sottogoverno es el nexo entre la responsabilidad política y la gestión que llega a los ciudadanos. De ahí, el interés existente en las altas esferas para colocar en esos lugares gente a fin y de confianza. Ellos son el hilo conductor entre gobernante y gobernado. Pero son, sobre todo, los encargados de crear de redes clientelares que tantos réditos electorales han dado a los gobiernos nacionalistas en nuestro país. Ahí es donde de verdad se está jugando el partido porque hay demasiadas cosas en juego.

Según el último informe del Ministerio de Hacienda, sobre el impacto del sector púbico autonómico en la actividad económico financiera, publicado en julio de 2020, Cataluña es la Comunidad con más entes vinculados a su gobierno, un total de 363, seguida de Andalucía, 276, País Vasco, 154 y Comunidad de Madrid, 145.

El interés de que esas empresas y organismos estén controlados por personas afines es muy grande porque tienen una gran capacidad para hacer las contrataciones administrativas que consideren oportunas y, en cambio, los controles a los que están sometidos son muy laxos. En conjunto, a esos organismos se destinaron en 2020, más 21.000 millones de euros. La magnitud de estas cifras nos puede dar una idea de la importancia

De todo este entramado de organismos y empresas conviene destacar, tanto por su importancia presupuestaria, como por la fuerte trascendencia socio-política, dos entes muy relevantes. Uno es el Institut Català de la Salut (ICS) dependiente de la consellería de Salut y que tiene una inmensa capacidad de compra, y otro es la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA) que controla los medios públicos de comunicación, con eso está casi todo dicho.

Desde luego, no son pocos ni pequeños los palos que va poniendo en las ruedas Junts para llegar a un acuerdo y formar gobierno. Los adeptos al hombre de Waterloo pretenden que se reconozca a ese oscuro Consell de la República como “Autoridad Nacional” (sic). De la misma manera que buscan la unidad de voto en el Congreso. Algo fuera de toda lógica porque ERC tiene 13 diputados y por lo tanto grupo propio, mientras que Junts solo tiene cuatro y los republicanos, legítimamente, quieren hacer vales esos escaños cuando lo crean oportuno sin condicionantes de ningún tipo.

A nadie se le escapa que la pugna que mantienen ERC y Junts es una lucha por el poder. Por eso, Jordi Sánchez, secretario general de Junts, lanzó días atrás un globo sonda invitando a ERC a gobernar sin que los postconvergentes entren en el Govern.  De lanzarse Pere Aragonés a esa aventura podría suponer dos cosas: una, que los republicanos se viesen obligados a pactar con el PSC y, entonces, deberían renunciar, aunque fuera temporalmente, a algunos de sus postulados y esa sería la coartada perfecta para que el independentismo más hiperventilado los tratase de traidores y botiflers, que es lo que andan buscando los acólitos de Puigdemont. O bien que Aragonés tenga que mendigar una y otra vez los apoyos parlamentarios de Junts y deba actuar, como ya hizo Quim Torra, como president vicario.

En Junts saben del pánico que a los republicanos les entra solo de pensar que pueden aparecer ante su parroquia como los malos de la película en ese culebrón inacabable en que se ha convertido el procés. Por eso, los de Puigdemont, cada día que pasa, hacen subir el precio de sus votos para investir a Pere Aragonés. Además, en ERC están acomplejados. Lo hemos visto estos días con la sustitución de Jaume Alonso Cuevillas por Aurora Madaula para la segunda secretaría de la Mesa del Parlament, los republicanos han anunciado su voto favorable…, sin negociar nada. En las circunstancias que estamos, eso no es ni buenismo, es candidez o miedo a la reacción del otro, y lo digo con toda la suavidad de que soy capaz.

De todas formas, tranquilos y que no cunda el pánico. Unos y otros sabrán frenar a tiempo y pactar lo que haga falta para que el carro no se despeñe por el pedregal. El apartamento en la Costa Brava y la casa en la Cerdanya se han de preservar. Son los símbolos de un estatus y una manera de entender la vida que, por encima de todo, se han de preservar. Ese es el quid de la cuestión.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 12/04/2021

 

DEL SOCIALISMO A LA SOCIALDEMOCRACIA

En el siglo XIX, la socialdemocracia fue una tendencia revolucionaria difícil de diferenciar del comunismo. Pretendía acabar con la división...