25 de gener 2023

ESQUIZOFRENIA INDEPE


 

Bajo el lema: “Aquí no s’ha acabat res” (Aquí no se ha acabado nada) el pasado jueves, 19 de enero, unas 6.500 personas, según la Guardia Urbana, se congregaron en la avenida María Cristina de Barcelona, convocadas por la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Omnium Cultural y el Consell per la República, con el soporte de los partidos independentistas ERC, Junts y la CUP, para protestar por la celebración de la cumbre hispano francesa que se iba a llevar a cabo en el Museo Nacional de Arte de Cataluña de la capital catalana. El enfado del secesionismo venía a cuenta de unas declaraciones de Pedro Sánchez en las que dijo que “el procés se había acabado”. A los que no estén de acuerdo con ese punto de vista les sugiero que echen un vistazo a la encuesta del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales, hecha pública hace un par de semanas.

Poco después de las 8,00 de la mañana apareció Oriol Junqueras en el escenario de la protesta y ante una pléyade de periodistas quiso dejar bien claro que “Aquí no se ha acabado nada porque la represión sigue. O en forma de inhabilitación, persecución económica y de juicios pendientes. Este conflicto no se acabará hasta que no se ejerza la autodeterminación”, pero las afirmaciones del líder no tranquilizaron al personal y el faro que ilumina el camino y guía a las masas…, nadie sabe a dónde, fue insultado y vilipendiado por algunos de los suyos.

El nudo gordiano de este affaire es que, mientras el presidente Aragonés participaba en la cumbre y recibía al presidente de la República francesa, Enmanuel Macron y al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, su partido ERC, con su líder a la cabeza Oriol Junqueras, daba soporte a la protesta y participaba en la misma, es decir, los republicanos lograban la cuadratura del círculo, estando en misa y repicando. Pero es que, además, Aragonés, soberbio él, se marchaba del acto justo antes de que sonaran los himnos de Francia y España. O sea, un desprecio, en toda regla, hacia los participantes y sus símbolos. Una buena forma de hacer amigos y lograr reconocimiento.

Recuerdo que, en los momentos más álgidos del procés, uno de los slogans que hizo fortuna fue aquel de “el món ens mira” (el mundo nos mira); yo nunca he creído que el mundo nos mirara ni se preocupase en exceso por nosotros, pero si ahora, alguien se interesa por lo que sucede en Cataluña, cuando se entere de sucesos como el aquí narrado, creo que, al menos, sentirá estupefacción. 

Después de ese performance unos 2,500 manifestantes, siempre según la Guardia Urbana, abandonaron la plaza España y marcharon hasta el consulado francés, situado en la ronda de Universitat. Los manifestantes haciendo gala de urbanidad y buenos modales cortaron la Gran Vía, tiraron petardos y lanzaron proclamas como Els carrers seran sempre nostres (Las calles serán siempre nuestras) y 1-O ni oblit ni perdó (1-O, ni olvido ni perdón), que como todo el mundo sabe son consignas fraternales y de integración. Más tarde, los manifestantes que aún quedaban, inasequibles al desaliento decidieron proseguir con la protesta hasta el Parlament. Pero la mañana era fría y a la altura de la plaza Catalunya, los Mossos tuvieron el detalle de zurrar la badana a algunos de los participantes como Jordi Pessarrodona, payaso profesional y vicepresidente de la ANC o a Josep Costa ex miembro de la mesa del Parlament, para que entraran en calor.

Más allá del aire de chanza con el que he intentado describir los hechos para quitar un poco de hierro al asunto, hay una cuestión que, como catalán, me preocupa profundamente, y es que las personas que nos gobiernan y a las que la ciudadanía dio su confianza antepongan a los temas básicos como el trabajo, la educación, la sanidad, el acceso a la vivienda o los servicios sociales, asuntos que pueden ser legítimos, no lo discutiré, pero que en ningún caso, forman parte de la cotidianeidad de los ciudadanos. En mi opinión, la política ha de servir para solventar los problemas de la gente y que las personas puedan vivir mejor. Por eso, los políticos han de regirse siempre por el principio de la justicia social.

Pero es que además ERC demuestra un día sí y otro también su concepto nihilista de la política. El Gobierno de España concedió los indultos, ahora, cuando entremos en año electoral modifica el Código Penal. En cambio los republicanos son incapaces mantener la más mínima lealtad institucional.

En ese contexto, intentar boicotear el Tratado de Barcelona que es un acuerdo bilateral que equipara las relaciones entre España y Francia a las de Francia y Alemania o a las de Italia con Francia es más propio de descerebrados que de gente documentada que vive en un país desarrollado en pleno siglo XXI.   

Es evidente que el independentismo va de fracaso en fracaso y eso les está desquiciando, pero ya se sabe que quien siembra vientos recoge tempestades. Fueron ellos los que propagaron el odio, el fanatismo y la división en la sociedad catalana y ahora empiezan a probar su propia medicina.

Pero que no decaiga el ánimo porque la fiesta continúa. Parece que los republicanos no tuvieron suficiente con el esperpento en la falda de Montjuic. Ahora resulta que los socialistas catalanes que eran unos impresentables y con lo que no había que negociar (Oriol Junqueras dixit), se han convertido en el objeto del deseo y socio indispensable para aprobar los presupuestos y que Pere Aragonés siga en la poltrona. Pero está claro que los líderes de ERC son un dechado de virtudes y coherencia política, y no se les ha ocurrido otra cosa que descolgarse con la amenaza de retirar el apoyo a Sánchez, si Salvador Illa no cede y da soporte a sus cuentas. Estos “pipiolos”, aprendices de políticos no se han enterado todavía que el PSC es un partido soberano que toma sus propias decisiones, que los republicanos ya no son imprescindibles en Madrid y sobre todo, ¿lo más lógico no es que los problemas de Cataluña se resuelvan en Cataluña y no ir a buscar a otros para qué nos saque las castañas del fuego?  Como diría un cachondo mental: “esto es para mear y no echar gota”. Disculpen ustedes el exabrupto.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 23/01/2023

17 de gener 2023

PRESUPUESTOS QUE BRILLAN POR SU AUSENCIA


 

Estamos a mediados de enero y los presupuestos del Govern de la Generalitat para 2023 brillan por su ausencia. Una anormalidad que ya se ha convertido en normalidad porque en los últimos trece años, tan solo una vez (2022) estrenamos el año con las Cuentas aprobadas.

Los presupuestos son la ley más importante que un gobierno promulga en un año porque son el eje vertebrador de la política en, prácticamente, todos los ámbitos y, a la vez, la base sobre la que se ha de desarrollar la economía de un país o una comunidad autónoma a lo largo de un año. Por consiguiente, no aprobarlos equivale a hacer dejación de las responsabilidades que un ejecutivo debe asumir: gobernar un país y definir las grandes líneas maestras.  No por casualidad decía Winston Churchill que “un gobierno puede perder, en un parlamento, todas las votaciones menos una, la de los presupuestos”.

A mediados de octubre, el entonces conseller de Economía y Finanzas, Jaume Giró, que estaba en el Govern de coalición representando a Junts, ya tenía las cuentas, a falta de algunos ajustes, listas para su aprobación en el Consell Executiu, pero se desató la tormenta en el seno de la formación, por el cese de Laura Borrás como presidenta del Parlament y ardió Troya. Los pos-pos convergentes salieron del Govern y los presupuestos de Giró que hasta entonces habían sido bendecidos por Junts quedaban proscritos. Cosas de la política de vuelo gallináceo. 

Con el Govern roto y un grupo parlamentario exiguo de 33 diputados empezó el calvario de Pere Aragonés. El president, mal que bien, ha ido trampeando su débil situación parlamentaria, pero con las cuentas sobre la mesa le llegaba el cáliz más amargo: comprobar que no disponía de la mayoría necesaria para aprobar los números.   

Mucho me temo que el Govern tendrá que darse un baño de realismo si quiere seguir en la Plaza Sant Jaume porque, aunque ya ha negociado con en Comú Pódem y estos les darán el sí, necesita a Junts o al PSC para salir indemne de esta batalla. La negativa de Junts es más que previsible porque, por más que mareen la perdiz, su gran objetivo es tumbar al Ejecutivo; otra cosa sería fracasar, porque si salieron del Govern fue para que, más pronto que tarde cayera, y poder mostrar, urbi et orbe, que acertaron en su decisión.

En cambio, la posición del PSC es muy diferentes. De entrada, fue Oriol Junqueras el que negó el pan y la sal a los socialistas acusándolos de traidores y de frotarse las manos cunado los líderes del procés entraban a la cárcel. Eso sí, mientras su grupo parlamentario en el Congreso de los diputados negociaba sin empacho y votaba sin ningún rubor con el PSOE. No obstante, poco a poco los republicanos han ido matizando su posición, hasta que Pere Aragonés entendió que o pactaba con los de Salvador Illa o ya podía ir preparando las urnas.

Y en esas estamos, el PSC está decidido a llevar al límite la negociación de los presupuestos con el Govern. La posición de los socialistas catalanes es clara: o el Ejecutivo de Pere Aragonés acepta la totalidad de la propuesta o no hay acuerdo. Los de Salvador Illa quieren que, entre otras cosas, en las cuentas se contemple la ampliación del aeropuerto de El Prat, la mejora de Rodalies que se derivaría del contrato programa de Renfe, la B-40 (Ronda Norte) y que se tire adelante el Centro Recreativo y Turístico de Vila Seca-Salou (Hard Rock). La cuestión de fondo para Aragonés es que con estas iniciativas se pueden levantar ampollas en alguna zona del territorio cuando faltan menos de cinco meses para las elecciones municipales. Lo que no tiene en cuenta el president es que gobernar significa tomar decisiones. 

Mientras escribo estas líneas llega la noticia de que Aragonés e Illa se han reunido, pero no han llegado a ningún acuerdo. No obstante, han quedado que quedarán. Todo está abierto y puede ocurrir cualquier cosa. Pero todo el mundo es consciente de que las negociaciones no se pueden eternizar. Para la última semana de enero está previsto un pleno en el Parlament, para entonces ya debería haber fumata blanca; de no ser así o se convocan elecciones o el Govern lo va a pasar francamente mal y nosotros como sociedad también porque tendremos un país perdido en su propio laberinto político.

Estoy convencido de que en pocos días nos dirán que republicanos y socialistas han llegado a un acuerdo y en breve se empezará tramitación parlamentaria. Por el bien de los catalanes que así sea. Ahora bien, sepamos con quién estamos jugando: ¿qué podemos esperar de un partido, ERC, que ha anunciado que se manifestará contra la cumbre hispano francesa que se ha de celebrar en Barcelona el 19 de enero, a la que asistirá el president de la Generalitat, Pere Aragonés como anfitrión y que, casualidades de la vida, es militante de ese partido?

Decía Josep Tarradellas que “en política se puede hacer todo menos el ridículo”. Pues bien, parece que el día que lo explicaron en clase, los líderes de ERC no fueron al colegio.

Cosas veredes Sancho, que no crederes”, que diría un amante de los clásicos parafraseando a Don Quijote.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notíces 16/01/2023 

11 de gener 2023

LA VIDA SIGUE IGUAL Y LA POLÍTICA TAMBIÉN


 

Hace poca más de una semana que hemos estrenado el año y la crispación política sigue con el mismo alto voltaje que en 2022. El año anterior se cerró con un rifirrafe más que considerable entre Gobierno y oposición porque el PP no veía con buenos ojos los nombres de Juan Carlos Campo y Laura Díez Bueso, designados por el Ejecutivo, para ocupar dos plazas del Tribunal Constitucional (TC), su perfil es “obscenamente partidista“, dijo, en una comparecencia pública, Alberto Núñez Feijóo.

Resulta que el Gobierno de coalición acabó el año con 196 leyes aprobadas y un sinfín de decisiones tomadas. Pues bien, es probable que se equivocase en alguna ocasión. No lo cuestionaré. No obstante, es innegable que las iniciativas gubernamentales siempre han tenido como objetivo mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y, en mi opinión, acertaron en la inmensa mayoría de las veces. Los datos hablan por sí solos. Por ejemplo, se subió el salario mínimo interprofesional a 1.000 euros, como fruto de la reforma laboral en estos momentos hay en nuestro país más trabajadores fijos que nunca, se ha cerrado 2022 superando los 20 millones de afiliados a la Seguridad Social, algo que no ocurría desde 2007. Las pensiones contributivas subirán este año 8,5% y las más bajas, no contributivas, se pueden incrementar hasta un15%. Por otra parte, la economía española ha cerrado 2022 con un crecimiento del PIB superior al 5%, pagamos, junto con los ciudadanos portugueses, la electricidad y el gas más baratos de la zona euro. Además, el Gobierno ha aprobado hasta cinco paquetes de medidas para frenar la inflación, con los cuales ha movilizado más de 30.000 millones de euros entre rebajas de impuestos, subvenciones a los carburantes y ayudas a las familias y empresas. Pues bien, el Partido Popular no ha dado su plácet ni a una sola de esas medidas y esa actitud dice mucho de la catadura moral y política de Feijóo y sus acólitos.  

Ya sé que para muchos todas estas medidas pueden resultar insuficientes y, seguramente, no les faltará razón, pero no podemos olvidar que la política es el arte de lo posible y los recursos no son infinitos. A la vez, deberíamos recordar que con el Gobierno del PP las pensiones subían el 0,25%, el paro andaba sobre el 20% y el Ejecutivo de Mariano Rajoy puso sobre la mesa 60.000 millones de euros…, para salvar a los bancos. Eso sí, entonces un plato era un plato y un vaso un vaso cómo decía el presidente del Ejecutivo.

Pero no quiero perder el hilo argumental de esta columna que no es otro que la renovación de la cúpula del Poder Judicial.  Así pues, volvamos al quid del asunto.

El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) llevaba caducado cuatro años por el bloqueo del PP y en los últimos seis meses ha sido el seno de una conspiración contra el Gobierno de Pedro Sánchez para retardar todo lo posible la renovación del Tribunal Constitucional (TC).

Ese obstruccionismo ha sido posible porque dentro del CGPJ se necesita una mayoría de tres quintos para llevar a cabo cambios. Sin embargo, el decorado cambió cuando se supo que el Ejecutivo estaba dispuesto a tramitar, por la vía de urgencia, una reforma legal que eliminase esa mayoría necesaria de tres quintos y, en consecuencia, evitar los bloqueos dentro del CGPJ.

La cuestión no es menor, porque cuando falta menos de un año para las próximas elecciones generales que el TC avale o no el trabajo legislativo del Gobierno puede resultar decisivo.

Sobre la mesa, el renovado TC tiene como temas “estrella” para pronunciarse: la ley del Aborto de José Luis Rodríguez Zapatero, las grandes leyes de la esta legislatura del Gobierno Sánchez como la ley de Eutanasia, la ley de Educación, la ley de Protección de la Infancia, la ley rider, el voto erróneo de un diputado del PP a la reforma laboral o la ley del Parlament que regula el catalán en la escuela. El pleno del TC también tiene pendiente deliberar sobre dos reformas del CGPJ promovidas por el Gobierno para tratar de forzar su renovación. Esta reforma auspiciada por PSOE y Unidas Podemos pretendía allanar el camino de la renovación del Tribunal Constitucional, aunque ahora pierde buena parte de su razón de ser una vez renovado el órgano. Asimismo, también se deberá posicionar sobre los recursos de PP y Vox a la reforma del Código Penal que se llevó a cabo vía enmiendas.

La vida sigue igual y la política también; o sea, como el año pasado y es que, por lo general, los grandes cambios no se producen de un día para otro, suelen ser lentos y progresivos. En esta ocasión hemos de ser conscientes de que el año político ha empezado con mucha fuerza y la crispación seguirá con mucha intensidad, la razón fundamental es que iniciamos un nuevo ciclo electoral y eso significa que vamos a vivir una etapa marcada por la confrontación. No hay que asustarse, forma parte del juego democrático. Lo que hemos de exigir es que se respeten las normas, si todo el mundo se comporta no hay nada que temer.

Esa es la cuestión: que todo el mundo sepa dónde están los límites y los acepte.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 09/01/2023

DEL SOCIALISMO A LA SOCIALDEMOCRACIA

En el siglo XIX, la socialdemocracia fue una tendencia revolucionaria difícil de diferenciar del comunismo. Pretendía acabar con la división...