Bajo el lema: “Aquí no s’ha acabat
res” (Aquí no se ha acabado nada) el pasado jueves, 19 de enero, unas 6.500
personas, según la Guardia Urbana, se congregaron en la avenida María Cristina de
Barcelona, convocadas por la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Omnium Cultural
y el Consell per la República, con el soporte de los partidos independentistas
ERC, Junts y la CUP, para protestar por la celebración de la cumbre hispano
francesa que se iba a llevar a cabo en el Museo Nacional de Arte de Cataluña de
la capital catalana. El enfado del secesionismo venía a cuenta de unas
declaraciones de Pedro Sánchez en las que dijo que “el procés se había
acabado”. A los que no estén de acuerdo con ese punto de vista les sugiero que
echen un vistazo a la encuesta del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales,
hecha pública hace un par de semanas.
Poco después de las 8,00 de la mañana
apareció Oriol Junqueras en el escenario de la protesta y ante una pléyade de
periodistas quiso dejar bien claro que “Aquí no se ha acabado nada porque la
represión sigue. O en forma de inhabilitación, persecución económica y de
juicios pendientes. Este conflicto no se acabará hasta que no se ejerza la
autodeterminación”, pero las afirmaciones del líder no tranquilizaron al
personal y el faro que ilumina el camino y guía a las masas…, nadie sabe a
dónde, fue insultado y vilipendiado por algunos de los suyos.
El nudo gordiano de este affaire es
que, mientras el presidente Aragonés participaba en la cumbre y recibía al presidente
de la República francesa, Enmanuel Macron y al presidente del Gobierno de
España, Pedro Sánchez, su partido ERC, con su líder a la cabeza Oriol
Junqueras, daba soporte a la protesta y participaba en la misma, es decir, los
republicanos lograban la cuadratura del círculo, estando en misa y repicando.
Pero es que, además, Aragonés, soberbio él, se marchaba del acto justo antes de
que sonaran los himnos de Francia y España. O sea, un desprecio, en toda regla,
hacia los participantes y sus símbolos. Una buena forma de hacer amigos y
lograr reconocimiento.
Recuerdo que, en los momentos más
álgidos del procés, uno de los slogans que hizo fortuna fue aquel de “el món
ens mira” (el mundo nos mira); yo nunca he creído que el mundo nos mirara ni se
preocupase en exceso por nosotros, pero si ahora, alguien se interesa por lo
que sucede en Cataluña, cuando se entere de sucesos como el aquí narrado, creo
que, al menos, sentirá estupefacción.
Después de ese performance unos 2,500
manifestantes, siempre según la Guardia Urbana, abandonaron la plaza España y
marcharon hasta el consulado francés, situado en la ronda de Universitat. Los
manifestantes haciendo gala de urbanidad y buenos modales cortaron la Gran Vía,
tiraron petardos y lanzaron proclamas como Els carrers seran sempre
nostres (Las calles serán siempre nuestras) y 1-O ni oblit ni perdó (1-O,
ni olvido ni perdón), que como todo el mundo sabe son consignas fraternales y
de integración. Más tarde, los manifestantes que aún quedaban, inasequibles al
desaliento decidieron proseguir con la protesta hasta el Parlament. Pero la
mañana era fría y a la altura de la plaza Catalunya, los Mossos tuvieron el
detalle de zurrar la badana a algunos de los participantes como Jordi
Pessarrodona, payaso profesional y vicepresidente de la ANC o a Josep Costa ex miembro
de la mesa del Parlament, para que entraran en calor.
Más allá del aire de chanza con el
que he intentado describir los hechos para quitar un poco de hierro al asunto,
hay una cuestión que, como catalán, me preocupa profundamente, y es que las
personas que nos gobiernan y a las que la ciudadanía dio su confianza
antepongan a los temas básicos como el trabajo, la educación, la sanidad, el
acceso a la vivienda o los servicios sociales, asuntos que pueden ser legítimos,
no lo discutiré, pero que en ningún caso, forman parte de la cotidianeidad de
los ciudadanos. En mi opinión, la política ha de servir para solventar los
problemas de la gente y que las personas puedan vivir mejor. Por eso, los
políticos han de regirse siempre por el principio de la justicia social.
Pero es que además ERC demuestra un
día sí y otro también su concepto nihilista de la política. El Gobierno de
España concedió los indultos, ahora, cuando entremos en año electoral modifica
el Código Penal. En cambio los republicanos son incapaces mantener la más
mínima lealtad institucional.
En ese contexto, intentar boicotear el
Tratado de Barcelona que es un acuerdo bilateral que equipara las relaciones
entre España y Francia a las de Francia y Alemania o a las de Italia con
Francia es más propio de descerebrados que de
gente documentada que vive en un país desarrollado en pleno siglo XXI.
Es evidente que el independentismo va
de fracaso en fracaso y eso les está desquiciando, pero ya se sabe que quien
siembra vientos recoge tempestades. Fueron ellos los que propagaron el odio, el
fanatismo y la división en la sociedad catalana y ahora empiezan a probar su
propia medicina.
Pero que no decaiga el ánimo porque
la fiesta continúa. Parece que los republicanos no tuvieron suficiente con el
esperpento en la falda de Montjuic. Ahora resulta que los socialistas catalanes
que eran unos impresentables y con lo que no había que negociar (Oriol
Junqueras dixit), se han convertido en el objeto del deseo y socio indispensable
para aprobar los presupuestos y que Pere Aragonés siga en la poltrona. Pero
está claro que los líderes de ERC son un dechado de virtudes y coherencia
política, y no se les ha ocurrido otra cosa que descolgarse con la amenaza de
retirar el apoyo a Sánchez, si Salvador Illa no cede y da soporte a sus
cuentas. Estos “pipiolos”, aprendices de políticos no se han enterado todavía
que el PSC es un partido soberano que toma sus propias decisiones, que los
republicanos ya no son imprescindibles en Madrid y sobre todo, ¿lo más lógico
no es que los problemas de Cataluña se resuelvan en Cataluña y no ir a buscar a
otros para qué nos saque las castañas del fuego? Como diría un cachondo mental: “esto es para
mear y no echar gota”. Disculpen ustedes el exabrupto.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 23/01/2023