30 de novembre 2014

ROMPIENDO EL PAÍS

Siempre he pensado que si algún valor añadido tiene Cataluña, ese es la capacidad de integración para con los recién llegados y la consecuente cohesión social que eso genera. No es baladí aquella frase acuñada, según parece en las entrañas de la Asamblea de Cataluña, en los albores de la Transición, que decía: es catalán quien vive y trabaja en Cataluña y que después, como tantas cosas, hizo suya Jordi Pujol.


Sin embargo, de un tiempo para acá el clima político en Cataluña, poco a poco, se va haciendo irrespirable. La máquina de expender carnets de buenos y malos catalanes funciona a destajo. Por eso, el libro recientemente publicado bajo el titulado Catalunya al mirall de la immigració. Demografia i identitat nacional (L'Avenç), ha llegado como agua de mayo. Se trata de una obra de Andreu Domingo que analiza la evolución de la población catalana desde principios del siglo XX hasta la actualidad. Es una fotografía de la Cataluña actual a partir de la inmigración. Un libro exhaustivo que, como dice la socióloga Judit Carrera, a partir del caso catalán, recorre muchos de los debates políticos, jurídicos y culturales vinculados a la inmigración en las sociedades occidentales de las últimas décadas.

Desde mi punto de vista, la importancia de libro la constituye el retrato demográfico que hace de Cataluña, la fotografía real de quiénes somos. Cuando estamos viviendo una época de tanta especulación e incerteza, reconforta hallar una constatación plausible de nuestra realidad demográfica, puesto que y sin la cual no se puede tener una idea correcta de la sociedad en que vivimos.

No se puede entender la evolución de Cataluña sin la inmigración. Ésta es tierra de tránsito, pero también de acogida resulta poco cuestionable. Además, en el libro se constata que las principales olas migratorias del siglo XX han sido determinantes para la Cataluña actual. Sin los tres grandes movimientos migratorios del siglo XX, el del primer tercio de siglo, el sucedido durante el franquismo y el más reciente, de finales de los años noventa y principios del siglo XXI. Cataluña no hubiera pasado de los 2 millones de habitantes en 1901 a los 7,5 millones actuales.

Estos datos y otros como los resultados de la seudoconsulta del 9 N (más de cuatro millones de ciudadanos nos quedamos en casa) deberían ser tenidos en cuenta a la hora de elaborar un proyecto de futuro para Cataluña. Sin embargo, Artur Mas (tal como anunció, de forma tácita, en su Conferencia en el Auditori el pasado 25 de noviembre) ha abdicado de presidente de todos los catalanes y ha decidido serlo sólo de una parte: aquellos que aspiran a un estado propio. Y si bien, eso es absolutamente legítimo en un líder de un partido político, es inadmisible en un presidente que lo debe ser de todos los ciudadanos.

Una cosa hay que reconocer: Mas, al fin, las puesto las cartas boca arriba y ha aparcado la ambigüedad que venía utilizando desde el 25 N de 2012. Ahora ya sabemos cuales son sus intenciones: programa único de los partidos con aspiraciones soberanistas, elecciones plebiscitarias, 18 meses de aquelarre independentista y después otra vez elecciones. Mientras seguirán los desahucios, la sanidad empantanada, las listas de espera creciendo, la educación bajo mínimos y los servicios sociales en proceso de extinción.

Siempre he sentido desconfianza por los salvapatrias, pero cuando además se dan aires mesiánicos me inspiran pavor. Estoy absolutamente convencido de que Artur Mas fracasará en sus aspiraciones, porque como decía Guerra (el torero) “lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”. En cambio, es muy posible que pase a la historia como el personaje que se cargó la cohesión social, rompiendo así la convivencia del país.

Son cosas que aunque parezcan increíbles, suceden.



Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 27/11/14



26 de novembre 2014

GANAR TIEMPO

La vida suele tener giros inesperados y la política, que es una actividad más dentro de ese inmenso conglomerado, no es una excepción. Por eso, cuando días atrás, parecía que el 9-N podía ser una jornada de desbarajuste e incluso de cierta violencia, a muchos no les llegaba la camisa al cuerpo. Sin embargo, resultó que no.


Que fue una jornada pacífica, llena de civismo, donde se demostró que el independentismo no es tan mayoritario como se pretendía. La consecuencia puede ser que, casi sin quererlo, estemos en el principio de la solución.

Seamos claros: si alguien ha salido victorioso de la seudoconsulta del 9-N, ha sido Artur Mas. De ahí, el ataque de celos de Oriol Junqueras que se ha visto desbordado por la iniciativa del president. Asimismo, el desconcierto se ha adueñado de ICV-EUiA y si días antes y, durante el 9 N, Joan Herrera pedía elecciones anticipadas, ahora ha echado el freno y parece haber olvidado su demanda. Por su parte, los antisistema de la CUP desde su autismo político piden elecciones constituyentes de forma inmediata. Y, mientras esto sucede, Mas gana tiempo, medita si avanza las elecciones, valora si descarta o no las “plebiscitarias” y se concede un respiro al pairo de los recelos de los hasta ahora compañeros de viaje.

ERC ya había anunciado que no votaría los próximos presupuestos, y eso es un serio problema para el Govern, Por eso, el PSC, que necesita, como agua de mayo, recomponer su maltrecha situación, se ha ofrecido para acordar un pacto estable de legislatura. Iceta, primer secretario del los socialistas catalanes, brinda tranquilidad a cambio de que Mas renuncie a avanzar las elecciones y a iniciar aventuras independentistas que no sean una consulta legal y acordada. No cabe duda de que si este acuerdo cuajara, sería, también, el triunfo del seny.

De todos modos, el próximo, 25 de noviembre, Mas tiene previsto un gran acto con la sociedad civil en Barcelona, allí anunciará su hoja de ruta definitiva. Pero eso, será justo después del fin de semana en el que el democristiano Durán i Lleida tiene previstas unas jornadas en las que presumiblemente presentará “urbi et orbe” la refundación del centro.

Así pues, lo que nos deparen este próximo fin de semana y el inicio de la próxima, puede ser apasionante. Además, ya sabemos que a Artur Mas le gusta sorprender.



Bernardo Fernández

Publicado en ABC 19/11/14

ALGUNAS LECCIONES DEL 9 N

La consulta alternativa o proceso participativo del 9 N ha servido, al menos, para extraer alguna que otra lección sobre lo sucedido, despejar algunas incógnitas del futuro político inmediato de Cataluña y, también, para desmitificar algunas creencias, aunque me temo que esto ni va a gustar ni lo van a hacer en determinados sectores políticos.


La primera conclusión a la que debemos llegar es que más de 2 millones de personas ejerciendo su derecho a voto, aunque fuese sin las mínimas garantías de un Estado de derecho, son mucha gente como para no tenerlo en cuenta. Ahora bien, 4 millones largos de ciudadanos quedándose en casa sin participar, son, también, mucha gente y tanto una cifra como otra debería hacer reflexionar a tirios y troyanos.

Otras lección a extraer del 9 N, es que, al no poderse utilizar en esta ocasión el censo, debemos dar como buenas las cifras que ha ido dando el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO). Según esos datos la participación fue de un 37%, inferior por tanto, a cualquier proceso electoral de los que, hasta la fecha, se han celebrado por estos pagos, y los votantes del si-si, es decir aquellos que están por la independencia, haciendo las extrapolaciones pertinentes representarían un 28% de los ciudadanos con derecho a participar en esta seudoconsulta. Esa es la realidad, después cada uno la pueda vestir como se le antoje.

En este contexto, resultan sumamente interesantes y clarificadores los resultados en función de los diversos territorios que conforman Cataluña. Así por ejemplo, una amplísima zona costera arroja un muy bajo nivel de voto independentista, lo mismo que sucede en las zonas más industrializadas. En cambio, en la Cataluña catalana el independentismo avanza de forma significativa, pero sólo logra una mayoría sustancial en 4 de las 41 comarcas en que se distribuye el territorio. Por otra parte, en el Área Metropolitana de Barcelona. ha habido lugares donde el voto independentista no ha llegado al 20% de los votos emitidos y la participación no ha superado el 25%,del electorado potencial y no olvidemos que en esa demarcación vive casi el 55% del total de la población catalana.

Otra consecuencia innegable es que el gran beneficiado de este proceso participativo es, sin lugar a dudas, Artur Mas. Ciertamente, él se la jugó y sus compañeros de apuesta (ERC,IC, y la CUP), en un principio, se mostraron muy reacios a aceptar el sucedáneo de consulta cuando el Tribunal Constitucional suspendió la convocatoria original. Después, y a remolque de los acontecimientos, tuvieron que aceptar este proceso por la vía de los hechos consumados.

En estas circunstancias, Mas consigue alejar del horizonte más inmediato la amenaza de unas elecciones y se da tiempo así mismo y a su partido, que buena falta les hace. Aunque deja en el aire la posibilidad de unas supuestas plebiscitarias como posible espantajo para utilizar cuando convenga.

Otra lección que no debemos minusvalorar de todo este affaire es la reacción que la consulta ha tenido en las cancillerías europeas. Nadie ha hecho ningún comentario más allá del ya consabido “asunto interno”.

Somos muchos los que, desde hace mucho tiempo, estamos apostando por el dialogo, el pacto y el acuerdo. Por eso, Mariano Rajoy debería abandonar la tentación de acudir a los tribunales, dejar de enrocarse y saltar a la arena política, que es donde debe estar un presidente de gobierno. Pero, lamentablemente, le ha faltado tiempo para echar un jarro de agua fría sobre las aspiraciones de los catalanes y ya ha advertido que no se moverá.

Quizás hay que ser iluso para esperar algún gesto de acercamiento o distensión de aquellos que orquestaron una feroz campaña, recogiendo firmas por toda España para atacar al anterior gobierno utilizando Cataluña y sus aspiraciones de autogobierno como arma arrojadiza.

De todos modos, como sostiene Herrero de Miñón, "Ni una sentencia del Tribunal Constitucional ni ninguna ley pueden negar la realidad nacional catalana, pero tampoco puede disolverse un estado desde el marco legal. La presente crisis requiere una solución política, necesariamente negociada".

Para que esto no acabe como el rosario de la aurora, es esencial que exista una voluntad real de superar la crisis, pero también es verdad que tanto en Barcelona como en Madrid hay quien sueña aquello de "cuanto peor mejor". Y no parece que, por ahora, exista demasiada voluntad política para el acuerdo. Llegar a una mesa de negociación requiere ir sin condicionantes previos y con ganas de pacto. Sin embargo, no se vislumbra predisposición ni en unos ni en otros para rebajar la tensión. Al menos, no lo parece. Asimismo, sería muy conveniente empezar moderando el lenguaje institucional. Artur Mas no puede ser humillado, Rajoy, tampoco. No puede haber vencedores ni vencidos.

Es verdad que las oportunidades se están acabando. No obstante, soy optimista y quiero creer que aún estamos a tiempo.


Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 18/11/14





07 de novembre 2014

EL EMBROLLO POLÍTICO CATALÁN

Dicen que la política es el arte de lo posible. Visto así, no parece que, la iniciativa de Artur Mas lanzando su órdago soberanista, cuando el Partido Popular goza de una cómoda mayoría parlamentaria, con la que da soporte al gobierno, sea demasiado inteligente. Quizá hubiera sido más hábil y rentable a medio plazo, madurar la situación (como hizo la National Conversation en Escocia) hasta que llegue el momento en que el PP pierda la mayoría absoluta y tenga, entonces, necesidad de llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas.


Por eso, no acaba de explicarse la precipitación, en todo este affaire de los nacionalistas catalanes de CiU, avezados como son, dado el largo tiempo que llevan en altas responsabilidades políticas, en tácticas y estrategias.

Así pues, no se acaba de entender ese todo o nada de Artur Mas y su equipo, a menos que de lo que se pretenda con esta huida a ninguna parte, sea tapar un desastre con otro desastre aún mayor.

Según un informe que bajo el título Independents de quí? ha elaborado la Plataforma Auditoría Ciudadana de la Lengua, y se ha hecho público recientemente, la Generalitat está, prácticamente en quiebra técnica. Desde que, en 2010, CiU volvió al Palau de la Generalitat los presupuestos se han reducido en casi 8.000 millones de euros y eso ha significado recortes en todos los departamentos. En Sanidad se ha recortado un 31%, un 29% en educación y un 62% en Vivienda, entre otros. Y eso es lo mismo que decir que se han perdido camas hospitalarias, que las listas de espera han aumentado, que las plantillas de profesores no se completan como corresponde y por tanto la enseñanza se devalúa, por no hablar de la tijera utilizada en la práctica totalidad de los servicios sociales.

Como sostenía en estas mismas páginas recientemente el acreditado economista José María Gay de Liébana: “la Gestión del Gobierno de Cataluña ha sido realmente mala a lo largo de estos años. No se trata ahora de decir quién ha hecho qué, sino simplemente decir que Cataluña se ha gestionado francamente muy mal”.

Eso ha hecho que la deuda de la Generalitat se ha incrementado en 9.500 millones y a finales de 2014 esa deuda superará los 62.000 millones de euros.

Pero es que además el gobierno catalán tiene una cuantiosa deuda oculta con cargo a ejercicios futuros. Concesiones de derechos de superficie, peajes a la sombra y un largo etcétera, han sido utilizados de forma tan alegre como irresponsable y eso, equivale a que nuestra deuda se extienda, como mínimo, hasta 2108.

En esas circunstancias, lo razonable sería intentar negociar con quien tiene la paella por el mango, que en estos momentos es el gobierno central. Y como dice el reconocido académico antes citado: ”no se puede ir con cara de'pomes agres', sino con alegría. Que es justo lo que hacen los mandatarios catalanes cuando van a Madrid.: ir con cara de'pomes agres'. O lo que es peor: con ínfulas de superioridad.

Sea como sea, el ejecutivo de Mariano Rajoy no está exento de responsabilidad en todo este embrollo. Más pronto que tarde España deberá afrontar desde la legitimidad política la cuestión catalana, aunque la legalidad lo impida. Que nadie lo dude: la situación se irá enquistando y llegará un momento que política y socialmente será insostenible por los efectos nocivos que genere. Como dice Alberto López Basaguren, experto en procesos secesionistas: “Es cierto que nada se puede hacer fuera de la legalidad, pero quien la defiende debe justificar su legitimidad. La Constitución es reacia a los referéndums, pero se pueden explorar un consenso mayoritario sobre qué condiciones y cono qué requisitos se puede celebrar”.

De todos modos, para entender el embrollo político catalán, es imprescindible saber que estamos a los pies de los caballos, como consecuencia de la nefasta gestión económica que ha llevado a cabo el Gobierno de Artur Mas. De igual manera, no debemos olvidar la campaña de descrédito, contra Cataluña impulsada por el Partido Popular cundo estaba en la oposición y el recurso contra el Estatuto que presentó ante el Tribunal Constitucional. Aquellos polvos trajeron estos lodos.

Sin duda, un análisis sereno y exhaustivo, nos hará comprender mejor la situación. No obstante, lo que ahora importa, es como deshacer ese embrollo.

Esa es la cuestión.



Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 01/11!2014

TRISTE BALANCE

Artur Mas ganó las elecciones al Parlament de Cataluña de 2010, utilizando tres ideas fuerza: poner orden en el desbarajuste de los gobiernos de izquierda, lograr una financiación para Cataluña, equiparable al Concierto Vasco y reducir el paro a la mitad. Sin embargo, la realidad, cuatro años después, es substancialmente diferente a lo que nos había prometido Mas. Veamos.


Desde que CiU volvió al Govern los presupuestos de la Generalitat se han reducido en casi 8.000 millones de euros y eso ha significado recortes en todos los departamentos. En Sanidad se ha recortado un 31%, un 29% en educación y un 62% en Vivienda, entre otros. Y claro, eso supone perdida de camas hospitalarias, más listas de espera, no completar las plantillas de profesores, devaluar la enseñanza, y recortar los servicios sociales además de otras minucias.

De forma simultánea la deuda de la Generalitat se ha incrementado en 9.500 millones y a finales de 2014 esa deuda superará los 62.000 millones de euros. ¿Toda esta catástrofe financiera es responsabilidad exclusiva del Govern de la Generalitat? Evidentemente, no. Tiene mucha responsabilidad el Gobierno central con la imposición de políticas austericidas a las comunidades autónomas y su afán recentralizador.

Ahora bien, la responsabilidad de Artur Mas y los suyos no es menor. Por ejemplo: si no se hubieran rebajado los impuestos se Sucesiones y Patrimonio se habrían recaudado unos 3.400 millones más con los que se hubiera podido atenuar la deuda y/o evitar algún recorte.

De hecho, en 2012, Mas ya intentó una huida hacia adelante y convocó elecciones para obtener “una mayoría excepcional” que le permitiera negociar con más respaldos en Madrid. Pero la realidad es tozuda y en aquel trance perdió 12 diputados, pero lejos de enmendar se echó en brazos de ERC y su radicalidad independentista cuando él, de ser ideológicamente algo, siempre había sido un nacionalista liberal.

Aquellos polvos trajeron estos lodos y es que, además de todo eso, la Generalitat tiene una cuantiosa deuda oculta con cargo a ejercicios futuros. Concesiones de derechos de superficie, peajes a la sombra y un largo etcétera, han sido utilizados alegre e irresponsablemente. Todo eso, significa que tenemos el futuro hipotecado, como mínimo, hasta 2108. Pero que no cunda el pánico, con la consulta alternativa, las elecciones plebiscitarias y la declaración unilateral de independencia, todo estará solucionado. La lástima es que nadie nos tendrá en cuenta.

Bernardo Fernández

Publicado en ABC 29/10/14

APUNTES PARA UN NUEVO MODELO DE FINANCIACIÓN

En una iniciativa inédita hasta la fecha, en materia financiera, una veintena de entidades empresariales catalanas hicieron público, días at...