29 d’agost 2014

MOTIVACIONES POLÍTICAS

Admito mi error: durante mucho tiempo pensé que Jordi Pujol era un hombre de Estado, y pese a que no éramos del mismo credo político, me hubiera gustado compartir ideario y haber sido correligionarios. Después, en la VI Legislatura del Parlament de Cataluña (1999-2004), cuando el Molt Honrable prefirió pactar con el PP de Aznar, en vez de con la ERC de Carod Rovira, empecé a sospechar que Pujol no era, en realidad quien aparentaba ser: un gran estadista, sino más bien un contemporizador con grandes ínfulas, de gestos grandilocuentes y vuelo gallináceo.


El tiempo suele poner las cosas en su lugar y mis sospechas lamentablemente se han confirmado. Su confesión reconociendo su fraude al fisco invalida en gran medida su trayectoria. En consecuencia, independientemente de la calificación jurídica que se le dé al fraude, el juicio que más debe importar a la ciudadanía es el político. Por eso, argumentar como hizo Artur Mas que el fraude fiscal continuado durante 34 años de Jordi Pujol y su familia es “un tema estrictamente personal y familiar que nada tiene que ver con Convergencia”, es una falacia y una frivolidad que un gobernante no se debería permitir.

Es evidente que el oasis catalán era un espejismo, que las corruptelas y el clientelismo de aquí y de allí son homologables, y que el supuesto gran líder de la Cataluña reciente, no supo resistir ni a la tentación del dinero ni controlar a la familia. Además, resulta sorprendente que aquel que reclamaba una agencia tributaria propia, nos daba lecciones sobre lo divino y lo humano, que tenía como objetivo declarado “fer país” y reconstruir una nación, de forma simultanea evadía impuestos sin que los colores le subieran a la cara.

De todos modos, el colmo de la desfachatez se produjo días atrás, en su reaparición pública desde su retiro de Queralbs (Girona), cuando Pujol dijo que estaba a disposición de las instancias jurídicas y tributarias, mientras que en paralelo se estaba preparando su defensa jurídica sobre la base de que la investigación que se sigue contra él y sus hijos tiene sus orígenes en motivaciones políticas.

Tiempo tendremos para analizar como afecta la caída política de su principal icono al nacionalismo convergente, al movimiento secesionista y al conjunto de la política catalana. Pero hoy quedémonos con la desfachatez de las motivaciones políticas que no es un asunto menor.

Bernardo Fernández

Publicado en ABC 27/08/14

LA VIDA SIGUE IGUAL

La declaración auto inculpatoria de Jordi Pujol, las reacciones posteriores y la entrevista Rajoy-Mas han conmocionado, como hacía tiempo que no sucedía, a la sociedad catalana y a la española por el efecto vasos comunicantes.


Eso ha hecho que estos días medios de comunicación y redes sociales tengan material de sobra para llenar sus espacios, cosa poco habitual en estas fechas de canícula.

No obstante, como dice la popular canción, “La vida sigue igual”. El sol sigue saliendo por oriente y poniéndose por occidente. Y algunos, aunque caigan chuzos de punta, y tengan a más de medio mundo en contra, siguen empecinados en llevar sus proyectos a cabo.

Es el caso de Boi Ruiz, consejero de sanidad del Govern de Cataluña, decidido a luchar a brazo partido y contra los elementos para privatizar todo lo que sea privatizable de la sanidad pública catalana. Un servicio que hasta hace pocos años era referencia para muchos de los países más desarrollados y ahora está siendo desballestado.

Todo comenzó cuando Ruiz designó a Josep Prat presidente del ICS. A éste le faltó tiempo para anunciar que el ICS era “ineficiente e ingobernable”, su alternativa era obvia: derivar a la sanidad privada que –según dicen- no está burocratizada, pero si tiene ánimo de lucro, aquellos pacientes a los que se han de realizar intervenciones poco complejas.

El susodicho señor llevó a cabo un informe sobre las posibles fórmulas de privatización de las empresas públicas. Pues bien, en el citado documento se proponía desmantelar el ICS en una veintena de empresas y poner a disposición de la sanidad privada los ámbitos de salud de mayor rentabilidad.

Por otra parte, el presupuesto de la sanidad catalana ha descendido desde 2010 la minucia de 1500 millones de euros, o si se prefiere 200 euros por habitante. Este mes de agosto se cerraran 3100 camas que veremos si después se vuelven a abrir. A pesar de esas cifras, que hablan pos si solas, Ruiz afirma, sin que se le caiga la cara de vergüenza, que así se garantiza que la sanidad sea siempre pública.

Los mitos caen, las cosas cambian, la vida sigue igual o no, pero hay prestaciones que conviene preservar, la sanidad pública de calidad es una de ellas. Por consiguiente, como ciudadanos concienciados, haremos cuanto sea necesario para que Boi Ruiz no se salga con la suya.

Bernardo Fernández

Publicado en ABC 06/08/14

LA SOLUCIÓN ES POLÍTICA

Días atrás tuve la oportunidad de asistir a un encuentro de personas de cierto prestigio y relevancia social que no están por la independencia de Cataluña. Me sorprendió, y no gratamente, tanto la radicalidad de sus planteamientos, como el soporte que otorgaban al inmovilismo de Mariano Rajoy respecto la problema catalán. Salí de la reunión con muchas dudas y alguna certeza, como por ejemplo que lo más parecido a un nacionalista catalán es un nacionalista español.


Es verdad que la senda escogida por Attur Mas para hacer de Cataluña un Estado independiente no es un modelo a seguir. Recordemos: convocó elecciones anticipadas y perdió 12 de los 62 diputados que había obtenido en las anteriores. Durante la campaña no pronunció ni una sola vez la palabra independencia ni en su programa llevaba nada sobre el particular y, sin embargo, de entonces acá, parece que lo único que existe en Cataluña es la consulta sobre el eufemístico derecho a decidir con la mirada puesta en la manida independencia. Y en base a esa hipotética nueva realidad, desde el Gobierno se afanan en construir las denominadas estructuras de Estado tales como el Consell Asesor para la Transicional Nacional, el Diplocat o la hasta ahora fallida Agencia tributaria catalana entre otros, aportando medios humanos y económicos sin parase en barras, mientras por otro lado el Estado del bienestar está siendo desballestado y empieza a ser una caricatura de lo que fue.

No obstante, justo es reconocer que la realidad es tozuda y hace tan solo cuatro años apenas el 19% de la población catalana se declaraba soberanista, en cambio hoy, el 45% de los ciudadanos están por la independencia. El detonante de este cambio hay que buscarlo en la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut hecha pública de julio de 2010, que unido a la crisis está a punto de romper las costuras del Estado.

Por otra parte, en Cataluña se tiene la percepción de un cierto ninguneo de buena parte de España hacia Cataluña. Da la sensación que el presidente Rajoy está secuestrado por una pléyade de asesores y desconoce la realidad catalana, si es que alguna vez tuvo conciencia de ella.

Viendo que la situación iba adquiriendo tintes preocupantes, una parte nada desdeñable de la sociedad civil hace tiempo que empezó a movilizarse para hallar soluciones al conflicto catalán. Así por ejemplo, directivos de grandes empresas han hecho llegar por escrito a Rajoy una propuesta en la que defienden que se tomen medidas para facilitar el encaje de Cataluña en España, evitando de ese modo el auge soberanista. Se sabe, también, que cuando no ha sido posible la línea directa con La Moncloa, se ha utilizado la vía del intermediario o mediador, en este caso en forma de políticos o empresarios cercanos al poder para hacer llegar iniciativas concretas que logren desbloquear las relaciones entre los Gobiernos de Madrid y Barcelona.

Con este panorama de fondo, no cabía esperar grandes resultados de la entrevista de los dos presidentes (que se ha celebrado con el affaire Pujos como fondo de pantalla). Artur Mas ha hecho llegar a su homólogo un documento con 23 temas de diverso calado que según él son el núcleo duro del enfrentamiento entre Cataluña y España. Como era de esperar de este encuentro no ha salido ninguna conclusión concreta, si bien el presidente de Cataluña ha reconocido que existe un buen clima de diálogo, pero falta de voluntad política para que se lleve a cabo la consulta. Con estas perspectivas Mas ha anunciado que la consulta se llevará a cabo bajo el paraguas de la legalidad de la ley catalana.

Parece que ambos personajes han sido superados por las circunstancias. Rajoy con la inacción ha permitido que el problema se enquistara. Mas, por su parte, se deslegitimó así mismo al plantear una consulta sin informar ni negociar con el Gobierno del Estado y, por tanto, carente de toda legalidad, y eso ha hecho que quedase a merced de la ANC y de los socios de ERC que han visto en él, “el tonto útil” que les está haciendo el trabajo sucio, sacando las castañas del fuego y los llevará en volandas a la Presidencia de la Generalitat.

Así las cosas, se ve con especial preocupación la vuelta de las vacaciones, ya que para la Diada -11 de septiembre-, se está preparando una manifestación en Barcelona que se prevé multitudinaria y pocos días después en el Parlamento catalán se aprobará la ley de consultas, con la que el Govern espera convocar la consulta del 9 de noviembre.

En estas circunstancias, los Gobiernos tienen la obligación de hallar espacios para negociar y dar una salida razonable al conflicto que está generando el “encaje” de Cataluña. En definitiva, estamos llegando a un punto de no retorno. El choque de trenes está servido sino cambian las cosas de aquí a noviembre. Para que eso no suceda, es necesario que los líderes políticos, de aquí y de allí, entiendan que la solución es política.

Al fin y al cabo, no debería ser tan difícil de comprender.



Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 05/08/14

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