27 de novembre 2023

AHORA, CATALUÑA


En las últimas semanas, hemos estado tan pendientes de las negociaciones y acuerdos de las fuerzas políticas para investir a Pedro Sánchez que, tal vez, hemos desatendido un poco el flanco informativo catalán y, sin embargo, aquí también han ocurrido cosas. Ahora, con Sánchez de presidente, a todos los efectos, y con el Gobierno renovado es el momento de volver a una cierta normalidad, mientras la situación lo permita. 

Si en el conjunto de España han sido la extrema derecha y la derecha extrema los que han salido a la calle, primero y han provocado altercados, después; aquí, algunos de los independentistas más hiperventilados, aunque no han cortado ni calles ni avenidas, de momento, se han dedicado a hacer declaraciones, intoxicar en las redes y a lanzar manifiestos en contra de los acuerdos del PSOE con las formaciones secesionistas, de forma especial contra los pactos de los socialistas con Junts. Está claro que eso de normalizar la política no va con ellos y les va la marcha.

Es lo que ha hecho Alianza Catalana (AC) que dirige la xenófoba Silvia Orriols, actual alcaldesa de Ripoll. Ese partido considera que los acuerdos para hacer a Sánchez presidente afectan directamente la soberanía y la voluntad del pueblo de Cataluña. Para esa gente, son una claudicación y una traición flagrante al mandato del 1 de octubre. Y consideran que esos pactos no dejan de ser un convenio entre autonomistas catalanes y nacionalistas españoles.

En su hilarante manifiesto, sostienen que los partidos que durante más de una década han dicho representar la voluntad independentista mayoritaria han fracasado y han incumplido todas y cada una de sus promesas, y el pueblo de Cataluña deberá tomar el camino de la más firme determinación para liberar la patria catalana del yugo español y francés. Confieso que tras la lectura de ese esperpéntico documento me tuve que frotar los ojos para asegurarme que no estaba sufriendo una alucinación. Y, en este contexto, me gustaría que alguien me explicase cuales son las diferencias políticas sustanciales entre los firmantes de ese bodrio y los individuos que noche tras noche se han concentrado en la calle Ferraz de Madrid.  

Tampoco se ha andado por las ramas la Asamblea Nacional Catalana (ANC). En su opinión los pactos son una tomadura de pelo por plantar un acuerdo político al que llaman “histórico”.

Por su parte, la eurodiputada, Clara Ponsatí, según dijo en una reciente entrevista, considera que es un “error“, la estrategia de Puigdemont. "Los que habían mantenido el estándar de resistencia ante la política represiva del Estado con el independentismo, finalmente han pensado que valía la pena dar unos votos para investir a un presidente español", sentenció Ponsatí. Ante este panorama, en su opinión hay que volver a la unilateralidad a través de "nuevas herramientas" para relanzar al movimiento. O dicho en Román paladino: a esta señora en junio de 2024 se le acaba el momio del Parlamento europeo y como adivina que ningún partido la va a querer en sus listas, ya ha empezado a caldear el ambiente para crear una nueva organización independentista que ella podría encabezar en las próximas elecciones al Parlament.

Tiempo al tiempo, pero, en el mundo del independentismo más radical hay mucho desencanto, y eso está generando un caldo de cultivo adecuado para que cuaje alguna nueva formación.

Cuando los acuerdos entre PSOE y Junts empezaron a tener carta de naturaleza, en los ambientes políticos se consideró factible que los de Puigdemont volvieran a la política institucional y, tal vez, se decidieran a ocupar el espacio de centro moderado que con la desaparición de Convergencia quedó huérfano. Sin embargo, parece que a una buena parte de sus votantes les va la marcha y bordear la legalidad. Según el barómetro trimestral del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), hecho público hace muy pocos días, el PSC volvería a ganar las elecciones al Parlament, ampliando la distancia con ERC, su inmediato seguidor (ahora están empatados a 33). Los socialistas lograrían entre 39 y 45 escaños, frente a los 29 y 34 de los republicanos y los entre 19 y 24 de Junts, que sufre una acentuada caída (tiene 32). La CUP, que cuenta con 9 diputados, podría pasar a entre 4 y 8. Con estos resultados, el independentismo perdería la mayoría absoluta y en el mejor de los casos se situaría, sumando los de Junts, ERC y la CUP, a dos escaños de esa mayoría (todos juntos sumarían entre 52 y 66 escaños cuando el umbral de la mayoría se sitúa en 68). El independentismo suma actualmente 74 diputados. Es decir, a juzgar por esta encuesta, no da la sensación que el mundo independentista esté satisfecho con los acuerdos que han hecho sus dirigentes para investir a Pedro Sánchez como presidente.

Es tanto el clima de crispación que se ha generado con la investidura de Sánchez en el universo independentista que para los hooligans secesionistas Carles Puigdemont ha caído de su pedestal. Hasta el punto que ya hay quien cuestiona su liderazgo y proponen sin tapujos buscarle sustituto.

La nueva situación que generó el 23 J, era impensable hace unos pocos meses. Eso hace que exista la posibilidad de desactivar uno de los asuntos que más inestabilidad provoca en la política de nuestro país, pero, para que esa, es necesario que todos pongan de su parte y es evidente que algunos no están por la labor.    

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en E notícies 23/11/2023


21 de novembre 2023

ESPAÑA NO SE ROMPE


 

Pedro Sánchez ha conseguido la cuadratura del círculo: amarrar 179 votos para ser investido presidente del Gobierno. Cuando hace unas semanas comenzaron las negociaciones ni los más optimistas podían soñar semejante logro. Con la investidura de Sánchez se pondrá de manifiesto que, a día de hoy, el partido socialista es el único que está capacitado para lograr mayorías transversales; a la vez que se hace evidente la soledad de los populares que han decidido unir su futuro al de la extrema derecha. Quizás porque, en realidad, ellos son derecha extrema.

No obstante, los pactos entre el PSOE y los independentistas catalanes, con la amnistía como eje vertebrador, han provocado un tsunami político que ha hecho aumentar la tensión de forma exponencial y eso, está afectando a todo el país.

Sería absurdo negar que un sector considerable de la militancia socialista se siente confundida con los documentos firmados, tanto por su poca claridad como por las concesiones hechas a los independentistas que, en opinión de algunos, son tan innecesarias como, en determinados aspectos, alejados de la realidad.

Es el caso de Felipe González; no hace todavía una semana que la Fundación que lleva su nombre difundió un video a los medios de comunicación, que luego ha corrido profusamente por las redes, en el que el expresidente argumenta de forma muy razonada los motivos que le llevan a estar en contra de la amnistía en particular y de todo el trágala que supone para el socialismo los pactos con Junts y ERC. Pero no solo eso, también lanza algún que otro mensaje a los socios de Sumar.

Tampoco el presidente de Castilla La Mancha, Emiliano García Page, que viene siendo beligerante con la amnistía desde que esa posibilidad apareció en el horizonte, se ha mordido la lengua: "Lo peor que nos puede pasar es que el ansia por gobernar se convierta en otorgarle la capacidad de decisión a Puigdemont" (…) "Si hay que ejercer recurso, lo haré. Si hay que plantear batalla, lo haremos, pero no vamos a pasar porque se haga una relectura de la Constitución Española", se puede decir más alto pero no más claro. .

De todos modos que nadie padezca porque, aunque es cierto que en el PSOE las costuras están tensionadas, el partido ni se va a romper ni van a haber escisiones, cuando llegue el momento y haya que cerrar filas se hará. Sucedió en el año 2000 con la mayoría absoluta del PP de José María Aznar que provocó la dimisión de Joaquín Almunia como secretario general. Más recientemente, en octubre de 2016, cuando Sánchez fue defenestrado como líder del partido, en un Comité Federal de triste recuerdo. Por consiguiente, estoy convencido de que el socialismo español va a permanecer unido y todos los militantes van a remar en la misma dirección.

No me atrevo a decir lo mismo de lo que pueda suceder en Junts; ahí, la exconsejera de Educación y eurodiputada, Clara Ponsatí, ve en el pacto PSOE con Junts una "humillación" (…) "Que el primer presidente de Cataluña que nos había dicho que no quería saber nada de España pacte para hacer presidente al líder del PSOE es un menosprecio a la gente que había confiado y le había protegido", ha expresado en un artículo en Vilaweb. Ponsatí sabe que esto del parlamento europeo se acaba en junio de 2024, y, tal vez, lo que busca es marcar distancias con Puigdemont e ir preparando el terreno para una nueva formación independentista. El tiempo dirá.

Pero quién está incendiado la calle y poniendo la convivencia a los pies de los caballos es el PP. Lo dijo días atrás Núñez Feijóo con absoluta claridad: “No nos callaremos hasta hablar en unas elecciones y que todos podamos otra vez votar. Está claro que el juego de mayorías y minorías, que es la esencia de los sistemas democráticos, los populares no lo acaban de asimilar y no lo llevan nada bien.  Por eso, han de salir a la calle para soliviantar al personal y generar, de forma totalmente irresponsable, la máxima tensión, algo que llevan haciendo desde que se atisbó la posibilidad de que Sánchez podría seguir en la Moncloa. Así, por ejemplo, el domingo pasado miles de personas se manifestaron convocadas por el Partido Popular en las 52 capitales de provincia de España, contra la amnistía y las negociaciones del PSOE para investir a Pedro Sánchez. Y para redondear el panorama Vox les hace el trabajo sucio, rodeando noche tras noche la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid, enfrentándose a la policía, exaltando a Franco, cantando el Cara al sol y tratando a Pedro Sánchez de traidor, dictador y no sé cuántas lindezas más.

El ambiente está tan caldeado, gracias a la derecha extrema y a la extrema derecha que el Consejo General del poder Judicial (CGPJ), asociaciones de jueces y fiscales e, incluso, un grupo de guardias civiles de altísima graduación han salido públicamente a criticar una ley que ni siquiera ha sido registrada en el Congreso.

Todos esos colectivos, así como aquella parte de la sociedad que niegan el pan y la sal de la democracia a Pedro Sánchez para ser investido, deberían tener muy presente que el voto de un diputado de Junts, de ERC o del PNV es tan legítimo como uno del PSOE, del PP o de VOX, han sido escogidos por escrutinio popular para que nos representen. Por consiguiente, guste o no, todos valen lo mismo.

La derecha puede estar muy tranquila, a pesar de su intransigencia: España no se rompe. La cuestión de fondo es que para ellos que gobierne la izquierda es una anomalía. De ahí que cada vez que el progresismo llega al poder la bronca, por un motivo u otro, está asegurada.      

 

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en E notícies 16/11/2023

12 de novembre 2023

EL EMBROLLO DE LA POLÍTICA ESPAÑOLA

Me gustaría ser optimista y ver la botella de la situación política española medio llena. Sin embargo, la veo medio vacía. Lo siento. Me considero un tipo realista y bastante racional pero, lamentablemente, me parece que esto no se aguanta.

Los acuerdos del PSOE con las formaciones independentistas, para la investidura de Pedro Sánchez, me generan inquietud. Y más que la investidura en sí, mis zozobras se centran en las posibilidades de desarrollar la legislatura con normalidad. Ahí la impresión que tengo es que este mandato que empezará en breve va a ser un mandato fallido. Ojalá me equivoque. Si es así, no tendré ningún inconveniente en reconocerlo y, además, alegrarme de mi error.

Voy a obviar la amnistía y las concesiones que el equipo negociador de Pedro Sánchez ha hecho al independentismo. Desde mi punto de vista, demasiadas. Pero no voy a insistir. Lo hecho, hecho está y no hay que darle vueltas. Me preocupa la actitud, en especial de Junts, pero no solo la de ellos. Mucho me temo que, cuando haya que aprobar iniciativas legislativas de calado, y los de Puigdemont y/u otros se sepan decisivos para sacar adelante o no las propuestas del Gobierno, el Ejecutivo tendrá que sudar tinta y hacer concesiones desproporcionadas para que sus proyectos no decaigan.

Cuando Félix Bolaños estaba anunciado el acuerdo alcanzado entre PSOE y ERC para investir a Sánchez, Pere Aragonès comparecía para insistir en el referéndum tras pactar la investidura porque en su opinión la amnistía no cierra el conflicto. Eso es, por lo menos —lo diré suave—, una falta de respeto.

Pero es que se ha filtrado que en la ejecutiva de Junts se ha trazado una estrategia de exigencia constante al PSOE, con el objetivo de no perder protagonismo. Así pues, ante cada necesidad de apoyo que precise el Gobierno, desde Junts plantearán nuevas demandas. Cuestiones como, por ejemplo, la participación de las selecciones deportivas catalanas en competiciones internacionales, una silla de Cataluña en la UNESCO o la retirada del estado del Consorcio de la Zona Franca. O sea, el papel de los “juntaires” a lo largo de la legislatura consistirá en obtener transferencias y/o concesiones en cada votación.

No por casualidad, el PNV ya ha filtrado que ellos también van a exigir al traspaso de” Cercanías” para estar a la altura de las circunstancias. Lógico, aquí nadie va a querer quedarse atrás en conseguir concesiones y traspasos del Gobierno central y esto no ha hecho más que empezar.

Pero donde hemos de poner toda la atención es en Cataluña, porque en el origen de todas las exigencias de los partidos independentistas lo que hay es una lucha cainita por la hegemonía en el secesionismo catalán. La verdad es que a ellos la gobernabilidad y estabilidad de España les importa una higa. Lo que buscan es rentabilizar sus negociaciones, ahora con el PSOE y luego con el Ejecutivo para posicionarse de cara a las próximas elecciones al Parlament.

La cuestión es que tanto ERC como Junts empezaron a negociar la investidura de Pedro Sánchez desde posiciones sino opuestas, si diametralmente diferentes. Veamos.

Los republicanos se mantienen en el Govern de la Generalitat, gracias al soporte crítico de los socialistas catalanes y, por consiguiente, les conviene que el socialismo tenga estabilidad en Madrid porque de lo contrario sería muy plausible pensar que Pere Aragonés dejaría de estar respaldado por el PSC y solo con sus 33 diputados, dándole soporte, ya podría ir pensando en convocar elecciones.

Situación casi inversa es la de Junts: fuera del Govern, de la Diputación de Barcelona y sin ningún gran ayuntamiento en su lista de plazas gobernadas, los de Puigdemont han visto en las negociaciones con el PSOE la posibilidad de reengancharse a la rueda institucional y, sobre todo, ganar presencia en los medios. Algo que en la política actual es casi tan necesario como el aire que se respira. Ahora bien, Madrid…, ni fu ni fa, y puestos a escoger más bien fa.

Por eso, el expresident ha tensado tanto la cuerda, pero poniendo mucha atención en varias cuestiones claves: una que no se rompiera, otra, irse preparando un regreso que podría ser en olor de multitudes y otra, quizás la más importante, que sus logros sean mejores y más vistosos que los de ERC. Y todo esto, se puede resumir en un solo objetivo: colocarse en el mejor sitio de la parrilla de salida para cuando llegue la carrera por el sillón de la Generalitat.

Resulta muy lamentable que dos partidos que juntos no llegan ni al 3,50% de los votos tengan la llave de la gobernabilidad de este país, y que sean esas formaciones, gracias a la aritmética parlamentaria, las que vayan a marcar el paso en la próxima legislatura, con el riesgo de que en el momento que se les antoje pueden hacer caer al Gobierno.

Muy distinto sería si en este país tuviésemos una derecha como Dios manda: civilizada, moderna y europea, pero eso es algo inexistente por aquí. Todo lo contrario. La derecha está desatada, llama a arrebato y promueve algaradas para soliviantar al personal a ver si logra en la calle, mediante acciones antidemocráticas, lo que no consiguió en las urnas: colocar a su líder en la Moncloa y acceder a la sala de máquinas del Estado para tener los resortes del poder.

Y esos son los que nos quieren gobernar.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en E notíicies 09/11/2023

 

06 de novembre 2023

LA AMNISTÍA, ¿UN MAL MENOR?


 

 

Han pasado ya tres meses desde las elecciones generales del 23 J y seguimos con el Gobierno en funciones. Sin embargo, a tenor de la intervención de Pedro Sánchez en el Comité Federal del PSOE, celebrado el pasado, 28 de octubre, parece que muy pronto va a haber fumata blanca de investidura. 

 

En efecto, Sánchez tomó la palabra en el cónclave socialista para anunciar la concesión de  la amnistía “por los hechos acaecidos en Cataluña en la década pasada”; según el líder del PSOE, el interés de España, la convivencia y evitar la repetición electoral, para no dar una segunda oportunidad a la derecha, son algunos de los motivos que le empujan a tomar esa decisión.

 

Días atrás, PSOE y Sumar firmaron un acuerdo para reeditar el Gobierno de coalición de la anterior legislatura, No obstante, todos sabemos que se necesita el concurso de otros agentes políticos para que Pedro Sánchez sea investido presidente. En ese contexto, tanto Junts como ERC son fundamentales. El problema es que los independentistas catalanes se saben imprescindibles en las actuales circunstancias y, ante ese estado de cosas, cada día que pasa hacen subir un poco más el precio de sus apoyos.

 

Así, por ejemplo, en opinión de Pere Aragonès, "no estamos avanzando satisfactoriamente en el traspaso de Rodalies", e "independientemente de que se logre un acuerdo para la amnistía", este punto es "fundamental" para lograr el apoyo a la investidura que Pedro Sánchez necesita. Por su parte, Carles Puigdemont ha anunciado que en Junts no han renunciado nunca ni renunciarán a la DUI. Por si todo eso fuese poco, el fin de semana fue Oriol Junqueras el que se descolgó diciendo que la mejora de la financiación es algo incuestionable para dar el soporte a Sánchez.

 

El problema de fondo radica en que el secesionismo no sigue los patrones clásicos de una negociación (todos sabemos que sentarse a una mesa a negociar, a menudo, significa renunciar a una serie de planteamientos para alcanzar unos objetivos que en ese momento se consideran de interés superior). Sin embargo, da la sensación qué el independentismo lo que pretende es imponer sus criterios y que la otra parte acepte, sin más.  Y eso, no es negociar; eso es exigir e imponer.

 

La política actual tiene más de vasos comunicantes que de compartimentos estancos, pero parece que en ERC no lo entienden. Veamos: Es de suponer que los republicanos querrán aprobar los presupuestos para 2024, la pregunta es ¿con quién? Por eso sería razonable que fueran un poco más comedidos, puesto que sus exigencias se pueden desactivar con relativa facilidad.

 

Algo muy distinto es la situación de Junts. Ahora, los de Puigdemont tienen la oportunidad de bajar del monte y abandonar el callejón sin salida en el que se encuentran. Con sus votos, los “juntaires” pueden generar un cambio de paradigma. Deberían ser conscientes de que tienen mucho más a ganar que a perder facilitando la investidura de Pedro Sánchez. Los dirigentes de Junts han de tener la suficiente inteligencia política para tirar de la cuerda, pero sin que se rompa. Los correligionarios de Puigdemont saben que la cuestión de la autodeterminación es una línea roja que el PSOE no va a traspasar. Si se vota algo algún día, será la ratificación o no de un acuerdo previo sobre la evolución del modelo territorial y/o un nuevo Estatut. Así pues, que nadie sueñe entelequias.

 

Sería muy lamentable que la falta de visión de conjunto echase al traste una legislatura que debería ser la de la consolidación de las conquistas sociales. Logros históricos como el Ingreso Mínimo Vital (IMV), la revalorización de las pensiones conforme al IPC, subida del salario mínimo, la ley trans y LGTBI, ley de derechos sexuales y reproductivos para garantizar el aborto en la sanidad pública, la ley de familias, la ley de vivienda y un largo etcétera no están garantizados de por vida; existe un riesgo cierto de que sean suprimidos y/o derogados si la derecha llega al poder.

 

De igual manera, en el PSOE se está viviendo una etapa crucial. Es un secreto a voces como está tensionando la amnistía las costuras del partido. No obstante, si la organización logra salir de la confrontación sin demasiados damnificados irrecuperables, el socialismo español tiene la oportunidad de esquivar el laberinto al que le está llevando el PP con su estrategia de confrontación y negación de la pluralidad nacional, porque si el partido entra en ese zafarrancho tiene mucho a perder y muy poco o nada a ganar.

 

Con ese telón de fondo, habrá que ver cuál es el alcance de la amnistía, su justificación jurídica y, también, política. Para algunos, la medida de gracia puede ser un mal menor. Lo siento, pero yo no soy partidario y no tengo empacho en decirlo. Si al fin el acuerdo cristaliza, veremos la evolución de la legislatura. Cruzaremos los dedos para que el nuevo Gobierno de coalición y progresista haga posible seguir mejorando social y económicamente y no le hagan descarrilar en el primer recodo del camino.

 

Desde luego, la situación es sumamente compleja y lo peor es que en el horizonte no se adivinan soluciones, porque, lo más probable, es que, ni con una repetición electoral, pudiéramos salir del bloqueo político en el que estamos inmersos.

 

De todas formas, la foto de Carles Puigdemont con Santos Cerdán en Bruselas es, cuando menos, una desconsideración a los miles y miles de ciudadanos que se mantuvieron impertérritos el nefasto otoño político de 2017. Luego, que nadie se extrañe si en las próximas elecciones al Parlament una parte sustancial de votantes socialistas se queda en casa o, directamente, cambia de opción.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 02/11/2023

DEL SOCIALISMO A LA SOCIALDEMOCRACIA

En el siglo XIX, la socialdemocracia fue una tendencia revolucionaria difícil de diferenciar del comunismo. Pretendía acabar con la división...