Solía decir Pasqual Maragall que “para la derecha es un accidente que gobierne la izquierda”. Cierto. Por eso, desde que el PSOE ganó las elecciones generales, en el mes noviembre de 2019 y formó gobierno con Podemos, en el Partido Popular caló la idea que aquello no podía durar. Después, a las pocas semanas de la constitución del Ejecutivo de coalición llegó la pandemia y entonces los populares tuvieron la certeza de que el Gobierno de izquierdas naufragaría, viéndose obligado a convocar nuevas elecciones que llevarían a Pablo Casado a la Moncloa y devolverían a los populares a su estado natural, es decir, a tener los resortes del poder en sus manos.
Sin embargo, el Gobierno de progreso resistió el envite. Como el resto de gobiernos, con la pandemia, tuvo aciertos y fracasos, pero surfeo el temporal que impuso la Covid 19 de forma homologable a otros ejecutivos de la UE.
Los populares han diseñado su labor de oposición en este mandato como algo muy efímero, quizás por su convencimiento de la legislatura no podía durar y que Pedro Sánchez tenía los días contados en la Moncloa. Esa es la razón por la que han preparado, para los próximos días, una especie de feria ambulante que recorrerá varias ciudades de España, con la participación de todos los pesos pesados peperos, incluidos Aznar y Rajoy que culminará con una convención en Valencia el fin de semana del 2 y 3 de octubre. Tan importante es para ellos el evento que el propio Casado lleva cuatro meses supervisando los preparativos. Es evidente que cada organización política es muy libre de llevar a cabo un cabo las iniciativas que consideren oportunas, si considera que con ellas avanza puestos en el tablero político. Lo que ocurre es que con su posicionamiento obstruccionista como primer partido de la oposición el PP bordea los límites de lo admisible. Ahí está, por ejemplo,
Y esa es la cuestión,
porque los árboles no les dejan ver el bosque. Obsesionados como están por
volver a controlar el poder no atienden al aviso que les mandó el CIS con el
barómetro de septiembre. Según ese estudio el PP retrocede de manera sustancial
respecto a la encuesta de julio. El empuje
proporcionado por la victoria de Ayuso en las elecciones autonómicas de Madrid se
ha evaporado. El voto de los populares, de celebrarse hoy las elecciones
generales, se situaría en un nivel similar al de abril, justo antes de la
convocatoria avanzada en la comunidad madrileña. Los populares han perdido más
de tres puntos en menos de tres meses y ven como el PSOE va poniendo tierra de
por medio.
En el ámbito
económico la situación ya está como en la época pre pandemia, y según los
estudios hechos públicos esta última semana, tanto del Banco de España, como de
la OCDE, le dan aire al Gobierno.
El BCE ha mejorado
las previsiones de crecimiento de la economía española. El supervisor espera
que este año el producto interior bruto crezca un 6,3%, una décima más que el
6,2% que preveía hace tres meses. Para el año que viene la proyección también
se eleva del 5,8% al 5,9%. Y respecto a 2023 se sube del 1,8% al 2%. Por lo que
respecta a la OCDE el organismo considera que España es uno de los países que
más rápido está inoculando a su economía el principal fármaco para la
recuperación: Nuestro país es uno de los rincones del planeta que ha sido capaz
de llegar a un mayor volumen de población. Ese éxito se traslada a las
previsiones económicas de los principales organismos internacionales. En línea
con la Comisión Europea o el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha mejorado este martes las proyecciones para España
respecto a su último informe de mayo. La institución con sede en París augura
que el producto interior bruto (PIB) se expandirá este año un 6,8%, en lugar
del 5,9% previsto en mayo, y un 6,6% en 2022 (tres décimas más).
Ciertamente no son nada malas las
previsiones de esos organismos poco sospechosos de comulgar con las izquierdas.
Por eso, no estaría de más que los populares revisaran sus posicionamientos e
intentaran tener una mirada más realista de la situación.
Además, todo indica que las carpetas
importantes el Gobierno las tiene bien enfocadas. Se instauró el IMV, los ERTE
están funcionando de manera razonable, los indultos no han pasado factura, la
cuestión catalana está sobre la mesa y se adivina un tiempo, por lo menos, de
distensión, los fondo europeos han empezado a llegar, la retirada de Afganistán
ha sido un éxito reconocido por la propia UE, la reforma del sistema de
pensiones está bien encarrilada, el salario mínimo seguirá subiendo todo lo que
queda de legislatura. Es cierto, sin embargo, que persiste la precariedad
laboral, que el precio de la energía es indecente, que hay que regular el
mercado de las viviendas de alquiler, que se debe acometer la reforma laboral
y, sin duda, saldrán más piedras en el camino, pero el balance es netamente
positivo.
Decía Winston Churchill “los gobiernos pueden perder en el
parlamento todas las votaciones menos una, la de los presupuestos”, y justo
en eso está en estos momentos el Gobierno de coalición, negociando, con las
fuerzas políticas que quieren negociar, las cuentas para 2022, y si esas
cuentas se aprueban que Pablo Casado vaya perdiendo toda esperanza de llegar a
la Moncloa antes de 2023. La legislatura se va agotar y para entonces, aunque
sea especular, es lógico pensar que los fondos de recuperación hayan empezado a
hacer efecto, la economía funcione a buen ritmo y los problemas sociales estén,
cuando menos, bien encauzados.
De todas formas, si algo hay cambiante
en esta vida, ese algo es la realidad política. Por eso, la actual coyuntura
podría dar un vuelco insospechado si las circunstancias en las que están los
fugados de la justicia (Puigdemont y compañía) cambia. La situación del
expresident tras su detención en Italia es complicada porque perdió su
inmunidad como eurodiputado el pasado 30 de julio. El quid de la cuestión está
en saber si la orden europea de detención está o no en vigor. Por lo tanto será
la justicia italiana la que ha de decidir si inicia el proceso de extradición o
admite su inmunidad. Veremos cómo evoluciona este asunto en las próximas
semanas, pero lo que parece claro es la voluntad, tanto de Pedro Sánchez como
de ERC de blindar el diálogo sobre el futuro de Cataluña y aislar la
negociación de los Presupuestos de la crisis desatada en Cerdeña.
Es muy lamentable que los estrategas y
responsables de márquetin del PP lo tengan que fiar su identificación como
alternativa de Gobierno a un show mediático y no a su labor como líderes de la
oposición. Por eso, resulta triste escribirlo, pero no hay un partido como el
Partido Popular en nuestro entorno europeo, quizás lo más parecido sea la Liga
Norte de Mateo Salvini en Italia.
Prefieren que se hunda España antes que tirar adelante gobernados por la
izquierda. Por lo tanto, y, por lo que pueda ser, los populares deberían hacer
una revisión profunda se su estrategia. Todos saldríamos ganado y ellos los
primeros.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 27/09/2021