26 de novembre 2009

L'ESTATUT I LA SENTÈNCIA DEL TC


D’un temps ençà s’està parlant i escrivint massa sobre la sentència del Tribunal Constitucional sobre l’Estatut de Catalunya. Abans de pronunciar-se sobre el particular convé aclarir uns quans principis bàsics com ara que l’Estatut és fruit de l’acord entre el Parlament de Catalunya, el Congrés dels Diputats i el Senat: és, per tant, una llei orgànica vigent, aprovada per les Corts. I que després va ser aprovada pels ciutadans de Catalunya per la via de referèndum.

En conseqüència, no es pot tenir cap dubte sobre la seva plena constitucionalitat. Ningú pot oblidar que tots els qui la van votar (a Catalunya o a les Corts Generals) ho van fer sent plenament conscients de la seva constitucionalitat. Hem de saber que els que més la van defensar són aquells que no tenen un projecte sobiranista o independentista, i és lògic que siguin els més interessats en què la via estatutària no acabi essent considerada com una via morta.

La Constitució al seu preàmbul proclama la voluntat de “protegir tots els espanyols i els pobles d’Espanya en l’exercici dels drets humans, les seves cultures i tradicions, llengües i institucions. Defensar l’Estatut i la seva constitucionalitat és defensar la pròpia Constitució i, a l’hora defensar el seu caràcter obert; és promoure el seu esperit integrador, plural i acollidor. Aquells que l’utilitzen en sentit contrari han de saber que la posen en perill. El que es va votar per unir, no pot servir per separar.

Per a participar en el joc democràtic cal ser respectuosos amb el Tribunal Constitucional i cal acatar les seves sentències encara que no agradin.

Tots sabem que una sentència que desvirtués greument l’Estatut acordat entre el Parlament i les Corts generals i votat pels ciutadans i ciutadanes de Catalunya, tindria importants conseqüències polítiques. Tant per Catalunya com per Espanya.

El Tribunal Constitucional hauria de dir com s’ha de llegir l’Estatut en clau constitucional i no fer de tercera cambra legislativa.

En qualsevol cas que ningú es confongui, vivim en llibertat, estem en un estat de dret. I això vol dir que podem opinar sense que això suposi que pressionem el tribunal. Pressió, i a més a més inconcebible, és la que fa el PP bloquejant la renovació del TC, on hi ha 4 membres amb el mandat caducat des de fa 2 anys.

No es tracta de fer cap hipòtesi del que passaria després de la sentència fins que aquesta es produeixi i s’analitzi. En tot cas haurien de ser les institucions liderades pel president de la Generalitat qui doni la resposta institucional.

De tota manera, no ens pot estranyar que el retard de 3 anys de la que portem esperant l’esmentada Sentència provoca desafecció i abonament pel radicalisme. I després passa el que passa.

Bernardo Fernández
Publicat a e-noticies.com 25/11/09

25 de novembre 2009

ACOSO SIN DERRIBO

El pasado mes de octubre se hizo pública una encuesta según la cual los barceloneses puntúan con un notable (7,6) el hecho de vivir en Barcelona.
El sondeo, realizado con 6.000 personas, pone de manifiesto que el 48% de los barceloneses considera buena o muy buen la gestión del Ayuntamiento. Esta cifra mejora de forma sustancial la obtenida en 2008, entonces era el 41% los que consideraron buena o muy buena la gestión municipal. Cabe destacar que estos datos son los mejores desde el año 2004, además, hay que tener en cuenta el contexto de crisis en que estamos inmersos
Ante esta realidad no deja de sorprender el empecinamiento de algún que otro “opinador” empeñado en una campaña permanente de acoso dirigida contra el actual equipo de gobierno del consistorio. Día tras día se esmeran para poner de relieve todo aquello que pueda generar polémica, provocar controversias u originar malestar social. Los temas utilizados son de lo más variopinto y pueden abarcar desde el tipo de turismo que llega a la ciudad, -que no olvidemos que supone para la ciudad unos 20 millones de euros al día-, las obras, -gracias a la cuales miles de ciudadanos tienen trabajo y nos posibilitan disponer de una ciudad con más calidad de vida-, los hurtos y pequeños robos, -aunque los delitos graves, afortunadamente, han descendido de forma considerable-, o los inconvenientes que genera el bicing al resto de ciudadanos. -por cierto, servicio que la ciudadanía, en la encuesta citada, puntúa con un 5,8, lo cual no está nada mal-. Pero el paroxismo llega cuando en una editorial se advierte del riesgo de convertir a Barcelona en una ciudad de camareros. Sin comentarios.
El acoso mediático es constante, aquí vale todo. Si nos atenemos a la opinión publicada, que casi nunca coincide con la opinión pública, da la sensación de que el desgobierno es total y Barcelona vive inmersa en el caos. De hecho, esos “opinadores” son la caja de resonancia de una oposición política incapaz de hilvanar un discurso minimamente coherente. Por eso, recurren a la exageración, la farsa y en ocasiones la calumnia. Ni saben, ni pueden más.
Cierto que hay cosas a mejorar, pero es absurdo negar las evidencias. Nos vistan más de 18 millones de personas al año. Barcelona es una de las ciudades europeas preferidas para hacer negocio. Los restaurantes de nuestra ciudad están entre los mejores del mundo. Nuestro comercio goza de un magnífico prestigio internacional. Tenemos una arquitectura modernista que despierta admiración en todas partes. Y por si esto, y mucho más, fuera poco, que no lo es, asistiendo al Nou Camp se puede disfrutar del mejor futbol del mundo. Y encima los hay que se quejan. Como decían antaño: “cuando el diablo no sabe qué hacer, con el rabo mata moscas”

Bernardo Fernández
Publicado en ABC 24/11/09

05 de novembre 2009

HACER DE LA NECESIDAD VIRTUD


Desde hace tiempo las aguas de la política bajan muy turbias. La ciudadanía, como si no tuviera bastante con afrontar los problemas cotidianos y apechugar con los que ocasiona la crisis, un día sí y otro también se desayuna con casos de corrupción, blanqueo de capitales, operaciones urbanísticas fraudulentas y un largo etcétera. Además, por si esto fuera poco, toda esa cadena de despropósitos está protagonizada por políticos y prohombres que deberían ser una referencia ética y moral para el resto de mortales.
Sucesos como “Palma Arena”, “Gürtel”, “Millet” y sus connotaciones políticas, “el alcalde de El Ejido” y su pandilla y ahora, por si no había bastante, “Santa Coloma de Gramenet”; son sólo algunas de las perlas que jalonan esta carrera de enriquecimiento ilegitimo. Desgraciadamente ha quedado en el olvido aquel eslogan electoral que decía: “meteremos la pata, pero no meteremos la mano.” Algunos meterán o no la pata, pero si meten la mano. Cierto que los corruptos son una minoría, pero una minoría muy ruidosa que genera indignación social, un daño irreparable a las instituciones y al sistema de convivencia que un día nos otorgamos.
La historia casi nunca se repite de manera mimética. Hoy no cabe pensar en un golpe de mano como forma de acabar con la democracia, pero los escándalos que estamos viviendo generan escepticismo y desafección y ese es un inmejorable caldo de cultivo para el populismo y la demagogia. Italia es un ejemplo y el juez Antonio Di Pietro también.
Por todo ello, hay que hacer de la necesidad virtud y el caso de Santa Coloma es una ocasión inmejorable para que la justicia haga recaer, sin escarnios innecesarios, como “el paseíllo del telediario”, todo el peso de la ley sobre los inculpados, cuando se demuestren sus responsabilidades. A su vez, la reacción política ha de ser rigurosa, contundente y ejemplarizante. Por eso, hay que admitir que el PSC ha actuado de forma adecuada, mientras que Convergencia lo ha hecho a remolque de los acontecimientos. Allá cada cual con su manera de proceder. El tiempo pone a cada uno en su lugar.
Por otra parte, es bien verdad que corrupción, corruptelas y oportunistas que han pescado en aguas revueltas han existido siempre. La diferencia es que en democracia estas cosas acaban saliendo a la luz y en las dictaduras y regímenes autoritarios o no se sabe nunca o cuando algo sucio aflora se corre un tupido velo y se mira hacia otro lado.
Salir de este atolladero es posible. Para ello necesitamos unas organizaciones políticas transparentes y revitalizadas, unas instituciones ágiles y eficientes en el control de la cosa pública, a la vez que una ciudadanía comprometida en las cuestiones colectivas. No olvidemos que la democracia es cosa de todos y hay que ganarla cada día.

Bernardo Fernández
Publicado en ABC 04/11/09

APUNTES PARA UN NUEVO MODELO DE FINANCIACIÓN

En una iniciativa inédita hasta la fecha, en materia financiera, una veintena de entidades empresariales catalanas hicieron público, días at...