23 de novembre 2019

GENTE QUE NO SON DE FIAR


 “La política es el arte de lo posible”, dice un conocido proverbio popular. En efecto, y parece que, por fin, lo han entendido los líderes de la izquierda de este país. Si tras las elecciones del 28 A estuvieron casi cinco meses negociando y no fue posible ni un pacto a la portuguesa ni formar Gobierno; ahora, tras los comicios del 10 N, en 48 horas han llegado a un principio de acuerdo para desbloquear la situación. Quizás es que le han visto las orejas al lobo que, en esta ocasión, venía disfrazado de extrema derecha.
Ya, en la misma noche de las elecciones, los gurús de La Moncloa entendieron que con 120 diputados no se puede gobernar. Por eso, cuando pedro Sánchez salió al balcón de la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid, para saludar a los militantes y simpatizantes allí concentrados dijo: “esta vez sí o sí formaremos Gobierno”, toda una declaración de intenciones. Y, casi de inmediato, se iniciaron los contactos con Unidas Podemos.
Admito que no me gusta Pablo Iglesias como político, ni por su trayectoria al frente de Podemos, ni por la radicalidad simplista de muchos de sus planteamientos. No obstante, hay que reconocer que, tanto en la campaña del 28 A, como ahora en la del 10 N, Iglesias ha hecho propuestas sensatas y razonables; entonces, ¿por qué no darle un voto de confianza? Al fin y al cabo, no hay mucho más donde escoger en el tablero político nacional.
De todas formas, el pacto PSOE-Unidas Podemos es insuficiente para lograr la investidura de Pedro Sánchez. En consecuencia, se necesitará la colaboración de hasta una quincena de grupos o grupúsculos políticos para que diputado por diputado den su voto, pero es que, aún y así, hará falta algo más. Y ese algo más, descartada la colaboración del PP por razones bastante obvias, hace que tenga que ser ERC quien con su abstención permita que Sánchez sea investido en segunda vuelta.
Ante esta situación se han levantado voces en el PSOE, especialmente entre los barones, mostrando su inquietud por un posible pacto con los de Junqueras. Razón no les falta. Los pseudorepublicanos catalanes no son de fiar. Basta echar un vistazo a su historia más reciente para certificar esa dura afirmación. Ellos votaron no, igual que el PP al Estatuto de Cataluña del 2006, dinamitaron el primer tripartito presidido por Pasqual Maragall y ningunearon a José Montilla como president de la Generalitat. Después, no han tenido ningún empacho en pactar con la derecha rancia, primero de CiU y luego del PDCAT, a principios de este año negaron con su voto la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Ahora, y eso que dicen ser de izquierdas, están preparando la tramitación, en el Parlament de Cataluña, de un Proyecto de Ley de contratos y servicios a personas, conocido con la “Ley Aragonés” -porque el vicepresidente del Govern que es de Esquerra e impulsor de esa medida se llama Pere Aragonés-, mediante la cual se podrán externalizar hasta 250 servicios públicos de la órbita de la sanidad o de la educación. Por lo tanto, son unos personajes políticos que cuanto más lejos mejor.
Sin embargo, como dice un adagio, también muy conocido hay que “hacer de la necesidad, virtud” y, o se pacta con ERC para que Pedro Sánchez siga en La Moncloa, o vamos a unas nuevas elecciones. Y, si eso llegara a suceder, existen muchas probabilidades de que la derecha vuelva al poder y, esta vez, con la colaboración inestimable de la derecha extrema, es decir, Vox.
La ciudadanía se pronunció con rotundidad el pasado 28 A. sin embargo, todo indica que entonces los políticos no entendieron el mensaje. El 10 N los electores se volvieron a pronunciar, prácticamente con la misma claridad y contundencia. Desoírlos de nuevo sería, además de una tremenda falta de respeto, una gravísima irresponsabilidad política y si alguien lo hiciera sería indigno de representar a nadie.
Por lo tanto, si se llegase a ese extremo, lo más razonable sería que si algún político no se siente con fuerzas para dialogar acordar y pactar que dé un paso atrás para que otro ocupe su lugar y llegue a los acuerdos y pactos que su antecesor no haya sabido o podido alcanzar. El país lleva demasiado tiempo bloqueado, así no podemos seguir y, desde luego, la ciudadanía no se lo merece.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 21/11/19

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