17 de desembre 2019

VIVIR CON DIGNIDAD


Nos ha tocado vivir tiempos difíciles y una situación sociopolítica muy compleja. Nubarrones de todo tipo oscurecen el futuro y las previsiones que se hacen no son nada halagüeñas. Eso hace que estamos inquietos por la falta de Gobierno y nerviosos por el desgobierno en Cataluña. A la vez, nos preocupa el cambio climático y el negacionismo de algunos descerebrados como Donald Trump o Jair Bolsonaro. También nos inquieta la sostenibilidad del sistema público de pensiones y nos producen desasosiego las listas de espera en la sanidad, el deterioro en la educación y… un montón de cosas más.
Pero, por encima de todo eso, hemos de llegar a final de mes, hacer que la familia funcione mientras atendemos a todas nuestras responsabilidades como, por ejemplo, pagar la hipoteca, sin olvidarnos de las matrículas de los chavales para que hagan Formación Profesional o vayan a la Universidad. Asimismo, y si nuestra economía lo permite, tener un plan privado de jubilación para cuando llegue el momento, por lo que pueda ser. Además, claro está, de desempeñar nuestro trabajo diario de la mejor manera posible para no tener problemas, cumplir con nuestras obligaciones y, si puede ser, ascender en el escalafón para estar mejor considerados y aportar un poco más a la economía familiar.  
Por todo eso, estos días de Fiestas, que están a la vuelta de la esquina, nos reuniremos con parientes y amigos, para juntos pasarlo lo mejor posible. Brindaremos por muchas cosas, una de ellas, seguro que es, por un futuro mejor y, también, por nosotros, y haremos bien, al fin y a al cabo, la familia, los nuestros, es el valor más sólido que tenemos. Y nos lo merecemos porque nos lo ganamos a pulso cada día.
No obstante, no estaría de más que echáramos un vistazo a nuestro alrededor y pensáramos un poco, sólo un poco, en todos esos millones de personas que viven muy por debajo de los estándares de la pobreza.
Digo esto porque tengo sobre la mesa de trabajo, tengo un informe, publicado hace unas semanas titulado “Panorama social del trabajo en el mundo 2019”, y ha sido elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Pues bien, claro y concreto, leerlo me ha helado la sangre. Según se explica en el mismo, unos 700 millones de personas trabajan y viven con menos de 3,2 dólares al día (unos 2,8 euros). De ellos, 265 millones no llegan a ganar 1,9 dólares diarios, éstos son los más parias de la tierra, pese a tener un empleo.
Además de todo esto y como es fácil imaginar, quien sale peor parado, son las mujeres. Los estudios realizados en 62 países ponen de manifiesto que las trabajadoras vienen a cobrar un 12% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo que un obrero. El promedio de desigualdad salarial supera el 20% en ocupaciones directivas o de cierta responsabilidad.
Para Mathias Thorns, secretario general adjunto de la Organización Internacional de Empleadores, “no sólo es necesario crear empleos, sino que es necesario hacerlo en un entorno empresarial seguro”. En su opinión hay que acabar con las trabas burocráticas para contratar o formalizar negocios y evitar la corrupción reinante en muchos países.
El empleo decente y productivo debería ser el eje vertebrador para que las personas salgan de la pobreza. Sin embargo, en el informe de la OIT se señala que “el modelo económico en que nos hemos basado está obsoleto”. Esa situación genera puestos de trabajo deficientes y, la consecuencia, es que no se pueda garantizar que haya un salario aceptable para que los trabajadores lleven una vida digna.
El mencionado informe, como es fácil suponer, es mucho más extenso y analiza y desmenuza detalles que, a mi juicio, son de máximo interés. No obstante, me ha parecido oportuno dar tan solo unas cuantas pinceladas sobre la cuestión y dejarla abierta para posibles debates y/o escritos futuros.
Me doy por satisfecho si con este sencillo escrito he conseguido agitar alguna conciencia y he generado alguna reflexión y/o análisis sobre las situaciones de injusticia con las que convivimos. De momento, disfruten de los días que se avecinan y de lo bueno que nos traen. Les deseo, sinceramente, que sean razonablemente felices en estas Fiestas de Navidad y de manera especial el año próximo.



Bernardo Fernández
Publicado en El Catalán 16/12/19



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