Cuentan los Evangelios que
Jesús hizo el milagro de saciar a una multitud de hombres con unos cuantos
panes y unos pocos peces. Ese hecho, cierto o no, se conoce como la “multiplicación
de los panes y los peces”.
Pues bien, estamos a pocos
días de unas nuevas elecciones generales y parece que los partidos que se
presentan quieran reproducir ese milagro en versión siglo XXI. El problema es
que no nos explican cómo lo van a hacer. Y en política las cosas no funcionan
así.
Para empezar, hemos de saber
que en España los ingresos públicos vienen a ser el 37% del PIB, unos ocho
puntos menos que la media de la eurozona. El motivo de ese desfase es que
nuestro sistema tributario está lleno de deducciones, exenciones y
bonificaciones, lo que hace que los impuestos parezcan un queso de gruyer. Según
los expertos por ahí se dejan de recaudar unos 50.000 millones de euros/año.
El caso más paradigmático es
el IVA reducido del 10% que se aplica en el sector turístico. Resulta difícil
explicar porque restaurantes con tres estrellas Michelin aplican ese tipo de
impuesto. Como es lógico desde el sector se defienden, su argumento es que el
turismo es vital para la economía española porque actúa como locomotora. (?)
Por otro lado, la tasa de
parados en nuestro país es bastante más elevada que en la mayoría de los países
de la UE, lo que tiene como consecuencia que sean menos los contribuyentes que
aportan a las arcas del Estado. Además, la economía sumergida en España es muy
superior a la del resto de países de nuestro entorno y eso, es un lastre más
para las finanzas públicas.
La propuesta fiscal de los
partidos, al menos de los grandes, tiene un claro sesgo ideológico. La derecha
apuesta por una bajada de impuestos por que consideran que el dinero ha de
estar en el bolsillo de los ciudadanos. Por el contrario, los partidos de
izquierda sostienen que las Administraciones públicas han de tener los recursos
suficientes para sufragar el Estado de bienestar.
Si echamos un vistazo, aunque
sea grosso modo, a los programas electorales de los partidos que se presentan a
estas elecciones veremos que PP y Ciudadanos apuestan por bajas impuestos. En
cambio, PSOE y Unidas Podemos por subirlos. Es verdad que con todos los matices
que se quiera, pero esa es una de las diferencias fundamentales entre derecha e
izquierda.
Dicen los que saben de la
cuestión que los impuestos distorsionan la actividad económica. Es posible.
Ahora bien, lo que es una falacia es argumentar que las bajadas se financian
solas. Si se reducen los impuestos habrá que recortar gastos o suprimir
deducciones. De no ser así se disparará el déficit y ese es un lujo que no nos
podemos permitir.
Hasta ahora, todos los Gobiernos,
sin distinción de color, han intentado mantener los ingresos sobre un 38% del
PIB. La razón es que de esa manera se permite un crecimiento económico lo
suficientemente alto como para igualarnos a otros países europeos.
De todos modos, es previsible
que el gasto social aumente, debido a que tenemos una población envejecida que ira
a más. En esta situación la pregunta es: ¿hay que subir impuestos o bajarlos?
La respuesta nos vendrá dada en función de la sociedad que queramos para el
futuro. Si queremos sanidad y educación públicas de calidad, si queremos las
mismas oportunidades para todos y unas pensiones públicas dignas para nuestros
mayores, la respuesta es obvia: hay que subir impuestos.
En algún momento, a no tardar,
tendremos que decidir si queremos una sociedad como la de Estados Unidos (con
un Estado del bienestar mínimo) o una sociedad como la de Francia o los países
nórdicos, tipo Suecia, con un Estado del bienestar muy potente.
Una de las grandes cuestiones
que tendrá que abordar el Ejecutivo entrante serán las pensiones. Es necesario
garantizar su sostenibilidad y hay que decidir si se busca una vía que
complemente el sistema de financiación actual, si se reducen las prestaciones o
si se alarga la vida laboral. Los pensionistas son el grupo de electores más
numeroso y transversal, por lo que ningún partido quiere un enfrentamiento con
ellos y, por consiguiente, nadie plantea un recorte del gasto en este capítulo.
Por otra parte, hay que tener
en cuenta que a partir de 2023 se empezará a jubilar la generación del baby
boom y eso va a hacer que se necesite más dinero para financiar las pensiones,
la sanidad y, en general, todas las políticas sociales que tienen que ver con
el Estado del bienestar.
La ciudadanía, de forma
mayoritaria, somos gente muy razonable y no vamos a pedir a nuestros
gobernantes que hagan milagros ─ni el de
los panes y los peces ni ningún otro─, pero si les exigimos que trabajen con
rigor, que implanten una fiscalidad justa, que los impuestos no tengan agujeros injustos, que luchen de manera firme
contra el fraude fiscal y la economía sumergida, porque sólo así es posible
practicar una redistribución justa y equitativa de la riqueza que nos permita a
todos vivir con dignidad.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 29/10/19
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