La sentencia de los ERE de
Andalucía ha sido un torpedo en la línea de flotación del PSOE. No por esperada
ha resultado menos dolorosa para los socialistas.
Ese dictamen, aunque todavía
no es firme, es una mancha para el partido socialista. Un partido que, a lo
largo de sus más140 años de historia, siempre ha luchado por los más
desfavorecidos, el interés general de las mayorías sociales y por los
principios democráticos de libertad e igualdad, con total honestidad.
Este desafortunado asunto
empezó a tejerse con Manuel Chaves. Chaves llegó a la política andaluza en 1990.
Fue enviado allí, por Felipe González, para zurcir las heridas que había
generado el enfrentamiento entre Alfonso Guerra y José Luís Rodríguez de la
Borbolla, entonces presidente de la Junta.
Manolo Chaves estuvo dos
décadas como máximo responsable político de Andalucía. En ese tiempo puso en
marcha un sistema para rescatar empresas y trabajadores en crisis. Lo
denominaron de “paz social”. Esa fue la semilla de lo que al final hemos
conocido como el caso de los ERE.
A principios de 2009, José
Luís Rodríguez Zapatero ofreció a Manuel Chaves que asumiera una
vicepresidencia y la cartera de Administración Territorial en el Gobierno de
España. Éste aceptó y propuso a José Antonio Griñán como su sucesor en la
presidencia de la Junta. Griñán recogió el guante, pero puso dos condiciones:
repetir como candidato en 2012, para que no se le viera como un interino y
manos libres para formar su propio Gobierno.
El recién llegado era bastante
consciente de las chapuzas de la consejería de Empleo. Las subvenciones
sociolaborales se concedían fuera de los presupuestos y eso imposibilitaba
cualquier control. Ciertamente, José Antonio Griñán intentó desmarcarse de
aquel entuerto, pero la tela de araña ya estaba muy tupida y, aunque convocó un
Congreso, apartó a la gente de Chaves y se rodeó de gente joven sin piedras en
la mochila, el daño ya estaba hecho y la rueda era imparable.
No es mi intención poner en
marcha el ventilador y embadurnar a otros, cada cual es responsable de sus
actos. Sin embargo, es evidente, que el caso ERE de Andalucía reabre la batalla
entre partidos por la corrupción y con eso se van a llenar horas de tertulias,
y montones de páginas de periódicos a cuenta de quien es más chorizo que quien.
“Es un auténtico y eficaz
sistema de corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación de
la contratación pública” Se puede leer en la sentencia del caso Gürtel. Ante tanta claridad me ahorro comentarios.
En cambio, en el caso de los
ERE, más allá de que los dirigentes condenados ya habían abandonado, hace
muchos años la militancia política, no se les condena por llevarse dinero
público a sus bolsillos ni por financiar a su partido. Mientras que en el caso Gürtel, quedó probado
que las empresas de Francisco Correa se lucraron gracias a la adjudicación de
contratos públicos amañados y al cobro de comisiones ilegales por su
intermediación en otros negocios vinculados a Administraciones gobernadas por
el PP. Mordidas que de un modo u otro revertían en los populares.
Eso que referido más arriba es
corrupción y ha de ser rechazada de forma enérgica por la sociedad y castigada
con severidad y rigor por los tribunales. Los recursos que aportan los
contribuyentes se han de tratar con el máximo esmero y pulcritud. No obstante,
no es lo mismo malversar para beneficiarse de manera personal y/o favorecer al
partido que dilapidar saltándose los controles pensando que así se gana en
agilidad y por lo tanto en eficacia.
Todo esto ha sido muy triste y
lamentable, pero conviene dejar claro que esta sentencia no afecta para nada la
trayectoria política de Pedro Sánchez. Cuando ocurrieron los hechos juzgados en
la Audiencia de Sevilla, Sánchez era concejal de la oposición en el
Ayuntamiento de Madrid. Por consiguiente, poca influencia podía tener él
entonces en los ámbitos en que se cometieron los delitos.
Y, en cualquier caso, después
de este deleznable affaire ha de quedar clara una cosa: mal les pese a algunos,
y es que la separación de poderes en España es un hecho, y la Justicia en
nuestro país funciona.
Bernardo Fernández
Publicado en El Catalán
26/11/19
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