Estos días estamos asistiendo
a un auténtico aquelarre independentista. De hecho, no es ninguna novedad. Los
secesionistas catalanes son muy dados a los espectáculos y a la bulla. Lo han
demostrado en los últimos tiempos, pero la semana pasada, quizás porque saben
que la sentencia del procés está próxima, fue esperpéntica.
Desconozco si hay pocos o
muchos independentistas radicales, pero, sean los que sean, son muy activos y
parecen dispuestos a todo. Han perdido la partida y lo saben. Saben que esto se
está acabando y que la publicación del fallo de juicio del procés marcará un
antes y un después. Por eso, es conveniente que en los próximos días nos
andemos con mucho ojo porque esos descerebrados son capaces de cometer
cualquier barbaridad.
Es posible que alguno de los
lectores puede pensar que exagero. No lo crean. Basta echar un vistazo a los
acontecimientos ocurridos tras la detención de unos presuntos terroristas, para
ver hasta dónde puede llevar la obcecación, la ceguera ideológica y el
fanatismo.
Se han hecho concentraciones y
manifestaciones para pedir la libertad de los detenidos. TV3 retransmitió en
directo una rueda de prensa de familiares de los presuntos terroristas y en los
informativos de la cadena se habla de montaje policial y más de los derechos de
los detenidos que de los atentados que hubieran podido cometer.
En el Parlament se volvieron a
vivir momentos de tensión que recordaron a los aciagos días de septiembre y
octubre de 2017, porque la mayoría secesionista se empecinó en desafiar al
Estado y aprobar diversas resoluciones que defienden la legitimidad de la
desobediencia civil e institucional. Y por si no había bastante, exigían la
retirada de los efectivos de la Guardia Civil de Cataluña, porque son “fuerzas
de ocupación” y una ley de amnistía si se condena a los líderes del procés.
Un amplio grupo de diputados,
entre ellos el propio president de la Generalitat, aplaudió y gritó “llibertat,
llibertat”, cuando llegó a la Cámara la noticia de que los independentistas
detenidos pasaban, por orden del juez, a prisión preventiva y sin fianza.
Pero es que escenas similares
se repitieron al día siguiente en la Asamblea General de la Asociación de
Municipios por la Independencia (AMI) done habían asistido casi 200 alcaldes.
La pregunta aquí, además de
obvia es obligada, si espectáculos de ese nivel se dan en las instituciones por
personas que se supone han de transmitir serenidad y templanza, ¿qué no puede
ocurrir en la calle? Que cada cual responda según su criterio
Hemos vivido una semana
horribilis y es fácil suponer que esto ira in crescendo hasta la publicación de
la sentencia y un tiempo después. Esperemos que no ocurra nada irreparable.
Luego, con el dictamen sobre
la mesa habrá que pasar página. El independentismo más posibilista (no me
atrevo a decir sensato porque no existe como proyecto político) debería llevar
a cabo una revisión profunda de sus planteamientos y reconocer que han cometido
errores de bulto: la unilateralidad, primero y el “lo volveremos a hacer
“después, son lo más parecido a bravuconadas de taberna.
De igual manera los dirigentes
del procés deberían admitir su fracaso y asumir las posibles responsabilidades
penales que de sus actos se hayan podido derivar. No pueden seguir engañando a
la gente y jugando con sus sentimientos. La ciudadanía no se lo merece. Además,
han destrozado el país que tanto dicen querer. Por eso han de dar un paso al
lado para que sean otras las personas que enderecen la caótica situación que
ellos generaron. Es necesario que vuelva el seny, cicatricen las heridas que ha
ocasionado el procés en la sociedad y Cataluña vuelva a ser lo que nunca
hubiera tenido que dejar de ser: un solo pueblo.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 30/09/19
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