21 de setembre 2019

CRÓNICA DE UN FRACASO


Me hubiera gustado no publicar este artículo. De hecho, hacía días que lo tenía hilvanado y sólo faltaba incluir alguna cuestión de última hora, alguna reflexión, limarlo un poco y enviarlo a la redacción de e noticíes.
Pese a todo, abrigaba la secreta esperanza, fallida por otra parte, de que al final se pondrían de acuerdo, tendríamos Gobierno progresista y yo echaría estas líneas a la papelera. No ha sido posible. Los peores presagios que hemos ido albergado en los últimos meses se han hecho realidad y el próximo 10 de noviembre seremos llamados a las urnas.
Como no puede de otra manera, estos días van a correr ríos de tinta del porque y el por qué no del fiasco de la investidura de Sánchez, encontraremos opiniones para todos los gustos.
Ahora empezaran -de hecho, han empezado ya─ las especulaciones de todo tipo, sobre a quién beneficia y a quien no este adelanto electoral, quien gana quien pierde, si habrá vuelco electoral o no. Mientras, las empresas de demoscopia encantadas de la vida, todo esto les viene que ni pintado: nuevos comicios, nuevos estudios, nuevas prospecciones y, lógicamente, mayor facturación.
En cualquier caso, no seré yo quien señale un culpable de este desaguisado. Sí creo que ha faltado en los responsables de las negociaciones sentido de Estadio, responsabilidad y altura de miras. Han priorizado los interese personales y/o de partico sobre los intereses de país. Estoy muy dolido con toda nuestra clase política, pero de manera especial con la izquierda, y prefiero que sean otros los que pongan nombre y apellidos a este fracaso. Por una vez, y sin que sirva de precedente comparto el análisis de Gabriel Rufián cuando dice que la gente está hasta los bemoles de los políticos. No le falta razón
Me voy a quedar a ras de suelo y voy a hacer un breve listado de lo que significa, así a bote pronto, no tener un Gobierno en plenitud de funciones y que no lo tendremos, en el mejor de los casos hasta bien entrado enero de 2020.
Para empezar, seguiremos con los presupuestos prorrogados. Las comunidades autónomas continuarán asfixiadas económicamente porque un Gobierno en funciones no puede hacer transferencias ni adelantos. Además, tendrán que hacer juegos malabares para elaborar los presupuestos de 2020 porque no sabrán, a ciencia cierta, de recursos dispondrán.  Una nueva recesión hace semanas que está llamando a la puerta y aquí estamos con un Ejecutivo provisional que tiene una capacidad de maniobra casi nula.
Por otra parte, el Brexit duro de Boris Johnson, lo tenemos a la vuelta de la esquina y como nos va a afectar es imprevisible. Las sentencias por el procés se harán públicas en pocas semanas y, con toda seguridad, en Cataluña van a ocurrir cosas, ¿qué respuesta política podrá dar un Gobierno interino?
Estos, son, tan solo, algunos de asuntos de gran calado que se deberían afrontar en los próximos meses. Después, están aquellas cuestiones que como ciudadanos de a pie que somos nos afectan en nuestro día a día. Por ejemplo, la ineludible reforma del mercado laboral, la precariedad en el empleo, la subida de las pensiones, el año que viene por no haber presupuestos ni acuerdo, en teoría, sólo deberían subir un 0,25%, si no sucede algún imprevisto, imposible de predecir en estos momentos. Sin olvidar los recortes en sanidad, servicios sociales y educación por el bloqueo de las cuentas mencionado más arriba.
En definitiva, ese es el panorama tan poco esperanzador que nos ha dejado nuestros políticos con su nula capacidad para negociar y pactar.
No quiero ser agorero pero este artículo no puede ser otra cosa que un continente de decepción porque nuestra historia política de los últimos meses no deja de ser la crónica de un fracaso. O pero aún: un fracaso inapelable de la izquierda.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 19/09/19

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