08 de juny 2022

JUNTS, FUTURO INCIERTO


 Junts no es un partido político al uso. Junts se fraguó en el otoño de 2017, como consecuencia de la incomodidad de Carles Puigdemont con la forma de hacer de su organización, entonces el PDeCAT. El dirigente independentista, con un puñado de colaboradores, algunos antiguos compañeros de viaje en la cosa pública y otros ajenos a la política, constituyó su propio sanedrín. Eso hizo posible que, en las elecciones de diciembre de 2017, se presentasen con la marca Junts per Catalunya, una plataforma integrada por el PDeCAT —heredero de Convergència— e independientes.

Un tiempo después, los que habían entrado como independientes, en un golpe de audacia, se hicieron con el control de Junts, y dejaron al PDeCAT en la cuneta de la irrelevancia. Los rostros más visibles de ese grupo son Laura Borràs, Miriam Nogueras o Joan Canadell, pero junto a ellos existen otras personas de tipología sociológica similar.  Son gentes con formación y que han llegado a la política no tanto por vocación de servidores públicos ni para conseguir empleo, sino porque su situación laboral no satisface sus expectativas y no les aporta la notoriedad social deseada. Otros son empresarios que ven en el Estado un freno a su actividad y buscan establecer una legislación y condiciones más favorables a la pequeña y mediana empresa.

Así pues, en Junts conviven dos almas. Por una parte, están los que sobrevivieron al naufragio de Convergencia, es el caso de Josep Rull, Jordi Turull o Albert Batet y por otra, los recién llegados.

A estos últimos no les valen las medias tintas. Por eso, su planteamiento es netamente   unilateralista, o todo o nada. Si resulta, tienen mucho que ganar. Si no, volverán a la casilla de salida, pero no tienen tiempo —muchos están en la cincuentena— para participar en reuniones, actos y escalar posiciones en la estructura de un partido.

Tras las renuncias sucesivas a sus respectivos cargos de Jordi Sánchez, Carles Puigdemont y Elsa Artadi, el partido quedó, aunque fuese momentáneamente, descabezado; pero sobre todo perdió su principal activo electoral: Puigdemont; el president legítimo dicen ellos.

Ante esa situación y tras intensas negociaciones más o menos discretas, se llegó a una solución de consenso para que Jordi Turull y Laura Borràs fueran  propuestos para ocupar la secretaría general y la presidencia, respectivamente.

Este último fin de semana se ha escogido a la nueva dirección, en la primera fase de un cónclave que han celebrado en Argelers, en la región francesa de Catalunya del Nord. La votación telemática, en la que podían participar todos los afiliados con un mínimo de seis meses de antigüedad y estar al corriente de pago, ha dado como resultado un 92% de los votos para el exconseller Turull, y un 78% para Borrás, presidenta del Parlament.

Esa nueva dirección, que fue diseñada de manera equitativa por la presidenta y el secretario general, será la encargada de elaborar una propuesta de ponencia política para actualizar la hoja de ruta, la estrategia del partido y la modificación de los estatutos, con el objetivo que la nueva presidencia del partido tenga también funciones ejecutivas y no solo de representatividad como sucedía hasta ahora. 

Los nuevos máximos dirigentes no lo tendrán fácil porque Turull sigue cumpliendo condena de inhabilitación por el 1-O, por lo que sus aspiraciones políticas se limitan, de momento, a la vida orgánica del partido. En paralelo, Laura Borràs está amenazada por la causa judicial abierta en el TSJC por supuesto fraude en la gestión de la Institució de les Lletres Catalanes. En consecuencia, una de las tareas del nuevo órgano rector será buscar cabezas de cartel para las próximas contiendas electorales, tanto en el ámbito municipal (en especial deberán pensar en Barcelona), sin olvidar el Congreso de los Diputados y el Parlament.

En una carta enviada a los militantes días antes del Congreso, Borràs y Turull reivindican la "lógica de movimiento de emancipación nacional" que representa Junts como "un instrumento de construcción nacional y de acción política en favor de la libertad de Catalunya y del progreso y el bienestar de su gente". En el texto reivindican Junts como un partido "nuevo, abierto, democrático, nacido de la generosidad y la suma de personas y el capital cultural y el bagaje de las plurales tradiciones ideológicas del independentismo".

Este es el enésimo intento de ocupar el espacio sociológico y electoral que dejó vacío Convergencia, aunque desde una radicalidad impensable en los buenos tiempos del pujolismo del “peix a cove”. Por eso, no sé si las dos almas del partido, junto con la dirección bicéfala, sumado a los planteamientos fundacionales que se desprenden de la misiva enviada a la militancia auguran larga vida y grandes éxitos al proyecto.

 Más allá de las alaracas y soflamas incendiarias que se pudieron escuchar en la sesión inaugural del Congreso, me parece razonable esperar a los días 16 y 17 de julio, que será cuando realicen, en La Farga d l’Hospitalet la segunda fase de su cónclave; allí presentarán sus documentos y definirán los grandes ejes de su acción programática. Será, entonces, cuando nos podremos hacer una idea de sus auténticas pretensiones. Aunque visto lo visto, si siguen la línea marcada por los discursos del primer día, me atrevo a asegurar que tienen un futuro más bien incierto.

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 06/06/2022

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