07 de juliol 2022

AMNESIA POLÍTICA


 

Nunca sabremos si adelantar las elecciones autonómicas, en tres comunidades, fue fruto de una profunda reflexión de las cabezas pensantes del PP o simple casualidad. En cualquier caso, les ha salido a pedir de boca.

En mayo de 2021 probaron suerte en Madrid y la jugada fue redonda. Isabel Díaz Ayuso se deshizo de Ciudadanos, mandó a Pablo Iglesias a su casa y dejó al PSOE tirado en la cuneta. En febrero de este año las elecciones anticipadas fueron en Castilla León y ahí, aunque el resultado no fue brillante, el líder popular, Alfonso Fernández Mañueco, también se desembarazó del partido naranja e incorporó a su Gobierno gente de Vox y seguro que así se siente más cómodo. Pero donde el adelanto ha sido para quitarse el sombrero es en Andalucía, en las elecciones del pasado 19 de junio. En esa comunidad, Moreno Bonilla ha logrado la cuadratura del círculo. Ha enviado a Ciudadanos a la papelera de la historia, ha convertido a Vox en un partido prescindible, ha sumido a la izquierda en la irrelevancia y en el PSOE ha abierto una vía de agua que amenaza con anegar la calle Ferraz de Madrid. Mejor… imposible.

Con esos resultados sobre la mesa, y cuando faltan diez meses escasos para las elecciones autonómicas en diversas comunidades y municipales en todo el territorio, no es de extrañar que a más de un dirigente autonómico y/o municipal un sudor frío les haya empezado a resbalar por la espalda. No es para menos. Los nubarrones que se divisan en el horizonte de la izquierda amenazan con provocar un tsunami electoral que puede ser devastador.

Es evidente que cada autonomía y cada municipio tiene sus especificidades, su idiosincrasia y sus propios imputs, pero si atendemos a los números veremos que desde hace tiempo se está gestando una ola derechizante que parece ir in crescendo. En las elecciones madrileñas la derecha ganó por 16 puntos, en los comicios de Castilla y León aumentó la ventaja a 19, pero es que ahora, en Andalucía ha sumado el 60% de los votos emitidos.   Por lo tanto, no es de extrañar que con este panorama haya surgido un cierto desasosiego en los cuarteles de las izquierdas.

Ni en la política ni en la vida las cosas ocurren porque sí. Este avance de la derecha tiene mucho que ver con la situación de incertidumbre que estamos viviendo. Una situación que, sin embargo, no tiene sus orígenes en motivos internos ni en el funcionamiento de nuestro sistema productivo o económico. No obstante, nos golpea a todos sin excepción, y de manera especial a los más débiles y a las clases medias. Eso explica, en parte, esa tendencia de amplios sectores de la ciudadanía a mirar a la derecha.

Todo indica que, lamentablemente, amplios segmentos sociales padecen una cierta amnesia política. Algunos han olvidado muy deprisa la actitud que tuvo el Gobierno central en la crisis económico- financiera de 2008. En aquella ocasión el Banco Central Europeo (BCE) concedió a España un crédito de 60.000 millones de euros, para rescatar a los bancos (un préstamo que aún estamos pagando) y el Gobierno dedicó 0 euros, a evitar desahucios y ayudar a las familias. Y eso por no hacer aquí una relación exhaustiva de los recortes en salud, educación o servicios sociales.

En cambio, el Gobierno de coalición y progresista logró que le UE aporte a España unos 144.000 millones de euros (casi la mitad a fondo perdido) para salir con los menos daños posibles de la pandemia generada por el Covid-19. Además, puso en marcha mecanismos como los ERTE, los pagos aplazados a la Seguridad Social, créditos a bajo interés para los autónomos y las pymes   u otras medidas para paliar, en la medida de lo posible, el impacto económico que traía aparejado el virus.

Ahora, ese mismo Ejecutivo se ha comprometido a gastar casi 15.000 millones de euros hasta finales de año  para intentar proteger a los más  vulnerables y a las clases medias de la subida de precios de la energía y de una inflación que no da señales de amainar. Una inflación que tiene efectos directos en la economía de las familias porque debilita su poder adquisitivo y pone en riesgo la capacidad de ahorro.

Es muy posible que haya quien piense que con esas medidas no es suficiente y no le faltará razón. Ahora bien, yo invito a quien quiera que piense, por un momento, que hubiera hecho un gobierno de derechas, como el que teníamos en 2012, en una situación como la actual o durante la pandemia.

Hay dos cosas que la ciudadanía no tolera en las organizaciones de izquierdas: una es la corrupción y la otra las divisiones internas. Pues bien, a día de hoy el Gobierno central, en cuestiones de corruptelas, hasta donde sabemos la opinión pública, está inmaculado. Sin embargo, las desavenencias en el Consejo de ministros son una constante y eso no es lo malo. Lo malo es que lo airean como si estuviesen en un patio de vecinos. Como dice el refrán: “que se queme la casa, pero que no salga el humo”. Y eso duele, especialmente, cuando se analiza la gestión de Ejecutivo y se observa que se está haciendo una buena gestión. Si no, ahí está la Ley de la eutanasia, la ley trans (actualmente en trámite en el Congreso), el Ingreso Mínimo Vital, La Reforma Laboral, el incremento del Salario Mínimo, la indexación de las pensiones al IPC…pero el ruido que rodea todas y cada una de esas iniciativas, además de mucho, es innecesario, e irrita y desconcierta a la ciudadanía, que bastante tiene con sus propios problemas.

Si elementos como la falta de materias primas, de alimentos básicos, la inflación, el ruido mediático o el infantilismo naif de Unidas Podemos (que ya ha anunciado que no votará el próximo presupuesto de defensa por la implicación de España en la OTAN) no se hacen insoportables, las próximas elecciones generales se celebrarán a finales de 2023. Los dos partidos que forman el Ejecutivo tienen tiempo para aparcar sus diferencias, poner en valor lo que se ha hecho y explicar lo que se quiere hacer. Eso sí, con tranquilidad y sin estridencias. Estoy convencido que, si lo hacen, la victoria no se puede escapar. Y es que, solo de pensar que podemos padecer, a nivel nacional, un nuevo gobierno del PP, me dan ganas de echar a correr.   

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 04/07/2022

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