09 de juliol 2022

CRÓNICA DE UNA INHABILITACIÓN ANUNCIADA


 

Me ha parecido oportuno parafrasear el título de la celebérrima novela de Gabriel García Márquez “Crónica de una muerte anunciada” para dar nombre a esta columna, porque creo que existe una cierta similitud entre la magnífica narración del Premio Nóbel y la cuestión que yo quiero explicar aquí: los supuestos trapicheos económicos de Laura Borrás cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes (ILC),

De la misma manera que en la novela casi todo el pueblo sabe que van a matar a un hombre, excepto la propia víctima. En el tema que nos ocupa, casi todo el mundo considera que Borrás va a ser inhabilitada, menos la propia interesada que se empeña en proclamar su inocencia, aunque las pruebas obtenidas por los Mossos d’Esquadra y entregadas a la justicia dejan poco margen para la duda.  

Toda acción tiene consecuencias, y eso es lo que le ocurre a Laura Borrás. La actual presidenta del Parlament hizo caso omiso de las advertencias que una responsable de la ILC, el organismo que dirigió entre 2013 y 2018 le hizo llegar sobre los contratos adjudicados a dedo al informático Isaías H. Borràs no atendió los avisos de la responsable de gestión administrativa de la ILC en el sentido de que no podía fraccionar contratos que en realidad tenían un mismo fin: el mantenimiento del portal web de la institución que promueve la creación literaria en catalán.

Laura Borrás está a un paso del banquillo de los acusados por malversación, prevaricación, falsedad documental y fraude. Según las conclusiones del juez instructor, la actual presidenta del Parlament fraccionó artificialmente contratos para beneficiar a Isaías H., con el que había mantenido previamente una relación profesional en el grupo Hermeneia (de investigación literaria) y en un máster que Borràs dirigía en la Universidad de Barcelona (UB).

Lo curioso de esta presunta corruptela es que se conoció de rebote. Los Mossos d’Esquadra empezaron a tirar del hilo a raíz de una investigación sobre narcotráfico al amigo Laura Borràs, Isaías H, el hombre que recibía encargos de la ILC.

Entre 2013 y 2017, Borràs -que como directora del organismo era también responsable de las contrataciones- adjudicó 18 contratos menores para el mantenimiento del portal web. Seis de esos contratos fueron adjudicados al informático y el resto, sobre el papel, a otras personas y cooperativas. La realidad, según la investigación judicial, es que Isaías H. fue el autor material de todos los trabajos, y que recibió “indicaciones” de Borràs para presentar presupuestos falsos, de manera que se simulaba la existencia de otras ofertas.

La causa ha entrado en su fase final y Laura Borrás podría ser juzgada antes de que acabe el año. Y esa posibilidad amenaza con provocar el enésimo choque entre los dos socios del Govern de la Generalitat. 

Junts per Catalunya espera y reclama un "frente común" del independentismo para "defender" el escaño de la presidenta del Parlament y la "soberanía" de la institución. Sin embargo, los antisistema de la CUP ya advirtieron tiempo atrás que esta causa nada tenía que ver con el independentismo y que, por lo tanto, ellos no moverán un dedo en favor de la presidenta. Por su parte, la secretaria general adjunta de ERC ya ha dicho en rueda de prensa que “el caso de Borrás no es represión, sino de mala praxis”. Por eso, los republicanos se inclinan por que se aplique el reglamento al pie de la letra y que cuando se le abra juicio oral pierda su condición de diputada en virtud del artículo 25.4 de la normativa, que es relativa a las causas relacionadas con la corrupción.

Es muy posible que el próximo otoño asistamos al desenlace de este nuevo culebrón. Pero, sea el que sea, enrarecerá un poco más las relaciones entre los dos partidos del Govern y fraccionará un poco más, si cabe, la teórica mayoría independentista. No es probable que la cosa vaya a mayores, son muchos los intereses que unen a Junts y ERC. No obstante, que todo esto suceda cuando estamos sumidos en una crisis de consecuencias imprevisibles y a las puertas de unas elecciones municipales que pueden ser la penúltima batalla por la hegemonía política para los próximos años dentro del independentismo, da que pensar porque no parece la manera más adecuada de encarar los desafíos que, como sociedad, tenemos por delante. 

 

 

Bernardo Fernández

Publicado en El catalán 06/07/2022

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