12 de juliol 2022

EL ESPIRITU DE ERMUA


 

Estos días se cumplen 25 años del brutal asesinato de Miguel Ángel Blanco. Miguel Ángel Blanco era un joven de 29 años militante del PP y concejal del Ayuntamiento de Ermua; fue secuestrado por la organización terrorista ETA, que exigió a cambio el acercamiento de todos los presos de la organización terrorista a las cárceles del País Vasco. Ante la negativa del Gobierno central a negociar con la banda, Blanco fue tiroteado en un descampado. Lo encontraron agonizante y trasladado a un hospital murió pocas horas después.

En 1995 ETA dio un giro muy importante a su estrategia terrorista. Colocó a los medios de comunicación y a los periodistas en su objetivo. A la vez que comenzaba una serie negra de atentados contra representantes de partidos políticos democráticamente elegidos, fundamentalmente del Partido Popular y del Partido Socialista. Este giro estratégico tuvo su punto culminante el 12 de julio de 1997, fecha en la que después de mantener secuestrado durante dos días al concejal del PP en Ermua, Miguel Ángel Blanco, ETA acabó por asesinarlo.

La muerte del edil popular marcó un antes y después en el tratamiento periodístico de los atentados de la banda terrorista. Desde esa fecha ya nada sería igual y los medios de comunicación adoptaron una posición activa en la lucha contra ETA.

Aquel asesinato desató una inmensa ola de indignación en toda España contra los terroristas. Las 48 horas que estuvo retenido cayeron como una losa sobre un país en tensión que clamaba por un final pacífico que ETA no permitió.

El 13 de julio de 1997, a las 4.30 de la madrugada, murió Miguel Ángel Blanco, tras haber pasado 12 horas en coma irreversible, después de haber recibido dos tiros en la nuca. La banda terrorista cumplió su amenaza. ETA había hecho oídos sordos a la mayor movilización que se había registrado hasta el momento en España contra una acción terrorista. 

En aquel contexto de tensión y ambiente de máxima crispación se materializó el espíritu de Ermua. Un concepto que define la unidad de toda la sociedad frente al fanatismo y la intolerancia de un enemigo común. Se puso de manifiesto mediante movilizaciones espontáneas en toda España, como expresión de la solidaridad con el secuestrado en un principio y, por extensión, con todas las víctimas del terrorismo de ETA más tarde. El movimiento supuso un punto de inflexión en la percepción que la sociedad española tenía respecto a la actitud de la sociedad vasca ante el grupo terrorista, pues, aunque no encontraba apoyo en la sociedad, esta no mostraba un rechazo explícito como sucedió a partir de entonces. En aquel contexto no se debería perder de vista que Xabier Arzálluz, durante veinticuatro años presidente del Partido Nacionalista Vasco, cuando se refería a la gente de ETA, hablaba de “esos chicos descarriados”

Aquel secuestro y asesinato provocaron un gran sentimiento social de rechazo hacia ETA en prácticamente todos los sectores de la ciudadanía. Aunque asociaciones como Gesto por la Paz de Euskal Herria​ ya habían iniciado tiempo atrás sus movilizaciones cívicas contra la violencia, a partir de entonces las organizaciones y las expresiones en contra de la violencia de ETA aumentaron.

Tras diversos encuentros y reuniones de varios profesores después del secuestro y posterior asesinato del concejal, surgió el Foro Ermua. Su eje de acción fue un manifiesto de repulsa donde se proclamaba su oposición a cualquier negociación con ETA que no fuese  su disolución como organización armada y la unidad antiterrorista de los dos grandes partidos políticos, PP y PSOE.

Del espíritu de Ermua solo queda el recuerdo. Quizás por eso, ahora, a pesar de que algunos partidos políticos y   asociaciones de víctimas del terrorismo habían mostrado, inicialmente, predisposición a realizar de manera conjunta un acto institucional, presidido por Felipe VI, con el que recordar, en el vigésimo quinto aniversario al edil asesinado por ETA, así como al resto de víctimas, ha sido imposible.  Después de muchas idas y venidas, la supuesta unanimidad ha saltado por los aires. El argumento formal ha sido el acuerdo para aprobar la ley de Memoria Democrática alcanzado entre el Gobierno y EH Bildu. Sí, tan absurdo como cierto.

"No compartiremos el homenaje con los socios de Bildu, es decir, con el Gobierno", dijeron desde Vox, en alusión a los acuerdos suscritos por ambas partes en lo que va de legislatura. Otro personaje que merece mención especial es Carlos Iturgaiz. El presidente del PP vasco, quién ha declarado  que el presidente del Gobierno tiene ese día "una oportunidad de oro" para "romper con Bildu y dejar de ser el socio" de un partido "dirigido por los jefes de ETA". "Si no lo hace –advirtió–, no sería entendible su presencia". Tampoco asistió al referido homenaje José María Aznar que era el presidente del Gobierno en los días del fatídico atentado.

“Pruebas son amores y no buenas razones”, dice el refranero español.  Pues bien, en nuestro panorama político encontramos personajes que, hasta en las ocasiones en las que el respeto a la dignidad y la decencia deberían estar por encima de cualquier otra consideración por importante que ésta sea, no saben ni quieren estar a la altura de las circunstancias.

Después de 25 años de aquel abominable acto, nos queda la tranquilidad de que ETA ya no existe y, por consiguiente, no volverá a matar. Sin embargo, llevamos en el alma el regusto amargo de la catadura moral y la miseria política de algunos individuos.

 

Bernardo Fernández

Publicado en e notícies 11/07/2022

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