La situación política española, en las últimas semanas, ha rozado el esperpento. Ya se sabe que en los gobiernos de coalición, más pronto o más tarde, acaban surgiendo conflictos de intereses, sobre todo cuando hay elecciones a la vista, pero todo tiene sus límites y la actitud de Podemos por el caso de las escuchas es de juzgado de guardia.
Pero quien quizás haya sido más duro, en todo este asunto de las escuchas, aunque su resonancia mediática haya sido menor, ha sido Jaume Asens, presidente del grupo parlamentario de Unidas Podemos. En la comparecencia del ministro de Presidencia, Félix Bolaños, en la comisión Constitucional del Congreso, fue Asens quien le propinó “el peor rapapolvo”, según comentaron después miembros de la oposición. En opinión de Asens, “estamos ante un escándalo mayúsculo, muy grave y el mayor de los últimos años”, que ataques de ese calado provengan de la oposición se pueden considerar más o menos normales, pero que vengan de los socios de gobierno dan que pensar. Ante este estado de cosas queda claro que con amigos como estos ni Pedro Sánchez ni el PSOE necesita enemigos.
El 14 de julio de 2015 Pablo Echenique publicó un sustancioso artículo en El País, titulado “Ahora, la gente común”, en aquella columna, entre otras cosas decía: “Desde hace más de un año soy activista a tiempo completo. Es decir, dedico mis días a buscar y ejecutar iniciativas que espero que conduzcan a que todos vivamos un poco mejor…” O sea, dediquése a eso que el resto de los mortales llamamos política, y gracias a eso nos enseñaron a todos el camino para “vivir un poco mejor”. Claro, los que se dedicaban a hacer política antes que él, eran todos, sin excepción, una panda de aprovechados. “La casta” en su argot. Menos mal que comenzaron ellos para salvarnos del fuego eterno. Sean por siempre cargados.
A pesar de todo y, aunque desde el minuto uno de la legislatura, casi toda la oposición está pidiendo que se disuelvan las Cortes y se convoquen elecciones porque, en su opinión, esto no se aguanta, todo indica que este Ejecutivo va a agotar su mandato
Es verdad que los socios de Gobierno se tiran los platos a la cabeza cada dos por tres, y parece que el socio minoritario de la coalición se lo pasa pipa haciendo de oposición y pidiendo dimisiones a las primeras de cambio. Sin embargo, la realidad es que estamos ante el primer Gobierno de coalición de la historia de la democracia recuperada, que tenemos el Congreso de los Diputados más fragmentado, hasta el momento, con 28 organizaciones políticas. Un Ejecutivo que casi no había tomado posesión y ya tuvo que enfrentarse a una pandemia , y cuando ésta aún no estaba del todo vencida estalló una guerra en el patio trasero de Europa . Y, a pesar de todo eso, ha sacado adelante leyes de gestión de la pandemia, dos Presupuestos Generales, el Ingreso Mínimo Vital, una reforma laboral que está marcando records históricos en creación de empleo e incrementando los contratos indefinidos como nunca antes se había logrado, una compleja Ley de Cambio Climático, la subida del salario mínimo interprofesional , el Programa de Recuperación, Transformación y Resiliencia, sin olvidar todos los acuerdos alcanzados entre Gobierno, sindicatos y patronal.
No obstante, el volumen sonoro en torno a la acción de Gobierno es excesivo, y es que más allá del ruido generado por aquellos que anhelan la caída del Ejecutivo, es una evidencia de que en democracia una buena gestión no es suficiente para revalidar un gobierno.
Quizás el problema es que en Podemos aún no tienen cultura de Gobierno, pero la situación no está para juegos florales. Está en juego el futuro. Por eso, sería bueno que tomaran conciencia de la dimensión de la situación y, sin renunciar a nada, cerrasen filas e hiciesen frente común entre los miembros del Ejecutivo. No solo se puede discrepar, si no que se debe discrepar, pero sin perder ni las formas ni la compostura.
Bernardo Fernandez
Publicado en e notícies 16/05/2022
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