26 de juny 2020

ENVIDIA AJENA


Solía decir Pasqual Maragall que “para la derecha que gobierne la izquierda es un accidente porque ellos han mandado siempre en España”, cuánta razón tenía el visionario político catalán.
Desde la reinstauración de la democracia, hasta la aparición en la escena política nacional de José María Aznar, la derecha estuvo como acomplejada. Daba la sensación de que se querían hacer perdonar su pasado franquista. Después, con el “váyase, señor González” y, sobre todo, con la mayoría absoluta del PP en el año 2000 se vinieron arriba. A partir de ese momento, los gobiernos de izquierda, primero el de José Luís Rodríguez Zapatero y ahora el de Pedro Sánchez han sido para ellos anomalías históricas y, por consiguiente, todo vale para derribarlos.
Por eso, cuando supe qué el líder de la oposición portuguesa y del partido conservador PSD, Rua Río, le decía al presidente del gobierno de su país, Antonio Costa, en un pleno del Parlamento de Portugal: “Señor primer ministro, cuente con nuestra colaboración. Todo lo que podamos ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte…”, sentí envidia ajena. igual que aquí, pensé.
El pasado 27 de mayo la Comisión Europea propuso un fondo de recuperación, dotado de 750.000 millones de euros de los cuales 500.000 estarían destinados a subsidios y el resto a préstamos. La idea inicial de la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, proponía una condicionalidad suave, vinculada a recomendaciones anuales sobre reformas que la UE aprueba en el marco de la vigilancia macroeconómica conocido como Semestre Europeo.
Sin embargo, Holanda, Suecia, Austria, Dinamarca, los países llamados halcones, no ven con buenos ojos la iniciativa y quieren endurecer de manera considerable la concesión de subsidios. Por eso, los negociadores consideran imprescindible que se haga alguna concesión a esos países para que acepten que dos tercios de los recursos sean sin retorno. Además, ese acuerdo es urgente porque si hay consenso y el pacto se cierra en las próximas semanas esas ayudas llegarán a los países que más las necesitan a finales de este año o a principios del que viene como muy tarde.
No obstante, siempre tiene que haber algún aguafiestas. En esta ocasión, para variar, ha sido el PP. El último episodio de deslealtad política ha sido que los eurodiputados del Partido Popular se han alineado con los países más duros de la Unión Europea para imponer unas normas muy estrictas y exigentes para acceder a ese fondo de recuperación.  La pretensión de los halcones es garantizar que el dinero que se pondrá en circulación se utiliza para inversiones de valor añadido y reformas.
Esa matización que sobre el papel puede parecer bastante razonable, es posible que, a la hora de la verdad, esa pretensión se convierta en un campo de minas que impida que las ayudas lleguen donde se necesitan. Que lo pidan Austria, Holanda o Dinamarca, nos guste o no, forma parte de la dinámica europea, pero que se añada la derecha española, es directamente una traición no a España, que no deja de ser un concepto un tanto abstracto; es una traición y un robo a la ciudadanía española, que para mí es un concepto mucho más tangible.
Además, y aunque solo sea una anécdota, en esta ocasión el PP está capitaneado, en Bruselas por la catalana Dolors Montserrat, para que quede claro que la mala gente no es exclusiva de ningún sitio, nacen en cualquier parte, también en Cataluña.
De todos modos, esta actitud despreciativa de la derecha no es nueva y no nos debería sorprender. En 1994 cuando el Gobierno socialista de Felipe González logró una importante aportación de fondos de la UE para España, el líder de la oposición José María Aznar trató al presidente del Gobierno de “pedigüeño”. Ahora, según Alberto Núñez Feijóo, con la aquiescencia de la cúpula de su partido, ha dicho que “Sin ese dinero no podemos llegar a final de mes. España no tiene autonomía financiera para poder endeudarse si no es con el respaldo de la UE.” Desde luego, con amigos así no hacen falta enemigos.
Todos hemos podido observar la actitud, cada vez más mezquina, de la oposición política de nuestro país a lo largo de estos meses de crisis y confinamiento. Nadie les pide que hagan una oposición como si fueran un osito de peluche, seguramente no sería bueno para nadie. Pero el todo vale y demonizar al Gobierno haga lo que haga ha sido el leitmotiv de estos tiempos que nos ha tocado vivir.
Los populares han de entender que no pueden continuar con la bronca permanente, la ciudadanía sabe que con esa estrategia no se va a ninguna parte. El ejemplo está en la patronal que ha comprendido cual es la situación y se ha sentado, junto con le resto de agentes sociales, a negociar con el Gobierno para establecer medidas que den aire a las empresas y mantengan los puestos de trabajo.
Esa actitud, de puro sentido común, ha descolocado al PP y les ha sentado como una patada en salva sea la parte, que cada vez está más aislado, aunque sea con la inestimable compañía de Vox; y es que el giro de Ciudadanos tiene mucho que ver en toda esta martingala política.
En estas circunstancias, los populares tendrán oportunidad de rectificar en la tramitación presupuestaria que se va a iniciar en breve. De no hacerlo, habrán cometido un error, con toda probabilidad, histórico.  
Reconducir la situación está en su mano.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 23/06/20


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