La situación de emergencia
socio económica que nos deja la covid-19 es de proporciones bíblicas. En estas
circunstancias, la colaboración leal y solidaria entre gobiernos e
instituciones se hace más necesaria que nunca. Solo sumando esfuerzos y remando
todos en la misma dirección saldremos de esta de manera más o menos aceptable.
En este contexto, la
frivolidad, la deslealtad institucional permanente y las cicaterías rastreras
tendrán poco recorrido. Ante este estado de cosas los partidos políticos
deberán revisar sus estrategias a corto y medio plazo. De no hacerlo, algunos
corren el riesgo de quedar en fuera de juego. Muchas de las cosas y las maneras
de hacer que hasta ahora han sido viables, hoy empiezan a ser cuestionadas y
mañana, es muy probable que ya estén obsoletas.
Este nuevo paradigma lo ha
entendido a la perfección Ciudadanos y está haciendo de la necesidad virtud.
Pero quizás, uno de los partidos más afectados por la nueva normalidad sea ERC.
Por eso los republicanos catalanes harán bien en decidir que quieren ser cuando
sean mayores.
El último ciclo electoral ha
puesto de manifiesto que en España hay una mayoría social de izquierdas. Sin
embargo, esa mayoría se traduce en el tablero parlamentario de una forma muy
fragmentada, y eso hace que la gobernabilidad del país sea, como estamos viendo
en las últimas semanas, muy complicada.
Pues bien, esto ocurre cuando
nos enfrentamos a la situación más difícil que como país henos tenido que
afrontar desde la restauración de la democracia. Es el momento de cerrar filas
e ir todos en la misma dirección. Sin embargo, estamos viendo como la oposición
utiliza todos los mecanismos que tiene a su alcance, y los que no también, para
acorralar al Gobierno e intenta forzar un adelanto electoral, para cuanto antes
mejor.
Con este panorama de fondo, ERC
puede jugar un rol muy determinante. Los republicanos pueden fortalecer el
perfil progresista y plurinacional del Gobierno de coalición. Ahora bien, lo
han de hacer desde la lealtad institucional, que no significa ni entreguismo ni
dejación de creencias.
Decía Winston Churchill: “dime
que presupuestos apruebas y te diré que políticas practicas”. En ERC sostienen
que su independentismo es de izquierdas y no nacionalista. Propongo que echen
un vistazo a los presupuestos de la Generalitat y saquen sus propias
conclusiones. Solo un dato: Artur Mas suprimió 2.100 empleos sanitarios y unas
1.100 camas hospitalarias y esos recortes hasta el momento no se han revertido.
En la situación actual, que
nos jugamos tanto, la política estatal debería ser una prioridad para ERC. Es
absurdo plantearse como único objetivo la independencia y desentenderse del
ámbito “español”. Cualquier persona con un mínimo de sentido común sabe que si
la independencia de Cataluña siempre ha sido muy difícil y en la situación
actual es más imposible que nunca.
En cualquier caso, los
republicanos deben asumir su papel con todas las consecuencias; y la primera ha
de ser romper el Govern de coalición con JxCat. No es razonable que los que están
comprometidos con las políticas de Estado, compartan mesa y mantel de Ejecutivo
con un partido que lo único busca es la confrontación.
Lo estamos viendo cada día, en
cada ocasión. No hay declaraciones, no hay intervenciones de algún miembro del
Govern de los que proceden de JxCat, que no aprovechen para cargar contar el
Gobierno central y despotricar contra todo lo que viene del otro lado del Ebro.
Hemos visto a lo largo de toda
la gestión del coronavirus como desde el Govern se rechazaba una y otra vez la
política de mano tendida del Gobierno central. Lo hemos visto, de nuevo, días
atrás cuando el president Quim Torra rechazaba la mesa de diálogo entre el
Gobierno y la Generalitat porque “no hay el clima de confianza necesario”, dijo
el máximo mandatario. Sin embargo, Pere Aragonés, de ERC, no tardó ni 24 horas
en tachar de irresponsables esas afirmaciones y querer posponer la negociación.
Ese es el camino que seguir.
ERC tiene ante sí la gran
oportunidad de convertirse en un partido serio y con responsabilidades de
gobierno colaborando en la transformación real de España en unos de los Estados
del bienestar más avanzados en lo social y descentralizados en la
gobernabilidad territorial.
Es verdad que el currículum de
deslealtades que tienen los republicanos no ayuda a generar confianza, pero
rectificar es de sabios. Nadie con dos dedos de frente les puede pedir que
renuncien a su proyecto máximo que es la independencia. De la misma manera que
tampoco nadie pide a los socialistas que renuncien a poner los medios de
producción en las manos de la clase trabajadora. Pero, mientras eso nos sea
posible, si se les debe exigir que se conduzcan con lealtad y
responsabilidad. Para ellos es una gran
oportunidad, quizás la última.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies
15/06/20
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