04 de juny 2020

BUENAS NOTICIAS


Es poco habitual que en columnas como esta se comenten noticias positivas. Pero lo es menos aún que se traten de dos en dos. Por eso, no me extrañaría que algunos vean este artículo como “algo exótico”. Es posible. Después de tantas semanas de confinamiento y de circular por el túnel de la incertidumbre, me parece oportuno señalar las luces que se empiezan a ver más allá de las tinieblas y que nos han envuelto desde mediados del mes de marzo.
Resulta lamentable, pero la bronca permanente en la que están instalados algunos de nuestros políticos, ha puesto sordina a un par de buenas noticias que se han generado en estos últimos días. Una es el plan de reestructuración de la UE, la otra la aprobación del Ingreso Mínimo Vital (IMV).
El plan de recuperación aprobado por la Comisión Europea para luchar contra la pandemia generada por la covid 19 y sus consecuencias económicas. En esencia, consiste en poner sobre la mesa 750.000 millones de euros, para que los Estados no dejen caer ni a sus empresas ni a los ciudadanos que han perdido sus puestos de trabajo.   Si las cosas no se tuercen, España será el segundo país mayor receptor y podrá captar unos 140.000 millones. Por primera vez en la historia de la UE la mayor parte de ese dinero se dará en forma de subsidio y no de préstamo como fue la forma utilizada en la crisis de 2008. En esta ocasión hasta un 60% de lo percibido por un Estado podrá ser a fondo perdido.
Con esta iniciativa la presidenta de la Comisión, Úrsula van der Leyen se reivindica ante un Parlamento que la había acusado de falta de ambición. De todas formas, conviene no dar las cosas por hechas porque, aunque la iniciativa tiene la bendición de Ángela Merkel y Emmanuel Macron que ya se avanzaron días atrás anunciando su disposición a los subsidios, está por ver, sin embargo, la reacción de los llamados socios frugales que son Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca. Estos países son muy refractarios a que las ayudas se canalicen mediante subsidios y exigen que el dinero que se dé sea mediante préstamos y con condiciones.
Nada está decidido todavía, pero el proyecto de van der Leyen ha sido muy bien recibido en el Parlamento Europeo y cuenta con un soporte muy mayoritario. Por eso, cabe pensar que finalmente, aunque con algún retoque, acabará saliendo adelante.
Otra iniciativa que nos debería llenar de satisfacción es la aprobación por parte del Consejo de Ministros, del pasado 29 de mayo, del Ingreso Mínimo Vital (IMV). De esa forma, en nuestro país se levanta un nuevo pilar del Estado del bienestar.
El IMV era una de las medidas estrella que estaban en el programa de Gobierno y que se debía aprobar en esta legislatura. Sin embargo, la situación de emergencia que estamos viviendo ha hecho que esa decisión se adelante y ya sea una realidad.
La idea es llegar a unos 850.000 hogares vulnerables y sacar de la pobreza extrema a 1,6 millones de personas. Tengamos en cuenta que la tasa de pobreza severa en nuestro país es del 12,4%, es decir que casi dobla la media de la UE, que está en el 6,9%.
España era el único país de la Unión Europea que carecía de un programa de garantía de ingresos mínimos de ámbito nacional. Hasta ahora la red de protección social estaba formada por las Rentas Mínimas de inserción autonómicas y su objetivo era combatir la pobreza, o eso se decía, Sin embargo, y según un informe técnico de Joint Reserach Centre de la Comisión Europea esa red padecía muchas carencias.
Por una parte, resulta tremendamente desigual y con frecuencia su cobertura es insuficiente. La diversidad de criterios utilizados por las comunidades autónomas hace que, en lugares como Euskadi o Navarra toda persona que solicite la prestación la cobre. En cambio, en comunidades como Extremadura o Andalucía prácticamente nadie tiene acceso a ella. Así pues, distintas varas de medir para un mismo problema. No es razonable.
Pero es que, además, las ayudas que se dan desde las administraciones autonómicas son tan cuantitativamente escasas por lo general que las personas que las perciben siguen sumergidas en la pobreza.
La idea fuerza es que el IMV venga a suplir esas carencias. De hecho, supone un rediseño de nuestro sistema de protección social. Así, de paso, nos ponemos a la altura de nuestros socios europeos en este ámbito, y es que atender a los más desfavorecidos nunca está de más.
De todas maneras y puestos a poner alguna pega, quizás el único inconveniente es que el gasto que va a originar la prestación, unos 3.000 millones de euros anuales, va a ir a cargo de la Seguridad Social, y las cuentas de ese organismo bastante saturadas están ya. Por eso, quiero pensar que, una vez tengamos la situación normalizada y en el Congreso de los Diputados se debatan los Presupuestos Generales del Estado (PGE), ese gasto se incluya en esos presupuestos. Sería lo más lógico.
Y ya, puestos a pensar en cosas positivas, sería fantástico que los dirigentes políticos se dedicaran a hacer el trabajo por el que se les paga y no a montar broncas para demonizar al adversario y escandalizar a la ciudadanía.
El desastre sanitario y económico que nos está ocasionando el maldito coronavirus no nos lo quita nadie, pero si los de arriba se comportasen con un talante un poco más constructivo y conciliador la situación sería algo más llevadera.
Y, en los tiempos que corren, eso sería de agradecer.

Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 02/06/20

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