10 de setembre 2019

MALOS COMIENZOS Y PEORES PERSPECTIVAS


Hemos empezado mal el curso 2019-20120. Están sonando los tambores de una nueva recesión y aquí seguimos como si nada, con el Gobierno en funciones y las instituciones bloqueadas. Por el contrario, el banco central de Alemania, Bundesbank, admitió a finales del pasado agosto que el país se encamina a una recesión técnica -se considera así, cuando la economía retrocede durante dos trimestres consecutivos-.
La industria alemana del automóvil está siendo el sector más afectado. Las restricciones sobre los motores diésel y la caída de la reputación por los amaños hechos tiempo atrás con las emisiones de CO2 están pasando factura. A esto hay que añadir la guerra comercial entre EE. UU y China y el temor a un Brexit a la brava como el que pretende el inefable Boris Johnson. Estos factores, están haciendo mella en una economía que depende, quizás en exceso, de las exportaciones.
Para hacer frente a una posible recesión los bancos centrales de los países de la UE están preparando estímulos fiscales. Así, por ejemplo, el Gobierno de Ángela Merkel ya tiene casi lista una inyección de 50.000 millones de euros para combatir la pérdida de dinamismo de su economía.
Los expertos no tienen claro si lo que se avecina es algo pasajero o, por el contrario, una crisis de grandes proporciones. “Este año la zona del euro es el ejemplo perfecto de la ley de Murphy; todo lo que podría salir mal está saliendo mal” dicen en el último informe hecho público por el Bank off América. “En lugar de un verano tranquilo, estamos ante una tormenta perfecta con un aumento de la incertidumbre, con malos datos económicos, señales de deterioro e incertidumbres políticas a nivel nacional y mundial””, apostilla el referido informe del banco de inversión.
En este contexto España no puede ser una excepción. Si bien durante la primera parte del año nuestra economía mantenía un sólido crecimiento, de manera especial si se comparaba con el resto de Europa, desde hace unos meses ha empezado a dar señales de debilitamiento.  Como no puede ser de otra forma las exportaciones se resienten ante la desaceleración mundial. Y aunque el turismo ha registrado un leve aumento en la recaudación, no compensa la caída de la venta de bienes al extranjero.
Hay datos que son muy claros y ponen sobre el tapete lo delicada que empieza a ser la situación. En 2018 entraron en nuestro país, hasta el mes de agosto, casi 37.000 millones de euros para inversión directa. Este año, en el mismo periodo, han entrado 7.600 millones. Por el contrario, se ha incrementado notablemente la entrada de capital financiero, esto es, inversiones en bonos, acciones y otras operaciones financieras, que por muy lucrativas que puedan ser para quien las lleva a cabo dejan poco o nulo beneficio en la economía productiva de manera inmediata y tangible.
Las consecuencias de esta situación no se han hecho esperar. El mercado laboral ha empezado a acusar la incertidumbre y ofrece claros síntomas de ralentización. Este mes de agosto se han registrado la mayor pérdida de empleos, en ese período, desde 2008. En concreto, han sido 212.000 trabajadores los que han dejado de cotizar a la Seguridad Social.
Las perspectivas son poco halagüeñas; tal vez por eso, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ante el diseño de la nueva política monetaria y los retos del envejecimiento y la globalización, quiere que la voz de nuestro país esté presente allí donde se toman las decisiones, o sea, en el núcleo duro de la UE.   Además, ahora que se va a producir el relevo en la presidencia del Banco Central Europeo, es el momento de que se nos tenga en cuenta por nuestro peso específico y no como convidados de piedra como sucedió en 2008.
Todos somos conscientes de que la UE en la anterior crisis actuó tarde y mal. Los resultados están a la vista: una sociedad más débil, más fragmentada y con más diferencias. Hoy en día, son más los que tiene mucho más y más, también, los que tienen mucho menos. Otra situación como la de 2008 no la podremos resistir como sociedad, entre otras cosas porque aún no nos hemos recuperado. Esperemos que nuestros dirigentes no se acoquinen y actúen de forma adecuada y con diligencia, antes de que sea demasiado tarde.


Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 10/09/19

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