Buena parte de las encuestas y
estudios que se han publicado hasta la fecha, sobre las elecciones del próximo
21 D, apuntan un empate técnico entre soberanistas y constitucionalistas.
Llegados a ese punto podrían ser los comunes, que según parece están perdiendo
empuje, los que acabaran decantando la balanza.
Desde luego, todos los
pronósticos hasta el momento dan como ganador a ERC, si bien en los últimos
días el proyecto de Puigdemont, por razones bastante difíciles de explicar con
un razonamiento lógico, pero que tienen mucho que ver con los sentimientos,
está subiendo con fuerza. Además, en la otra orilla, tanto Ciudadanos como el
PSC han arrancado con mucha energía. El discurso netamente liberal de
Arrimadas, por una parte y la decisión de Iceta, por otra, de incluir en su
lista demócrata cristianos, sindicalistas y comunistas, parece que están
causando el efecto deseado en los segmentos de votantes a los que van dirigidos,
que son: ciudadanos que, catalanes o no, se sienten españoles, el partido de color
naranja. Catalanistas moderados y gente de progreso, en general, los
socialistas.
Todo esto, está generando una
situación de cierto nerviosismo en el cuartel general de los republicanos; de
manera especial, ese resurgir, aunque de momento tímido, del expresident
fugitivo. Pues, aunque en principio la victoria no esté en cuestión, los
márgenes se acortan, y ya se sabe que en una campaña electoral puede ocurrir
cualquier cosa y después ya no hay remedio.
Quizás por eso, los de
Junqueras han decidido hacer un recuento de votación paralelo el 21 D, para
evitar un posible “pucherazo”, han apuntado. Dicen que cuentan ya con unos
14.000 apoderados, muchos ajenos al partido, que se han inscrito para este fin.
Es la táctica de siempre, en eso no han cambiado: emponzoñarlo todo por si
acaso. Ellos son los puros y limpios, los otros, por lo menos, sospechosos de
choriceo. Ya se sabe: piensa el ladrón que todos son de su condición.
De todos modos, que nadie dude
que si los independentistas suman formarán gobierno. Por eso, si esa
circunstancia no se da y los constitucionalistas pueden gobernar, hay que hacer
lo que sea, cueste lo que cueste y dejarse de remilgos.
Las fórmulas para gobernar son
variadas y hay donde escoger. Se puede ir, desde un gobierno de concentración a
uno de coalición o un ejecutivo en minoría que utilice la geometría variable
para sacar adelante las cuestiones legislativas en el parlamento. Por eso,
sería conveniente que los que están por devolver el sentido común a la política
catalana utilizasen la inteligencia en las fechas que se avecinan y no se
cierren puertas por lo que pueda venir.
El 21 D ha de volver a
imponerse la razón y el “seny”. Se trata de vencer primero en las urnas y
después demostrar y convencer a los ciudadanos que los gobernantes están para
resolver problemas y no para crearlos, que es lo que ha sucedido en Cataluña en
los últimos cinco años.
Tenemos la oportunidad
histórica de derrotar democráticamente al fanatismo nacionalista y echar a sus
adalides a la papelera de la historia. pero esta vez de verdad y para siempre,
De nosotros depende.
Bernardo Fernández
Publicado en e-notícies
05/12/17
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