28 de desembre 2017

SENY

La victoria de Ciudadanos en las elecciones al Parlament el pasado 21 de diciembre es incuestionable. Tan incuestionable como que los escaños logrados por la formación naranja no son suficientes para formar gobierno. En consecuencia, todo indica que será Junts per Catalunya con la complicidad de ERC y, muy probablemente de la CUP, los que elijan president. Ahora bien, primero han de resolver el galimatías jurídico en que andan inmersos (el presidenciable huido de la justicia y dieciocho diputados electos imputados) y después limar las diferencias que tienen entre si, que no son pocas ni menores.
Si logran salvar esos escollos, las formaciones independentistas tendrán todo el derecho del mundo a unir sus fuerzas para sumar una mayoría parlamentaria que les permita colocar una persona al frente de la Generalitat de Cataluña. No obstante, sería conveniente que se dieran una ducha escocesa de realismo político que les permitiera entender la magnitud de la situación.
Así las cosas, crucemos los dedos para que elijan el president que necesita Cataluña, una persona con seny, no el que ellos creen que les conviene. 
Ese nuevo president deberá luchar hasta la extenuación para consolidar, actualizar y mejorar nuestro autogobierno, hasta donde sea posible. Para lograr tales objetivos será necesario que se valga del diálogo con el resto de las fuerzas políticas y utilice el marco que brinda la constitucionalidad española. En este contexto, sería un gran acierto desechar la avaricia fiscal que ha caracterizado otras épocas y que descarte pedir privilegios. El reconocimiento y la aceptación de los otros vendrá cuando los catalanes aceptemos compartir, con las autonomías que lo deseen, el afán de más autogobierno que caracteriza a los Estados federales más avanzados.
Ni por lo más remoto nos podemos permitir otra frivolidad como la DUI. Es evidente que esa vía no cuenta con el más mínimo soporte  ni dentro ni fuera de la UE. Necesitamos un president que encabece un Govern que hable y se preocupe de crear empleo, de los problemas de la educación y de como recortar las listas de espera de la sanidad.
Cataluña necesita, entre otras muchas cosas, estabilidad política, seguridad jurídica e incentivos fiscales para que las empresas que marcharon regresen. Vivimos en la era de la tecnología global y sólo mediante la internacionalización y la innovación las empresas podrán seguir adelante. De manera simultánea, hemos de dotarnos de un sistema educativo que forme a los jóvenes para que estén a la altura de las circunstancias. Ese es el auténtico reto del futuro.
Sería un gravísimo error permitirnos el lujo de volver a las andadas. Eso, lo pagaríamos todos los catalanes y con un coste muy elevado. Se trata, pues, de actuar no con miedo sino con responsabilidad. A Mariano Rajoy no le temblará la mano si ha de volver a aplicar el artículo 155. Y si eso sucede, esta vez no se podrían celebrar elecciones hasta dentro de un año. En ese supuesto, la intervención sería mucho más larga y dura de lo que ha sido ahora. Tal vez, esa situación sea la que convenga a los más radicales, pero no desde luego a la inmensa mayoría. Lo que necesitamos en estos momentos, quizás más que nunca, es un president y un Govern con seny, mucho seny.

Bernardo Fernández

Publicado en e-notícies 28/12/17

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