Los ciudadanos de Cataluña estamos de enhorabuena. Somos unos auténticos privilegiados. Los dioses nos concedieron la gracia de situar en nuestro territorio una entidad privada ─regada, eso sí, generosamente con dinero público─ que se ocupa y preocupa de señalarnos el camino a seguir, hasta llegar al objetivo final que no es otro que la independencia plena y total, liberados del yugo opresor del pérfido Estado español, para encontrar así la felicidad más completa y absoluta. Me estoy refiriendo ─seguro que lo han adivinado ya─ a la Assemblea Nacional Catalana (ANC).
Pues bien, hace unas semanas,
la ANC celebró elecciones para renovar su lideresa. En un proceso nada
transparente y menos democrático sustituyeron a Elisenda Paluzie, que había
dirigido la asociación con mano de hierro por Dolors Feliu, una señora que es abogada
especialista en Derecho Constitucional, que militó en Convergencia,
después en el PDeCAT y ahora está en el Consell per la República, el
chiringuito ese que se ha montado Puigdemont para no bajarse del tiovivo.
Hasta aquí nada qué de decir,
sino fuera porque esos señores que tanta democracia y derecho a decidir exigen,
no tienen en su organización ni una mínima parte de lo que piden en la calle.
Resulta que las elecciones internas las ganó un tal Jordi Pesarrodona, un tipo
que, según parece, se gana la vida con la dignísima profesión de payaso; aunque
a mí, más que hacerme reír me da miedo por la ideología que profesa, pero
bueno…
La cuestión es que en ese
proceso electoral votaron unos 4.000 afiliados de los 40.000 que dicen tener al
corriente de pago, es decir un pírrico 10% que tampoco es para echar las
campanas al vuelo y ahí, parece que el payaso ganó a la abogada por algo más de
2.000 votos. Sin embargo, el sanedrín de los capitostes decidió que la vara de
mando para llegar al final feliz la debería empuñar la susodicha Dolors Feliu.
Se ve que la señora andaba
escasa de notoriedad y le faltó tiempo para irse a un conocido programa
radiofónico para anunciar, urbi et orbe, que los catalanes seríamos
independientes, como muy tarde, en 2025. Si la memoria no me falla, uno de los
primeros visionarios que se atrevió a vaticinar una fecha para lograr la
independencia fue Josep Lluís Carod Rovira, siendo secretario general de ERC y
diputado al Parlament, Carod nos anunció que sería en 2014, pero como no ocurrió, desde la ANC elaboraron una hoja
de ruta para que la liberación se produjese en 2015, pero no funcionó y elaboraron otra para 2016, y luego otra para
el gran año de 2017, donde todo era posible… pero tampoco y elaboraron una
nueva hoja de ruta para 2021. Ahora resulta que estamos en 2022 y seguimos
igual. Quizás por eso, la buena de Feliu se ha querido estrenar con un bombazo
y como presidenta de una entidad privada (que no deja de ser un grupo de
colegas más o menos numeroso) anuncia a todo un país que será, como muy tarde,
para febrero de 2025 (madre mía, con el frío que hace en ese mes), cuando
lograremos la independencia soñada. ¿Por qué? Porque sí, porque a ellos les
sale del arco del triunfo; así pues, vayámonos preparando que ahora sí: ara
ho tenim a tocar:
Bernardo Fernández
Publicado en El Catalán
08/06/2022
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada