26 d’abril 2022

MUNICIPALES A LA VISTA

Faltan trece meses escasos para las próximas elecciones municipales. Decir que esos cómicos suenan muy importantes a tópico, pero es rigurosamente cierto, porque los ayuntamientos son la administración más cercana a la ciudadanía. Pero, en esta ocasión, esos comicios pueden servir para algo más que para elegir un alcalde o una alcaldesa, y no pretendo restaurar ni un ápice del mérito ni importancia del trabajo que llevan a cabo los ediles. Y por eso, los partidos políticos ya llevan tiempo afinando sus estrategias.

Según el último estudio del CEO, publicado recientemente, si ahora hubiera elegido al Parlamento, el PSC volvería a ganar seguido de ERC, mientras que Junts se dejaría una decena de diputados en el envite. Con esos datos sobre la mesa no resulta difícil pronosticar que las próximas elecciones municipales serán el prólogo de la gran batalla electoral que mantendrán, en dos fases, socialistas y republicanos. Primero serán las generales y, después, la gran final: las autonómicas, ahí se decidirá cuál de las dos formaciones políticas es la hegemónica en Cataluña en los años veinte del siglo XXI.

Ese duelo en la cumbre se va a desarrollar, principalmente, en dos escenarios: uno será el Área Metropolitana y el otro, la joya de la corona, Barcelona.

Quizás por eso, en ERC han decidido que Gabriel Rufián sea su candidato para la alcaldía de Santa Coloma de Gramenet. Los republicanos saben que Santa Coloma es un feudo donde el socialismo está muy arraigado, pero piensan que con Rufián disputándole la vara de mando a Nuria Parlón pueden dar más visibilidad a su proyecto e ir preparando el terreno para contiendas futuras, aunque ganar, en las circunstancias actuales, sea casi una quimera; pero de esa forma promocionan a su candidato, porque la previsión que hacen los de Junqueras es que Rufián sigue siendo la cabeza de lista en las elecciones al Congreso que se celebrarán unos meses después de las municipales.

A falta del trámite formal de las primarias todo parece indicar que Ernest Maragall repetirá como alcaldable de los republicanos en Barcelona.

En el otro lado tenemos un PSC que, después de varios años en descenso, está reverdeciendo laureles.  Aquí hay que recordar que, en febrero de 2014, los socialistas lograron, con Salvador Illa al frente, lo que no habían conseguido nunca: ganar unas elecciones al Parlament, algo que no se reprodujo ni la época de Pasqual Maragall, aunque en la práctica atribuye de poco, porque la aritmética parlamentaria no dio para formar Govern.

Semanas atrás el PSC  de Barcelona puso en marcha su maquinaria electoral para reconquistar la alcaldía de Barcelona. Fue durante la convención política de la federación barcelonesa del partido. Allí, su líder en el Ayuntamiento,  Jaume Collboni , anunció que “hay que poner Barcelona donde le corresponde y hacerlo en base a propuestas debatidas y serias”, Collboni todavía no ha sido designado formalmente candidato, pero sí que ha recibido el aval del primer secretario del partido,  Salvador Illa , quien se refirió a él como “el futuro alcalde de Barcelona”. “Hay Collboni para rato”, dijo él también jefe de la oposición en el Parlament. 

La situación es preocupante porque Barcelona ha dejado de ser referencia entre las ciudades de características similares. Se ha ido perdiendo capacidad de liderazgo en la última década. La alcaldesa Colau está amortizada y va llegando el momento de hacer un réset y reimpulsar la ciudad. Hay que volver a poner a Barcelona en el mapa.

Cuestiones como las infraestructuras, la sostenibilidad, la cultura o la economía no pueden esperar mucho más tiempo olvidadas en un cajón esperando mejores. Se necesita un proyecto de ciudad sólida y bien trabado que empiece con una mayor y mejor vertebración de la cohesión social. Y para eso es imprescindible que, entre otras cosas, se desarrollen políticas efectivas de vivienda pública. No es admisible que el parque de vivienda social sea en Barcelona el 2,5% del total, mientras que la media en otras ciudades europeas similares esté en torno al 9%.

La administración local hace ya tiempo que perdió la iniciativa. No son pocos los expertos que consideran que el gobierno municipal ha dimitido de algunas de sus responsabilidades como, por ejemplo, liderar los proyectos de ciudad. El urbanismo, antes que cualquier otra cosa, es político. Y es evidente que desde hace unos años el debate político está brillando por su ausencia.

La sensación de que tenemos muchos ciudadanos es que la ciudad está atravesando una crisis que si no se ataja de manera adecuada podría convertirse en crónica y generar decadencia. La situación política, la marcha de empresas, la pandemia o el vandalismo que, de forma recurrente, reaparece cada dos por tres son factores que inciden negativamente en el desarrollo y en la imagen de la ciudad. Se transmite la sensación de falta de seguridad y de problemas de orden público. Y eso genera muchas dudas a la hora de apostar por nuestra ciudad.

La Barcelona real es la Barcelona metropolitana. Por consiguiente, se necesita un gobierno metropolitano real. La gran Barcelona es plurimunicipal, y ahí se dan las mayores diferencias y desigualdades. Los problemas más graves se están centrifugando hacia la periferia. Por lo tanto, hay que poner en práctica políticas de redistribución adecuada para que esa problemática no se cronifique y nos encontremos con una Barcelona rica y otra pobre.

Barcelona tiene capacidad para reinventarse. Lo hizo en 1888, en 1929 y, también, en 1992. Ahora necesita un nuevo empuje para soltar lastre y volver a la cresta de la ola internacional sin dejar de lado ni a sus ciudadanos ni a su entorno. Para lograrlo se necesita un equipo preparado y solvente, con un liderazgo fuerte y carismático que tenga un proyecto de ciudad y un programa que conjugue, de forma adecuada, todos los intereses que confluyen en la gran urbe. El gran comunicador de los años sesenta y setenta del siglo pasado, Luís Arribas Castro, solía decir que “La ciudad es un millón de cosas”,totalmente cierto. Pues bien, necesitamos un dirigente político capaz de atender todas las necesidades y todas las sensibilidades, aunque, después, una vez analizadas, descarte las que no respondan al interés general.

Ni Barcelona ni los barcelonenses se merecen menos.

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 25/04/2022

 

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