02 de març 2022

NO HAY QUE RENUNCIAR A LOS SUEÑOS


 La crisis interna que desangra al PP, primero, y la escalada militar de Rusia en Ucrania, después, están acaparando toda la atención mediática. Eso ha hecho que cuestiones como la situación política catalana queden en la penumbra informativa.

 Hace algo más de un año que los catalanes acudimos a las urnas para elegir un nuevo Parlamento. Veníamos de una etapa muy convulsa. Muchos pensábamos que aquellas elecciones podrían ser el primer paso para normalizar la situación emocional y política de los ciudadanos de Cataluña. Sin embargo, aunque es cierto que gozamos de una relativa tranquilidad, el ambiente político que vivimos invita, entre poco y nada, al optimismo.

 La mediocridad es la tónica y el anar passant (ir pasando) parece la norma que se ha instalado en el Palau de la Generalitat. Pero es que en le Parc de la Ciutadella ni la realidad ni las expectativas son mejores. En este tiempo, en la Cámara legislativa catalana, solo se han aprobado dos leyes y los presupuestos. Y las cuentas salieron adelante gracias a los comunes; de no haber sido por ellos es posible que ahora estuviéramos en plena campaña electoral. Eso sí, espectáculos bochornosos se han dado unos cuantos (el affaire Pau Juvilla ha sido el más sonado, pero no el único) y la primera institución del país ha sido degradada por su presidenta de forma evidente.

 El fracaso del proceso independentista ha generado frustración en sus sucesos, y desasosiego y temor en el resto de la ciudadanía, ante la posibilidad de que sucesos como los ocurridos en otoño de 2017 se puedan repetir. Esa situación y la inacción del Govern ha sumido a Cataluña en una especie de letargo que nos está haciendo perder oportunidades de progreso y crecimiento.

 Un ejemplo, hace unos días, nos llega la noticia de que el grupo Volkswagen ha decidido instalar su fábrica de baterías para vehículos eléctricos, que generará unos 3.500 puestos de trabajo directos, en Sagunto. Alguien puede explicar que movimientos hizo el Ejecutivo catalán para que esa planta se instale aquí. Se ha perdido otra oportunidad para sentar las bases y volver a ser una economía puntera, porque para eso se necesita una fuerte reindustrialización y, de momento, no se ve ningún movimiento que apunte en esa dirección.

 Los indultos del Gobierno de España a los líderes del proceso tuvieron un efecto balsámico y sirvieron para rebajar la tensión que existía tanto en el mundo independentista como fuera de él. Meses más tarde, la constitución de la mesa de diálogo entre los Gobiernos supuso encender una luz en una noche sin luna. No obstante, sería absurdo negar que esa negociación esté encallada. Es un hecho; no se reúnen porque hay muy poco de que hablar. Y, no habrá materias a tratar, mientras la parte catalana anteponga a cualquier otra cuestión la autodeterminación y la amnistía. Con esos dos temas sobre la mesa los avances son, probablemente, imposibles.

 En este contexto, es necesario que el Govern olvide cualquier veleidad secesionista y enfoque sus actuaciones hacia políticas útiles y válidas para la ciudadanía y se preocupe por asuntos mucho más tangibles, como pueden ser una reindustrialización viable y sostenible; esa seria una buena manera de encarar el futuro a medio plazo.

 Conocidos comunes me dicen que el presidente Pere Aragonés es una persona preparada y con una gran capacidad de trabajo. Es posible. No cuestiono lo que desconozco. Sin embrago, con frecuencia, parece desbordado por los acontecimientos; emparedado, entre los socios de Govern y la necesidad de romper corsés para hacer lo que le corresponde: gobernar la autonomía de Cataluña; da la sensación de que está atrapado en un tiovivo que gira sin parar, pero sin un objetivo predeterminado.

 Aprender a jugar en varios terrenos a la vez como la Comisión Bilateral, reuniones multisectoriales o reuniones de presidentes autonómicos no será una prioridad para el presidente y su Govern. Por eso, hubiera sido un grave error la ausencia de Aragonés, como había anunciado la portavoz del Ejecutivo catalán, Patricia Plaja, a la reunión de presidentes autonómicos que se debía celebrar en La Palma y que, finalmente, se ha suspendido por la guerra entre Rusia y Ucrania. En esta vida, hay ocasiones en las que se presentan segundas oportunidades y conviene saber aprovecharlas.

 Llevamos diez años con gobierna que no han gobernado y, lo poco que han hecho, lo han hecho, mirando en una sola dirección. Es el momento de enderezar el rumbo. Para ello es necesario que Pere Aragonés, junto con ERC, aparquen sus utopías y vuelvan a la realidad por duro que les resulte.

 El que fuera redactor jefe de política de La Vanguardia y uno de los gurús de la información secesionista, Jordi Barbeta, comentaba, hace unos días, en una entrevista en TV3 que: ”el procés fue un error en origen” porque “se “planteó como un gran combate contra el Estado, algo que de hecho no se pretendía…” y un Barbeta visiblemente desencantado seguía: “Todo el mundo sabía que Cataluña no tenía ni la fuerza, ni la fortaleza, ni los instrumentos para ganar la batalla al Estado ”; para concluir, con cierta amargura recordó, en una velada alusión a ERC. “que están contribuyendo a la estabilidad política española”.

 No hay que pedir a nadie que renuncie a sus sueños, pero si se puede y debe exigir a los gobernantes que hagan una inmersión en la realidad y prioricen los intereses de los ciudadanos sobre las entelequias y las bagatelas. La sociedad catalana es una sociedad de acogida y emprendedora, con capacidad para ser referencia, en muchos aspectos, para los estados del bienestar. Ahora bien, para que eso sea posible, es necesario que los dirigentes estén a la altura de las circunstancias. 

 O como dice aquel conocido verso del Cantar de Mío Cid: “que gran vasallo sería, si tuviera buen señor”.

 

 

 

 Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 28/02/2022

LAS ELECCIONES VASCAS COMO REFERENCIA

El pasado domingo por la noche en el palacio de la Moncloa respiraron aliviados. Después del fiasco en las elecciones autonómicas gallegas, ...