17 de març 2022

MALDITAS GUERRAS


 “Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”, dijo Julio Anguita, cuando le comunicó que su hijo, el periodista Julio Anguita Parrado había muerto alcanzado por un misil del ejército iraquí en Bagdad en abril de 2003.

 En efecto. Lo estamos comprobando estos días con el intolerable ataque de Rusia a Ucrania. El listado de miseria que están descubriendo los ataques rusos es espantoso, sobre todo por la pérdida de vidas, proyectos vitales y, como no, por la pérdida, también, de toda clase de bienes materiales. Los muertos se cuenta por millares, muchos civiles, los desplazados son más de dos millones y medio de personas, las pérdidas materiales son incontables y, según los expertos, lo peor está por venir.

 Hacía semanas que se especulaba con la posibilidad de la invasión rusa. El Servicio de Inteligencia estadounidense no detectará que el ataque sería inminente. Y así fue: la madrugada del 24 de febrero el ejército ruso entró en Ucrania. Era una invasión a gran escala. Desde hace años el Kremlin ha mantenido el conflicto vivo en el este de Ucrania para desestabilizar a todo el país. El objetivo evidente: tener al país ocupado en cuestiones que le alejaran de la órbita occidental, en especial de la OTAN. Sin embargo, como se ha visto, esa estrategia no ha funcionado. Los ucranianos están demostrando ser una sociedad con una tremenda autoestima, dispuesto a defender su país con uñas y dientes, y eso parece que Putin no lo tenía previsto.Al contrario, la agresión rusa ha reforzado el sentimiento de pertenencia y el pueblo ucraniano está más unido que nunca. Es más, lo que en el pasado pudo haber sido un signo de división: la lengua, ahora ha dejado de ser relevante, hablar ucraniano o ruso es indiferente.

 Para Putin y su staff la antigua república soviética es en realidad un país ficticio que quiere mantener bajo su órbita, y que rusos y ucranios encarnan un “mismo pueblo”. Por eso, buena parte de los orígenes de este conflicto hay que buscarlos en La  crisis de Crimea de 2014. Entonces, se desató un conflicto diplomático internacional. Los ucranianos prooccidentales se movilizaron para apoyar el acercamiento de Ucrania a la  Unión Europea . Aquel movimiento tuvo su epicentro en la plaza Maidan, centro neurálgico de Kiev y se visualizó en forma de algaradas y protestas, aunque fueron rechazadas por el sector rusófilo de la zona suroriental del país, compuesta en su mayoría por  rusosucranianos influencia de pertenecer a Rusia. Aquello supuso el fin del Gobierno de  Víktor Yanukóvich que era abiertamente partidario de estar en la órbita del Kremlin.

 Ante esa situación, Moscú movilizó tropas con el pretexto de garantizar la integridad de los habitantes rusos de Crimea y proteger las bases rusas existentes allí, hasta que se normalizara la situación sociopolítica. Si bien, esas operaciones militares fueron rechazadas por diversos gobiernos, como el de Estados Unidos  y varios de la  Unión Europea , que declararon que Rusia actuó de forma contraria al  Derecho internacional  y   amenazaron con sanciones contra dicho país si no se separaron  del territorio ucraniano, el 11 de marzo de 2014 , Crimea y la ciudad de Sebastopol declararon su  independencia de Ucrania, previo restablecimiento de la constitución de 1992, ley fundamental que aprovechará a la república como un territorio soberano con una policía propia, que delegaba voluntariamente competencias a Ucrania, pero tenía derecho a tomar sus propias decisiones y fijar sus relaciones con Kiev en base un acuerdo mutuo. En cualquier caso, la proclamada República de Crimea solo fue reconocida por Rusia. ​ Una semana después, el 18 de marzo , los líderes de la República de Crimea,  Serguéi Aksiónov Vladímir Konstantínov , el presidente de Rusia,  Vladímir Putin , y el alcalde de Sebastopol,  Anatoli Chali ,firmaron el tratado de anexión de dos nuevos federados a Rusia.

 Esos polvos trajeron estos lodos. Ahora, Vladimir Putin amparándose en aquella supuesta legalidad ha invadido un país mucho menos preparado en lo material, pero no en lo humano.

 Sin embargo, es posible que, en esta ocasión, Putin haya encontrado una respuesta diplomática occidental, pero de forma especial de la UE, que no había previsto: la unanimidad. Incluso los más reaccionarios a responder con dureza como históricamente lo ha sido Alemania, esta vez no se han andado por las ramas. Es el caso del canciller Olaz Scholz que seguramente suspendió de inmediato la construcción del gasoducto NordStream 2. Quizás los estrategas rusos esperaban una respuesta mucho más tibia de la parte europea, como había sucedido siempre hasta ahora. Si bien es verdad que esta invasión es la primera, en que un país europeo invade a otro con el descarado propósito de ampliar su territorio, desde la Segunda Guerra Mundial.

 Estamos sobre un tablero de ajedrez y la ciudadanía, de uno y otro lado, somos peones insignificantes supeditados a una estrategia superior. La UE está imponiendo una serie de sanciones a Rusia que a medio plazo pueden dañar la capacidad militar y comercial rusa, pero quien de verdad sufrirá las consecuencias es el pueblo ruso que poco o nada tiene que ver con esta guerra. Pero China ya ha garantizado que ayudará financieramente a Rusia y, de ese modo, protegerá a Putin ya la oligarquía rusa de las sanciones occidentales. Y es que a China le interesa apoyar a Rusia porque su conflicto con Taiwán, cuya soberanía e independencia no respeta, es una fotocopia del que mantiene Rusia con Ucrania.Además, no debería extrañarnos si al final es China quien se sienta a los representantes de ambos países a una mesa a negociar, y bajo su tutela,

 En estos momentos es una incógnita saber cuánto durará la guerra, aunque algunos expertos militares apuntan que puede ir para largo. Lo que es un hecho cierto es que el conflicto durará mucho y nos afectará a todos, y dentro de esos todos, a los países miembros de la UE de manera especial, por la interdependencia económica que tenemos con Rusia. En realidad, ya lo estamos viendo y padeciendo con la escalada de precios de la energía (Moscú suministra a Europa el 40% del gas que consume), también empiezan a escasear algunos alimentos y algunas materias primas. Todo eso hace que existe el riesgo de que el alza de los precios dispare la inflación a dos dígitos, y atención que esto no ha hecho más que empezar. 

 Una vez vuelva una cierta normalidad, aunque sea relativa, la UE debería ponerse ante el espejo y replantearse cuestiones como la autosuficiencia en energía, en alimentación, en economía, incluso en capacidad militar. Toca hacer una revisión profunda de muchas de las políticas que hasta ahora han sido paradigmas intocables.

 ¡Cuánta razón tenía el Califa Rojo! Todas las guerras son malditas y unos auténticos canallas los que las provocan, sean cuales sean los motivos que las impulsan y es que para barbaries semejantes no hay justificación posible.

 

 

 

Bernardo Fernandez

Publicado en e notícies 14/03/2022

 

 

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