La victoria por goleada de Isabel Díaz Ayuso, en las elecciones del pasado 4 M, ha ocupado
portadas, editoriales, artículos y tertulias de todos los medios de comunicación. En estas
circunstancias, se hace muy difícil plantear el tema de forma que sea original e interesante
para los lectores. Por eso, voy a intentar desarrollar esta columna no desde un punto de
vista inédito, pero sí con argumentos un poco menos trinchados que los qué se han utilizado
hasta la saciedad.
Me
parece una evidencia que la estrategia comunicativa de la izquierda, con la
honrosa excepción de Más Madrid, en las elecciones del 4 M, fue un fracaso
estrepitoso. PSOE y Podemos ni pudieron ni supieron hacer llegar a su
electorado potencial el mensaje que de verdad les interesaba comunicar. Por el
contrario, se enredaron en una supuesta guerra cultural, conceptos abstractos y
debates poco útiles en los que no se hablaba de aquello que importa a la
ciudadanía. Para algunos politólogos
está campaña ha sido la de la anti política en estado puro.
Veamos
algunos ejemplos de lo que, en mi opinión, hubiera podido haber dicho la
izquierda y no dijo o, cuando se dijo, se hizo sin el volumen adecuado, sin la
contundencia necesaria y sin la reiteración conveniente para el momento.
Tras casi dos años al frente del Gobierno de la Comunidad, el balance de
iniciativas legislativas de Isabel Díaz Ayuso como presidenta ha sido
paupérrimo: ningún Presupuesto presentado a la Asamblea, una sola ley aprobada
para poner en marcha una universidad privada y una reforma de la ley del suelo
para facilitar los trámites de los constructores. Iniciativa que, por cierto, fue
recurrida ante el Tribunal Constitucional por que se aprobó sin el número
mínimo de diputados presentes exigido por el reglamento.
Por lo que respecta a
la gestión de la pandemia los números son elocuentes: Madrid es la comunidad
autónoma con más casos confirmados, 640.656, el 19,18% del total. También es la
comunidad con más personas contagiadas que han tenido que ser hospitalizadas y,
a la vez, el lugar donde más afectados han tenido que ser ingresados en las
UCI. De igual manera Madrid ostenta el triste récord de ser la comunidad con
más contagios entre el personal sanitario y, por el contrario, Madrid está a la
cola de todas las autonomías en vacunaciones realizadas. Pero es qué durante la
campaña, nadie se molestó en recordar a la presidenta que la Comunidad de
Madrid se quedó sin rastreadores en plena pandemia. Eso por no hablar del trato recibido por la
gente mayor ingresada en residencias.
Pero es que tampoco se
puso el tema de la corrupción sobre la mesa. Como tampoco se habló y cuando se
hizo fue muy a la ligera sobre el déficit que tiene Madrid con el transporte,
no solo económico sino de servicio. Ni
se refrescó la memoria a los madrileños diciéndoles que Ayuso había enviado
comida basura a los niños desfavorecidos cuando el virus estaba en todo su
apogeo.
En los dos años
escasos de mandato de Isabel Díaz Ayuso, Madrid se ha consolidado como la
comunidad donde las desigualdades son más acusadas. Eso hace que la clase
social en la que nace un niño condicione su trayectoria educativa más que en
cualquier otro punto del país. En cambio, la duración de los conciertos educativos
se ha prolongado de 6 a 10 años, a la vez que ya se ha anunciado el rechazo a
la ley Celaà que pone a disposición de las autonomías herramientas para reducir
la segregación escolar y evitar que determinados colegios públicos sean
auténticos guetos. Las consecuencias de estas políticas educativas tan
peculiares se traducen en una realidad concreta: en la enseñanza pública solo
se matricula el 53,8% del alumnado, 14 puntos menos que la media en España,
mientras que en la concertada se matrícula el 30%, cinco puntos más que en el
resto y los centros privados albergan al 16,1% del total, el doble que la
siguiente comunidad que es Valencia. De igual manera, no hubiera estado mal
recordar que Madrid es la Comunidad Autónoma que menos dinero destina por
alumno, 4.727 euros y, sin embargo, las familias madrileñas las que más pagan
por la educación de sus vástagos, 1.640 euros.
Es obvio que no se
puede hacer una campaña electoral solo de reproches. Pero sí se puede y se deben elaborar una
serie de propuestas después de poner de relieve aquello que se considera que el
gobierno saliente ha hecho mal y buscar las fórmulas para garantizar que
descalabros semejantes no volverán a ocurrir.
Aunque me aparte un
poco del hilo argumental de este artículo, no quisiera acabar sin hacer un
breve esbozo del perfil político de Ángel Gabilondo que fue titular del
Ministerio de Educación de 2009 a 2011. Desde 2015 Diputado y portavoz del
Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid, y en 2019 encabezó la
lista del PSOE que ganó las elecciones a la Comunidad de Madrid y si es soso y
aburrido, como algunos han dicho, también lo fue antes. Por lo tanto, sería
conveniente que, aquellos qué pretenden justificar la derrota con chivos
expiatorios, buscasen excusas sólidas y otros responsables a los que cargar el
mochuelo.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies 10/05/2021
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