18 de febrer 2021

MÁS DE LO MISMO...O NO


 

El 50,7% de la ciudadanía que fue a votar el pasado domingo, 14 de febrero, en las elecciones al Parlament, decidió pegarse un tiro en el pie. No tengo nada que decir. Vivimos en un país libre, aunque algunos no lo crean, y cada cual puede votar lo que más le plazca. Lo que ocurre es que las consecuencias de esa decisión las hemos de asumir todos como colectivo. En eso consiste, también, la democracia.

Desde luego, es perfectamente legítimo votar independentismo, pero hay que ser consciente de que se vota sectarismo, odio y decadencia. Y esa observación no es subjetiva porque si alguien no lo tiene claro que reflexione sobre las declaraciones de Pere Aragonés la misma noche electoral, “sentaré al Gobierno para negociar un referéndum”, o las de Oriol Junqueras el lunes, en una entrevista en la Sexta, “el PSC encarna los valores de una Monarquía corrupta y decadente, nosotros los valores de una república. El PSC es un partido con un historial de corrupción”, y siguió, “el PSC se ha manifestado con la extrema derecha repetidamente, estaba dispuesto a aceptar sus votos”. Después de tanto exabrupto, ¿alguien piensa, de verdad, que se puede pactar con esa gente?

No voy a hacer aquí un análisis en profundidad de los resultados electorales porqué ni tengo espacio ni es mi papel. Pero sí sugiero, con toda la modestia de que soy capaz, que en la burbuja secesionista se haga una lectura rigurosa de los resultados del 14 F. Es totalmente cierto que obtuvieron el 50,7% de los votos válidos emitidos. El mejor resultado de la historia en unas elecciones autonómicas desde que se recuperó la democracia. Ahora bien, no se debería perder de vista que en 2017 el 38% del censo apoyó opciones independentistas y en 2021 el soporte al independentismo se ha quedado en el 27%, que cada cual saque sus conclusiones.

Soy consciente de que en política las cosas casi nunca son lo que parecen. Pero era, y sigue siendo, deseable que tras las elecciones se hubiese abierto una etapa primero de distensión y más tarde de reconciliación que buena falta nos hace a todos para serenar los ánimos y calmar angustias. Sin embargo, tras escuchar las declaraciones que llegan desde la burbuja independentista cada vez tengo más claro que estamos sentados sobre un bidón de gasolina y veo gente que viene con mechas encendidas.

Habrá que ver como la incide situación política catalana en la gobernabilidad de España. En círculos políticos cercanos a la Moncloa consideran que los resultados electorales del 14 F suponen la consolidación definitiva de la legislatura. Me gustaría equivocarme, pero yo no lo veo igual, con ERC lo más seguro es que quizás. Basta con echar mano de otras declaraciones del presidenciable Pere Aragonés a TV3: “Al Congreso no vamos a gobernar España, lo que hemos hecho es abrir una etapa de negociación con el Estado”, entiendo que muchas de las declaraciones que se hacen son para consumo interno y mantener alta la moral de tropa, máxime en estos momentos de exaltación indepe, pero admito que me producen cierto desasosiego. El problema es que no hay relevo efectivo para sustituir a ERC.

En estas circunstancias, tendremos que esperar que el independentismo caiga del caballo, vea la luz y entienda que la petición de amnistía y auto determinación son un brindis al sol. La libertad de los políticos presos vendrá mediante el indulto o la reforma del código penal, y el referéndum es más que probable que se transforme en una consulta para ratificar una negociación y un pacto entre el Gobierno central y el Govern de la Generalitat, con la participación del resto de fuerzas políticas.  Por eso, cuanto más pronto entiendan los independentistas que ese es el camino, más pronto podremos ponernos en marcha y antes nos encontraremos.

Mientras, sería imperdonable no aprovechar la sinergia que produce un nuevo ejecutivo para presentar un programa de gobierno que tenga como ejes vertebradores el reforzamiento de las políticas públicas; en especial sanidad, educación, servicios sociales, por un lado, y, por otro, la inaplazable recuperación económica, llevando a cabo una gestión impecable de los fondos que han de llegar de la UE. Ha llegado el momento de hacer una apuesta clara por una Cataluña digitalizada, sostenible y verde.

Quiero terminar esta columna reproduciendo aquí un fragmento que el fantástico actor, director y miembro de la Real Academia de la Lengua Española, José Luís Gómez, ha publicado en El País (16/02/21) que dice: “No sé si eres independentista o no y poco me importa. Eres mi amigo y eso es lo que me importa. A mis años, aunque siempre los supiera, sé bien del valor de la amistad. Te necesito, te necesito para estar vivo, en vida, para seguir viviendo. No dejemos que ningún muro nos separe”.  Con toda humildad hago mías las palabras y, sobre todo, el sentimiento de Gómez.

 

Bernardo Fernández

Publicado en El catalán 17/02/2021

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