El 26 de noviembre de 2020, el Parlamento europeo votó una
enmienda de la diputada de ERC, Diana Riba, en la que se proponía el
reconocimiento del derecho de autodeterminación de las entidades sub-estatales
que reivindiquen su nacionalidad diferenciada, como, por ejemplo, Cataluña,
Flandes o el País Vasco.
La votación dio como resultado 487 votos en contra, 170 a
favor y 31 abstenciones. Es decir, los representantes democráticos de los 27
estados miembros del UE, decidieron por abrumadora mayoría que el derecho de
autodeterminación y, por lo tanto, la independencia no proceden dentro de la
Unión. Se puede decir más alto pero no más claro.
De todos modos, los independentistas más hiperventilados son
inasequibles al desaliento, y como parece que la moral de los parroquianos
secesionistas flojea, nada mejor que un buen chute de entelequia falaz. Quizás
por eso, la candidata de JxCat, Laura Borrás, lanzó un órdago en un acto en
Barcelona diciendo que reactivaría la Declaración Unilateral de Independencia
(DUI), si los votos secesionistas superan el 50%. Poca broma, porque, aunque
pueda parecer una bravata propia de un acto de campaña electoral, algunos
estudios demoscópicos están apuntando la posibilidad de un escenario en el que
por primera vez el voto independentista rompa el techo de cristal que supone la
mitad de los sufragios.
De momento, parece que ni ERC ni la CUP están por la labor.
Los republicanos insisten en lo de la vía amplia, es decir, sumar más gente a
su proyecto aunque no sean netamente independentistas. Nada que objetar, es una
opción legítima. Por su parte, los antisistema han calificado la idea de Borrás
de independentismo “mágico” (?). Aunque, en realidad, nunca se sabe porque si
alguien se lía la manta a la cabeza y tira por el camino de en medio, quién es
el guapo que se queda atrás, para que luego digan que es un traidor a la causa.
De todas maneras, si después de todo se decidieran a dar el
paso y hacer una DUI, el fracaso está garantizado. Porque si no hay bastante
con el pronunciamiento del Parlamento europeo, hay que tener en cuenta que
ningún poder del Estado les daría soporte, que a la élite del capital se le
pone la piel de gallina cuando oye hablar del tema por la inestabilidad
política e inseguridad jurídica que se generaría y, por si fuera poco, carecen
del más mínimo reconocimiento internacional, con estas cartas de presentación,
la proclamación de una DUI es lo más parecido a un brindis al sol.
Aunque para mayor seguridad, lo más conveniente, sería llenar
las urnas con votos que garanticen dos cuestiones: la primera es que tengamos
la certeza de que a quién votemos no es independentista y la segunda que el
candidato o candidata y la formación que encabeza tiene el suficiente músculo
político para gobernar Cataluña. Esa es la mejor vacuna contra la pandemia
secesionista.
Sé que me aparto un poco del hilo conductor de esta columna, pero
no quisiera terminar sin dejar una interpelación en el aire, a la espera de que
algún independentista informado la responda. Estamos viendo, estos días, los
problemas que está teniendo la UE con el suministro de la vacunas. Pues bien,
si hubiese triunfado la DUI que se hizo en 2017 hoy Cataluña sería independiente
y, por lo tanto, estaría fuera de la Unión; en esas circunstancias, ¿cómo nos
hubiéramos abastecido de esos medicamentos?
Quedo a la espera de respuesta.
Bernardo Fernández
Publicado en El catalán 03/02/2021
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